Las Leyendas Incas, tienen una amplia tradición, tanto oral como escrita. Oral ya que fueron y han sido transmitidas en las frías noches de invierno de generación en generación de padres a hijos, tanto en las montañas como en las ciudades. En cuanto a la tradición escrita, los cronistas de las diferentes épocas nos las han legado en sus escritos, adornándolas quizás, con un verbo y una declamación que en su origen no tuvieron. Son terriblemente bellas, extensas de circunloquios, de lenguaje simple y claro, pero de expresión emotiva y sincera. Vienen a expresar el sentimiento del país, un país tranquilo y agradable, que esta orgulloso de sus tradiciones.


Una de las leyendas más hermosas y encantadoras, es la llamada Leyenda de los Payachatas. Para empezar a adentrarnos en ella, tenemos que dejarnos llevar por la nube de nuestra imaginación a uno de los valles del Perú, allí conviven dos pueblos bastante cercanos. La vida transcurre entre luchas intestinas y entre odios de las dos comunidades, el tira y afloja por reyertas, discusiones, derechos, cultivos se ha hecho cada vez mas inaguantable. En algunas ocasiones se ha llegado a la lucha y los únicos perdedores han sido siempre los que se han enfrentado. Aparece en escena una pareja de enamorados. Son dos jóvenes uno de cada comunidad. El destino ha hecho que se encontraran y posteriormente nace el amor. Un amor puro y profundo, que esta muy por encima de las reyertas de los dos poblados.


El amor entre estos dos jóvenes es terriblemente lacerante para las dos tribus, son cada uno Príncipe y Princesa de sus respectivos pueblos. Estos no consienten en absoluto su amor, es imposible, totalmente irrealizable. El odio acumulado entre ambas poblaciones no da pie a estas circunstancias. Que tal vez, el destino puso en el camino para que los dos pueblos dejaran de pelear y de enfrentarse. Los avisos y las recomendaciones no tuvieron éxito. El amor en la pareja, era cada vez más profundo, cuanto más se intentaba separarlos, la fuerza del destino y los lazos de cupido los unían más. Dice la leyenda, que las nubes nocturnas y la luna lloraban amargamente al ver la complicada situación de la pareja. Añade también el llanto y el aullar de los lobos en los valles cercanos, y clamorosas y escalofriantes tormentas, quizás aviso velado de los Dioses a ambas comunidades.


Chamanes de toda clase a instancias de los padres practicaron ritos arcanos para romper los lazos afectivos de ambos amantes, nada consiguieron, incluso los llegados de lejanos poblados, el amor seguía y seguía, y eso ya no preocupaba a las familias de ambos. Era terrible, la preocupación, se volvió en pánico y después se desencadenaron los hechos. Y estos fueron, que los sacerdotes de ambas comunidades, decidieron sacrificarlos para evitar que continuaran juntos. Ambos fueron terriblemente ajusticiados en una noche obscura, de la que ni la luna quiso ser espectadora.


La naturaleza madre no quiso ser cómplice de tan horrendos hechos, y se desataron las fuerzas de ella, durante tiempo y tiempo llovió y llovió, las tormentas arreciaron y los rayos y los truenos asolaron largamente la región. Y sigue la Leyenda contando, que merced a estas circunstancias, ambas comunidades desaparecieron y dieron lugar a la aparición de dos lagos, hermosos refulgentes, llenos de vida, quizás una triste ironía de las vidas que aquellos malvados habían sesgado. Y estos dos lagos son hoy en día los lagos de CHUNGARA y de COTA COTANI.


En donde los enamorados se pasean en pequeñas canoas o a través de sus orillas, ensalzando silenciosamente así, el amor puro de aquel Príncipe y aquella Princesa. Continua la Leyenda relatando que la Diosa naturaleza no se contento con eso, y brindo el postrer homenaje a los enamorados, haciendo que en el lugar en donde fueron enterrados los desdichados surgieran 2 hermosos volcanes: el PARINACOTA y el POMERAME. Quizás también queriendo expresar el amor fulgurante y encendido de los dos jóvenes, y con su lava lamiendo aceradamente sus valles, brindando el postrer homenaje a un amor puro y limpio, nacido en aquellos milenarios y recónditos valles.