Parte 3 de 3
Por la cronología de los Evangelios, sabemos que la segunda unción
marital de Jesús por Maria Magdalena en Betania, fue durante la
semana antes de la crucifixión. Y sabemos que en esa etapa, Maria
tenía tres meses de embarazo y por lo tanto, habría dado a luz en el
mes de septiembre siguiente.
Así pues, ¿qué nos dicen los Evangelios sobre los acontecimientos en
septiembre del año 33 D.C.? De hecho, los Evangelios no nos dicen
nada, pero la historia se narra en Los Hechos de los Apóstoles, y en
ella se detalla que para el mes de septiembre, sucedió el
acontecimiento al cual hemos llegado a conocer como “La Ascensión”.
Lo que los Hechos no hacen, sin embargo, es llamar el acontecimiento
“La Ascensión”. Esto fue un nombre dado al ritual cuando se
establecieron las doctrinas de la Iglesia Romana más de tres siglos
después. Lo que realmente dice el texto es: “Y habiendo dicho esto…
fue llevado por una nube que lo llevó lejos de su vista”. Luego
continúa diciendo que “un hombre de blanco” dijo a los discípulos:
“¿Por qué buscan entre los cielos? Este mismo Jesús...vendrá en el
mismo modo que lo han visto marcharse”. Luego, un poco más adelante
en Los Hechos, se dice que el “cielo” debe recibir a Jesús hasta “el
momento de la restitución”.
Dado que ese era el mismo mes en el cual era esperado el hijo de
Maria Magdalena, ¿hay quizás cierta conexión entre el confinamiento
de Maria y la supuesta ascensión? Ciertamente la hay, y la conexión
se hace en virtud de la época de la restitución.
No sólo había reglas que regían la ceremonia marital de un heredero
Mesiánico, sino que también había reglas que regían el matrimonio
mismo. Las reglas del matrimonio dinástico eran bien distintas a las
normas de las familias judías, y los padres Mesiánicos eran
formalmente separados al momento de nacer el niño. Incluso antes de
esto, solo se permitía la intimidad entre un marido y mujer
mesiánicos en el mes de diciembre, de modo que los nacimientos de
herederos cayeran siempre en el mes de Septiembre – el mes de la
Expiación, el mes más santo del calendario judío.
De hecho, esta fue la misma regla que los propios padres de Jesús
(José y Maria) habrían roto. Y ésta era la razón por la que los
judíos estuvieron divididos en la opinión de si Jesús era, de hecho,
el verdadero Mesías.
Cuando se concebía a un niño dinástico en la época incorrecta del
año, la madre generalmente se ponía en custodia monástica hasta el
nacimiento, con el fin de evitar la vergüenza pública. A esto se le
llamaba ser “puesto en privado”, y Mateo indica muy claramente que
cuando se supo del embarazo de Maria, “José, su marido, siendo un
hombre justo y no queriendo someterla al escarnio público, decidió
ponerla en privado”.
En este caso, fue concedida una dispensación especial para el
nacimiento por el Arcángel Simeón, quien en aquel momento, llevaba
la distinción de “Gabriel”, siendo el sacerdote angelical
responsable. Los Rollos del Mar Muerto y
el libro de Enoc (que fue
excluido del Viejo Testamento) detallan que los “Arcángeles” (o
embajadores principales) eran los sacerdotes mayores en Qumran,
conservando los títulos tradicionales de “Miguel”, “Gabriel”,
“Rafael”, “Sariel”, etc.
En el caso de Jesús y Maria Magdalena, sin embargo, las reglas del
matrimonio habían sido obedecidas al pie de la letra, y concibieron
a su primer niño correctamente, en diciembre del año 32 D.C., para
nacer en septiembre del año 33 D.C.
A partir del momento de un nacimiento dinástico, los padres se
separaban físicamente - por seis años si el hijo era varón, y por
tres años si era hembra. El matrimonio solo sería retomado en la
época señalada de la restitución. Mientras tanto, la madre y el niño
entrarían en el equivalente de un convento, y el padre entraría “al
Reino de los Cielos”. Este Reino era realmente el Alto Monasterio
Esenio en Mird, cerca del Mar Muerto, y la ceremonia de entrada era
conducida por los sacerdotes angelicales bajo la supervisión del
Líder designado de los Peregrinos.
En el libro del Éxodo del Viejo testamento, los peregrinos
israelitas fueron llevados a la Tierra Santa por una “nube” - y de
acuerdo con esta continua imaginería del Éxodo, se señalaba al Líder
sacerdotal de los peregrinos con el título de “Nube”.
Así pues, si ahora leemos los versos de Los Hechos como se suponía
debían ser entendidos, vemos que Jesús fue llevado por la Nube (el
líder de los peregrinos) al reino de los cielos (el Alto
Monasterio). Y el hombre de blanco (un sacerdote angelical) dijo que
Jesús volvería al momento de la restitución (cuando su matrimonio
terrenal fuese restaurado).
Si ahora revisamos la epístola de San Pablo a los hebreos,
descubriremos que él explica el mencionado acontecimiento de la
ascensión en mayor detalle, porque Pablo nos cuenta cómo admitieron
a Jesús al Sacerdocio del Cielo, cuando él no tenía realmente ningún
derecho a un oficio tan sagrado. Él explica que Jesús nació (a
través de su padre José) en la línea Davídica de Judah – la cual
daba derecho al reinado pero no al sacerdocio, porque esto solo era
la prerrogativa de la línea de Aaron y Levi.
Pero, continúa Pablo, se concedió una dispensación especial, y dice
que “para cambiar el sacerdocio, también se requería un cambio de la
ley”. Como resultado de este “cambio expreso de la ley”, explica que
a Jesús se le permitió entrar en el Reino de los Cielos en
la Orden
sacerdotal de Melquizedek.
Así pues, en septiembre del año 33 D.C., nació el primer hijo de
Jesús y Maria Magdalena, y Jesús entró debidamente en el
Reino de
los Cielos. No hay referencia de que ese niño fuese varón (como la
hay para los dos nacimientos posteriores), y dado que Jesús volvió
tres años más tarde, en el año 36 D.C., sabemos que Maria debió
haber tenido una hija.
Siguiendo la cronología de Los Hechos, vemos que en septiembre el
año 37 D.C. nació un segundo hijo; y luego otro en el año 44 D.C. El
período desde estos dos nacimientos hasta la segunda restitución en
el año 43 D.C., fue de “seis años”, lo que indica que el niño del
año 37 D.C., fue un varón. Este hecho también es reseñado por el uso
de la fraseología críptica - la misma utilizada para el niño del año
44 D.C. – de manera que sabemos que este tercer niño también fue un
varón.
De acuerdo con los códigos de los escribas detallados en los Rollos
del Mar Muerto, en el Nuevo Testamento todo lo secreto es avisado de
antemano por cierta clave, que explica que el mensaje inherente es
“para aquellos que tengan oídos”. Una vez que se entienden estos
códigos y alegorías, jamás varían. Significan lo mismo cada vez que
se utilizan, y se utilizan cada vez que se requiere el mismo
significado.
Por ejemplo, los Evangelios explican que a Jesús se le llamaba “la
Palabra de Dios”: “Y el verbo fue hecho carne, y moró entre
nosotros… pleno de gracia y verdad.” Juan se explaya abundantemente
para explicar la importancia de esta definición, y los pasajes
subsecuentes dan los detalles tales como “la Palabra del Dios reposó
cerca del lago” y “la Palabra de Dios estaba en Samaria”.
Los mensajes que contienen información sobre fertilidad y nueva
vida, se establecen en la parábola del agricultor cuya semilla “dio
frutos y se multiplicó”. Así, cuando se dice que “la Palabra de Dios
se multiplicó”, “aquellos que tengan oídos” reconocerían
inmediatamente que “Jesús se multiplicó” - es decir, que tuvo un
hijo. Hay dos pasajes así en Los Hechos, y caen exactamente en el
año 37 D.C. y el año 44 D.C.
Probablemente el libro peor interpretado del Nuevo Testamento es El
Libro de las Revelaciones de San Juan el Divino – es decir,
malentendido por la Iglesia; no por el libro en sí mismo. Este libro
es absolutamente diferente a cualquier otro en la Biblia. Está
distorsionado con insinuaciones supernaturales terribles, y sus
imaginería ha sido salvajemente corrompida por la Iglesia para
presentar el texto como cierta forma de presagio o profecía de
advertencia! Pero el libro no se llama “Las Profecías” o “Las
Advertencias”. Se llama “Las Revelaciones”.
Así pues, ¿qué revela el libro? Cronológicamente, su trama sigue a
continuación de Los Hechos de los Apóstoles, y el libro de Las
Revelaciones es, de hecho, la continuación de la historia de Jesús,
Maria Magdalena y sus hijos, particularmente el hijo mayor, Jesús
Justus. Hace seguimiento a su vida y detalla su matrimonio, junto
con el nacimiento de su propio hijo. Este mal interpretado libro del
Nuevo Testamento, no es una predicción o una advertencia como la
temerosa Iglesia hizo que creyéramos. Es exactamente lo que dice
ser: una revelación.
Como vimos anteriormente, a los sacerdotes ordenados de la era se
les llamaba los “pescadores”; a sus ayudantes se les llamaba
“barcas”, y a los candidatos bautismales se les llamaba “peces”.
Jesús se hizo pescador ordenado cuando entró al Reino de los Cielos,
pero hasta ese momento (según lo explica San Pablo) no sostuvo
ningún oficio sacerdotal.
En el rito de la ordenación, los sacerdotes Levitas oficiantes del
Santuario administrarían cinco hogazas de pan y dos pescados para
los candidatos, pero la ley era muy firme en cuanto a que tales
candidatos debían ser judíos circuncisos. Los Gentiles y los
Samaritanos no circuncisos, de ningún modo eran tomados en cuenta
para tal privilegio.
De hecho, fue este ritual ministerial en particular el que Jesús
habría violado en la denominada “alimentación de los cinco mil”,
porque él asumió el derecho de concederles acceso a su nuevo
ministerio liberal, ofreciéndoles los panes y los peces a una
muchedumbre impura. Aparte de hacerse eventualmente un pescador,
Jesús también fue llamado “el Cristo” - una definición griega que
significaba “El Rey”. Al decir el nombre “Jesucristo”, estamos
diciendo realmente “El Rey Jesús”, y su herencia real era de la Casa
Real de Judah (La Casa de David), como se menciona abundantemente en
los Evangelios y en las Epístolas de San Pablo.
Por lo tanto, a partir del año 33, Jesús emergió con un estatus dual
de “Sacerdote Cristo” o, como se cita más comúnmente, un “Rey
Pescador”. Esta definición, como veremos, se convertiría en el
oficio hereditario y dinástico de los descendientes de Jesús, y los
sucesores “Reyes Pescadores” fueron de importancia capital en la
historia del linaje del Grial.
Antes del nacimiento de su segundo hijo en el año 44, Maria
Magdalena fue exiliada de Judea por una sublevación política en la
cual ella estuvo implicada. Junto con Felipe, Lázaro y algunos
partidarios, ella viajó (mediante arreglo con el Rey Herodes-Agrippa
II) para vivir en el estado Herodino de Lyon, en Gaul (que más
adelante se convirtió en Francia).
Desde los primeros tiempos, pasando por la era medieval, hasta el
gran Renacimiento, la huída de Maria fue retratada en manuscritos
iluminados así como en grandes obras de arte. Su vida y trabajo en
Francia, especialmente en Provenza y el Languedoc, aparecieron no
sólo en trabajos de historia europea sino también en la liturgia de
la Iglesia romana - hasta que su historia fue suprimida por el
Vaticano.
El exilio de Maria Magdalena se relata en el Libro de las
Revelaciones, el cual describe que ella estaba embarazada en ese
momento. También cuenta cómo las autoridades romanas persiguieron
posteriormente a Maria, a su hijo y a sus herederos:
“Y ella,
estando encinta, lloró… y con dolor parió… y contempló un gran
dragón rojo, de siete cabezas… y siete coronas… se posó ante la
mujer… para devorar a su hijo… Y ella alumbró a un hijo-hombre… y la
mujer huyó al desierto … Y el dragón se enfureció con la mujer, y
por siempre hizo la guerra con el remanente de su semilla… lo cual…
tiene el testimonio de Jesucristo.”
Se dijo que fue a Gaul donde Maria hubo de llevar el Sangréal (La
Sangre real, El Santo Grial); y fué en Gaul que la famosa línea de
los herederos inmediatos de Jesús y Maria, Los Reyes Pescadores,
prosperaron por 300 años.
El lema eterno de los Reyes Pescadores era “en fuerza” - inspirada
en el nombre de su antepasado, Boaz (el gran abuelo del Rey David),
cuyo nombre similarmente significa “en fuerza”. Cuando se tradujo al
latín, esto se convirtió a “In Fortis”, que fue corrompido
posteriormente a “Anfortas”, el nombre del Rey Pescador en el
romance del Grial.
Ahora podemos volver al simbolismo tradicional del Grial como un
cáliz que contiene la sangre de Jesús. También podemos considerar
diseños gráficos que datan bastante más allá de las edades oscuras
alrededor del año 3.500 A.C. Y en hacerlo, descubriremos que un
cáliz o una copa era el símbolo establecido más antiguo de lo
femenino. Su representación fue el Recipiente Sagrado – el vas
uterus, el vientre.
Y por eso, al huir a Francia, Maria Magdalena llevó el Sangréal en
el Cáliz Sagrado de su vientre – tal como explica el Libro de las
Revelaciones. Y el nombre de este segundo hijo era José.
El símbolo tradicional equivalente del varón era una hoja de espada
o un cuerno, generalmente representado por una espada o un
unicornio. En la canción del Viejo Testamento de Salomón y en los
Salmos de David, el unicornio fértil se asocia con la línea real de
Judah; y fue por esta misma razón que los Cataros de Provenza
utilizaron la mítica bestia para simbolizar el linaje del Grial.
Maria Magdalena murió en Provenza en el año 63. En ese mismo año,
José de Arimatea construyó la famosa capilla en Glastonbury en
Inglaterra, como monumento a la reina Mesiánica. Ésta fue la primera
Iglesia Cristiana “sobre suelo” en el mundo, y al año siguiente, el
hijo de Maria, Jesús Justus lo dedicó a su madre. Jesús hijo, de
hecho, ya antes había estado en Inglaterra con José, a la edad de
doce años, en el año 49. Fue este acontecimiento el que inspiró la
famosa canción de William Blake, Jerusalén:
“Y esos pies en tiempos
ancestrales, caminaron sobre las verdes montañas de Inglaterra.”
¿Pero quién era José de Arimatea, el hombre que asumió pleno control
de los asuntos en la crucifixión? ¿Y por qué fue que la madre de
Jesús, su esposa y el resto de la familia aceptaron la intervención
de José sin cuestionamientos?
Solo hasta el año 900, la Iglesia de Roma decidió anunciar que José
de Arimatea era el tío de Maria la madre de Jesús. Y a partir de ese
momento, las representaciones de José lo muestran un poco mayor en
la crucifixión, cuando la Madre Maria misma estaba en sus ’50. Sin
embargo, antes del anuncio romano, los expedientes históricos de
José representaban a un hombre mucho más joven. Se registró que
había muerto a la edad de 80 años, el 27 de julio del año 82 D.C., y
de este modo habría tenido 32 años al momento de la crucifixión.
De hecho, José de Arimatea no era otro más que el propio hermano de
Jesucristo, Santiago, y su título no tenía nada que ver en absoluto
con un topónimo. Arimatea nunca existió. Por lo tanto no sorprende
que José negociara con Pilatos para colocar a Jesús en su propia
tumba familiar.
El título hereditario “Arimatea” fue una corrupción de la lengua
inglesa de la voz Greco-Hebrea ha-Rama-Theo, que significaba “de su
Alteza Divina”, o “de su Alteza Real”, como lo definiríamos hoy en
día. Puesto que Jesús era el heredero Mesiánico mayor - el Cristo,
Khristos o Rey - entonces su hermano menor era el Príncipe de la
Corona - Su Alteza Real, Rama-Theo. En la jerarquía Nazarena, el
príncipe de la corona siempre llevaba el título patriarcal de
“Joséf” – tal como Jesús tenía el título de “David” y su esposa el
de “Maria”.
A principios del siglo V, los Reyes Pescadores descendientes de
Jesús y de Maria se unieron en matrimonio a los francos Sicambrianos, y de ellas surgió una dinastía “reinante”
completamente nueva. Fueron los Reyes conocidos como
Merovingios
quienes fundaron la monarquía francesa e introdujeron la muy
conocida fleur de lys (el antigua símbolo judío de la circuncisión),
como el emblema real de Francia.
A partir de la sucesión Merovingia, otra rama de la familia
estableció un reino judío totalmente independiente al Sur de
Francia: el reino del Septi-mania, el que ahora conocemos como el
Languedoc. Los primeros príncipes de Toulouse, Aquitaine y Provenza
eran todos descendientes del linaje mesiánico del Santo Grial.
Septimania fue cedido a la Real Casa de David en año 768, y el
príncipe Bernardo de Septimania se casó luego con una hija del
emperador CarloMagno.
De los Reyes pescadores también se deriva otra importante línea
paralela de sucesión en Gaul. Mientras que los Reyes Merovingios
continuaron la herencia “masculina” patrimonial de Jesús, esta otra
línea perpetuó la herencia matriarcal de
Maria Magdalena en una
línea “femenina”. Ellas fueron las Reinas dinásticas de Avalon en
Borgoña, la casa del Acqs- que significaba “de las aguas”, un nombre
concedido a Maria Magdalena en los primeros días cuando ella navegó
a Provenza.
Aquellos familiarizados con el conocimiento Arturiano y del Grial, a
estas alturas habrán reconocido el significado total de esta familia
Mesiánica, de los Reyes Pescadores, las Reinas de Avalon y la casa
del Acqs (corrompido en el romance Arturiano a “du Lac”).
Los herederos descendientes de Jesús planteaban una amenaza enorme a
la alta Iglesia romana, porque eran líderes dinásticos de la
verdadera Iglesia Nazarena. En términos reales, la Iglesia romana
nunca ha debido existir, porque no era más que un movimiento
“híbrido” compuesto varias doctrinas paganas unidas por una base
fundamentalmente judía.
Jesús nació en el año 7 A.C. y su natalicio fue en la fecha
equivalente al 1 de marzo, con un aniversario real “oficial” el 15
de septiembre, para satisfacer la regulación dinástica. Pero, al
establecerse la Alta Iglesia Romana en el siglo IV, el Emperador
Constantino ignoró ambas fechas y las reemplazó por el 25 de
diciembre, como el nuevo Día Masivo de Cristo (N.del T.: Original en
inglés Christ’s Mass Day) – para que coincidiera con el festival
pagano del sol.
Más adelante, en el sínodo de Whitby en el año 664, los obispos
expropiaron el festival Céltico de Pascua (Eostre), la diosa del
verano y la fertilidad, y le añadieron un significado Cristiano
completamente nuevo. Al hacerlo, cambiaron la fecha del festival
Céltico, para separarlo de su asociación con la Pascua judía.
La Cristiandad, como la conocemos, ha evolucionado como “religión
compuesta”, distinta a cualquier otra. Si Jesús fue su catalizador
vivo, entonces la Cristiandad debería basarse correctamente en las
enseñanzas del mismo Jesús - los códigos morales y sociales de una
mente serena, un ministerio tolerante, con la gente como sus
benefactores.
Pero el Cristianismo ortodoxo no se basa en las enseñanzas de Jesús:
se basa en las enseñanzas de la Iglesia Romana, las cuales son
completamente diferentes. Hay una cantidad de razones para ello,
siendo la principal de ellas, que Jesús fue deliberadamente apartado
en favor de las enseñanzas alternas de Pedro y Pablo - las cuales
fueron denunciadas a fondo por la Iglesia Nazarena de Jesús y
su
hermano Santiago.
Sólo apartando a Jesús de su papel protagónico, podrían reinar en
forma suprema los Papas y los Cardenales. Al instituir formalmente
el Cristianismo como la religión de estado en Roma, Constantino
declaró que “sólo él” era el “Mesías salvador”, no Jesús! En cuanto
a los obispos de Roma (los Papas), fueron nombrados descendientes
apostólicos de San Pedro - no un descendiente legítimo del
matrimonio de Jesús y de sus hermanos, como se mantuvo dentro de la
Iglesia Nazarena.
La única forma para
la Alta Iglesia Romana de inhibir a los
herederos de Maria Magdalena, fue desacreditándola y negándole su
relación marital con Jesús. ¿Pero qué hay acerca de Santiago el
hermano de Jesús? Él también tuvo herederos, al igual que sus
hermanos Simón, Joses y Judas. La Iglesia no pudo librarse de los
Evangelios que contaban que Jesús era el primer hijo varón de la
bendita Madre Maria, por lo que la propia maternidad de Maria
también debía reprimirse.
Como consecuencia, la Iglesia presentó a la Madre Maria como virgen,
y a Maria Magdalena como prostituta- descripciones que no se
mencionaron en ninguno de los Evangelios originales. Luego, solo
para consolidar la posición de la madre Maria fuera del dominio
natural, eventualmente se dijo de su propia madre, Ana, que la había
parido mediante Inmaculada Concepción”!
Con el transcurso del tiempo, estas doctrinas inventadas han tenido
un gran alcance. Pero, en los primeros días, costó más fijar las
ideas pues las mujeres originales de la misión Nazarena tenían
feligreses en la Iglesia Céltica - mujeres tales como Maria
Magdalena, Martha, Maria Jacob-Cleofás y Helena-Salomé quienes
habían conducido escuelas y misiones sociales alrededor del mundo
mediterráneo. Todas estas mujeres habían sido discípulas de Jesús, y
amigas intimas de su madre, Maria, acompañándola hasta la
Crucifixión, como lo confirman los Evangelios.
La única salvación de la Iglesia era negar a todas las mujeres;
negarles no sólo sus derechos para los oficios eclesiásticos, sino
negarles también su derecho a cualquier estatus en la sociedad. Por
lo tanto, la Iglesia declaró que las mujeres eran todas heréticas y
brujas!
Para ello los obispos se apoyaron en las palabras de Pedro y Pablo
y, basados en sus enseñanzas, la Alta Iglesia Romana fue capaz de
volverse completamente sexista. En su Epístola a Timoteo, Pablo
escribió:
“No tolero que una mujer enseñe, ni que usurpe autoridad
alguna sobre un hombre, solo deben permanecer en silencio”.
En el
Evangelio de Felipe, incluso Pedro es citado diciendo “las mujeres
no son dignas de vivir”. Los obispos incluso citaron las palabras
del Génesis, en donde Dios le habla a Eva acerca de Adán, diciéndole
“el regirá sobre ti“
El padre de la Iglesia Tertuliano, se adhirió a toda esa actitud
romana al escribir acerca de los discípulos de Maria Magdalena que
aparecieron: ¡“Esta mujer herética! ¡Cómo se atreven! Son bien
descaradas al enseñar, discutir, bautizar… No está permitido que una
mujer hable en la Iglesia… ni que demande… parte de alguna función
masculina – ni mucho menos oficios sacerdotales”.
Luego, para completar, surgió el documento más asombroso de la
Iglesia Romana, La Orden Apostólica. Este fue compilado como una
conversación “imaginaria” entre los apóstoles, después de la última
cena. ¡Contrariamente a los Evangelios, éste suponía que Maria
Magdalena, había estado presente en la cena, y se acordó que la
razón por la cual Jesús no le había pasado el vino a Maria en la
mesa, fue porque la había visto reír!
En base a este extraordinario documento ficticio, los obispos
instituyeron que, aunque Maria hubiese sido compañera de Jesús, a
las mujeres no podían dársele ningún lugar dentro de la Iglesia,
porque no eran serias! Esta actitud sexista ha persistido dentro de
la Iglesia hasta el día de hoy. ¿Por qué? Porque había que
desacreditar a Maria Magdalena y desincorporarla, para que sus
herederos fuesen ignorados. Pero las cosas están cambiando ahora, y
al menos en la Iglesia Anglicana, se está restituyendo a las mujeres
al estatus sacerdotal.
A pesar del ávido movimiento sexista, los herederos Mesiánicos
conservaron sus posiciones sociales fuera del estamento de la
Iglesia Romana. Desarrollaron sus propios movimientos eclesiásticos
Nazarenos y Célticos y fundaron reinos de matrimonios en Gran
Bretaña y Europa. Eran una amenaza constante para la alta Iglesia
romana, para los líderes monarcas y para los gobiernos sustentados
por esa Iglesia. Fueron la razón misma para la puesta en práctica de
la brutal Inquisición, pues mantuvieron un código moral y social que
era contrario al requerido por la alta Iglesia.
Esto fue especialmente evidente durante la Era de la Caballería, la
cual abrazó el respeto por la feminidad, según lo ejemplificado por
los Caballeros Templarios, cuyo juramento constitucional apoyaba la
veneración del “Grial Madre”, La Reina Maria Magdalena.
Antes de la Edad Media, las historias individuales de esta familia
eran históricamente bien conocidas. Pero cuando la Iglesia comenzó
su reinado de persecución fanática (la gran Inquisición), toda la
herencia Nazarena y Desposínica fue subyugada.
¿Pero, por qué la iniciativa vengadora de la Inquisición? Porque los
Caballeros Templarios no sólo habían vuelto de Tierra Santa con
documentos que minaban las enseñanzas de la Iglesia, sino que
también establecieron sus propias Iglesias Cisterciences en
oposición a Roma. Éstas no eran cualquier Iglesia; eran los
monumentos religiosos más majestuosos para adornar los horizontes
del mundo occidental: las catedrales de Notre Dame en Francia.
A pesar de su imagen actual, estas impresionantes catedrales góticas
no tienen nada que ver con la Iglesia Cristiana establecida. Fueron
financiadas y construidas por los Caballeros Templarios, y dedicadas
a Maria Magdalena – Notre Dame, Nuestra Señora – a la que llamaron
“el Grial del mundo”.
Esto, por supuesto, derrotó cualquier dogma que la Alta Iglesia
hubiese auspiciado, y los obispos tomaron represalias re-dedicando
otras muchas Iglesias a Maria, la madre de Jesús. Pero, al hacerlo,
instituyeron un decreto terminante en el que todas las
representaciones artísticas de la Madre Maria, la Madonna, debían en
adelante mostrarla vestida “solo en azul y blanco” - para no
concederle ningún derecho a oficios eclesiásticos en el sacerdocio
exclusivo masculino.
Por otra parte, se le retrataba a Maria Magdalena, (los artistas más
grandes del mundo) usando la capa roja del estatus cardenalicio, o
el traje negro de una Sacerdotisa Nazarena - y allí no había nada
que la Iglesia pudiera hacer al respecto. La única opción de los
obispos, era proclamar a esa práctica como pecaminosa y herética -
porque, al haber elegido previamente ignorar a Maria Magdalena y a
sus herederos, esta quedaba fuera de su jurisdicción.
Fue en aquel momento que el conocimiento del Grial fue denunciado
como herejía por el Vaticano. Las escrituras de Merlin del siglo
sexto, fueron expresamente prohibidas por el Consejo Ecuménico, y la
Iglesia original Nazarena de Jesús, se convirtió en una “corriente
subterránea”, auspiciada por patrocinadores tan notables como
Leonardo da Vinci y Sandro Boticelli.
En aquellos días, la Iglesia vigilaba y controlaba la mayoría de la
literatura de dominio público; y por ello, para evitar la censura
absoluta, la tradición del Grial se volvió alegórica y su mensaje
fue comunicado mediante filigranas secretas, escrituras esotéricas,
cartas de Tarot e ilustraciones simbólicas.
¿Pero por qué el conocimiento del Grial y las escrituras de Merlin
deben haber planteado tal problema para la Alta Iglesia? Porque,
dentro del contexto de sus textos aventureros, se contaba la
historia descendiente del linaje del Grial – un linaje que había
sido expulsado de su posición dinástica por los Papas y los obispos
de Roma, quienes habían elegido reinar en forma suprema por una
“sucesión apostólica” inventada.
Se dijo que esta sucesión apostólica había sido dada por el primer
obispo, San Pedro (y, de hecho, ésta todavía es la visión
promovida). Pero uno nada más tiene que estudiar las propias
constituciones apostólicas de la Iglesia, para descubrir que esto
simplemente no es cierto. Pedro nunca fue obispo de Roma - ni de
ningún otro lugar, para ese asunto!
Las constituciones del
Vaticano registran que el primer obispo de
Roma fue el príncipe Linus de Gran Bretaña, el hijo de Caractaco el
Pendragón. Él fue nombrado por San Pablo en el año 58, mientras
Pedro aún vivía.
A partir de los años 1.100, los poderosos Caballeros Templarios y
sus catedrales plantearon una enorme amenaza a la exclusiva ‘Iglesia
masculina’ trayendo la herencia de Jesús y de Maria Magdalena a la
palestra pública.
Los cardenales sabían que caería su estamento entero si los
descendientes Mesiánicos ganaban el predominio. ¡Tenían que ser
aplastados! Y de ese modo fue implementada la brutal Inquisición –
una persecución horrible de todos aquellos que disintieran de las
reglas de los obispos.
Todo comenzó en el año 1.208, cuando el Papa Inocente III envió a
30.000 soldados a la región de Languedoc en la Francia meridional.
Éste era el hogar de
los Cataros (“los puros”) quienes se decía eran
los guardas de un gran tesoro secreto – un misterioso secreto que
podría volcar el Cristianismo ortodoxo. La denominada Cruzada Albigensiana del Papa duró 36 años - durante los cuales, fueron
asesinadas diez millares de personas inocentes - pero el tesoro
nunca fue encontrado.
La principal embestida de la Inquisición (o “Santo Oficio”) fue
instituida por el Papa Gregorio IX durante el curso de esta masacre,
en 1.231, y fue dirigida contra cualquiera que apoyara “la herejía
del Grial”. En 1.252, se autorizó formalmente la tortura de
víctimas, junto con la ejecución en la hoguera.
La “herejía” era un cargo maravilloso para levantar contra los
cautivos, porque solamente la Iglesia podía definirlo. Las víctimas
eran torturadas hasta que confesaran, y habiendo confesado, eran
ejecutadas. Si no confesaban, entonces la tortura continuaba hasta
que murieran de todos modos. Una forma registrada de tortura era
separar a la víctima, poco a poco, con grasa (comenzando con sus
pies), y después asarlo vivo en trozos, miembro por miembro, sobre
un fuego.
Estas persecuciones y castigos salvajes fueron emprendidos
abiertamente por más de 400 años, y también fueron extensivos contra
los judíos, musulmanes y protestantes que disentían. Pero la
inquisición nunca fue terminada formalmente. Recientemente en 1.965,
fue renombrada como “La Congregación Sagrada”, y sus poderes
teóricamente todavía están en vigor.
Sin miedo a la Inquisición, el movimiento Nazareno siguió su propio
curso, y la historia del linaje fue perpetuada en la literatura,
como el Gran San Grial y la Elevada Historia del Santo Grial. Estos
escritos fueron patrocinados en gran parte por las Cortes del Grial
de Francia (las Cortes de Champán, de Anjou y otras), y también por
los Caballeros Templarios y los Desposínicos; y, en esa etapa, el
romance Arturiano se convirtió en un vehículo popular para la
tradición del Grial.
A la luz de esto, los Templarios se convirtieron en una blanco
específico de la Inquisición en 1.307, cuando fueron dirigidos hacia
ellos los escuderos del Papa Clemente V y del Rey Felipe IV de
Francia. Los ejércitos papales revolvieron Europa buscando los
documentos y tesoros de los Templarios - pero, así como el
patrimonio de los Cataros, no se encontró nada. Sin embargo, muchos
caballeros fueron torturados y ejecutados en el proceso, y sus
compañeros escaparon a otros países fuera del dominio papal.
Pero el tesoro oculto de los Templarios no se perdió, y mientras que
los emisarios del Vaticano buscaban, el tesoro y los documentos
fueron encerrados en los baúles de la Sala Capitular de La Tesorería
de París. Estaban bajo la protección de los Magníficos Caballeros
Templarios de San Antonio - “los Príncipes Guardianes del Secreto
Real” - quienes una noche cargaron el tesoro a bordo de 18 galeras
de la flota Templaria en La Rochelle.
Al amanecer, la flota había navegado hacia Escocia, y a la llegada
fueron bienvenidos por el Rey Roberto el Bruce quien, junto con toda
la nación escocesa, habían sido excomunicados por el Papa por
desafiar al Rey Católico Eduardo de Inglaterra. Los Templarios y su
tesoro permanecieron en Escocia, y los caballeros combatieron con
Bruce en Bannockburn en 1.314 para recuperar la independencia de
Escocia de Plantagenet, Inglaterra.
Posteriormente a la batalla de Bannockburn, Bruce y los Templarios
de San Antonio fundaron la nueva Orden de los Hermanos Mayores de la
Cruz Rosa en 1.317, de la que ahora los Reyes de los escoceses se
hicieron Maestros Supremos
hereditarios, ostentando cada Rey
sucesivo de la casa de Stewart el honroso título del priorato de
“Príncipe San Germain”.
¿Así pues, por qué fue que el Rey Arturo, un comandante céltico del
siglo sexto, era tan importante para los Caballeros Templarios y las
cortes europeas del Grial? Muy sencillo, porque Arturo había sido
único, con herencia ‘dual’ en la línea Mesiánica.
El Rey Arturo de ninguna manera fue un mito, como tantos han
supuesto. Está lejos de eso. Pero siempre se le ha buscado en los
lugares incorrectos. Los investigadores, confundidos por las
localizaciones ficticias de los romances, han buscado en vano en las
crónicas de Bretaña, Gales y al oeste de Inglaterra. Pero los
detalles de Arturo deben buscarse en los anales escoceses e
irlandeses. Él fue, de hecho “su Alteza Rey de la Isla Céltica”, y
fue el comandante soberano de las tropas británicas a finales del
siglo sexto.
Arturo nació en el año 559, y murió en batalla en el año 603. Su
madre fue Ygerna del Acqs, la hija de la reina Viviana de Avalon,
descendiente de Jesús y de Maria Magdalena. Su padre fue el Alto Rey
Aedàn de Dalriada (las montañas occidentales de Escocia, ahora
llamadas Argyll) - y Aedàn era el Pendragon británico (“Dragón
Principal” o “Rey de Reyes”) descendiente de Santiago, el hermano de
Jesús. Es por esta razón que las historias de Arturo y de José de
Arimatea están tan íntimamente entretejidas en los romances del
Grial.
De hecho, los expedientes de la coronación del Rey escocés Kenneth
MacAlpin (descendiente de Aedàn el Pendragón) se refieren
específicamente a su propia descendencia de las Reinas dinásticas de
Avallon.
El legado paternal del Rey Aedàn surgió de la casa más antigua de
Camulot (La Corte Real Colchester de Inglaterra) en una de las
líneas del primer Pendragón, el Rey Cymbeline (quien es bien
conocido para los estudiantes de Shakespeare).
Para ese punto, los descendientes Mesiánicos habían fundado los
reinos Desposínicos en Gales y a través de las regiones de
Strathclyde y Cambria de Gran Bretaña. El padre de Arturo, el Rey
Aedàn de los escoceses, fue el primer monarca británico que se
instalara por ordenación sacerdotal, cuando fue coronado y ungido
por Santa Columba de la Iglesia Céltica en el año 574. Esto, por
supuesto, enfureció a obispos de la Iglesia Romana pues estos
demandaban el derecho exclusivo de designar a los Reyes que se
suponía iban a ser coronados por el Papa!
Como resultado directo de esta coronación, San Agustín fue enviado
eventualmente desde Roma en el año 597 para desmantelar la Iglesia
Céltica. Éste se proclamó asimismo Arzobispo de Canterbury tres años
más tarde, pero su misión global falló y la tradición Nazarena
persistió en Escocia, Irlanda y Gales y a todo lo ancho del norte de
Inglaterra.
Un hecho importante a recordar, es que los dinastas del Grial nunca
fueron gobernadores territoriales de tierras. Como el mismo Jesús,
ellos eran designados “Guardas” de la gente. Los Merovingios de Gaul, por ejemplo, eran Reyes de los Francos - nunca Reyes de
Francia. El Rey Aedàn, Roberto el Bruce y sus sucesores de Stewart,
eran Reyes de los escoceses - nunca Reyes de Escocia.
Fue este concepto ‘social’ implícito lo que la Alta Iglesia encontró
tan difícil de superar, porque los obispos preferían tener dominio
sobre los “Reyes territoriales”, mientras que se suponía que el amo
y señor mayor de la gente sería el Papa. Solamente manteniendo el
control total espiritual sobre los individuos, la Iglesia podría
reinar supremamente, y por ello, cada vez que salía al frente un
dinasta del Grial, era confrontado por la cólera de la maquinaria
Papal.
En el año 751 los obispos se las arreglaron para deponer la sucesión
de Merovingia en Gaul, y establecieron una nueva tradición por la
cual los Reyes de la sucesión Carolingia (la de CarloMagno) tenían
que ser aprobados y coronados por el Papa. Pero la Iglesia nunca
pudo derribar las líneas Desposínicas en Escocia, aun cuando los
viejos reinos Célticos de Inglaterra habían sido desmantelados por
los anglosajones germánicos a partir del siglo sexto.
Incluso en la Edad Media – mucho después de la conquista Normanda de
Inglaterra - la Iglesia Nazarena y el prevaleciente culto a Maria
Magdalena eran prominentes en Europa. Se mantuvo los derechos de
igualdad de las mujeres a través de la estructura Céltica - y esto
era un problema enorme para el sacerdocio exclusivo masculino del
Cristianismo ortodoxo.
El principio subyacente de los monarcas del Grial siempre fue el del
Servicio, de acuerdo con el código Mesiánico establecido por Jesús,
cuando él lavó los pies de sus apóstoles en la Última Cena. Y así
los verdaderos dinastas del Grial eran Reyes y Guardas de sus
reinos, pero nunca fueron gobernantes.
Este aspecto clave del código del Grial fue perpetuado en el corazón
mismo de los cuentos infantiles y el folklore. Nunca un valeroso
cardenal o un obispo cabalgó en ayuda de alguna injusticia o de una
damisela en aprietos, pues esto ha sido siempre el reino social de
los príncipes del Grial y de sus caballeros designados.
El código del Grial reconoce el avance por méritos y también la
estructura de la comunidad, pero, por sobretodo, es enteramente
democrático. Ya sea percibido en su dimensión física o espiritual,
el Grial pertenece por igual a líderes y a seguidores. También
pertenece a la tierra y al entorno, requiriendo que todos deben ser
“como uno” en común y aunado servicio.
A través de las edades, los parlamentos y los gobiernos han tenido
tantos inconvenientes como la Iglesia confrontando el código social
Mesiánico, y la posición no es diferente hoy en día. Los presidentes
y los primeros ministros son ‘elegidos’ por la gente. Se supone que
representan a la gente. ¿Pero, lo hacen? En realidad, no. Siempre
están afiliados a un partido político, y alcanzan sus posiciones
mediante el voto mayoritario del partido. Pero no todos se toman la
molestia de votar, y a veces hay más de dos partidos por los cuales
votar. Por lo tanto, en cualquier momento dado, más de la mitad de
la gente de una nación puede no estar representada por el partido
político en el poder. En este respecto, aun cuando se haya aplicado
‘el voto mayoritario’, el principio democrático falla. Lo que surge
no es el “gobierno por la gente, para la gente”, sino el “gobierno
de la gente”.
Jesús enfrentó una situación muy similar en el primer siglo. En
aquel momento, Jerusalén y Judea estaban bajo ocupación romana, con
el Rey Herodes y el gobernador, Poncio Pilatos, ambos designados por
Roma. ¿Pero quién representaba a la gente? La gente no eran romanos;
eran Judíos de la Tierra Santa -Fariseos, Saduceos, Esenios y
similares. Aparte de eso, había una gran cantidad de Samaritanos y
Gentiles (no judíos, las razas árabes). ¿Quién los representaba? La
respuesta es “nadie” - hasta que Jesús hizo de ello su misión.
Éste fue el comienzo del código del Grial de servicio digno sin
afiliación - un código perpetuado por los dinastas Mesiánicos en su
continuo papel de “padres comunes” para la gente. El código del
Grial se basa en los principios de la libertad, la fraternidad y la
igualdad, y fue particularmente evidente en las revoluciones
americana y francesa, ambas desecharon el señorío de la aristocracia
despótica. ¿Pero, qué lo ha substituido? Ha sido substituido por las
políticas de partido y en gran parte por gobiernos no
representativos.
Desde la Edad Media hubo una cantidad de órdenes de caballería y
militares específicamente ligadas a la Sangre Mesiánica Real en Gran
Bretaña y Europa. Entre ellas se incluía la Orden del Reino de Sión
y la Orden del Santo Sepulcro. Pero la más prestigiosa de todas fue
la Orden Soberana del Sángreal – Los Caballeros del Santo Grial.
Ésta era una orden dinástica de la Casa Real Stewart de Escocia,
casa real que en el siglo XIV introdujo el unicornio de los Cataros
como el emblema soberano de Escocia. Poco tiempo después,
introdujeron la prestigiosa Orden del Unicornio, la cual llevó el
lema del Grial “Todos como Uno”.
Al igual que el Rey Arturo, los Reyes de la Casa de Stewart también
tenían una herencia dual Desposínica a partir de Jesús y de su
hermano Santiago. De hecho, desde los años 1.370 ellos fueron la
casa mayor de la línea Mesiánica, y fueron la dinastía que más
tiempo reinó en Europa, sosteniendo su corona por 317 años hasta que
finalmente fueron depuestos por la Iglesia Anglicana en 1.688.
Fueron depuestos porque, de acuerdo con el código del Grial,
proclamaron afinidad con Dios y con la nación ante el Parlamento, la
Iglesia y la aristocracia.
Hoy en día, el descendiente legítimo mayor en esta línea es Su
Alteza Real el Príncipe Michael Stewart, Condado Albany (cuyo libro,
La Monarquía Olvidada de Escocia, está programado para su
publicación por Element Books en mayo de 1.998).
Y ahora vamos a la pregunta que a menudo me han formulado en los
meses siguientes a la publicación de “La Herencia del Santo Grial” .
La pregunta es: ¿por qué sale a la luz toda esta información en este
momento en particular?
El hecho es que la información nunca ha sido ocultada por las
personas a las que se refiere. Ha sido reprimida por buscadores de
poder externos, que han intentado servir a sus propios fines, en
lugar de servir a las comunidades que se supone representan.
Sin embargo, hoy en día, estamos en una nueva era de “búsqueda”, ya
que tanta gente ha crecido tan desilusionada con los dogmas del
estamento que aún prevalecen. Vivimos en una era de comunicaciones
satelitales, viajes por sobre la barrera del sonido, computadoras e
Internet – así que el mundo es efectivamente más pequeño que antes.
En tal entorno, las noticias viajan muy rápidamente, y la verdad es
mucho más difícil de retener.
También, se está cuestionando la trama misma de la Iglesia de
‘dominio masculino’ y las estructuras gubernamentales, y se percibe
generalmente que las viejas doctrinas de control espiritual y de
manejo territorial no están funcionando. La gente
está buscando cada
vez más las correctas y originales raíces de su fe, y su propósito
en la sociedad. Están buscando formas más eficaces de administración
para combatir el demasiado obvio deslizamiento en el declive social
y moral. De hecho, están buscando el Santo Grial.
Esta búsqueda de nueva iluminación está altamente auspiciada por el
próximo milenio, y hay un sentimiento extendido de que esto también
debería representar un nuevo Renacimiento, una era de renacer, en
donde los preceptos del código del Grial sean reconocidos y
practicados - los preceptos de libertad, fraternidad e igualdad.
El conocimiento del Grial descifra alto y claro que la herida del
Rey Pescador debe ser curada si la tierra ha de volver a la
fertilidad. Y por eso, dado que se me ha dado acceso privilegiado en
los años recientes a los archivos de los Caballeros Templarios, de
la Iglesia Céltica y las Soberanas Casas Mesiánicas de Europa, ha
llegado el momento de hacer mi pequeña parte intentando sanar la
ancestral herida del Rey Pescador. El resultado de ello fue mi
libro, La Herencia del Santo Grial.
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