por Tony Bushby
marzo 2007
Extraído de la Revista Nexus,
Volúmen 14, Número 4 (junio
– julio de 2007)
traducción de
Adela Kaufmann
versión
original
del sitioWeb
NexusMagazine
En el siglo IV, el Emperador romano Constantino unió a todas las
facciones religiosas bajo una deidad compuesta, y ordenó la
recopilación de nuevas y antiguas escrituras en una colección
uniforme que se convirtió en el Nuevo Testamento.
Sobre el Autor
Tony Bushby, un australiano, se hizo hombre de negocios y empresario
temprano en su vida adulta. Estableció un negocio de publicación de
revistas y pasó 20 años investigando, escribiendo y publicando sus
propias revistas, principalmente para los marcados australianos y de
Nueva Zelanda.
Con fuertes creencias espirituales y un interés en los asuntos
metafísicos, Tony ha desarrollado largas relaciones con muchas
asociaciones y sociedades a lo largo del mundo, que ha ayudado su
investigación poniéndole a su disposición sus registros. Él es el
autor de El Fraude de la Biblia (The Bible Fraud )2001; repasado en
NEXO 8/06 con los extractos en NEXO 9/01—03), El Secreto en la
Biblia (2003; revisado en 11/02, con extractos, “Antiguas Ciudades
bajo las Arenas de Giza", en 11/03) y La Crucifixión de la Verdad
(2005; revisado en 12/02) y El Engaño Gemelo (2007; revisado 14/03).
Las copias de estos libros están disponibles en la página Web de
NEXUS y los Libros de Josué :
http://www.joshuabooks.com
Como Tony Bushby vigorosamente protege su privacidad, cualquier
correspondencia debe enviarse al cuidado de la Revista NEXUS, PO Box
30, Mapleton Qld 4560, Australia, envían facsímil +61 (0) 7 5442
9381. |
Qué es lo que la Iglesia no quiere que usted sepa
Se ha enfatizado a menudo que la Cristiandad no es parecida a
ninguna otra religión, ya que está de pie o se cae por ciertos
eventos que se alega que han ocurrido hace unos 20 siglos, durante
un corto período de tiempo. Esas historias son presentadas en el
Nuevo Testamento, y cuando la nueva evidencia sea revelada, se
pondrá en claro que no representan realidades históricas.
La Iglesia está de acuerdo, diciendo:
"Nuestras fuentes documentales de conocimiento sobre los orígenes de
la Cristiandad y su desarrollo más temprano son principalmente las
Escrituras del Nuevo Testamento, cuya autenticidad debemos, en gran
parte, dar por concedida”.
(Enciclopedia católica, de Farley., vol.
iii, pág. 712)
La Iglesia hace extraordinarias admisiones sobre el Nuevo Testamento.
Por ejemplo, al discutir el origen de esas escrituras,
"el cuerpo más distinguido de opinión académica alguna vez
congregado " (Prefacio de las Enciclopedias católicas), admite que
los Evangelios "no llegan hasta tan atrás, al primer siglo de la era
cristiana”.
(Enciclopedia católica, Farley., volumen vi, pág. 137,
el pp. 655-6).
Esta declaración entra en conflicto con las aserciones del
sacerdocio, que los Evangelios más tempranos fueron progresivamente
escritos durante las décadas que siguen a la muerte de Jesús Cristo.
En un notable apartado, la Iglesia admite más allá que,
"el más temprano de los manuscritos existentes [del Nuevo
Testamento], es verdad que no fecha más atrás de mitades del siglo
IV D.C.".
(Enciclopedia católica, op. cit., pp. 656-7).
Estos son unos 350 años después del tiempo en que la Iglesia afirma
que Jesús Cristo caminó sobre las arenas de Palestina, y aquí, la
verdadera historia de los orígenes cristianos se desliza en uno de
los agujeros negros más grandes de la historia. Hay, sin embargo,
una razón por lo cual no hubo ningún Nuevo Testamento hasta el siglo IV: ellos no fueron escritos hasta entonces, y aquí nosotros
encontramos evidencia de la mayor falsedad de todos los tiempos.
Flavius Constantinus (Constantino, originalmente Custennyn o
Custennin) (272-337), británico de nacimiento, fue quien autorizó la
recopilación de las escrituras llamadas Nuevo Testamento. Después de
la muerte de su padre, en 306, Constantino se convirtió en Rey de
Bretaña, Galia y España, y luego, después de una serie de batallas
victoriosas, en Emperador del Imperio romano. Los historiadores
cristianos dan poca o ninguna pista del tumulto de los tiempos,
suspendiendo en el aire a Constantino, fuera de todos los eventos
humanos sucediendo a su alrededor. En verdad, uno de los principales
problemas de Constantino fue el indomable desorden entre los
presbíteros y sus creencias en numerosos Dioses.
La mayoría de los escritores cristianos del día moderno suprimen la
verdad acerca del desarrollo de su religión y ocultan los esfuerzos
de Constantino para refrenar el desacreditado carácter de los
presbíteros, llamados "Los Padres de la Iglesia" (Enciclopedia
católica, edición Farley., vol. xiv , pp. 370-1). Ellos estaban
“enloquecidos ", dijo él (Vida de Constantino, atribuida a Eusebius
Pamphilius de Caesarea, c. 335, vol. iii, pág. 171; Los Padres
Niceanos y post-niceanos, citados como N&PNF, atribuido a San
Ambrosio, Rev. Prof. Roberts, DD, y Director James Donaldson, LLD,
editores, 1891, iv vol., pág. 467).
El "tipo peculiar de oratoria" expuesto por ellos era un desafío a
un orden religioso establecido (Diccionario de Mitología Clásica,
Religión, Literatura y Arte, Oskar Seyffert, Gramercy, Nueva York,
1995, pág. 544-5). Los antiguos archivos revelan la verdadera
naturaleza de los presbíteros, y la baja estima en la cual eran
tenidos ha sido sutilmente suprimida por los historiadores modernos
de la Iglesia.
En la realidad, ellos eran:
“...en su mayoría tipos rústicos que enseñaban extrañas paradojas.
Ellos abiertamente declararon que nadie más que los ignorantes
estaban encajados a oír sus discursos... nunca aparecían en los
círculos de los más sabios y la mejor clase, pero siempre tuvieron
cuidado de introducirse entre los ignorantes e incultos, paseandose
entre ellos para hacer trucos en ferias y mercados... ellos metían
sus delgados libros con la grasa de viejas fábulas... y todavía
menos era lo que entendían... y ellos escribían estupideces detrás
de velos…y todavía lo están haciendo, nunca terminan".
(Contra Celsum [" Contra Celsus "], Origen de Alejandría, c. 251, Bk I, pág.
lxvii, pág., Bk III, pág.l xliv, passim)
Se habían desarrollado grupos de presbíteros "muchos Dioses y muchos
señores" (1 Cor. 8:5) y existían numerosas sectas religiosas, cada
una con doctrinas que diferían (Gal. 1:6). Estos grupos de
Presbíteros estaban en desacuerdo acerca de de los atributos de sus
varios Dioses y "un altar era puesto en contra de otro altar",
compitiendo por la audiencia (Optatus de Milevis, 1:15, 19,
principios del siglo IV). Desde punto de vista de Constantino, había
varias facciones que necesitaba satisfacer, y él comenzó a
desarrollar una religión que las abarcara a todas, durante un
período de irreverente confusión. En una edad de espesa ignorancia,
nueve décimas partes de los pueblos de Europa eran iletrados, por lo
que los grupos religiosos estabilizadores eran solo uno de los
problemas de Constantino.
La suave generalización que tantos historiadores están satisfechos
de repetir, que Constantino "abrazó la religión cristiana", y como
consecuencia, garantizó la “tolerancia oficial" Esto es “contrario a
los hechos históricos” y debe ser borrada para siempre de nuestra
literatura (Enciclopedia católica, Pecci. ed, vol. iii, pág. 299,
passim). Simplemente habría que poner que no había religión
cristiana en el tiempo de Constantino, y la Iglesia reconoce que el
cuento de su "conversión" y “bautismo" es “completamente legendario"
(Enciclopedia católica, ed Farley., vol. xiv pp. 370-1).
Constantino "nunca adquirió un conocimiento teológico sólido” y
"dependía muchísimo de sus consejeros en cuestiones religiosas”
(Enciclopedia católica, Nueva Edición, vol. xii ., pág. 576,
passim). Según Eusebio (260-339), Constantino notó que entre las
facciones presbiterianas,
"las discordias y desacuerdos se habían
vuelto tan serios, que había necesidad de una vigorosa acción para
establecer un estado más religioso”, pero él no podría provocar un
arreglo entre las facciones rivales de Dioses.
(Vida de Constantino, op. cit., pp. 26-8).
Sus consejeros le advirtieron que las
religiones de los presbíteros eran "sin fundamentos” y necesitaban
estabilización oficial (ibid.).
Constantino vio en este confuso sistema de dogmas fragmentados, la
oportunidad de crear una nueva y combinada religión Estatal, de
concepto neutral, y protegerla por ley. Cuando conquistó el Este, en
324, envió a su consejero religioso, español, Osius de Córdoba, a
Alejandría con cartas a varios obispos, exhortándolos a hacer las
paces entre ellos. La misión falló y Constantino, probablemente, a
sugerencia de Osius, emitió un decreto ordenando a todos los
presbíteros y a sus subordinados "que monten en asnos, mulas y
caballos que pertenecen al público, y viajen a la ciudad de Nicea",
en la provincia romana de Bithynia, en Asia Menor.
Les dieron instrucciones que trajeran con ellos los testimonios que
ellos peroraban al populacho, "encuadernado en cuero" para
protección durante la larga jornada, y rendírselos a Constantino a
la llegada en Nicea (Diccionario católico, Addis y Arnold, 1917, "Concilio de Nicea" entrada).
Sus escrituras ascendieron a,
"por todas, dos mil doscientos y treinta y un pergaminos y cuentos
legendarios de Dioses y salvadores, junto con un registro de las
doctrinas peroradas por ellos ",
(La vida de Constantino, op. cit.,
vol. ii, pág. 73; N&PNF, op. cit., vol. i, pág. 518).
El Primer Concilio de Nicea y los "archivos" perdidos
Así, la primera reunión eclesiástica en la historia fue convocada y
es hoy conocida como el Concilio de Nicea. Fue un evento bizarro que
proporcionó muchos detalles sobre el pensamiento clerical temprano,
y presenta un cuadro muy claro del clima intelectual prevaleciente
en ese tiempo. Fue en esta reunión que nació la Cristiandad, y las
ramificaciones de las decisiones hechas en ese tiempo son difíciles
de calcular.
Aproximadamente cuatro años antes de presidir el Concilio,
Constantino había sido iniciado en la orden religiosa del Sol Invictus, uno de los dos cultos lozanos que consideraron el Sol como
el uno y sólo Dios Supremo (el otro era el Mithraismo). Él le dijo a
Eusebiuo que emplazara la primera de tres sesiones en el solsticio
de verano, 21 de junio de 325, debido a su culto del Sol,
(Enciclopedia católica, Nueva Edición, vol. i, pág. 792), y fue
“sostenida en un pasillo del palacio de Osius” (Historia
Eclesiástica, Obispo Louis Dupin, París, 1686, vol. i, pág. 598).
En una cuenta de los procedimientos del cónclave de presbíteros
recogida en Nicea, Sabinius, Obispo de Hereclea quien estaba entre
la asistencia dijo,
“Exceptuando al mismo Constantino y a Eusebio Pamphilius, ellos eran
un grupo de analfabetos, simples criaturas que no entendían nada",
(Los secretos de los Padres cristianos, Obispo J. W. Sergerus, 1685,
1897 reimpresión).
Ésta es otra luminosa confesión de la ignorancia y
credulidad no
crítica de los tempranos clérigos. El Dr. Richard Watson
(1737-1816), un desilusionado historiador cristiano, y el Obispo de
una-vez de Llandaff en Gales (1782), se refirieron a ellos como "un
grupo de idiotas farfullantes" (Una Disculpa para la Cristiandad,
1776, 1796 reimpresión; también, los Tractos Teológicos, del Dr.
Richard Watson, "Sobre la entrada a los Concilios", vol. 2, Londres,
1786, reimpresión revisada 1791).
De su extensa investigación en los
concilios de la Iglesia, el Dr. Watson concluyó que,
"el clero en el
Concilio de Nicea estaban todos bajo el poder del diablo, y la
convención estuvo compuesta de la canallada más baja, patrocinando
las más viles abominaciones”
(Una Disculpa para la Cristiandad, op.
cit.).
Fue ese cuerpo infantil de hombres quienes fueron responsables del
comienzo de una nueva religión y la creación teológica de Jesús Cristo.
La Iglesia admite que elementos vitales de los procedimientos de
Nicea están "extrañamente ausente de los canones" (Enciclopedia
católica, Farley ed., vol. iii, pág. 160) Veremos brevemente lo que
les pasó.
Sin embargo, según registros que han perdurado,
Eusebio,
"ocupó el primer asiento a la derecha del emperador y dio el
abordamiento inaugural en nombre del emperador"
(Enciclopedia
católica, Farley ed., vol. v, pp. 619-620).
No había presbíteros británicos en el concilio, pero sí muchos
"delegados griegos". Setenta obispos orientales representaron las
facciones Asiáticas, y pequeños números llegaron de otras áreas
(Historia Eclesiástica, ibid.). Caecilio de Cartago viajó desde
África, Paphnuto de Tebas, de Egipto, Nicasio de Dado (Dijon) de
Gales, y Donnus de Stridon hizo la jornada desde Pannonia.
Era una asamblea pueril, y con tantos cultos representados, que un
total de 318 "entre obispos, sacerdotes, diáconos, subdiáconos,
acólitos y exorcistas" se reunieron para debatir y elegir un sistema
unificado de creencia, que abarcaba un sólo Dios (Una Disculpa para
la Cristiandad, op. cit.). Por este tiempo, un gran surtido de
"textos salvajes” (Enciclopedia católica, Nueva Edición, "Evangelio
y Evangelios") circulaban entre los presbíteros y ellos apoyaban a
una gran variedad de Dioses y Diosas Orientales y Occidentales:
Jove, Júpiter, Saleno, Baal, Thor, Gade, Apolo, Juno, Aries, Tauro,
Minerva, Rhets, Mithra, Theo, Fragapatti, Atys, Durga, InDr.a,
Neptuno, Vulcan, Kriste, Agni, Croesus, Pelides, Huit, Hermes,
Thulis, Thammus, Eguptus, Iao, Aph, Saturno, Gitchens, Minos,
Maximo, Hecla y Phernes
(El Libro de Dios de Eskra, anon., ch.
xlviii, párrafo 36).
Hasta el Primer Concilio de Nicea, la aristocracia romana le rendía
culto principalmente a dos Dioses griegos, - Apolo y Zeus - pero el
gran volumen de gente común idolatraba a Julius César o Mithras (la
versión romanizada de la deidad Pérsica, Mithra). César fue
deificado por el Senado romano después de su muerte (15 de marzo de
44 A.C.) y como consecuencia lo veneraban como "el Divino Julio".
La palabra "Salvador" se fijó a su nombre, siendo su significado
literal "aquel que siembra la semilla", es decir, él era
un Dios
fálico.
Julius Caesar fue venerado como, "Dios hecho manifiesto y Salvador
universal de la vida humana”, y su sucesor Augusto fue llamado el
"Dios ancestral y Salvador de toda la raza humana” (El hombre y sus
Dioses, Homer Smith, Little Brown & Cía., Boston, 1952).
El emperador Nerón (54-68) cuyo nombre original era Lucius Domitius
Ahenobarbus (37-68), fue inmortalizado como el "Salvador de la
humanidad " (ibid.). El Divino Julio, como el Salvador romano y "
Padre del Imperio", fue considerado “Dios" entre el vulgo romano por
más de 300 años. Él era la deidad en algunos textos de presbíteros
Occidentales, pero fue reconocido en las escrituras Orientales.
La intención de Constantino en Nicea era crear un completo y
enteramente nuevo Dios para su imperio, que uniría todas las
facciones religiosas bajo una sola deidad. Se les pidió a los
Presbíteros debatir y decidir quién sería su nuevo Dios. Delegados
discutían entre ellos, expresando motivos personales para incluir
escrituras particulares que promovían los rasgos más finos de su
propia y especial deidad.
A lo largo de la reunión, las aulladoras
facciones se sumergieron en acalorados debates, y los nombres de 53
Dioses fueron puestos sobre la mesa para discusión.
"Como todavía, ningún Dios había sido seleccionado por el concilio,
por lo que ellos votaron para determinar esa materia... Durante un
año y cinco meses duró el sorteo..."
(El Libro de Dios de Eskra, traducción del Prof. S. L. MacGuire,
Salisbury, 1922, capítulo xlviii, párrafos 36, 41).
Al final de ese tiempo, Constantino regresó a la reunión para
descubrir que los presbíteros no habían estado de acuerdo en una
nueva deidad sino que habían resumido su lista a cinco prospectos:
Constantino era el espíritu gobernante en Nicea, y él, finalmente,
eligió un nuevo Dios para ellos. Para involucrar a las facciones
británicas, él decidió que el nombre del gran Dios de los Druidas,
Hesus, fuera unido con el Dios-Salvador Oriental, Krishna (Krishna
es Sánscrito para Cristo), y así Hesus Krishna sería el nombre
oficial del nuevo Dios romano.
Fue tomado un voto, y era la de la mayoría de manos levantadas (161
votos a 157) para que ambas divinidades se volvieran un Dios.
Siguiendo la antigua costumbre pagana, Constantino usó la reunión
oficial y el decreto de apoteosis romano para deificar legalmente a
dos deidades como una sola, y lo hizo por medio del consentimiento
democrático. Un nuevo Dios fue proclamado y "oficialmente"
ratificado por Constantino (Acta Concilii Nicaeni, 1618). Ese acto
completamente político de deificación puso a Hesus y Krishna eficaz
y legalmente entre los Dioses romanos, como un compuesto individual.
Esa abstracción prestó la existencia Terrenal a las doctrinas
amalgamadas para la nueva religión del Imperio; y porque no había
ninguna letra "J" en los alfabetos hasta alrededor del siglo nueve,
el nombre subsecuentemente evolucionó a "Jesús Cristo".
Cómo fueron creados los Evangelios
Constantino, entonces, instruyó a Eusebio a que organizara la
recopilación de una colección uniforme de nuevas escrituras,
desarrollada de los principales aspectos de los textos religiosos
sometidos al concilio.
Sus instrucciones fueron:
"Investiga estos libros, y cualquier cosa buena en ellos,
retenla;
pero lo que fuese malo, lánzalo lejos. Lo que sea bueno en un libro,
únelo con lo que sea bueno en otro libro. Y lo que fuese que sea
reunido, será llamado El Libro de Libros. Y será la doctrina de mi
pueblo, que yo recomendaré hacia todas las naciones, que no habrá
ninguna guerra más por causa de las religiones”.
(El Libro de Dios
de Eskra, op. cit. Capítulo xlviii, párrafos 31)
"Hágales que se asombren", dijo Constantino; y "los libros fueron
escritos de acuerdo a esto."
(La vida de Constantino, iv vol., el pp.
36-39).
Eusebio amalgamó los "cuentos legendarios de todas las doctrinas
religiosas del mundo juntos como unidad", usando los mitos
estándares del Dios de los manuscritos de los presbíteros' como
ejemplares.
Uniendo las historias "sobrenaturales" del Dios Mithra y Krishna con
las creencias británicas de Caldea, eficazmente unieron las
oraciones de los presbíteros Orientales y Occidentales "para formar
una nueva creencia universal”. Constantino creyó que la colección
amalgamada de mitos uniría las variantes y opuestas facciones
religiosas bajo una sola historia representativa.
Eusebio hizo los arreglos para que los escribas produjeran,
"cincuenta suntuosas copias... a ser escritas en pergaminos, de una
manera legible, y en una forma portátil conveniente, por escribas
profesionales completamente consumados en su arte."
(ibid.).
“Estas órdenes, "dijo Eusebi, "fueron seguidas por la ejecución
inmediata del mismo trabajo... nosotros le enviamos [a Constantino]
volúmenes magnífica y detalladamente elaborados y encuadernados, en
forma de tres-y de cuatro pliegues."
(La vida de Constantino, el iv
del vol., pág. 36).
Ellos eran los "Nuevos Testimonios", y ésta es
la primera mención
(c. 331) del Nuevo Testamento en el registro histórico.
Con sus instrucciones cumplidas, Constantino decretó, entonces, que
los Nuevos Testimonios serían llamados la "palabra del Dios Salvador
romano” (Vida de Constantino, vol. iii , pág. 29) y oficial para
todos los presbíteros que predicaban en el Imperio romano. Luego
ordenó que todos los manuscritos más tempranos de los presbíteros, y
los registros del concilio fueran “quemados”, y fue declarado que
“cualquier hombre que fuera encontrado ocultando escrituras debía
ser herido en sus hombros" (decapitado) (ibid.). Como lo muestran
los registros, las escrituras de los presbíteros anteriores al
Concilio de Nicea ya no existían, salvo por algunos fragmentos que
han sobrevivido.
Algunos archivos del concilio también sobrevivieron, y suministran
alarmantes ramificaciones para la Iglesia. Algunos antiguos
documentos dicen que el Primer Concilio de Nicea terminó a mediados
de noviembre del año 326, mientras otros dicen que la lucha para
establecer un Dios fue tan feroz que se extendió "durante cuatro
años y siete meses" desde su principio, en junio de 325 (los
Secretos de los Padres cristianos, op. cit.). Sin tener en cuenta
cuando terminó, el salvajismo y violencia que abarcó, fue disimulado
bajo el rimbombante título "Gran y Santo Sínodo", asignado a la
asamblea por la Iglesia en el siglo 18.
Sin embargo, clérigos más tempranos, expresaron una opinión
diferente.
El Segundo Concilio de Nicea en 786-87 denunció al Primer Concilio
de Nicea como,
"un sínodo de necios y locos" y buscó anular las "decisiones pasadas
por hombres con cerebros emproblemados"
(Historia de la Iglesia cristiana, H. H. Milman, DD, 1871).
Si uno escoge leer los registros del Segundo Concilio de Nicea y
nota las referencias a "obispos miedosos" la "soldiery"
(soldadesca?) necesitaba “sofocar los procedimientos", las
"declaraciones de los necios y locos" son ciertamente un ejemplo de
la olla que ahuma y ennegrece la estufa.
Constantino murió en 337 y el crecimiento de las muchas ahora
llamadas creencias paganas hacia un nuevo sistema religioso atrajo a
muchos convertidos. Escritores más tarde, de la Iglesia, lo hicieron
"el gran campeón de la Cristiandad" a la cual él dio "estatus legal
como religión del Imperio romano”. (enciclopedia del Imperio romano, Matthew Bunson, Hechos en el Archivo, Nueva York, 1994, pág. 86).
Los registros históricos revelan que esto es incorrecto, ya que fue
puro “interés egoísta” lo que lo llevó a "crear la Cristiandad" (Un
Diccionario Clásico más Pequeño, la J. M. Dent, Londres, 1910, pág.
161). Aún no fue llamada "Cristiandad" hasta el siglo 15 (Cómo Murió
el Gran Pan, Profesor Edmond S. Bordeaux [el archivista del
Vaticano], Meditaciones Mille, EE.UU., MCMLXVIII, pp. 45-7).
Durante los siglos resultantes, los Nuevos Testimonios de
Constantino fueron extendidos, se les agregaron “interpolaciones" y
se les incluyeron otras escrituras (Enciclopedia católica, edición Farley., vol. vi, pp. 135-137; también, Pecci ed., vol. ii, p.
121-122). Por ejemplo, en 397, Juan "boca dorada” Chrisostoma
reestructuró las escrituras de Apolonio de Tyana, una saga errante
del primer siglo, y los hizo parte de los Nuevos Testimonios
(Secretos de los Padres cristianos, op. cit.).
El nombre latinizado para Apollonio es Paulus (Diccionario
latino-inglés, J. T. White y J. E. Riddle, Ginn & Heath, Boston,
1880), y la Iglesia hoy llama a esas escrituras las Epístolas de
Pablo. El sirviente personal de Apolonio, Damis, un escriba Asirio,
es Demis en el Nuevo Testamento (2 Tim. 4:10).
La jerarquía de la Iglesia sabe la verdad sobre el origen de sus
Epístolas, puesto que el Cardenal Bembo (d. 1547), secretario del
Papa Leo X (d. 1521), aconsejó a su socio, el Cardenal Sadoleto,
hacer caso omiso de ellos, diciendo,
"guarde estas insignificancias, por tales absurdidades no se volverá
un hombre de dignidad; ellas fueron introducidas más tarde, en la
escena, por una furtiva voz del cielo"
(Cardenal Bembo: Sus Cartas y
Comentarios sobre el Papa Leo X, .A. L. Collins, Londres, 1842
reimpresión).
La Iglesia admite que las Epístolas de Pablo son falsificaciones,
diciendo,
"Incluso las genuinas Epístolas fueron grandemente interpoladas para
dar peso a los puntos de vista personales de sus autores".
(Enciclopedia católica, Farleyed., vol. vii, pág. 645).
Igualmente, San Jerónimo (d. 420) declaró que también los
Hechos de
los Apóstoles, el quinto libro del Nuevo Testamento, fue también "falsamente escrito”, (" Las Cartas de Jerónimo", Biblioteca de los
Padres, Movimiento de Oxford, 1833-45, vol. v, pág. 445).
El chocante descubrimiento de una antigua Biblia
El Nuevo Testamento evolucionó, como consecuencia, a ser una
empalagosa pieza de propaganda del sacerdocio, y la Iglesia afirmaba
que registró la intervención de un Jesús Cristo divino en los
asuntos Terrenales. Sin embargo, un espectacular descubrimiento, en
un remoto monasterio egipcio, reveló al mundo la magnitud de
falsificaciones más tardías de los textos cristianos, siendo éstos
sólo una "recopilación de cuentos legendarios” (Encyclopédie,
Diderot, 1759).
El 4 de enero de 1859 fueron descubiertas 346 hojas de un antiguo
códice, en el cuarto de hornos del monasterio de Santa Catalina en
el Monte Sinaí, y su contenido envió ondas de choque a través de
todo el mundo cristiano. Junto con otros antiguos códices, estaban
programados a ser quemados en los hornos para mantener el moderado
calor invernal para los habitantes del monasterio. Escritos en
griego, en piel de asno, llevaba ambos, el Antiguo y el Nuevo
Testamento, y más tarde en el tiempo, los arqueólogos fecharon su
composición alrededor del año 380.
Fue descubierto por Dr. Constantin von Tischendorf (1815-1874), un
brillante y piadoso estudioso bíblico alemán, y él lo llamó el
Sinaíticus, la Biblia del Sinaí. Tischendorf era profesor de
teología, y consagró su vida entera al estudio de los orígenes del
Nuevo Testamento, y su deseo de leer todos los antiguos textos
cristianos, lo llevó en la larga jornada, en un viaje montado en
camello al Monasterio de Santa Catalina.
Durante su vida, Tischendorf tuvo acceso a otras antiguas Biblias
que eran indisponibles para el público, como la Biblia de Alejandría
(o Alexandrinus), que se cree es la segunda Biblia más antigua del
mundo. Fue llamada así porque en 1627 se llevó de Alejandría a
Bretaña como regalo para el Rey Charles I (1600-49). Hoy se exhibe
junto a la Biblia conocida más antigua del mundo, el Sinaíticus, en
la Biblioteca británica en Londres. Durante su investigación,
Tischendorf tuvo acceso al Vaticanus, la Biblia Vaticana, que se
cree es la tercera más antigua en el mundo y data desde mitades del
siglo VI (Las Varias Versiones de la Biblia, por el Dr.Constantin
von Tischendorf, 1874, disponible en la Biblioteca británica).
Fue guardada bajo llave aparte, en la biblioteca interna del
Vaticano. Tischendorf preguntó si él podría extraer notas
manuscritas, pero su petición fue rechazada. Sin embargo, cuando su
guardia tomó descansos para refrescarse, Tischendorf escribió
narrativas comparativas en la palma de su mano y a veces en sus uñas
(Nuestros Evangelios "Son Genuinos o No? ", Disertación del Dr.
Constantin von Tischendorf, 1869, disponible en la Biblioteca
británica).
Hoy, hay varias otras Biblias escritas en varios idiomas durante los
siglos V y VI, siendo ejemplos la Syriacus, la Cantabrigiensis
(Bezae), la Sarravianus y la Marchalianus.
Un temblor de aprehensión se hizo eco a través de la Cristiandad en
el último cuarto del siglo 19, cuando se publicaron versiones de la
Biblia de Sinaí en el idioma inglés. Grabado dentro de estas páginas
hay información que disputa la demanda de historicidad de la
Cristiandad. A los cristianos se les suministró irrefutable
evidencia de voluntariosas falsificaciones en todos los modernos
Nuevo Testamentos. Tan diferente era el Nuevo Testamento de la
Biblia de Sinaí de versiones que se publicaron entonces, que la
Iglesia muy molesta anuló la dramática nueva evidencia que desafiaba
su misma existencia.
En una serie de artículos publicados en la Revista Trimestral de
Londres en 1883, John W. Burgon, Dean de Chichester, uso todos
los dispositivos retóricos a su disposición para atacar la historia
más temprana y contraria de Jesús Cristo, de la Biblia de Sinaítica,
diciendo que,
"...sin una partícula de vacilación, la Biblia Sinaítica es
escandalosamente corrupta... exhibiendo los textos más
vergonzosamente mutilados que se pueden encontrar alguna vez; se han
vuelto, por el proceso que fuese, depositarios de la cantidad más
grande de lecturas fabricadas, antiguas equivocaciones y
perversiones intencionales de la verdad, que son descubribles en
cualquier copia conocida de la palabra de Dios ".
Las preocupaciones de Dean Burgon reflejan aspectos contrarios de
historias del Evangelio entonces actuales, habiendo evolucionado
ahora a un nuevo guión a través de siglos, para manosear con la
fabricación de un documento que de por sí no es histórico.
Revelaciones de pruebas con luz ultravioleta
En 1933, el Museo británico en Londres compró la Biblia de Sinaí del
gobierno soviético por £100,000 de lo cual £65,000 fue donado por
medio de suscripción pública. Antes de la adquisición, esta Biblia
fue exhibida en la Biblioteca Imperial en San Petersburgo, Rusia, y
"pocos estudiosos habían puesto los ojos en ella" (El Diario
Telégrafo y Diario de la Mañana, el 11 de enero de 1938, pág. 3).
Cuando fue a exhibición en 1933 como "la Biblia más antigua del
mundo”, se volvió el centro de peregrinación sin igual en toda la
historia del Museo británico.
Antes de que resuma sus conflictos, debe notarse que este antiguo
códice no es por ningún medio una guía fiable para estudiar el Nuevo
Testamento, ya que contiene superabundantes errores y serias
re-ediciones. Estas anomalías fueron expuestas como resultado de los
meses de pruebas con luz ultravioleta, llevados a cabo en el Museo
británico a mediados de los 1930s. Los resultados revelaron
reemplazos de numerosos pasajes de por lo menos nueve diferentes
editores.
Fotografías tomadas durante las pruebas revelaron que pigmentos de
tinta habían sido retenidos en lo profundo de los poros de la piel.
Las palabras originales eran legibles bajo luz ultravioleta. Alguien
que desee leer los resultados de las pruebas, deben referirse al
libro escrito por los investigadores que hicieron el análisis: los
Guardianes de la Sección de Manuscritos en el Museo británico
(Escribas y Correctores del Códice Sinaítico, H. J. M. Milne y T. C.
Skeat, Museo británico, Londres, 1938).
Falsificación en los Evangelios
Cuando el Nuevo Testamento en la Biblia de Sinaí es comparado con un
Nuevo Testamento de nuestros días modernos, unas 14,800 alteraciones
editoriales pueden ser identificadas. Estas enmendaduras pueden ser
reconocidas por un simple ejercicio comparativo que cualquiera puede
y debe hacer. Los estudios serios de los orígenes cristianos deben
emanar de la versión de la Biblia de Sinaí del Nuevo Testamento, no
de las ediciones modernas.
Es de mucha importancia el hecho que la Biblia Sinaítica lleva tres
Evangelios que fueron rechazados:
-
el Pastor de Hermas (escrito por dos fantasmas resucitados, Charinus y Lenthius)
-
la Misiva de Barnabás
-
las Odas de Salomón
El espacio excluye la elaboración en estas extrañas escrituras y
también discusiones en dilemas asociados con las variaciones de
traducción.
Las Biblias modernas son cambios en la traducción de las ediciones
tempranas, y las disputas arrasan entre traductores sobre las
variantes interpretaciones de más de 5,000 palabras antiguas. Sin
embargo, es lo que no está escrito en esa antigua Biblia lo que
avergüenza a la Iglesia, y este artículo discute sólo algunas de
esas omisiones.
Un brillante ejemplo es sutilmente revelado en la Enciclopedia
Bíblica (Adán & el Charles Black, Londres, 1899, vol. iii, pág.
3344), donde la Iglesia divulga su conocimiento acerca de las
exclusiones en las antiguas Biblias, diciendo:
"El comentario ha sido hecho hace tiempo y a menudo que, incluso
como Pablo, aun los Evangelios más tempranos no conocieron nada
sobre el milagroso nacimiento de nuestro Salvador".
Eso es porque nunca hubo un nacimiento de una virgen.
Es muy aparente que cuando Eusebio congregó a los escribas a
escribir los Nuevos Testimonios, él primero produjo un solo
documento que proporcionó un ejemplar o versión maestra. Hoy es
llamado el Evangelio de Marcos, y la Iglesia admite que fue "el
primer Evangelio escrito" (Enciclopedia católica, ed Farley., vol.
vi, pág. 657), aunque aparece de segundo en el Nuevo Testamento de
hoy. Los escribas de los Evangelios de Mateo y Lucas eran
dependientes en las escrituras de Marcos, que escribe como la fuente
y armazón para la recopilación de sus trabajos. El Evangelio de Juan
es independiente de esas escrituras, y la teoría de finales del
siglo 15, es que fue escrita más tarde, para apoyar las escrituras
más tempranas, es la verdad (La Crucifixión de la Verdad, Tony
Bushby, Joshua Books, 2004, pp. 33-40).
Así, el Evangelio de Marcos, en la Biblia de Sinaí, lleva la
"primera" historia de Jesús Cristo en la historia, una completamente
diferente a lo que está en las Biblias modernas. Empieza con Jesús
"como a la edad de treinta años" (Marcos 1:9), y no sabe de María,
un nacimiento de una virgen o asesinatos en masa de bebés varones
por parte de Herodes. Palabras que describen a Jesús Cristo como "el
hijo de Dios", no aparecen en la narrativa de apertura, como lo
hacen en las ediciones de hoy (Marcos 1:1), y el árbol genealógico
moderno que rastrea un "linaje" mesiánico hasta atrás, al Rey David,
es inexistente en todas las Biblias antiguas, como lo son las ahora
llamadas “profecías mesiánicas” (51 en el total).
La Biblia de Sinaí lleva una versión contradictoria de eventos que
rodean la "resucitación de Lázaro", y revela una extraordinaria
omisión, que más tarde se volvió la doctrina central de la fe
cristiana: las apariciones de la resurrección de Jesús Cristo y su
ascensión al Cielo. Ninguna aparición sobrenatural de un Jesús
Cristo resucitado está grabado en ningún antiguo Evangelio de
Marcos, sino una descripción de más de 500 palabras ahora aparece en
las Biblias modernas (Marcos 16:9-20).
A pesar de una multitud de auto-justificaciones muy prolongadas por
los apologistas de la Iglesia, no hay ninguna unanimidad de opinión
cristiana respecto a la no-existencia de apariciones de
“resurrección" en las cuentas de los antiguos Evangelios de la
historia. Esas narrativas, no solo faltan en la Biblia de Sinaí,
sino que están ausentes en la Biblia de Alejandría, en la Biblia
Vaticana, la Biblia de Bezae y en un antiguo manuscrito latino de
Marcos, llamado el código “K" por los analistas. Está faltándoles
también en la versión Armenia más antigua del Nuevo Testamento, en
los manuscritos del siglo VI de la versión Etíope y en las Biblias
anglosajonas del siglo nueve. Sin embargo, algunos Evangelios del
siglo 12 tienen versos ahora-conocidos de la resurrección dentro de
marcas de asterisco usadas por escribas para indicar los pasajes
espurios en un documento literario.
La Iglesia afirma que “la resurrección es el argumento fundamental
para nuestra creencia cristiana” (Enciclopedia católica, ed de
Farley., vol. xii, pág. 792), sin embargo, ninguna aparición
sobrenatural de un Jesús Cristo resucitado está registrado en
ninguno de los Evangelios más tempranos, disponibles de Marcos. Una
resurrección y ascensión de Jesús Cristo son el non de qua de seno
("sin eso, nada") de la Cristiandad (Enciclopedia católica, ed de
Farley., vol. xii, pág. 792), confirmado por palabras atribuidas a
Pablo:
"Si Cristo no fue
resucitado, tu fe es en vano "
(1 Cor.
5:17).
Los versos de resurrección en los Evangelios de hoy de Marcos, son
universalmente reconocidos como falsificaciones y la Iglesia está de
acuerdo, diciendo,
"la conclusión de Marcos es reconocidamente no genuina... casi la
sección entera es una recopilación más tardía”
(enciclopedia Bíblica, vol. ii , pág. 1880, vol iii , pp,. 1767,
1781; también, Enciclopedia católica, vol. iii, bajo el encabezado
"La Evidencia de su Espurio"; Enciclopedia católica, ed. de Farley.,
vol. iii,l pp. 274-9 bajo encabezado "Cánones ").
Intrépidamente, sin embargo, la Iglesia aceptó la falsificación
dentro de su dogma y la convirtió en la base de la Cristiandad.
La tendencia de narrativas ficticias sobre la resurrección continúa.
El último capítulo del Evangelio de Juan (21) es una falsificación
del siglo VI, una completamente consagrada a describir la
resurrección de Jesús' a sus discípulos.
La Iglesia admite:
"La sola conclusión que puede deducirse de esto es que el capítulo
21 fue agregado después, y por consiguiente, será considerado como
un apéndice al Evangelio"
(Enciclopedia católica, ed de Farley.,
vol. viii, pp. 441-442; Nueva Enciclopedia católica (NEC),
"Evangelio de Juan", pág. 1080; también NEC, vol. xii, pág. 407).
“La Gran Inserción " y " La Gran Omisión "
Las versiones modernas del Evangelio de Lucas tienen unas 10,000
palabras más que el mismo Evangelio en la Biblia de Sinaí. Seis de
esas palabras dicen de Jesús “y fue llevado hacia el cielo", pero
esta narrativa no aparece en ninguno de los Evangelios más antiguos,
disponibles hoy, de Lucas ("Tres Modificaciones Doctrinales
Tempranas del Texto de los Evangelios" [Three Early Doctrinal
Modifications of the Text of the Gospels], F. C. Conybeare, El
Periódico Hibbert, de Londres, Vol. 1, No. 1, Oct 1902, p. 96-113).
Las versiones antiguas no verifican cuentas de los días modernos, de
una ascensión de Jesús Cristo, y esta falsificación indica una
intención claramente de engaño.
Hoy, el Evangelio de Lucas es el más largo de los Evangelios
canónicos, porque ahora incluye "La Gran Inserción", una
extraordinaria adición del siglo XV, totalizando a alrededor de
8,500 palabras (Lucas 9:51-18:14). La inserción de estas
falsificaciones en ese Evangelio desconcierta a los analistas
cristianos modernos, y de ellas, la Iglesia dijo:
"El carácter de estos pasajes hacen peligroso dibujar inferencias "
(Enciclopedia católica, Ed de Pecci., Vol. ii, pág. 407).
Así de notable, los Evangelios más antiguos de Lucas omiten todos
los versos de 6:45 a 8:26, conocidos en los círculos de sacerdocio
como "La Gran Omisión", un total de 1,547 palabras. En las versiones
de hoy, ese agujero ha sido “tapado” con pasajes plagiados de otros
Evangelios. El Dr. Tischendorf encontró que tres párrafos en las más
nuevas versiones del Evangelio de Lucas, de la Última Cena,
aparecidas en el siglo 15, pero la Iglesia todavía pasa sus
Evangelios como la pura "palabra de Dios" (“¿Son Genuinos Nuestros
Evangelios o No "?, op. cit.)
El "Índice del Expurgatorio”
Como era el caso con el Nuevo Testamento, también habían escrituras
perjudiciales de tempranos “Padres de la Iglesia", modificadas en
siglos de copiarse, y muchos de sus registros fueron
intencionadamente vueltos a escribir suprimidos.
Adoptando los decretos del Concilio de Trento (1545-63), la Iglesia
subsecuentemente extendió el proceso de borrar y ordenó la
preparación de una lista especial de información específica a ser
suprimida de las escrituras cristianas tempranas (Delineación del
Catolicismo romano, Rev. Charles Elliott, DD, G. Lane & P. P.
Sandford, Nueva York, 1842, pág. 89; también, Los Censores
Vaticanos, Profesor Peter Elmsley, Oxford, pág. 327, fecha de
publicación no disponible).
En 1562,
el Vaticano estableció una oficina de censura especial
llamada Index Expurgatorius. Su propósito era prohibir la
publicación de "pasajes erróneos de los tempranos Padres de la
Iglesia” que llevaban declaraciones opuestas a las doctrinas de los
días modernos.
Cuando los archiveros Vaticanos vinieron por,
las copias "genuinas de los Padres", ellos las corrigieron según el
"Index Expurgatory” (El Index Expurgatorius Vaticanus, R. Gibbings, el ed., Dublín,
1837; La Política Literaria de la Iglesia de Roma, Joseph Mendham,
J. Duncan, Londres, 1830, 2 ed., 1840; Los Censores Vaticanos, el
op. el cit., pág. 328).
Este registro de la Iglesia proporciona a los investigadores con,
“dudas sobre el valor de todas las escrituras soltadas al público"
(Prensa de Propaganda de Roma, Sir James W. L. Claxton, Libros
Whitehaven, Londres, 1942, pág. 182).
Importante para nuestra historia es el hecho de que la
Enciclopedia
Bíblica revela que alrededor de 1,200 años de historia cristiana es
desconocido:
"Desgraciadamente, sólo algunos de los registros [de la
Iglesia] anteriores al año 1198 han sido soltados".
No fue por
casualidad que, en ese mismo año (1198), el Papa Inocencio III
(1198-1216) suprimió todos los archivos de historia de la Iglesia
más temprana, estableciendo los Archivos Confidenciales
(Enciclopedia católica, ed de Farley. Vol. XV, pág. 287). Unos
siete-y-un-medio siglos después, y luego de gastar algunos años en
esos registros, el Profesor Edmond S. Bordeaux escribió Cómo Murió
el gran Pan.
En un capítulo titulado "Toda la Historia de la Iglesia no es nada
más que una Fabricación Retroactiva”, dijo esto (en parte):
"La Iglesia ante-fechó todos sus trabajos tardíos, algunos
recientemente hechos, algunos revisados y algunos falsificados que
contenían la expresión final de su historia... su técnica era
hacer aparecer como que trabajos mucho más tardíos, escritos por
escritores de la Iglesia, fueron compuestos un tiempo mucho más
antes, para que pudieran volverse evidencia de los primeros,
segundos o terceros siglos ".
(Cómo Murió el gran Pan, op. cit.,
pág. 46)
Los resultados de los descubrimientos del Profesor Bordeaux se
apoyan en el hecho que, en 1587, el Papa Sixto V (1585-90)
estableció una división oficial de publicación del Vaticano, y dijo
en sus propias palabras,
“La historia de la iglesia será ahora
establecida... buscaremos imprimir por nuestra propia cuenta "
(Encyclopédie, Diderot, 1759).
Los registros del Vaticano también revelan que Sixto V se pasó 18
meses de su vida como papa, escribiendo personalmente una nueva
Biblia y luego introdujo en el Catolicismo una "Nueva Enseñanza"
(Enciclopedia católica, ed de Farley, Vol. V, pág. 442, Vol. XV,
pág. 376). La evidencia que la Iglesia escribió su propia historia
se encuentra en la Encyclopédie de Diderot, y revela la razón por
qué el Papa Clemente XIII (1758-69) ordenó la destrucción inmediata
de todos los volúmenes después de su publicación en 1759.
Autores de los evangelios expuestos como impostores
Hay algo más involucrado en este escenario y está registrado en la
Enciclopedia católica. Una apreciación de la mentalidad clerical
surge cuando la misma Iglesia admite que no sabe quién escribió sus
Evangelios y Epístolas, confesando que todas las 27 escrituras del
Nuevo Testamento comenzaron su vida anónimamente:
"Aparece así, que los presentes títulos de los Evangelios no son
identificables hasta los evangelistas mismos... ellos [la colección
del Nuevo Testamento] son provistos con títulos que, aunque
antiguos, no van tan atrás hasta los respectivos autores de esas
escrituras".
(Enciclopedia católica, ed Farley., Vol. VI, pp. 655-6)
La Iglesia mantiene que "los títulos de nuestros Evangelios no
fueron pensados para indicar los autores literarios”, agregando que
"los títulos... fueron pegados a ellos" (Enciclopedia Católica, ed.
Farley., Vol. I, pág. 117, Vol. Vi., pp. 655, 656).
Por
consiguiente, no son Evangelios escritos "según Mateo, Marcos,
Lucas o Juan", como se ha declarado públicamente. La fuerza completa de
esta confesión revela que no hay ningún Evangelio apostólico
genuino, y que las escrituras oscuras de la Iglesia hoy acuerpan las
bases y pilares de los fundamentos cristianos y la fe.
Las consecuencias son fatales para la pretensión del origen Divino
de todo el Nuevo Testamento, y exponen a los textos cristianos a que
no tengan autoridad especial. Durante siglos, los Evangelios
fabricados tenían la certificación autenticidad de la Iglesia, ahora
confesada a ser falsa, y esto proporciona evidencia de que las
escrituras cristianas son totalmente falacias.
Después de años de dedicada investigación del Nuevo Testamento, el
Dr. Tischendorf expresó consternación a las diferencias entre los
Evangelios más antiguos y los más nuevos, y tuvo problemas
entendiendo...
“…cómo los escribas se pudieron permitir traer cambios aquí y allá,
que no fueron simplemente verbales, sino que tales cambios afectaron
el mismo significado y, lo que es aun peor, es que no vacilaron en
recortar o insertar un pasaje”.
(Alteraciones a la Biblia de Sinaí, Dr. Consntantin von Tischendorf,
1863, disponible en la Biblioteca británica, Londres)
Después de
años de validar la naturaleza fabricada del Nuevo Testamento, un
desilusionado Dr. Tischendorf confesó que "las ediciones modernas de
hoy en día han sido alteradas en muchos lugares" y “no serán
aceptadas como verdaderas" (Cuándo Fueron Escritos Nuestros
Evangelios?, Dr.Constantin von Tischendorf, 1865, Biblioteca
Británica, Londres).
¿Simplemente que es la Cristiandad?
La pregunta importante, entonces, de hacer es la siguiente: Si el
Nuevo Testamento no es histórico, ¿qué es?
El Dr. Tischendorf proporcionó parte de la respuesta, al decir, en
sus 15,000 páginas de notas críticas sobre la Biblia de Sinaí que,
"parece que el personaje de Jesús Cristo fue hecho narrador para
muchas religiones".
Esto explica cómo las narrativas de la antigua épica hindú el
Mahabharata, aparezca literalmente en los Evangelios hoy (por
ejemplo, Mateo 1:25, 2:11, 8:1-4, 9:1-8, 9:18-26), y por qué los
pasajes de los Fenómenos del estadista griego Aratus de Sicyon
(271-213 A.C.) están en el Nuevo Testamento.
Los extractos del Himno a Zeus, escrito por el filósofo griego
Cleanthes (c. 331-232 A.C.), también se encuentra en los Evangelios,
como también 207 palabras del Thais de Menander (c. 343-291), uno de
los "siete hombres sabios” de Grecia. Citas del semi-legendario
poeta griego Epimenides (7 o 6 siglo A.C.) son puestos en los labios
de Jesús Cristo, y siete pasajes de la curiosa Oda de Júpiter (c.
150 A.C.; autor desconocido) están reimpresas en el Nuevo
Testamento.
La conclusión de Tischendorf también apoya los descubrimientos del
Profesor Bordeaux del Vaticano, que revelan la alegoría de Jesús
Cristo, deriva de la fábula de Mithra, el divino hijo de Dios (Ahura
Mazda) y Mesías de los primeros reyes del Imperio Persa de alrededor
de 400 A.C.. Su nacimiento en una gruta fue asistido por magos que
siguieron una estrella del Este. Ellos trajeron "regalos de oro,
incienso y mirra" (como en Mateo 2:11) y el bebé recién nacido fue
adorado por pastores. Él vino al mundo llevando la capa Mithráica,
la cual los papas imitaron en varios diseños hasta bien entrado el
siglo 15.
Mithra, uno de una trinidad, estaba de pie en una roca, el emblema de la
fundación de su religión, y fue ungido con miel. Después de una
última cena con Helios y con otros 11 compañeros, Mithra fue
crucificado en una cruz, atado en lino, puesto en una tumba de roca
y resucitó al tercer día o alrededor del 25 marzo (luna llena en
pleno equinoccio de la primavera, un tiempo llamado Pascua ahora, en
honor de la Diosa babilónica Ishtar).
La feroz destrucción del
universo era una doctrina importante del Mithraismo - un tiempo en
que Mithra prometió regresar personalmente a la Tierra y salvar las
almas merecedoras. Los devotos de Mithra compartían en un sagrado
banquete de la comunión de pan y vino, una ceremonia que es paralela
a la Eucaristía cristiana y precedió la Eucaristía por más de cuatro
siglos.
La Cristiandad es una adaptación del:
-
Mithraismo, soldado con principios Druídicos de los Culdeos
-
algunos elementos egipcios (el Libro pre-Cristiano de Revelación
fue originalmente llamado Los Misterios de Osiris e Isis).
-
la filosofía griega
-
varios aspectos del Hinduismo
Por qué no hay ningún registro de
Jesús Cristo
No es posible encontrar ningún legítimo escrito religioso o
escrituras históricas compiladas entre el principio del primer siglo
y bien entrado el cuarto siglo, de ninguna referencia a Jesús Cristo
y los espectaculares eventos que dice la Iglesia que acompañaron su
vida.
Esta confirmación viene de Frédéric Farrar (1831-1903) del colegio Trinity, de la Universidad de Cambridge:
"Es asombroso que la historia ni siquiera haya embalsamado para
nosotros un dicho cierto o definido, o alguna circunstancia en la
vida del Salvador de la humanidad... no hay ninguna declaración en
toda la historia que diga que alguien vio a Jesús o habló con él.
Nada en la historia es más asombroso que el silencio de los
escritores contemporáneos acerca de los eventos relatados en los
cuatro Evangelios".
(La Vida de Cristo, Frédéric W. Farrar, Cassell,
Londres, 1874)
Esta situación surge de un conflicto entre la historia y las
narrativas del Nuevo Testamento. El Dr. Tischendorf hizo este
comentario:
"Debemos admitir francamente que no tenemos ninguna fuente de
información respecto a la vida de Jesús Cristo más que las
escrituras eclesiásticas ensambladas durante el siglo IV".
(Códice Sinaítico, Dr. Constantin von Tischendorf, Biblioteca británica,
Londres)
Hay una explicación para esos centenares de años de silencio:
La estructura de la Cristiandad no empezó hasta después del primer
trimestre del siglo cuatro, y por eso, el Papa Leo X (d. 1521) llamó
a Cristo una "fábula"
(Cardenal Bembo : Sus Cartas..., op. cit.).
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