El sexo es la vida. En él se encuentra el misterio de la vida en el hombre. Podemos considerarlo como el mantenedor de la llama vital en todo el cuerpo. Cuando se agota sobreviene la muerte.
Exotéricamente se considera al sexo solamente como un centro del cuerpo destinado a la reproducción y que por ende produce la diferenciación entre macho y hembra. Esotéricamente podemos considerarlo como un poderoso centro acumulador y productor de energía electromagnética que vibra continuamente en una forma similar a la electricidad. Esta energía emana directamente de la causa primera de todo origen, o sea Dios, y su misión es el mantenimiento de la vida. Es por esto que la vida emana del sexo y desde allí se transmite a los diferentes centros del cuerpo.
Nada menos que el misterio de Dios se oculta en el sexo, al ser éste capaz de crear y traer a la vida un nuevo ser humano que porta en su interior la chispa divina. Si Dios es nuestro padre, necesariamente tiene que manifestarse a través del sexo.
Como producto de la educación religiosa existe actualmente un concepto peyorativo del sexo que simboliza muchas veces algo obsceno y perjudicial para el individuo. Esto ha sido la causa de innumerables aberraciones de la libido. Es necesario devolver al sexo su verdadero papel de mantenedor de la vida y separarlo definitivamente del “pecado original”.
La educación sexual es importantísima ya que es indispensable que el ser humano aprenda a usar de su sexo conscientemente para crearse una vida mejor. Tanto hombres como mujeres sufren las consecuencias de su escasa educación sexual cuando llegan al matrimonio con errados y añejos conceptos, que los imposibilitan muchas veces para lograr una verdadera armonía sexual.
Esta falta de educación se manifiesta especialmente en la juventud, que por carecer de una adecuada guía psicológica sufre variadas desviaciones de la libido. Muchos se entregan a vicios solitarios y otros piensan que la mayor muestra de hombría es entregarse a una actividad sexual desenfrenada. De esto tienen en gran parte la culpa los padres, para quienes generalmente es “tabú” hablar de sexo delante de sus hijos. Esto los obliga a investigar por su propia cuenta, formándose en la mayoría de los casos complejos e inhibiciones de diversa índole.
Algo curioso es la poca importancia que se le concede al aspecto sexual, considerando que es el oculto móvil de una gran parte de las acciones humanas, como muy bien lo supo comprender Freud.
Según el principio hermético de generación, la vida es una eterna y continua generación. Nada puede existir sin que haya sido creado por dos fuerzas, una pasiva o femenina y otra activa o masculina. En el hombre se manifiesta con plena fuerza la parte activa o positiva de la energía creadora y es a causa de esto que no tiene control de sus estados instintivos, que en ciertos momentos lo sitúan en un nivel cercano al del animal que procrea impelido por corrientes magnéticas.
El sexo es el gran productor, regulador y director de la vida, pero es también el gran hipnotizador que mantiene a la especie humana en el estado maquinal del cual hemos hablado en páginas anteriores.
Dice la Biblia que la serpiente tentó a Adán y Eva para que comieran el fruto prohibido, y que a causa de haber cedido a la tentación fueron expulsados del paraíso. El paraíso simboliza aquel estado en que el hombre estaba en contacto permanente con su propio espíritu. La expulsión del paraíso representa la pérdida de contacto por la entrega a las pasiones desenfrenadas. Al entregarse el hombre a las pasiones y hacer uso de su sexo indiscriminadamente fue perdiendo poco a poco la facultad de percibir la realidad, ya que sus impresiones sensoriales fueron tantas y continuas que perturbaron su función mental.
Es curioso el simbolismo bíblico de la serpiente como causante directa de la expulsión del paraíso, ya que en esto se oculta un secreto relacionado directamente con la triste condición de máquina del hombre. Es muy conocida por los amantes de la literatura hindú y del yoga la importancia que se le concede a Kundalini o a la serpiente “dormida”. Se dice que es la energía que yace en estado latente en la base de la columna vertebral y que cuando se puede lograr el despertar de esta energía proporciona toda clase de mágicos poderes. Se ignora, sin embargo, que es justamente esta energía la que está actuando dentro del ser humano para mantenerlo hipnotizado e impedirle ver la realidad.
Cuando el hombre recién empezó a evolucionar como tal en la tierra, estaba dirigido por un espíritu colectivo que dirigía la propagación de la especie impulsando a las parejas a unirse en ciertas épocas del año únicamente.
Cuando adquirió el poder de procrear a voluntad en cualquier momento, se liberó del espíritu colectivo y empezó a tener cierto grado de independencia y libre albedrío.
Desde el momento en que el objetivo del acto sexual es el procrear un hijo, es un acto de creación, y da nacimiento cada vez que se ejecuta a una fuerza, buena o mala, de acuerdo con la calidad de la unión que se ha producido, es decir. si ha sido puramente animal o espiritual.
Cuando se produce solamente una unión de cuerpos y no de almas que es lo común, es lo mismo que si se produjera mecánicamente el estímulo de los centros sexuales originándose una perpetua insatisfacción. Solamente en la simultánea unión de cuerpos y almas reside el verdadero goce íntimo, espiritual y divino en la verdadera unión sexual. Ésta es la diferencia entre pecar y no pecar, en este problema. Pecan solamente aquéllos que se unen animalmente.
No basta que un matrimonio haya sido legalizado por la iglesia para que esté en gracia de Dios, ya que para la naturaleza no existen las leyes humanas. Desde el punto de vista de la naturaleza, que es perfecta, es un matrimonio toda pareja en la cual se haya formado el Aura matrimonial, que es la unión en los planos invisibles de sus cuerpos etéricos. Cuando no existe esta aura matrimonial, un matrimonio puede estar cien veces legalizado y bendecido por la iglesia, pero será una falsedad y una mentira, ya que habrá solamente un acoplamiento de cuerpos. Para los neófitos explicaré que el doble etérico es un cuerpo de materia sutil que existe en forma invisible y que va indisolublemente ligado al cuerpo físico, siendo su exacta réplica. Todas las alteraciones que se producen en el doble se manifiestan inmediatamente en el cuerpo.
Todo lo sexual gira en torno de una cosa: el magnetismo etérico. En todo contacto sexual hay un gran intercambio de magnetismo entre el hombre y la mujer. Esta vibración magnética influye poderosamente en la felicidad o desgracia del individuo. Una persona que tiene una vibración magnética de mala suerte, pesimismo, desgracia e infelicidad la transmitirá en el momento de la unión.
El magnetismo es el que produce la atracción sexual y el “enamoramiento”, y esto es lo que representa el símbolo de Eros o Cupido. Es a causa de esto que muchos supuestos enamoramientos terminan en forma repentina al producirse la descarga magnética ya que el amor en su vulgar manifestación es solamente una embriaguez o saturación de magnetismo etérico. Por supuesto que esto no es el verdadero amor, solamente es una condensación magnética.
En el terreno de la atracción amorosa mientras más magnetismo posea una mujer, más atraerá al sexo opuesto, aunque su físico sea poco agraciado. Lo que se ha llamado “sex appeal” es el poder atractivo del magnetismo que se manifiesta en una forma invisible e impalpable. Es corriente ver mujeres muy bellas que no tienen poder atractivo sobre el hombre por carecer de magnetismo etérico sexual.
Hay personas que por herencia, por llevar una vida sana, y por disfrutar de mucho autodominio son grandes acumuladores de magnetismo, son verdaderos imanes naturales con poderes atractivos, tanto en lo económico como en lo sentimental.
Hay mujeres en cambio que viven siempre huérfanas de amor a pesar de ser agraciadas físicamente, porque les falta el poder magnético atractivo. Si llegan a contraer matrimonio no son capaces de retener al hombre por mucho tiempo y éste termina abandonándolas.
Voy a dar aquí algunas clases para que tanto hombres como mujeres puedan formarse un caudal de energía electromagnética que les ayude a triunfar en la vida.
El poder magnético sexual se pierde por tres cauces principales que es necesario eliminar a fin de que se produzca una gradual acumulación. Estos cauces son: emociones negativas, deseos desenfrenados, y estados imaginativos negativos.
Existe una estrecha relación entre el estado emocional y el instintivo. Una mujer que atraviesa por una crisis de celos, por ejemplo, está derrochando su magnetismo en forma desmedida, con lo cual pierde su atractivo ante el hombre y se envejece prematuramente, porque la vida se está yendo de ella. La mujer celosa, irritable y dominante expulsa toda su energía sexual a través del corazón quedando gradualmente vacía de atractivos.
Para que una mujer pueda atraer poderosamente a los hombres debe conseguir antes que nada un gran dominio sobre los sentimientos, a fin de que el corazón no disperse el magnetismo producido y acumulado por el sexo. Una vez alcanzado el dominio sobre su ser anímico debe alcanzar control sobre su ser instintivo y su imaginación. Logrado esto, tendrá todo al alcance de la mano. El hombre, por el contrario, debe dedicar preferente atención a la educación y dominio de su aspecto sexual, que es su punto débil o lado flaco.
En la educación de los deseos encontramos también una gran fuente de energía. Si una persona rehusa la satisfacción de un deseo en forma transitoria y logra mantener viva esta corriente de fuerza, consigue con esto aumentar su caudal de energía magnética. Ilustraré esto con un ejemplo: un sujeto recibe una muy buena noticia. Su primer impulso es correr a contársela a sus amigos y familiares. Si pospone conscientemente este deseo durante algunos días, acumulará cierta cantidad de magnetismo.
Imaginativamente es necesario lograr cierto estado de control que elimine los cuadros negativos y morbosos, dando cabida solamente al optimismo y la alegría.
El hombre que desea atraer a una mujer debe ser sincero, galante, comprensivo, fuerte pero sensible, masculino y viril. Debe tener una mente poderosa y despierta, ya que si en la mujer la belleza está en el físico y en el alma, en el hombre está en su inteligencia. Mientras más inteligente es un hombre más bello aparece a los ojos de una mujer.
La mujer busca antes que nada apoyarse en el hombre, en todo sentido y por lo tanto él debe estar presto a suministrarle la fuerza de la cual ella carece. El hombre y la mujer encarnan los dos grandes principios de Fuerza y Belleza.
La mujer que quiere atraer y retener a un hombre debe desarrollar las siguientes cualidades profunda femineidad, dulzura, comprensión y belleza del alma. Debe ser esposas amante, amiga, hermana y madre. En ningún momento debe sentirse el hombre atado a su compañera o privado de su libertad.
La clave de la felicidad en las parejas reside en la tolerancia mutua, estando más dispuestos a dar que a recibir.
Sin embargo, a fin de que pueda existir una perfecta armonía sexual en una pareja es necesario borrar o eliminar todas aquellas heridas instintivas y anímicas que han recibido en el transcurso de sus vidas. Éstas son las que causan el mayor porcentaje de fracasos matrimoniales. Es corriente, por ejemplo, ver al hombre que ha sido muy mimado por su madre en la niñez buscar una mujer que asuma dicho papel, a la que exige las mismas atenciones que la madre al hijo. También es común el caso de la mujer que busca un sustituto del padre. En esto influye mucho la primera experiencia sexual, que es la que marca el rumbo de la futura vida. El hombre que se ha iniciado con una prostituta por ejemplo, buscará al contraer matrimonio una mujer equivalente a las vendedoras de amor.
Si en el hombre es importante la primera unión sexual, en la mujer marca esta primera comunión el verdadero y decisivo rumbo que seguirá su vida posteriormente, marca su felicidad o desgracia, ya que la mujer en estado virginal es semejante a una página en blanco que estuviera esperando ser escrita.
Un caso muy común es aquél en que la mujer ha llegado muy ilusionada a la noche de bodas, pero que ha sido brutalmente poseída por un hombre instintivo y pasional, lo cual ha creado en ella una profunda aversión subconsciente al hombre. Si posteriormente busca la felicidad con otro, surgirá siempre el fantasma de su primera experiencia, que puede llegar a provocarle una completa frigidez.
Otra desviación de la libido muy frecuente en la mujer es el autoerotismo, o sea cuando busca excitarse a sí misma por medio de imágenes eróticas de celo para multiplicar el placer en el acto sexual. Lo mismo busca aquélla que provoca riñas para entregarse al hombre en el momento supremo y pasar bruscamente al deleite amoroso.
Todos estos refinamientos o complejos sexuales deben ser borrados del subconsciente por una higiene mental adecuada y por medio de una rígida auto-disciplina. Cuando la voluntad no sea capaz de conseguir esto, debe someterse el afectado a una persona que sepa cómo borrar estas impresiones de sus neuronas cerebrales, lo que en casos difíciles puede lograrlo solamente un psiquiatra iniciado en el gran misterio de la mente.
Las imágenes eróticas de una mujer influyen de tal modo en su compañero que éste puede llegar a engañarla si la mujer lo imagina, ya que le traspasa su vibración imaginativa obligándolo a actuar así.
Una vez desaparecidas todas las grabaciones negativas se produce una unión natural, sana y equilibrada que es la única que lleva a la armonía y a la felicidad.
Otro caso que debo citar por la importancia que reviste, es el de la mujer masculina.
La masculinización se produce en una mujer cuando ésta se une a un hombre débil de carácter y ella es fuerte y dominadora. Poco a poco se va haciendo más activa y masculina, y el hombre, más tímido y apocado, ya que ella le va absorbiendo todo el magnetismo masculino dejándolo solamente con magnetismo pasivo o femenino. Lo masculino que esta mujer absorbe va desarrollando en ella marcadas características masculinas: fuerza, poder y dominio, agresividad, impulsividad, don de mando, audacia y decisión, y el hombre se va haciendo cada vez más femenino, hasta que llega el momento en que es incapaz de tomar decisiones y le entrega totalmente las riendas del hogar a la mujer. Si este matrimonio tiene hijos varones, también serán ellos víctimas de este torbellino de absorción en que se ha transformado esta mujer, y caerán totalmente bajo su influjo acusando marcadas características femeninas, ya que su magnetismo masculino ha sido tomado por la madre. Esta absorción puede llegar a conducir a estos niños a la inversión sexual.
Ni el hombre ni la mujer se dan cuenta de que exhiben en su carácter ciertos rasgos pertenecientes al sexo opuesto. El hombre, por ejemplo, muestra los siguientes aspectos que deberían ser privativos de la mujer: celos, indecisión, miedo, volubilidad, pasividad e histeria, por citar solamente algunos; la mujer, ansias de dominar al hombre, deseando transformarlo y poseerlo.
Todo esto oculta un gran secreto de los muchos relativos al magnetismo, y este secreto es que tanto el hombre como la mujer tienen un cierto porcentaje del sexo opuesto.
Los verdaderos y sinceros estudiantes sabrán comprender este arcano en toda su magnitud.
El correcto empleo del sexo es la base del desarrollo espiritual oculto. Causa lástima ver a todos aquellos aprendices de ocultistas que creen que basta cantar mantrams, hacer respiraciones yogas o entonar plegarias al altísimo para alcanzar la iluminación. Es sensible igualmente ver a aquéllos que buscan el desarrollo a través de ciertas tradiciones hindúes que imponen el celibato a los hombres, como medio de alcanzar supuestos poderes mágicos, terminando muchos de ellos por feminizarse o invertirse por haberse despolarizado magnéticamente.
Prosiguiendo con el tema de lo sexual es necesario denunciar el crimen que se comete contra criaturas durante el período de embarazo de la mujer, ya que ésta continúa teniendo relaciones sexuales con su marido después de haber quedado encinta.
Aquel ser que está dentro de la madre recibe en ese momento una fuerte corriente de energía sexual que queda profundamente grabada en su frágil naturaleza, provocando después de su nacimiento un despertar sexual prematuro y toda clase de desequilibrios emocionales, como asimismo la inversión sexual.
En este delicado período la mujer debería abstenerse de todo tipo de emociones fuertes, de disgustos y malos ratos y alejarse de ambientes depresivos. Es sensible que el hombre no haya estudiado a fondo el arte de mejorar su propia especie, dedicándose en cambio a perfeccionar algunas razas de animales.
Para terminar este capítulo daremos la clave del magnetismo sexual:
El hombre es lo activo, aquello que da, aquello que busca y necesita estar dando continuamente.
La mujer es lo pasivo que busca continuamente absorberlo o tomarlo todo dentro de ella para concebirlo.
Él es el creador y ella la coaguladora.
Estas dos fuerzas dan origen a una tercera que es el hijo.
De la unidad nace el Binario y posteriormente el ternario.
El Binario para alcanzar la perfección debe convertirse en unidad
Estudiando el magnetismo activo y pasivo, se llegará a comprender el verdadero sentido de la unión entre hombre y mujer.
Dios es Todo. Todo lo que existe y lo que no existe está dentro de Dios. Nada puede existir fuera de Él.
Desde el punto de vista hermético denominaremos a Dios la gran mente universal, o sea, la esencia de la cual todo ha salido y a la cual todo volverá. El principio vital que se encuentra tanto en el mineral, el vegetal o el hombre. Todo lo que existe en el Universo, sea materia o energía, está formado en esencia por mente, la energía única, infinita y eterna que se manifiesta en lo infinitamente pequeño y en lo infinitamente grande. Como todo lo que existe ha salido del todo, éste es cual matriz que posee en él la forma de todas las cosas. El Todo es la realidad sustancial que se oculta tras todas las manifestaciones de vida. Es el gran padre-madre que se creo a sí mismo, que ha existido siempre y que siempre existirá.
Dios creó la vida para crecer en conciencia e inteligencia, que capta a través de las múltiples experiencias del hombre, que es la manifestación más perfecta de esta esencia universal.
En el Universo entero vemos que todo está en un continuo flujo y reflujo, todo cambia y evoluciona, todo nace y todo muere, pero la energía substancial o mente crece constantemente y se expande hacia lo infinito manteniéndose inmutable en su esencia.
Dios es infinito, eterno, absoluto e inmutable y por lo tanto todo lo finito, mudable y transitorio no puede ser el todo, y como en realidad nada existe fuera del todo, lo que es finito o transformable “no es nada”, o sea, es ilusorio.
De allí que el Ocultismo sostiene que “todo es ilusión”, ciertamente que en relación a lo absoluto, ya que con relación al hombre es real todo lo que él percibe a través de sus sentidos.
Igualmente en relación a la conciencia del hombre todo es ilusión.
Desde el punto de vista de lo absoluto, por ejemplo, el tiempo no existe, pero vemos que para el hombre es una realidad.
El Universo está compuesto por realidades relativas y realidades absolutas.
Esto se explica porque todo es materia y al mismo tiempo todo es energía.
La materia no es otra cosa que energía en un estado vibratorio más denso. Materia y energía representan los dos polos de la manifestación de la mente. Materia como la vibración más densa y espíritu como la más sutil.
Todo el Universo es una creación mental por la cual podemos afirmar que existimos dentro de la mente de Dios.
Desde el momento en que reconocemos que Dios es Mente y que la mente se manifiesta en el hombre, comprendemos la posibilidad que tiene de llegar a unirse a aquella gran inteligencia.
Éste es el estudio del Ocultismo: la educación del individuo para que pueda manifestar en toda su potencia la chispa divina que lleva dentro de sí mismo, o sea, la parte de la gran mente universal que vive dentro de él.
La concepción de Dios es tan vaga y absurda para la generalidad de las personas, que debe ser difícil para ellas el comprender a Dios en la forma bajo la cual lo hemos presentado que es la única que la razón, la lógica y la ciencia permiten.
Los ateos que no creen en Dios son dignos de compasión ya que niegan su propia existencia, niegan el aire, el sol y la vida.
El concepto más difundido de Dios es el de un viejito de barba blanca que se encuentra en el cielo, cielo al cual van todos los que no han pecado y donde elevarán eternamente alabanzas al Señor.
Esta idea está muy bien para todos aquellos perezosos que no quieren molestarse en pensar acerca de Dios o acerca de sí mismos y que prefieren aceptar los diferentes dogmas que les dan las religiones. Aquél que desea llegar a conocer a Dios plenamente debe dedicarse a estudiar todas sus manifestaciones a fin de llegar a comprenderlo en esencia. Desde el momento en que el hombre es la manifestación más perfecta de la Gran Mente Universal, es necesario que emprenda un concienzudo estudio de sí mismo para llegar a conocer a Dios en la medida en que su estado conceptual se lo permita.
La clave maestra para el estudio y conocimiento de Dios es el aforismo hermético "todo es mente, el Universo es mental".
Si llegamos a comprender claramente que “todo es mente” habremos dado un gran paso adelante en la investigación de los misterios de la vida. Esta energía que llamamos Dios se manifiesta en forma de una doble fuerza, creadora por un lado y destructiva por otro. Una y otra se equilibran mutuamente. La fuerza creadora está permanentemente creando y dando vida, generando. La fuerza destructiva busca en todo momento destruir para dar origen a formas de vida más perfectas. Aquello que el vulgo llama el diablo no es otra cosa que la contraparte o sombra de Dios. Si aplicamos el aforismo hermético que dice: “como es abajo es arriba y como es arriba es abajo” podemos ver que el Universo entero, con sus planetas, galaxias, soles, Dioses, etc., se encuentra en una forma equivalente dentro del hombre, y con más razón la fuerza creadora y destructiva.
Al orar, el hombre se pone en contacto con la energía de Dios que está dentro de él y de ahí que es absurdo pretender encontrar a Dios en lo externo, cuando se encuentra dentro del hombre. Todo lo positivo emana de la energía creadora de Dios. El amor, la alegría, el optimismo, la serenidad, el deseo de ayudar a los demás, son manifestaciones de la divina fuerza generadora. El desaliento, el pesimismo, las ideas negras, el odio, los celos, el amor posesivo, son manifestaciones de la fuerza destructiva o desintegradora. De ahí la importancia de ponernos en contacto solamente con la parte generadora de Dios, para poder evitar la acción de la fuerza desintegradora que es la que provoca la vejez y la decrepitud. La melancolía y la tristeza, por ejemplo, son fuerzas poderosamente destructivas que van minando poco a poco la reserva de energías positivas del organismo, hasta llegar a producir enfermedad y muerte. La alegría, en cambio, es una poderosa fuerza positiva con la cual debemos procurar ponernos en contacto en todo momento. Debemos regocijarnos con las cosas simples de la Naturaleza, gozar con el aire fresco de las mañanas, el canto de los pájaros y el florecer de los árboles.
La Naturaleza es la manifestación de la parte femenina de Dios en la tierra, la abundancia, la fuerza concebidora, el poder pujante de la vida lujuriosa. Todos los secretos más grandes de la vida están en la Naturaleza, y ella es como un libro abierto para quien sabe leer en él, para quien sabe penetrar en el arcano de sus múltiples manifestaciones. La Naturaleza es nuestra amante madre que en todo momento vela por el bienestar de sus hijos, pero el hombre al quebrantar sus leyes se pone en contra de ella y pierde su protección. Entre el vulgo existe la equivocada creencia fomentada por ciertas religiones de que Dios nos castiga cuando pecamos, y estas religiones van todavía más lejos, arrojando al infierno a quien no comulga con su dogma. Dios, como fuerza espiritual de toda vida y todo amor, está constantemente iluminándonos, tal como el sol alumbra al pecador, al santo o al criminal, y llega con su luz a todos por igual. ¿Es que puede acaso existir Dios como una entidad vengativa y de cambiante humor cuyo favor puede conquistarse con plegarias? Dios como fuente infinita de vida y amor busca en todo momento nuestra evolución espiritual y nuestro bien, pero como creador y mantenedor de la vida ha puesto en movimiento una serie de leyes que son indispensables para el mantenimiento de la vida, y el hombre al quebrantar estas leyes quiebra la armonía de la vida que hay dentro de él, y encuentra el dolor y la miseria, es decir, se castiga a sí mismo al ir en contra de la Naturaleza. Es curioso el olvido en que se mantiene a Dios en todo momento, recurriendo a Él solamente para pedir egoístas posesiones materiales o para realizar deseos pasionales de todo tipo. En caso de una guerra o de cualquier catástrofe de magnitud, ya sea ésta personal o colectiva, todos claman inmediatamente a Dios y apenas esta catástrofe pasa se olvidan nuevamente de Él para entregarse a los placeres materiales.
Sin embargo, intuitivamente el deseo y anhelo más profundo de cada ser humano es el de unirse a Dios, o sea, de encontrarse a sí mismo. Unos buscan la senda del misticismo y el dominio de los deseos y otros eligen el terrible camino de la embriaguez sensual y material. Desde el criminal al santo, desde el sabio al mendigo, todos buscan instintivamente encontrarse a sí mismos y tienden hacia una unión con la divinidad.
La única manera sabia de encontrar a Dios es por la práctica de las más altas virtudes espirituales, practicando el amor hacia todos los seres humanos sin distinción de casta o color, sirviendo y ayudando al prójimo en la medida de las propias fuerzas, siendo tolerante, respetuoso, buen ciudadano, buen amigo, buen padre y buen hijo. Practicando todas las virtudes a que puede aspirar el hombre como representante de Dios en la tierra, pero practicándolas de corazón sin convertirse en sepulcros blanqueados como aquéllos que se adornan con grandes virtudes mientras la podredumbre y el mal anidan en su alma.
Que recuerde el que desee encontrar a Dios que la mayor sabiduría que existe es “amaos los unos a los otros”, que recuerde que mientras más grande sea, mayor deberá ser su humildad para ayudar y alternar con el prójimo. Que no olvide jamás que el orgullo, la vanidad y la soberbia son los enemigos por excelencia del ser humano.
A Dios se llega solamente por una puerta que dice en su frontis: amor y servicio.
A fin de poder actuar con éxito en la vida y practicar sabiamente el “arte de vivir” es necesario tener conocimientos elementales sobre la vida y la muerte, como asimismo saber qué cosa es el destino.
Si aceptamos que el hombre tiene un espíritu y un cuerpo, veremos con toda lógica que si el cuerpo envejece y muere, el espíritu en cambio se mantiene perpetuamente joven y es inmortal.
¿Puede acaso morir Dios que es el que se desdobla en nuestros espíritus? La eterna pregunta que surge inmediatamente al considerar este asunto de cuerpo y espíritu es el por qué nos vemos obligados a vivir en un cuerpo material cuando podríamos vivir eternamente en estado espiritual.
La razón de la encarnación del espíritu en un cuerpo debemos buscarla en Dios. Como espíritus somos parte de Dios y debemos cooperar a su gran obra de perfección y expansión de sí mismo. Por un lado nos perfeccionamos en todo sentido por las múltiples experiencias que debemos afrontar en nuestra vida, y por otro lado representamos a Dios en la tierra al hacer evolucionar a la materia. La gran obra humana es dar conciencia o mejor dicho espiritualizar la materia.
Como son muchas las experiencias por las cuales debe el hombre pasar previamente al logro de la perfección espiritual, antes de llegar a adquirir conciencia suficiente para comprender a Dios, el espíritu debe encarnar en muchos cuerpos para tener diversas experiencias y esto es lo que se conoce con el nombre de reencarnación.
En esta sucesión de vidas la Naturaleza obra sabia y piadosamente borrando de nuestra mente todos los recuerdos, que quedan grabados solamente en forma de experiencias o capacidades potenciales en el individuo.
Es necesario aclarar que la reencarnación no existe para todos los seres, ya que hay muchos que no se reencarnan porque no existe nada en ellos que sobreviva a la muerte del cuerpo físico. Al morir se desintegran y son reabsorbidos por su fuente original o Gran Alma Universal.
En el espacio adyacente a la tierra se encuentran los espíritus de todos aquéllos que habiendo ya pasado por el proceso de purificación posterior a la muerte, se encuentran ya listos para nacer nuevamente a la vida material.
Estos espíritus se encuentran vibrando a diferentes alturas que están en relación directa al estado de conciencia que han llegado a alcanzar. Los inferiores se encuentran a pocos metros de la tierra, y aquéllos que han llegado a alcanzar el desarrollo conceptual de un Einstein, por ejemplo, están más allá de la estratósfera. Cuando una pareja se une en el acto creador lanzan un verdadero relámpago electromagnético hacia el espacio, relámpago cuya magnitud está en directa relación a la calidad moral, afectiva y espiritual de ambos. Si este relámpago llega por ejemplo a 500 metros de altura cogerá de entre los Egos que allí se encuentren al que esté en mayor armonía vibratoria con los Padres. Esta fuerza electromagnética absorbe a este Ego como un gigantesco imán y lo hace penetrar por la cabeza del padre hasta llegar al espermatozoo y penetrar en la madre. Cuando pasa a través del padre se compenetra de la vibración espiritual-mental de éste y la vibración de la madre la recibe durante los nueve meses de la gestación.
Este período gestatorio es el más importante en el destino que tendrá el por nacer, ya que recibirá una constante descarga de diversas vibraciones a través de la madre, vibraciones que influirán fuertemente en su vida futura en la tierra.
En el momento en que la criatura nace y respira por primera vez es cuando comienza su vida terrestre, y en ese momento se graban en ellas las vibraciones de los rayos cósmicos que bombardean en todo instante la tierra. Esta combinación de rayos cósmicos condicionada por las diferentes posiciones planetarias forma en parte lo que llamamos el Destino.
El Destino está formado por cuatro causas principales: 1) el karma que se trae de otras vidas, es decir el conjunto de acciones buenas o malas que se han ejecutado anteriormente y cuyos efectos deben cumplirse en esta vida; 2) lo que se recibe de los padres; 3) lo que se recibe por la posición de los astros en el momento de nacer, y 4) el conjunto de experiencias por las cuales se pasa antes de los 33 años de edad, que es la época en que se empieza a vivir aquello que uno mismo se ha creado en la juventud.
Durante toda la vida el hombre es un mero esclavo de su destino y se limita a vivir completamente inconsciente de esta esclavitud.
El proverbio oriental “todo está escrito” es de una gran sabiduría ya que efectivamente los jueces ocultos o Arcontes del destino, que son las potencias divinas que dirigen los destinos humanos, determinan antes de nacer el individuo toda su vida en la tierra, es decir el destino.
El hermetista puede predecir el futuro de una persona por medio de la observación del mapa del destino, que le ha sido trazado antes de encarnar.
Tanto al mendigo como al Rey les ha sido asignado su destino a fin de que atraviesen por experiencias que les son necesarias para su evolución.
Cuando el hermetista logra alcanzar un elevado estado de conciencia se hace dueño de su propio destino, porque llega a conquistar las fuerzas que tratan de impulsarlo a la realización de experiencias que él ya no necesita por haberse hecho consciente.
Ésta es la diferencia más notable entre el iniciado y el hombre que no conoce las leyes de la Naturaleza; uno vive plenamente consciente y sabe perfectamente hacia dónde va, y el otro es cual hoja llevada por el viento.
Una vez que el hombre termina el ciclo de vida terrestre que le ha sido asignado en su presente cuerpo físico, sobreviene la transformación que llamamos muerte, que es solamente el nacimiento a una nueva vida.
Al producirse la separación entre el espíritu y el cuerpo se nace a la vida en el campo de la energía, vida totalmente distinta a la física ya que allí no se puede disfrutar de los goces materiales a que se estaba acostumbrado.
Como es ley que los hijos se alimenten de los padres, el recién desencarnado tendrá que enfrentarse a todas las formas mentales nacidas de sus pasiones, deseos y sentimientos mientras vivió en la tierra.
De ahí ha nacido la creencia en el infierno, ya que esto es un verdadero infierno para aquéllos que se han entregado a las bajas pasiones humanas, porque se le presentan sus hijos espirituales bajo la forma de horribles demonios que tratan de seguir alimentándose de él. A fin de poder evolucionar debe vencer todas sus malas inclinaciones y debilidades hasta llegar a la desintegración de sus hijos pasionales.
Una vez realizado esto, pasa por un período de descanso en planos superiores hasta que se encuentra apto para volver a la vida nuevamente.
Aquél que ha llevado en la tierra una vida pura y noble se encontrará al morir rodeado de ángeles que son sus propios hijos espirituales que lo ayudarán a elevarse en los planos invisibles.
Para aquél que no se ha preocupado de cultivarse espiritual y moralmente, la muerte es una perpetua amenaza y se aparece a sus ojos como algo horrible. No sucede lo mismo con quien ha llegado a alcanzar un estado de conciencia más elevado, ya que para éste la muerte representa una nueva vida y no le teme en absoluto porque está seguro de haber procedido siempre de acuerdo con los dictados de su conciencia.
Los incrédulos y materialistas dudan de que exista otra vida después de la muerte y sostienen que después de muerto todo se acaba.
Estos “pensadores” no se molestan en razonar de acuerdo con la ciencia que sostiene que nada se pierde en el Universo, que todo se transforma.
Nada muere, todo pasa a otro estado de existencia.
¿Puede morir una palabra después que ha sido pronunciada? ¿Puede morir un pensamiento?