5. CUSTODIOS DEL GRIAL
Según la «línea general» académica, las nociones ocultistas acerca
de los templarios son absurdas: la mayoría de historiadores
coinciden en que fueron los monjes-soldados que decían ser, y que
cualquier hipótesis en cuanto su intervención en nada ni remotamente
esotérico es resultado de una fantasía hiperactiva o de una
investigación poco rigurosa. Al ser ésa la postura oficial, ningún
historiador interesado en ese aspecto de la Orden se atreverá a
confesarlo públicamente, porque se arriesgaría a perder el prestigio
académico (y vería sustancialmente recortado el presupuesto de su
departamento).
Así que prefieren evitar tal género de
investigaciones, o si las realizan no las dan a conocer. (Algunos
historiadores muy prestigiosos confiesan en privado que la relación
entre los templarios y el esoterismo es importante, pero jamás lo
dirían en público.)
De estas actitudes resulta cierto abandono de los estudios relativos
a determinados asentamientos templarios importantes. Ya teníamos
comprobado que una de las regiones que más han padecido dicho
abandono —hasta extremos increíbles— era la que más nos interesaba a
nosotros, el Languedoc-Rosellón. Fue el país de la Orden, si
prescindimos de los Santos Lugares. En esa reducida superficie se
concentra más del 30 por ciento de los castillos templarios y las
encomiendas de toda Europa, pero a pesar de ello apenas se realizan
allí excavaciones arqueológicas, y algunos emplazamientos
fundamentales no han sido estudiados jamás.
Por fortuna, la desidia oficial queda contrarrestada por muchos
investigadores privados, a los que anima un apasionado interés hacia
esos misteriosos caballeros. Muchos naturales de la región se
consideran en el deber de conservar y proteger los restos de los
antiguos templarios. Y existen también varias organizaciones de
«aficionados» (con esta palabra no calificamos su capacidad técnica
para la investigación, sino que indicamos que no recibe fondos de
ningún presupuesto oficial), como el Centro de Estudios e
Investigaciones Templarias que dirige George Kiess en Espéraza
(Aude), el cual ha sacado los colores a más de un académico de
número.
Son impresionantes los descubrimientos realizados por esos
entusiastas mediante el estudio de los emplazamientos mismos así
como de la abundante documentación sobre los templarios que duerme
intacta en los archivos locales, sobre todo si tenemos en cuenta la
escasez de recursos y lo duro que es tener que luchar contra la
apatía de los archiveros y los historiadores profesionales.
Otro de estos grupos de estudiosos es el llamado Abraxas, dirigido
desde
Rennes-les-Bains, población del departamento de Aude más conocida
como
balneario, por la pareja britanicotexana que forman Nicole Dawe y
Charles
Bywaters. Sus investigaciones y las de toda una red de grupos
similares han
permitido realizar descubrimientos incontrovertibles que reescriben
literalmente la
Historia de los templarios. En lucha contra la indiferencia oficial,
por una parte, y
contra el exceso de entusiasmo de los buscadores de tesoros locales
—que representan un peligro real para la conservación de los
lugares—, por otra, Nicole y Charles han visto emplazamientos
templarios que jamás habían sido rozados por la piqueta de ningún
arqueólogo. Buena parte de estos trabajos se hallan todavía
inéditos, aunque proyectan publicarlos en un próximo futuro.
Como nosotros queríamos averiguar más cosas sobre los templarios en
esta tierra de herejes que es el Languedoc-Rosellón, en vez de ir a
consultar los oráculos de la Academia preferimos ver a Charles y
Nicole.
Sentados en el apartamento que tiene Charles en la calle principal
(que es casi la única) de Rennes-les-Bains, empezamos por
preguntarles acerca de la posible relación entre los templarios y
los cátaros. Según nos dijeron, habían existido claros vínculos
entre uno y otro grupo, mucho más allá de los meros lazos
familiares, y habitualmente no tenidos en cuenta por los
historiadores. Por ejemplo, que ni siquiera en los momentos álgidos
de la cruzada albigense dejaron los templarios de dar asilo a los
cátaros fugitivos, y hay casos documentados de socorro a caballeros
que habían sido combatientes activos a favor de los cátaros y contra
los cruzados.
Como dijo Nicole:
No hay más que ir entresacando de las actas de la Inquisición los
apellidos de los cátaros y compararlos con los de templarios de la
misma época, para ver que son los mismos. Pero más concretamente, es
innegable que algunos establecimientos templarios alojaron a
cátaros, los escondieron e incluso los enterraron en sagrado.
Algunos escépticos sugieren que condescendían a eso porque los
auxiliados hacían entrega
de sus tierras y de todos sus bienes para ser recibidos como
templarios. Pero nosotros hemos
encontrado pruebas de que algunos templarios acogieron a los cátaros
cuando éstos habían
quedado despojados de todo, y no sólo fueron recibidos y escondidos
entre ellos, sino que
murieron y fueron enterrados allí. Y más adelante, los templarios
hicieron a veces cuanto
estaba en sus manos para que les fuesen devueltas las tierras a las
familias de los cátaros, o
los herederos.1
Charles continuó:
En un lugar concreto, que sepamos, los templarios permitieron que se
lanzaran operaciones hostiles desde su encomienda. Los caballeros
cátaros continuaron la lucha y luego se replegaron hacia la
propiedad de los templarios. Es fácil documentarlo.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las acusaciones dirigidas
contra los templarios debieron de ser ficticias, nos pareció de gran
significación que su trato cercano con unos intocables como los
cátaros no hubiese figurado entre aquéllas. Que los inquisidores
estaban al corriente, nos lo indica el hecho de que rebuscaran en
los fosares de los templarios para desenterrar los cadáveres de los
cátaros y quemarlos, esto a título de escarmiento de herejes
futuros, seguramente, porque habían pasado ya más de treinta años
desde el final de la cruzada. (Y fueron los inquisidores quienes
torturaron a los templarios, así que estaban en inmejorable
situación para saber lo que hubiese de cierto en la relación de
éstos con los cátaros.)
Ciertamente hubo algo más ahí, algo que tal vez supo la Corona
francesa pero
demasiado peligroso para publicarlo, de todas maneras, así que
procuraron que no
se escapara ni una sola palabra por más tiempo que transcurriese.
Durante
nuestras averiguaciones acerca de los templarios siempre tuvimos la
sensación
incordiante y cada vez más nítida de que había un secreto descomunal
pugnando
por asomar bajo la superficie de la crónica oficial. ¿Era posible
que tanto los
templarios como los cátaros hubiesen sido poseedores de un
conocimiento
potencialmente explosivo? ¿Y que dicho secreto fuese el verdadero
motivo de
Felipe el Hermoso cuando decidió asestar un golpe de mano tan bien
planeado
contra los templarios?2
Pero no todos ellos fueron exterminados aquel fatídico viernes
trece. A muchos se les permitió vivir y reconstituirse bajo otros
nombres diferentes. Dos países en particular sirvieron como puertos
de refugio a los freires fugitivos, Escocia y Portugal. (En este
segundo país pasaron a llamarse caballeros de Jesucristo.) También
la región del Languedoc y alrededores constituyó una curiosa
excepción a la pauta general de la persecución, según Charles y
Nicole. Al este, el Rosellón era territorio de la Corona de Aragón,
excepto la parte septentrional de Carcasona, que pertenecía a
Francia. Los templarios roselloneses fueron detenidos y juzgados,
pero se les pronunció inocentes, y cuando el papa disolvió la orden
oficialmente se incorporaron a otras órdenes militares parecidas, o
se retiraron a sus tierras para disfrutar de rentas vitalicias.
Como han sugerido varios comentaristas,3 los templarios
sobrevivieron al intento de exterminio total y siguen existiendo a
estas fechas, sólo que según apuntan todos los indicios, sufrieron
muchos cismas y han quedado divididos en organizaciones diferentes,
todas las cuales pretenden ser herederas de la Orden originaria.
Si ocultaban algo tan peligroso que el rey francés creyó necesario
proceder drásticamente contra ellos, ¿qué pudo ser? ¿Y quién de los
dos, el papa o Felipe, manipuló al otro? Desde cualquier punto de
vista que consideremos los sucesos, falta un eslabón esencial en la
cadena.
Supongamos que ese elemento escurridizo tiene que ver con el
Priorato de Sión. Como ya hemos visto, hay indicios de una presencia
en la sombra desde el mismo instante de la fundación de los
templarios; digamos que un grupo de manipuladores ocultos
(quienquiera que fuesen) dirigió la función entre bastidores. Desde
luego Charles y Nicole no dudan de la existencia de un «círculo
interior» dentro de la estructura de mando de los templarios, y
anterior en realidad a los comienzos oficiales de la orden. Incluso
aseguran que todo el movimiento templario fue creado para dar
público escaparate a ese grupo interior, aprovechando la
circunstancia de que los Santos Lugares acababan de abrirse a los
peregrinos de Europa.
Otros investigadores han llegado también a esa conclusión. Como dice
el escritor francés Jean Robin (basándose en estudios de Georges
Cagger):
En realidad la Orden del Temple estaba constituida por siete
círculos «exteriores» dedicados
a los misterios menores, y tres círculos «interiores» que
correspondían a la iniciación en los grandes misterios. Y el
«núcleo» lo formaban aquellos setenta templarios a quienes
«interrogó» Clemente V [después de las detenciones de 1307].4
El autor británico Graham Hancock dice algo parecido en
The Sign and
the Seal:
[...] mis investigaciones sobre las
creencias y conducta de ese extraño grupo de monjes-soldados me
han persuadido de que tuvieron acceso a una sabiduría
tradicional de muy remota antigüedad [...].5
Era posible mantener un grupo secreto porque los templarios fueron,
en esencia, una escuela mistérica, es decir que funcionaban como una
jerarquía basada en la iniciación y en el secreto. Pudo ocurrir, por
consiguiente, que el templario «raso» supiera bastante menos que sus
superiores, e incluso que las creencias de éstos fuesen diferentes
de las de aquél. Visto así el asunto, es probable que la mayoría de
los caballeros templarios no fuesen sino los sencillos soldados de
Cristo que aparentaban, pero el círculo interior era otra cosa.
A lo que parece, ese círculo interior templario se creó para seguir
activando los estudios de temas esotéricos y religiosos. El motivo
para mantenerlos en secreto, o uno de los motivos, pudo ser que
versaban sobre aspectos arcanos de los mundos judío e islámico.
Buscaban literalmente los secretos del mundo dondequiera que
sospechaban su presencia, y en el decurso de ese periplo geográfico
e intelectual acabarían por tolerar todas las creencias, y quién
sabe si abrazaron algunas pero que muy heterodoxas.
En aquellos tiempos el motivo que incitase a buscar el conocimiento
pese a todas las dificultades tenía que ser muy fuerte. A los
templarios nunca les interesó embarcarse en las dificultades de una
investigación por amor a la ciencia; consta en la Historia que
fueron gentes de intenso sentido práctico. Si emprendieron una
pesquisa concreta tendrían sus buenas razones, y por eso mismo
dejaron ciertas pistas en cuanto a lo que ellos consideraban
especialmente importante.
Una de esas pistas puede hallarse en las obsesiones de Bernardo de Claraval, la primera
éminence grise que tuvieron. Aquel monje intelectual, pero
combativo, en apariencia fue un gran devoto de la Virgen María, como
demuestran sus numerosos sermones. Pero se diría que no fue la
Virgen el objeto auténtico del amor espiritual de Bernardo, sino más
bien otra María, cuya identidad verdadera viene indicada por el
hecho de su especial afecto a las Vírgenes negras.6
También escribió casi noventa sermones sobre el tema del Cantar de
los Cantares, y en otras muchas prédicas suyas relacionó más
explícitamente a la «Amada» con María de Betania;7 pero en aquellos
tiempos nadie creía que ésta fuese otra persona sino la misma María
Magdalena.
«Morena soy, pero hermosa», dice la Amada, y esa frase también
vincula el
Cantar de los Cantares con la veneración a las Vírgenes negras, de
las que
Bernardo (que era oriundo de Fontaines, cerca de Dijon, en cuyo
centro hay
también una Virgen negra) era excepcionalmente devoto. Él dijo que
había recibido
la inspiración cuando niño, al dársele tres gotas de leche milagrosa
del pecho de la
Virgen negra de Châtillon. Se ha especulado sobre si este comentario
sería una
alusión en clave a su iniciación en algún culto de ésta.8 Y cuando
Bernardo predicó
la segunda cruzada eligió hacerlo desde el santuario magdalaniense
de Vézelay.9
Es probable, en consecuencia, que la aparente devoción mariana de
Bernardo fuese simplemente la cortina de humo con que tapaba su
indudable pasión por la Magdalena, aunque por supuesto la una no
excluye la otra. En todo caso, cuando pergeñó la regla de los
templarios les encomendó expresamente «la obediencia a Betania, el
castillo de María y de Marta»,10 y se sabe que transmitió a la orden
esa devoción particular.
Incluso mientras se enfrentaban a la
extinción total, los freires que estaban presos con su Gran Maestre
Jacobo de Molay en las mazmorras de la fortaleza de Chinon
compusieron una oración dedicada a «Notre Dame», que elogiaba a san
Bernardo como fundador de la devoción a la Santísima Virgen María.11
Pero teniendo en cuenta todos los demás indicios, esto bien pudo ser
otra alusión en clave al culto de la Magdalena.
Llama la atención que los templarios jurasen «por Dios y Nuestra
Señora», y también, con frecuencia, «por Dios y la Virgen
Santísima».12 Por ahí se insinúa que esa «Nuestra Señora» de quien
hablan en los juramentos no es la Virgen, como también lo dan a
entender las palabras de la absolución templaria:
«Ruego a Dios que tus pecados te
sean perdonados como Él perdonó a santa María Magdalena y al
buen ladrón en la cruz».13
Al menos esto nos
proporciona una demostración de la importancia que los templarios
atribuían a la Magdalena. (Vale la pena observar que hallándose
cautivos los del Rosellón, les fueron empeoradas deliberadamente las
condiciones del encarcelamiento el día de la festividad de Santa
María Magdalena, por orden expresa del papa.14 Se recordará que la
matanza de Béziers se perpetró en esa misma festividad, a manera de
recordatorio sobre la naturaleza de la «herejía».)
En efecto la noción de la Feminidad preocupó mucho a los templarios,
lo cual no deja de sorprender habida cuenta de su imagen de
guerreros. Pues bien, Charles y Nicole han descubierto que la Orden
admitía mujeres. En los primeros años de su existencia, muchas
mujeres tomaron los votos, aunque sólo como fámulas y nada indica
que existiese un núcleo secreto de guerreras en el seno del Temple,
como escriben Michael Baigent y Richard Leigh en
The Temple and the
Lodge (1989):
[...] una crónica de finales del siglo XII en Inglaterra menciona
que una mujer fue recibida
como Hermana en el Temple, lo cual parece implicar con bastante
claridad una especie de ala
o anexo femenino a la Orden. Pero no se ha encontrado nunca una
explicación ni una digresión sobre el asunto, e incluso la
información que contuviesen los autos inquisitoriales desapareció
hace tiempo o fue eliminada.15
Tras estudiar detenidamente la
documentación templaria, Nicole y Charles se muestran mucho más
concretos:
Cuando vamos a los documentos del siglo XII encontramos muchos casos
de mujeres que entraron en la Orden, al menos durante el primer
siglo de existencia de ésta. Al ingresar prestaban juramento de
donar «mi casa, mis tierras y mi cuerpo y alma a la Orden del
Temple»; al pie de esos documentos se hallan firmas de mujeres así
como de hombres. En ocasiones ambos cónyuges ingresaron juntos, así
que las esposas debieron de jurar también. Tales documentos se
encuentran principalmente en esta región [el Languedoc], y los
ejemplos son lo bastante numerosos como para dar a entender que en
algún momento dado la orden debió de contar con no pocas mujeres.
También señalan que más adelante fueron cambiadas las reglas,
prohibiéndoseles expresamente admitir mujeres: de lo cual se deduce
que antes lo hacían.
Cuando nos manifestamos algo sorprendidos de que esto no fuese más
conocido —pues ciertamente, salvo alguna vaga insinuación la
presencia de mujeres no se menciona en los tratados convencionales
sobre la Historia de los templarios—, Charles explicó:
A veces parece que hayan dejado intencionadamente de lado muchas
informaciones de ese género. Lo que hay en los libros es mucha
información redundante, como si copiaran los unos de los otros. O
están ciegos, o no se fijan en esos datos por algún motivo concreto.
Si uno es un verdadero investigador, como se supone que deben de ser
esos historiadores, el asunto salta a la vista. Pero prefieren no
hacer caso.
También es notable que la encerrona del 13 de octubre de 1307 se
ejecutase sin apenas derramamiento de sangre. En toda Francia los
senescales del rey abrieron sus órdenes selladas, que les mandaban
reunir tropas suficientes para arrestar a los soldados más
aguerridos de toda la Cristiandad. Algo así como si una comisaría
del Reino Unido recibiese orden de reunir a sus bobbies para detener
a todos los miembros del SAS acuartelados en el pueblo. A lo que
parece, la mayoría de los templarios de Francia permitieron que los
enchiquerasen como a ovejas destinadas al sacrificio. También es
extraño que no pidiesen refuerzos a las encomiendas de otros países.
Llama la atención que algunos, entre ellos el tesorero de la orden,
consiguieran desaparecer por vías que nos obligan a preguntarnos si
se les habría dado aviso.16 Por otra parte, la célebre flota de los
templarios, surta en Francia, sencillamente se desvaneció. En las
listas de los bienes incautados por el rey francés a los templarios
no figura ni un solo barco. ¿Dónde quedó la flota? Evidentemente no
debió de evaporarse en el aire.
En cualquier caso el círculo interior de la orden no escatimó
esfuerzos por
proteger sus conocimientos secretos. Un prestigioso especialista en
estudios
bíblicos, Hugh Schonfield, ha demostrado que los templarios
utilizaron el sistema
de codificación llamado la
Cifra Atbash.17 Lo cual es verdaderamente
notable
porque el mismo procedimiento había sido utilizado por los autores
de algunos de
los Manuscritos del Mar Muerto por lo menos mil años antes de la
fundación de la
orden templaria.
Con independencia de lo que pueda significar
además, el hecho
por sí solo revela que el interés de los templarios por guardar sus
secretos era tan
grande que recurrieron a los métodos más ingeniosos, y también que
tenían conocimientos de origen bastante exótico y esotérico.
Schonfield explica cómo al aplicar el código al nombre del
misterioso ídolo de cabeza cortada supuestamente idolatrado por los
templarios, el Baphomet, resulta la palabra griega sophia. Como ha
escrito Graham Hancock en The Sign and the Seal, «significa
“sabiduría” nada más, pero también nada menos».18 En realidad
significa bastante más que eso, y su pleno sentido aporta un matiz
muy diferente a toda la raison d’étre de los templarios.
Aludida sencillamente como «Sabiduría», en hebreo Chokmah —es un
personaje que figura en el Antiguo Testamento, concretamente en el
libro de los
Proverbios—, Sophia ha creado muchas dificultades a los
comentaristas, tanto los
judíos como los cristianos, porque aparece como pareja de Dios, que
tiene
influencia sobre Él e incluso le prodiga consejos.19
Es también figura central de la cosmología gnóstica. El texto de Nag
Hammadi titulado
Pistis Sophia la pone en íntima asociación con
María Magdalena.
Y como Chokmah es la clave de la interpretación gnóstica de la
Cábala (el
importante y muy influyente sistema ocultista que sirvió de base a
la magia
medieval y renacentista). Para los gnósticos fue la diosa griega
Atenea y la diosa
egipcia Isis, que recibió a veces el nombre griego de Sophia.20
Considerado por sí solo, el uso que hacían los templarios de la
palabra Sophia codificada en «Baphomet» no demuestra una especial
veneración del principio femenino por parte de aquéllos. Bastaría
decir que admiraban la búsqueda de la sabiduría. Pero hay otros
muchos indicios de que formaba parte de una profunda obsesión por
dicho principio, y de que ésta llegaba mucho más allá de lo
semántico por lo que concierne a los templarios. Lo mismo que ocurre
con otros grupos esotéricos, por cierto.
Como nos dijo el estudioso escocés Niven Sinclair, que tiene de
ellos un conocimiento particularmente extenso, «los templarios eran
grandes creyentes de lo femenino».21 Para él es indudable, y no ve
nada extraño en ello.
Los templarios construyeron iglesias de planta circular, porque
creyeron que ésa había sido la forma del Templo de Salomón. Lo cual,
a su vez, simbolizó quizá la noción de la circularidad del universo,
pero más probablemente representaba lo femenino. Las circunferencias
y los círculos siempre se han vinculado a las divinidades femeninas
y a todas las cosas de dicho género, en lo esotérico tanto como en
lo biológico. Es un arquetipo que hallamos en muchas civilizaciones:
los túmulos prehistóricos eran circulares porque representaban la
matriz telúrica donde el difunto renacería a la vida espiritual. Y
todos conocían la redondez del vientre grávido y el símbolo de la
fase «Madre» de la divinidad femenina, la Luna llena.
Cualquiera que fuese el significado de la redondez para los
templarios, desde
luego no simbolizó jamás nada masculino. Una vez borrados del mapa
los
templarios, la Iglesia proscribió oficialmente por herética la
construcción de
iglesias redondas.22 Pero ya hemos observado una iglesia redonda, la
French
Church de Londres, y el rasgo se repite y corrobora en la
ornamentación externa e interna de ese templo.
Parece, pues, que los templarios habían adquirido conocimientos
exóticos y heréticos, pero ¿fue casualidad, o intención? Los
indicios apuntan a lo segundo: que buscaron con asiduidad ciertos
secretos, y una vez adquiridos quedaban en posición de divulgarlos o
de retenerlos. Muchos de ellos quedaron retenidos; de otros dejaron
pistas en forma de claves, incluso esculpidas en piedra.
De los caballeros templarios partió la iniciativa para la
construcción de las
grandes catedrales góticas, en especial la de Chartres. Como
«promotores»
principales, a veces únicos, en los grandes centros de cultura
europeos, fomentaron
gremios de los oficios de la construcción, sobre todo los de
canteros, que eran
admitidos como legos de la orden y participaban de los privilegios
de ésta, particularmente la exención de tributos.23
En toda la larga Historia de las grandes catedrales ha intrigado a
los expertos de muchas disciplinas el extraño simbolismo de la
ornamentación y la puesta en planta de aquéllas; sólo en época
reciente se ha empezado a comprender lo que indudablemente fueron:
la codificación de unos conocimientos esotéricos que los templarios
poseían. Al comentar la arquitectura sacra de los antiguos egipcios,
Graham Hancock observa que «en Europa sólo ha sido igualada por las
grandes catedrales góticas de la Edad Media, como la de Chartres», y
se plantea la pregunta: «¿Fue por casualidad?». Y prosigue Hancock:
Hacía tiempo venía yo sospechando que existía en efecto una relación
y que los caballeros
templarios, por los descubrimientos realizados durante las cruzadas,
pudieron constituir el
eslabón perdido en la cadena de transmisión de un saber
arquitectónico secreto [...] San
Bernardo, el protector de los templarios, había definido a Dios como
«longitud, anchura,
altura y profundidad». Asombroso para un cristiano. Tampoco se podía
olvidar que los
mismos templarios fueron grandes constructores y grandes
arquitectos, ni que la orden
monástica cisterciense, que era la de san Bernardo, también
sobresalió en este campo
concreto de la actividad humana.24
La puesta en planta de las catedrales se proyectó teniendo en cuenta
expresamente los principios de la geometría sagrada, o mejor dicho,
para demostrarlos.25
Lo cual obedece a la idea de que la proporción
geométrica contiene, en sí misma, una resonancia con la armonía
divina, y ciertas proporciones concretas son más divinas que otras.
En ello vemos un comentario a la rotunda afirmación de Pitágoras,
«todo es número», y una reiteración del concepto hermético de que
las matemáticas son la clave que utilizan las divinidades para
hablar al Hombre. En particular fueron también adeptos de la
arquitectura esotérica los pintores y arquitectos del Renacimiento,
para quienes la «Regla Áurea» —en la que veían la proporción
perfecta— era casi una panacea universal.
Pero no hay que creer que se redujese a eso todo su pensamiento,
teniendo en
cuenta además que el concepto de geometría sagrada informó toda su
vida
intelectual. Todos los dibujos de Leonardo, sean de humanos o de
máquinas, de la
corola de una flor o el perfil de una ola del mar, comunican la
convicción del artista
en el sentido de que las formas y las proporciones tenían una
armonía y un
significado. Uno de sus dibujos, el muy conocido Hombre de Vitruvio,
es
literalmente una encarnación de la Regla Áurea.26
Para los templarios, así como más tarde para los francmasones, el
legendario
Templo de Salomón fue la fina flor y el paradigma de toda geometría
sagrada. No
sólo era una delicia para el ojo de quienes lo contemplaban o
rezaban en su
interior, sino que tenía algo que iba mucho más allá de los cinco
sentidos: su
resonancia especial y trascendental con la misma música de los
cielos. En longitud,
anchura, altura y profundidad mantenía las proporciones predilectas
del universo,
o si se quiere, el templo de Salomón era el espíritu de Dios
plasmado en la piedra.
El visitante moderno suele quedarse perplejo
al observar símbolos obviamente astrológicos en la ornamentación
pétrea de las antiguas catedrales. Sin duda, diríamos hoy, ese
inconfundible símbolo de Aries esculpido en la puerta principal de
tan venerable edificio sería una aberración, un capricho personal
del cantero que lo dejó ahí logrando que pasara casualmente
desapercibido. Y sin embargo, una y otra vez, y en muchas catedrales
diferentes se repiten esos signos, pero nunca por casualidad.
Todo el grandioso simbolismo que vemos en las catedrales era
entendido por los iniciados, en su tiempo, como una enunciación del
antiquísimo adagio hermético: Todo lo que está arriba también está
abajo. Frase que se creía tomada de la
Tabla Esmeralda de Hermes
Trismegisto, el legendario mágico o mago egipcio, aunque las
palabras en sí es posible que sean mucho más antiguas. Significan
que todo lo que hay en la tierra tiene una correspondencia
celestial, y viceversa, noción que Platón popularizó con su concepto
de los Ideales. Según éste, cualquier cosa existente, desde una
cuchara hasta un ser humano, no era más que una copia imperfecta de
su ideal, existente en una especie de dimensión alternativa donde
residían los patrones perfectos.
Los magos iban más lejos y
postulaban que todo pensamiento y toda acción tenían un reflejo en
otro plano diferente, y que existía influencia mutua e irresistible
entre ambas dimensiones. Hay un eco de esa noción en la moderna idea
científica de los universos paralelos. De esa manera, las leyendas
de los dioses antiguos, con sus envidias mezquinas y sus manías
muchas veces sórdidas, podían tomarse como representaciones
arquetípicas de la raza humana.
Los paganos no creían que tuviese
nada de particular ni de humillante el posternarse ante un Zeus
Olímpico, por más que éste adoptase a veces la figura de un animal
para seducir a alguna doncella terrestre. Parecía lo más natural que
un dios se comportase como un hombre, pero la recíproca de esa idea,
que el hombre podía llegar a ser un dios, resultaba «herética» tanto
para los judíos como para los cristianos.
De todo esto, nada era nuevo para los templarios. La realización de
las
catedrales manifiesta un conocimiento de los principios gnósticos
por parte del
cantero, y por la de los caballeros que encargaron la
construcción.27 En la Edad
Media, si alguien tuvo el sentido de la aplicación práctica de
cualquier saber esotérico, fueron ellos. El codificar en la misma
piedra de las catedrales los mensajes secretos fue para ellos más
que un mero capricho. Como escriben Baigent y Leigh en
The Temple
and the Lodge:
«[...] el mismo Dios, en efecto, había enseñado la
aplicación práctica de la geometría sacra por medio de la
arquitectura».28
Una vez más, la referencia apunta al Templo de
Salomón.
Hijo del rey David, el legendario héroe judío, el rey Salomón
construyó un Templo de belleza insuperable, en el que se usaron los
materiales más preciosos.29 Mármol y piedras suntuarias, maderas de
olor y brocados costosos sirvieron para crear un lugar que fuese un
regalo para los sentidos de los creyentes, y donde el mismo Dios
pudiera sentirse como en casa. En su corazón estaba el Santo de los
Santos, donde el sumo sacerdote podía recibir realmente al
Todopoderoso por mediación de aquel instrumento tan sumamente
misterioso que fue el Arca de la Alianza.
Este artefacto de
temperamento famoso se sabía que dispensaba grandes bendiciones a
los «justos», por una parte, y por otra era capaz de destruir a los
malvados o los que no supieran cómo contrarrestar los efectos de su
funesta presencia. A lo mejor esta descripción les pareció a los
templarios la del arma definitiva, y por eso andaban tan empeñados
en buscarla, como algunos han supuesto.
En la ornamentación de las catedrales nosotros a lo mejor
encontraremos alguna pista en cuanto a lo que los templarios creían
ser el significado del «Arca». Por ejemplo la catedral de Chartres,
hija de la imaginación de quien fue la eminencia gris de la orden,
Bernardo de Claraval, tiene un bajorrelieve que representa a la
Virgen María, según parece, con la inscripción esculpida arcis
foederis, es decir Arca de la Alianza.
Que no resulta demasiado
significativa de por sí, habida cuenta de que ése fue un simbolismo
convencionalmente utilizado por el cristianismo en la época
medieval. Pero si Chartres fue un centro del culto a la Virgen
negra, ¿no se estará comparando el Arca con aquella otra María, la
Magdalena, o tal vez incluso con una diosa mucho más antigua, y
pagana? O tal vez invocan el principio de lo Femenino bajo «las
especies» del símbolo mariano.
No puede ser una alusión a la Virgen
propiamente dicha, porque los arquitectos de la catedral gótica
tenían su razón especial para evocar el arquetipo de una mujer
sexualmente activa. (También es significativo que las primeras
representaciones de la vida de María Magdalena según la leyenda que
la sitúa en Francia se hallen en los vitrales de la catedral de Chartres.)
Es la disciplina de la alquimia en realidad, tan difamada y tan mal
entendida,
lo que se oculta detrás de la ornamentación a veces extraña de los
monumentos
góticos (y también parece la alquimia el denominador común de la
mayoría de los Grandes Maestres del Priorato de Sión).30
Desde sus orígenes, que muchos sitúan en el antiguo Egipto, pasando
por los
árabes (la misma palabra «alquimia» es de origen árabe), llegó a
Europa como algo
más que una ciencia: la práctica comprendía una red sutil de
actividades y
sistemas de pensamiento interrelacionados, desde la magia hasta los
procedimientos químicos, desde la filosofía y el hermetismo hasta la
geometría sacra y la cosmología.
También se ocupaba de lo que hoy
llamaríamos ingeniería genética y métodos para retrasar los
procesos
del envejecimiento, así como para alcanzar la inmortalidad física.
Los alquimistas tenían hambre y sed de conocimientos; como la
Iglesia prohibía la experimentación, ellos pasaron a la
clandestinidad y siguieron con sus investigaciones a escondidas. No
veían en ellos ninguna herejía; en cambio para la Iglesia un
alquimista no podía ser sino herético y la práctica acabó
denominándose «el Arte Negra», a título de descalificación global.
La alquimia tiene varios niveles; el externo, o exotérico, trabaja y
experimenta con los metales. Pero hay otros más secretos, que
culminan en la obtención de la misteriosa «Gran Obra». Ésta se ha
entendido como coronación de la vida del alquimista, que es cuando
por fin se convierte el vil metal en oro. En los círculos
esotéricos, sin embargo, se define también como el punto en que
alcanza la iluminación espiritual y la revitalización física por
medio de una «obra» mágica que gira alrededor de la sexualidad (como
veremos luego). A lo que parece, la Gran Obra representaba un acto
de suprema iniciación.
A lo mejor se creía que ese rito confería la longevidad: Nicolas
Flamel, que
fue supuesto Gran Maestre del Priorato de Sión, culminó la Gran Obra
en
compañía de su esposa Perenelle el 17 de enero de 1382, y se rumoreó
que después
de eso alcanzó una edad excepcional.31
En alquimia el símbolo de la consecución de la Gran Obra es el
hermafrodita, que como su mismo nombre indica es el dios Hermes y la
diosa Afrodita confundidos en una sola persona. Los hermafroditas
fascinaron a Leonardo, quien llenó muchas páginas de su cuaderno con
dibujos de ellos, algunos bastante pornográficos. En un estudio
reciente sobre el retrato más famoso del mundo, el de Mona Lisa con
su sonrisa enigmática, se ha demostrado de manera convincente que
«ella» es en realidad el mismo Leonardo.
Mediante avanzadas técnicas
computarizadas, dos investigadores que han trabajado
independientemente el uno del otro, el doctor Digby Quested, del
hospital Maudsley de Londres, y Lillian Schwartz, de los
norteamericanos Laboratorios Bell, intentaron la superposición del
rostro retratado con el del artista y descubrieron una
correspondencia perfecta.32
Quizá no fue más que una de sus bromas
excepcionalmente hábiles, en este caso dirigida a la posteridad,
pero también se puede interpretar que Leonardo, como entendido en
alquimia, quiso expresar su idea de la obtención de la Gran Obra.
Algunos creen que ésta implica una transformación física tan
profunda que el alquimista, en caso de tener éxito, incluso podría
cambiar de sexo. Y tal vez sea ése el concepto que declara la Mona
Lisa. Pero el símbolo del hermafrodita expresa también el instante
del orgasmo, cuando ambos protagonistas del rito experimentan la
sensación de fundirse el uno en el otro, de trascender los límites
físicos en una conciencia mística de sí mismos y del universo.
Las catedrales góticas exhiben muchas figuras curiosas, desde los
demonios hasta el Hombre Verde, pero algunas causan verdadera
extrañeza. En un relieve de la catedral de Nantes aparece una mujer
que se contempla en un espejo, pero la parte posterior de la cabeza
representa a un anciano.33 Y en Chartres, la llamada «Reina de Saba»
luce barba.34 Se ven símbolos alquímicos en muchas de las catedrales
vinculadas a los templarios.
Son vínculos implícitos, aunque Charles Bywaters y Nicole Dawe han
encontrado en el Languedoc-Rosellón establecimientos templarios
provistos de un simbolismo explícitamente alquímico:
Nuestras investigaciones han demostrado, entre otras cosas, que
fueron grandes conocedores de las propiedades del suelo. En una
comarca concreta fundaron un hospital para los templarios que
regresaban de los Santos Lugares porque el paraje tenía propiedades
salutíferas. Hay signos alquímicos en ese lugar [...].
Queda bastante claro que estuvieron familiarizados con la alquimia.
Esto se revela cuando uno encuentra un emplazamiento elegido
expresamente por la constitución del suelo, con signos obviamente
alquímicos en la construcción y con vínculos que apuntan a los
cátaros así como a los musulmanes. Son indicios documentados,
incontrovertibles. La demostración es fácil.
Durante nuestro periplo por Francia hemos visto repetidas veces que
las ciudades que habían sido feudos de los templarios —como Utelle,
en la Provenza, y Alet-les-Bains, en el Languedoc— se convirtieron
luego en centros alquímicos.
También llama la atención que los alquimistas, lo mismo que los
templarios,
tuviesen especial devoción por Juan el Bautista.35
Hemos mencionado ya que las grandes catedrales y muchas iglesias
famosas se construyeron en lugares anteriormente dedicados a
divinidades paganas. Por ejemplo, Notre-Dame de París se construyó
sobre los fundamentos de un templo de Diana, y también en París
había uno consagrado a Isis donde ahora está Saint-Sulpice. En toda
Europa los constructores de iglesias cristianas se atuvieron a esta
práctica que era política deliberada de la Iglesia para significar
el carácter definitivo de su triunfo sobre el paganismo.
Lo que
sucedió en realidad, sin embargo, fue que las gentes adaptaron sus
creencias politeístas absorbiendo en ellas el cristianismo, de
manera que el nuevo edificio venía a complementar la vieja religión
en vez de reemplazarla. Pero teniendo en cuenta lo que sabemos
acerca de los designios más profundos de los templarios, ¿no es
posible que la intención de las catedrales fuese la de prolongar el
culto al principio femenino en vez de suprimirlo? Quizá las
catedrales fueron himnos a la diosa esculpidos en piedra, y la
«Notre-Dame» a quien se consagraron tantas de ellas era en realidad
ese principio, la Sophia.
A muchos observadores actuales la arquitectura gótica les parece más
bien «masculina» con sus agujas altísimas y sus plantas en cruz
latina. Pero la ornamentación es predominantemente femenina, en
especial los espléndidos rosetones.
Barbara G. Walter ha puesto de
relieve los significados de la rosa:
[...] que era para los antiguos romanos la Flor de Venus y la
insignia de la prostitución sagrada. Las cosas que se decían «bajo
la rosa» (sub rosa) eran los misterios sexuales de Venus, y no se
revelaban a los no iniciados [...].
En la gran era de los constructores de catedrales, cuando se veneró
a María como la diosa en
sus «Palacios de la Reina de los Cielos» o Notre-Dames, con
frecuencia se le dirigían epítetos
como Rosa, Rosario, Corona de rosas, Rosa mística [...]. Lo mismo
que un templo pagano, la
catedral gótica representaba el cuerpo de la Diosa, que era también
el Universo y contenía
dentro de sí la esencia de la divinidad masculina [...].36
La rosa, como veremos luego, fue también el símbolo que adoptaron
los trovadores del sur de Francia, aquellos autores e intérpretes de
canciones amorosas íntimamente conectadas con los misterios
eróticos.
Existen en las catedrales góticas más símbolos que transmiten
intensos mensajes subliminales acerca del poder de lo Femenino. Las
telas de araña esculpidas —imagen que se reitera en la luz de la
cúpula de la londinense Notre-Dame de France— representan a Arachné,
la diosa que teje los destinos de la humanidad, función también
asignada a Isis. De manera similar, el gran laberinto en el piso de
la catedral de Chartres alude a los misterios femeninos, donde el
iniciado sólo podrá guiarse por el hilo que la diosa ha hilado
especialmente para él. No es la Virgen María quien recibe culto en
este lugar, evidentemente, el cual contiene además una Virgen negra:
Notre-Dame de Sous-Terre, o Nuestra Señora de la cripta, o de los
sótanos. (imagen abajo)
Uno de los vitrales de Chartres representa la llegada de
María Magdalena en barco, lo cual combina la alusión a esta leyenda
con otra a la de Isis, quien solía preferir también dicho medio de
transporte. (Y tal vez el título de Nautonnier, «timonel», que es
uno de los atributos del Gran Maestro del Priorato, indica la
supuesta función de éste en el Barco de Isis.) Esa ventana
policromada es la representación más antigua de la leyenda de la
llegada a Francia de la Magdalena; su presencia en una catedral tan
alejada de la Provenza indica el poderoso significado que debían de
atribuirle los arquitectos.
Mientras los constructores erigían sus catedrales la herejía
encontraba otro camino de expresión para garantizar la
perdurabilidad de su mensaje a través de la Historia... aunque,
como sucede también con la Última Cena de Leonardo, muchas veces se
hayan interpretado erróneamente los códigos de dicha expresión. Esa
otra tradición herética es la de las leyendas del Grial.
Hoy día la expresión «Santo Grial» viene a significar un objetivo
difícil de
alcanzar, o el espléndido premio que corona la obra de toda una
vida. Muchas
personas saben que se refiere a un objeto muy antiguo, y de
significado religioso,
por ejemplo el cáliz del que bebió Jesús en la Última Cena. De
acuerdo con una
leyenda, José de Arimatea, el amigo rico de Jesús, recogió en dicho
recipiente la
sangre derramada en la Crucifixión, y luego se descubrió que tenía
milagrosas
propiedades curativas.
La búsqueda del Santo Grial se entiende como
una
peregrinación llena de peligros físicos y espirituales, durante la
cual el buscador
pelea contra enemigos de muchas clases, algunos de ellos
pertenecientes a los
dominios de lo sobrenatural. En todas las versiones del relato el
cáliz es un objeto material y, al mismo tiempo, un símbolo de la
perfección. Se diría que representa algo que pertenece
simultáneamente a dos dimensiones distintas, la real y la mítica.
Por eso ejerce un ascendiente incomparable sobre la imaginación.
El Grial puede ser visto como un objeto misterioso, un tesoro real
escondido en alguna cueva de alguna parte, pero siempre le acompaña
la idea implícita de que simboliza algo inefable y que no está en el
mundo cotidiano. La aureola de búsqueda espiritual no sólo proviene
de la leyenda originaria, sino también de la cultura en que aquélla
floreció.
De los muchos miles de palabras que se han escrito sobre el tema en
el decurso de los siglos, a nuestro entender algunas de las más
acertadas se encuentran en
The Holy Grail, obra de Malcolm Godwin
publicada en 1994. Es un notable repaso a las distintas versiones de
la leyenda, así como a sus múltiples interpretaciones; además ha
sabido mirar con perspicacia a través de la verborrea para ir al
grano del asunto. Aparte las pistas principales conducentes a los
romances griálicos de finales del siglo XII y comienzos del XIII,
que son la cristiana y la céltica, identifica una tercera y no menos
importante, la alquímica.
Así revela que las versiones más
primitivas de la leyenda del Grial remiten indudablemente a los
mitos célticos del llamado cielo del rey Artús y su corte. Muchos
elementos de estas leyendas manejan nociones de cultos a antiguas
divinidades femeninas celtas. El ciclo del Grial redefinió estas
antiguas leyendas celtas y, las amplió para incluir algunas de las
ideas heréticas que circulaban hacia el siglo XIII.
El primer romance del Grial fue el inacabado Le Conte del Graal
de
Chrétien de
Troyes (hacia 1190). Vale la pena observar que la ciudad de Troyes,
cuyo nombre
adoptó Chrétien, era un centro cabalístico y emplazamiento de la
capitanía
templaria fundacional, además de sede de la corte del conde de
Champagne (de
quien eran vasallos la mayoría de los nueve caballeros fundadores
del Temple). Y
la iglesia más famosa de Troyes está consagrada a María Magdalena.37
En la versión de Chrétien no dice que el Grial fuese un cáliz ni
describe expresamente ninguna relación con la Última Cena ni con
Jesús. En realidad no hay ninguna connotación religiosa obvia, o
incluso algunos
comentaristas han
afirmado que el ambiente de la obra, en la medida en que se consigue
concretarlo,
es claramente pagano.38
Considerado como objeto, en este caso
resulta ser una
bandeja o un plato, lo cual como veremos en seguida es muy
significativo. De
hecho Chrétien se inspiró en un cuento céltico muy anterior cuyo
protagonista fue
Peredur,39 el cual durante su búsqueda se tropezó en un castillo con
una procesión
horripilante y de marcado carácter ritual. En la que transportaban,
entre otras
cosas, una jabalina goteando sangre y una cabeza cortada puesta en
un plato.
Rasgo
común de las leyendas del Grial es el momento crítico en que el
héroe se abstiene
de formular una pregunta importante, cuyo pecado de omisión le
arrastra a graves
peligros.
Como escribe Malcolm Godwin,
«en este caso la pregunta no
dicha se
refiere a la naturaleza de la cabeza. Si Peredur hubiese preguntado
de quién era la
cabeza y qué tenía que ver con él, habría sabido cómo anular el
encantamiento del
Yermo» (la tierra baldía sobre la cual había caído la maldición de
la esterilidad).40
Pese a la falta del desenlace la narración de Chrétien conoció un
éxito inmediato y suscitó una larga serie de imitaciones... muchas
de éstas explícitamente cristianas. Pero como dice Malcolm Godwin
refiriéndose a los monjes que las escribieron:
Envolvieron una obra de la más profunda herejía en tantas capas de
misterio devoto, que
tanto la leyenda como sus autores consiguieron escapar al ardoroso
celo de los Padres de la
Iglesia. Las mentes ortodoxas de la Roma pontificia, aunque jamás
reconocieron en realidad
la existencia del Grial, manifestaron una sorprendente debilidad a
la hora de condonarla... Y
lo que es más curioso, la leyenda no quedó afectada por la caída de
los herejes cátaros... ni
siquiera por la de los caballeros templarios, implícitamente
aludidos en los diversos textos.41
Una de estas versiones cristianizadas fue el
Perlesvaus, atribuido
por algunos a un monje de la abadía de Glastonbury y fechada hacia
1205, mientras que otros creen que fue obra de un templario
anónimo.42 En realidad este cuento narra, no una sino dos búsquedas
entretejidas. El caballero Gawain busca la espada que sirvió para
decapitar a Juan el Bautista y que sangra mágicamente todos los días
a las doce. En uno de los episodios el héroe se encuentra con un
carro que contiene 150 cabezas cortadas de caballeros, las unas
selladas en oro, las otras en plata y algunas en plomo. También hay
una extraña damisela que lleva en una mano la cabeza de un rey,
sellada en plata, y en la otra la de una reina, sellada en plomo.
En el Perlesvaus los privilegiados sirvientes del Grial visten
prendas blancas adornadas con una cruz roja, lo mismo que los
templarios. Hay también una cruz roja erigida en medio de un bosque,
y se apodera de ella un clérigo que la golpea con un bastón «por
todas partes», episodio que vemos en evidente relación con el cargo
formulado contra los templarios al acusarlos de escupir y pisotear
la cruz. Una vez más aparece una curiosa escena en relación con las
cabezas cortadas.
Uno de los custodios del Grial le dice al
protagonista Perceval:
«Aquí están las cabezas selladas en plata, y
las cabezas selladas en plomo, y los cuerpos a los que pertenecen
esas cabezas: Os digo que traigáis aquí las cabezas del Rey y de la
Reina».
El simbolismo alquímico asoma por todas partes: metal vil y metales
preciosos, reyes y reinas. La misma imaginería retorna abundante en
otra obra que reformula el mito del Grial, como veremos luego.
Pese al tácito desagrado que el Grial inspiraba a la Iglesia, la
versión más
cristianizada fue obra de un grupo de monjes cistercienses. Titulada
la Queste del
San Graal, es de destacar que recurre al Cantar de los Cantares en
su poderoso
simbolismo místico.43
Todas ellas son extrañas, pero la más extravagante —aunque también
la más
sugerente— es el Parzival del poeta bávaro Wolfram von Eschenbach,
datado hacia
1220.44 En ella el autor declara expresamente su propósito de
enmendar la versión
de Chrétien de Troyes, que no contenía todas las informaciones
disponibles. Y
asegura que la suya es la más exacta porque ha recibido el relato
auténtico de un
tal Kyot de Provenza. El cual ha sido identificado como Guiot de
Provins, monje
que fue portavoz de la Orden templaria y también trovador.45 Como
escribió Wolfram en el Parzival:
«El relato auténtico con la conclusión del
romance fue
enviado desde la Provenza a tierras alemanas».46
Pero ¿qué alcance tiene esa conclusión? En el Parzival el Castillo
del Grial es un lugar secreto guardado por los templarios, a quienes
significativamente Wolfram llama «los bautizados», que tienen por
misión la propagación secreta de su fe. La Compañía del Grial se
caracteriza por su afición al secreto y su aversión a ser
preguntada.
Al final del relato, Repanse de Schoye (la portadora del Grial) y
Fierefiz el hermanastro de Parzival parten hacia la India y
engendran un hijo llamado Juan, el famoso Preste Juan, primero de un
linaje cuyos miembros toman siempre el nombre de Juan...
¿Entenderemos esto como una alusión en clave al Priorato de Sión,
cuyos Grandes Maestres supuestamente adoptan siempre dicho nombre?
Este concepto de linaje es fundamental para las teorías de Baigent,
Leigh y
Lincoln en relación con el Grial. Tal como indica el título de su
primer libro, para
ellos el «Santo Grial» era la «Santa Sangre» en realidad. Lo cual se
basa en la idea
de que el original francés sangraal, por «santo Grial» si se coloca
el espacio para que
diga san graal, debería escribirse más propiamente sang real, la
sangre real que en la
interpretación de ellos significa un linaje. Baigent, Leigh y
Lincoln relacionan las
leyendas del Grial interpretadas en función del linaje con lo que
ellos creen es el
gran secreto de Jesús y la Magdalena: que eran esposo y esposa, de
donde resulta
la hipótesis de estos autores, que el Grial de las leyendas era una
referencia
simbólica a los descendientes de Jesús y María Magdalena. Según esa
teoría, los
custodios del Grial eran los que conocían la existencia de ese
linaje secreto y
sagrado, como los templarios y el Priorato de Sión.47
Esta idea suscita una dificultad, sin embargo: en los relatos
griálicos se hace hincapié en el linaje de los buscadores del Grial
o el de los que lo encuentran; pero el Grial mismo es una cosa
aparte. Aunque sería bien posible que las leyendas aludiesen a un
secreto guardado por ciertas familias, y transmitido por ellas de
generación en generación, en realidad se nos antoja implausible que
se refieran a un linaje. Al fin y al cabo toda la idea descansa
sobre un juego con una sola palabra francesa, sangraal, y ya hemos
visto que es muy difícil sostener una hipótesis que postule la
conservación de un linaje «puro» en el decurso de muchos siglos.
En cambio resulta muy real la conexión entre los relatos griálicos y
el legado de los templarios. Se cree que Wolfram von Eschenbach fue
gran viajero y que no desconoció los establecimientos templarios del
Próximo Oriente; su relato es con mucho el más explícitamente
templario de todos los romances griálicos. Como ha escrito Malcolm
Godwin, «en todo el Parzival, Wolfram mezcla la narración con
alusiones a la astrología, la alquimia, la cábala y las nuevas ideas
espirituales procedentes del Oriente».48 También incluyó simbolismos
obviamente tomados del Tarot.
En esa versión los custodios del Grial en el castillo de
Montsalvatge son llamados templarios explícitamente.49 El castillo
en cuestión ha sido identificado con Montségur, el último reducto de
los cátaros,50 conviene observar que en otro poema suyo, Wolfram
llama Perilla al señor del Castillo del Grial. El señor verdadero de Montségur en la época de Wolfram se llamaba
Ramon de Perella. Una
vez más hallamos relacionados a los templarios con los cátaros, y a
ambos con un tesoro muy valioso pero del que no se dice con claridad
en qué consiste.
En la versión de Wolfram no hay ningún cáliz de propiedades
sobrenaturales, sino que el Grial es una piedra, lapsit exillis, lo
cual significa posiblemente la Piedra de la Muerte, aunque esto es
pura especulación. Nadie lo sabe realmente. Otras explicaciones
quieren que esa piedra sea la que se desprendió de la corona de
Lucifer cuando éste fue precipitado de los cielos a la tierra o la
famosa Piedra Filosofal (lapis elixir) de los alquimistas. Dado el
contexto, esta última interpretación es la más probable: el texto en
conjunto abunda en símbolos alquimistas.
Según algunos autores el personaje Cundrie, la «mensajera del Grial»
en Parzival, representa a María Magdalena.51 (En 1882 ciertamente lo
entendió así Wagner, el autor de la ópera Parsifal, cuando Kundry
saca un frasco de «bálsamo» y unge los pies del protagonista para
enjugarlos luego con sus cabellos, como hizo la Magdalena.) Tal vez
podría intuirse alguna resonancia entre el cáliz del Grial y la
jarra de alabastro que lleva la Magdalena en la iconografía
tradicional cristiana.
No obstante, en todas las narraciones la búsqueda del Grial es una
alegoría del camino espiritual del héroe hacia la transformación
personal y aun la superación de ésta. Como hemos visto, no otro fue
uno de los motivos principales de los alquimistas serios. Pero el
carácter «herético» de todas las leyendas del Grial, ¿se explica
sólo por la presencia de ese subtexto alquímico?
A la Iglesia desde luego podía ofenderla gravemente la deliberada
omisión o negación de su autoridad salvífica y de la sucesión
apostólica que implican los relatos griálicos. El héroe actúa por su
cuenta, aunque con algunas ayudas ocasionales, en la busca
espiritual de la iluminación y la transformación. De manera que las
leyendas griálicas son, en rigor, textos gnósticos, por cuanto
subrayan que cada uno es responsable de la situación de su alma.
Además hay en todos los relatos griálicos otra cosa implícita y
mucho más
capaz de ofender la susceptibilidad de la Iglesia. Inevitablemente
la experiencia del
Grial se describe como reservada a los iniciados superiores, a los
más distinguidos
de entre los elegidos, y ello en un sentido que excede incluso la
trascendencia de la
Eucaristía. Es más, en todos esos relatos el objeto en sí,
cualquiera que sea, lo
guardan mujeres. E incluso en la leyenda céltica de Peredur, aunque
los donceles
ciñen espada, son las doncellas quienes llevan lo que podríamos
llamar el Grial
prototípico, la bandeja con la cabeza cortada. Pero ¿cómo es que se
asigna a las
mujeres un papel tan destacado en lo que era, a todos los efectos,
una forma
superior de la Misa? (Recordemos que los cátaros, cuya fortaleza de
Montségur fue
casi indudablemente el original del Castillo griálico de Wolfram,
tenían un sistema
de igualdad sexual en el sentido de que admitían tanto «sacerdotes»
conio «sacerdotisas».)
La relación con los templarios es la más corriente en los relatos
del Grial. Tal como han señalado varios estudiosos,52 la acusación
de que los caballeros rendían culto a una cabeza cortada —que sería
tal vez lo que llamaban Baphomet— tiene sus ecos en los romances del
Grial, por donde circulan cabezas cortadas en abundancia. como hemos
visto. Los poderes que los templarios atribuían al tal Baphomet,
según la inculpación, eran de tipo griálico: que era capaz de hacer
florecer los árboles y devolver la fertilidad a las tierras.53 De
hecho no sólo se les acusó de reverenciar esa cabeza sino que además
tenían, se dijo, un relicario de plata en forma de cráneo femenino
sin más rótulo que un simple caput (cabeza)
54
Al considerar las implicaciones de esa cabeza femenina y tras
«descifrar»
Baphomet como Sophia, Hugh Schonfield escribe:
Parece poco dudoso que la cabeza de una bella mujer representaba
para los templarios a
Sophia en su aspecto femenino y de Isis, y que la vinculaban a María
Magdalena en la
interpretación cristiana.55
Entre las reliquias de los templarios figuraba también, según se ha
dicho, un dedo índice derecho atribuido a Juan el Bautista. También
esto puede ser más significativo de lo que parece a primera vista.
Como hemos dicho en el capítulo primero, las escenas religiosas que
pintó Leonardo suelen presentar un personaje que levanta dicho dedo
en actitud intencionada, casi ritual, ese gesto tiene que ver con
Juan el Bautista, según todas las apariencias. Veíamos por ejemplo
que en La Adoración de los Magos dicho personaje se halla en actitud
reverente mirando un algarrobo al tiempo que hace el ademán. Ambos,
árbol y gesto, están vinculados a ese Juan. Y si Leonardo creyó que
la reliquia que decíamos estuvo en poder de los templarios, quizá
fue esa la razón material de que adoptase tal imaginería en sus
cuadros.
(En su Leyenda dorada, Jacobo de Voragine recogió una tradición
según la cual
el dedo de Juan el Bautista, única parte del cuerpo decapitado que
se salvó de su
destrucción a cargo del emperador Juliano, fue llevado a Francia por
santa Tecla;
de manera que podría existir algún motivo para creer que la reliquia
de los
templarios y la de la leyenda fueron la misma cosa. En una tradición
también
recogida por De Voragine, la cabeza del Bautista fue enterrada
debajo del templo
de Herodes en Jerusalén. Y los templarios excavaron allí.)56
Son numerosas las asociaciones de los templarios con el Grial. La
británica
Nina Epton, autora de libros de viajes, ha descrito en The Valley of
Pyrene (1955)
cómo subió a ver las ruinas del castillo templario de
Montréal-de-Sos en Ariège
para ver unos murales que representaban una lanza de la que se
desprendían tres
gotas de sangre, así como un cáliz: imágenes directamente tomadas de
las leyendas
griálicas.57
No menos sorprendentes fueron los graffiti encontrados en un
castillo de Domme que sirvió de cárcel a numerosos templarios. Ean y
Delke Begg describen una extraña escena de Crucifixión en la que
aparece a la derecha José de Arimatea (llevando además una cruz de
Lorena) que recoge unas gotas de la sangre de Jesús.
A la izquierda se veía una mujer desnuda y embarazada portando una
vara o
bastón.58
Hay otras asociaciones, todavía más curiosas. En
Saint-Martin-du-Vésubie, en Provenza, lugar renombrado por su Virgen
negra y porque tuvo un establecimiento templario, hay una tradición
que incorpora elementos interesantes de los relatos griálicos.59
Dice que todos sus templarios fueron ejecutados por decapitación
—historia muy improbable atendida la total ausencia de verificación
oficial—, pero ellos antes de morir maldijeron la tierra, los
hombres se volvieron impotentes o estériles, y las tierras se
convirtieron en eriales.
Cualquiera que sea la verdad del asunto,
consta históricamente que el duque Manuel Filiberto de Savoya mandó
exorcizar aquellas tierras en 1560 porque se hallaban en un estado
desastroso. Y hay una montaña vecina que lleva todavía hoy el nombre
de Maledia (aproximadamente traducible por «enfermedad»). Pero lo
más significativo de esa lamentable historia es que vincula a los
templarios decapitados con la esterilidad que afligió al país,
siendo éstos dos elementos principales del canon griálico. Algo
tenían las cabezas cortadas para los autores de esos relatos, o tal
vez una sola cabeza cortada, que traía la desgracia a la tierra,
aunque también podía favorecer a algunos y hacerlos ricos.
Desconciertan un poco, diríamos, tantas historias sobre el Santo
Grial y sus
diversos hilos colaterales, pero en su monumental estudio sobre las
leyendas
griálicas, The Hidden Church of the Holy Graal (1902), el gran
entendido en ocultismo
A.E. Waite supo distinguir la presencia de una tradición secreta
dentro del cristianismo, que subyace en todo el concepto de dichas
leyendas. Waite fue de los primeros que identificaron sus elementos
alquímicos, herméticos y gnósticos.
Aunque estaba seguro de que las leyendas del Grial contenían fuertes
indicios de
la existencia de tal «Iglesia oculta», no aventuró ninguna
conclusión definitiva
acerca de su naturaleza, si bien concedió lugar destacado en ella a
lo que él llamaba
«la Tradición Juanista [o Johánnica]».60 Con esto nos remite a una
idea sostenida
desde hace mucho tiempo en los círculos esotéricos y que se refiere
a una escuela
mística del cristianismo fundada por Juan el Evangelista y basada en
las
enseñanzas secretas que éste recibió de Jesús. Ese conocimiento
arcano nunca
apareció en el cristianismo externo o exotérico transmitido por las
enseñanzas de
Pedro. Según Waite, y vale la pena reparar en ese detalle, dicha
tradición llegó a
Europa por la Galia meridional, es decir el sur de Francia, antes de
filtrarse a la
primitiva Iglesia céltica de las islas británicas.61
Pese a los elementos célticos que contienen los relatos del Grial,
él opinaba
que la influencia juanista había tenido su origen en el Oriente
Próximo y que
fueron los templarios quienes la transmitieron. Astutamente se
abstuvo de postular
que ésa fuese la única conexión posible. ya que ésta no tiene
ninguna prueba
concluyente que la corrobore, si bien admitió que era la más
plausible. En cualquier caso estaba seguro de que los romances del
Grial se basaban en algún tipo de «Iglesia oculta» y relacionada con
los templarios.
La insistencia de Waite en esto de una tradición «johánnica» produce
algo de frustración en el lector, porque no desarrolla el tema y sus
fuentes quedan envueltas en el misterio. Pero es obvio que aporta
una idea seductora, la de la relación entre los temas griálicos y un
cierto san Juan... aunque todavía no se ha dicho cual de ellos, y su
identidad, que veremos en el capítulo siguiente, confiere sentido a
buena parte de la aparente confusión que rodea el asunto.
Los relatos del Grial vienen a ser una manifestación más de las
ideas clandestinas que circulaban por la Francia medieval bajo los
auspicios de los templarios, como también la veneración de Vírgenes
negras. Entre lo uno y, lo otro hay conexiones sorprendentes, por
ejemplo la derivación de temas paganos anteriores: la mitología
céltica en el caso de las leyendas del Grial, los santuarios de
antiguas diosas paganas en el culto de las Madonas negras. Y ambos
florecieron en los siglos XII y XIII como resultado del contacto con
los Santos Lugares a través de los templarios.
Éstos fueron un conservatorio de conocimientos sacados de muchas
fuentes esotéricas, entre ellas las alquímicas y la sexualidad
sacra. (La relación entre Vírgenes negras, templarios y alquimia fue
estudiada por el historiador francés Jacques Huynen en su libro
L’énigme des Vierges Noires, 1971) Y el «puente» entre esas ideas
exóticas y esotéricas y el mundo cristiano de su época lo encarnó la
imagen de una mujer: María Magdalena.
De todo eso han pasado muchos siglos. Los cátaros desaparecieron y
los templarios no tardaron mucho en seguirlos. ¿Habrá quedado
enterrado también bajo las cenizas de los siglos aquel conocimiento
secreto, aquella conciencia mística y alquímica de lo Femenino?
Tal vez no. Tal vez se ha convertido en el secreto más emocionante y
peligroso, todavía vivo en los subterráneos de la Europa de hoy.
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