Podemos ver a través del estudio del hermetismo, como el sapiens pierde lo mejor de su vida al no poder obtener para sí mismo, valores realmente perdurables. La felicidad que busca, se le escapa de las manos, y queda sólo el goce pasajero del instante de placer. La comprensión de este fenómeno, convierte, por lo general, al individuo, en un cínico materialista, cuya principal creencia es que “hay que pasarlo bien mientras se pueda, porque después de esta vida no hay otra”.
Esta es en verdad, la meta más perseguida por la gente: “pasarlo bien”. Sin embargo, poco a poco, al ganar en años y experiencia, el sujeto se da cuenta que no ha logrado de ninguna manera la felicidad, ya que si “lo ha pasado bien”, estos momentos han sido sucedidos por otros de dolor, sufrimiento, y vacío interior. Por lo general, la gente piensa que le falta algo específico en su vida para ser feliz, y que al conseguir esto, lograrán su dicha.
Cuando consiguen la realización de su deseo y continúan tan infelices como antes, se vuelven cada día más materialistas e insensibles, o bien, se entregan a un irreal misticismo religioso o filosófico.
Nada es más temible que hacer un balance de qué es lo que se ha sacado de la vida, fuera de subsistir, sufrir o gozar, o qué es lo que uno ha hecho por los demás. El ingenuo, puede fácilmente llenar su columna del haber con sus títulos profesionales, sus posesiones materiales, su dinero, su familia o los conocimientos que ha logrado obtener.
Sin embargo, la fría realidad es que el individuo no es dueño de nada, a no ser que tenga la seguridad de que lo que posee, perdurará. Solamente puede, en las condiciones ordinarias, hacer un listado de las cosas que la vida le ha entregado en administración, y aun en ese caso, ignora el plazo de expiración de dicho mandato.
En realidad, el sujeto obtiene de la vida, para sí mismo, Sólo aquello que puede conservar indefinidamente, más allá de la muerte. Esto (el obtener algo para sí) significa darle un sentido individual a la vida; representa adueñarse de algo íntimo y personal, lo cual constituye, en buenas cuentas, el fruto de la Vida.
Cada cual debe preguntarse,
¿Qué fruto he obtenido de la vida?
¿O es suficiente conformarse con vivir?
¿Lo que yo creo haber obtenido, lo tengo realmente?
¿O puede deshacerse mañana mismo como una pompa dé jabón?
Muchos pensarán que este modo de reflexionar es muy egoísta, pero debemos pensar que es tanto o más necio el no lograr nada para sí mismo, como el excesivo egoísmo. Darlo todo a cambio del aire que se respira, y por los alimentos y comodidades que se precisan para mantener el cuerpo con vida, puede ser muy romántico y poético, pero tremendamente inconveniente, ya que representa la esclavitud eterna.
Al decir eterna, usamos esta palabra en el sentido del tiempo cósmico, que al compararlo con el terrestre, es realmente interminable. Esto lo podemos comprobar en los sueños, ya que en ese instante el individuo tiene entrada al tiempo cósmico, y es por eso que en treinta segundos terrestres puede soñar el argumento de una vida entera, desde el nacimiento a la muerte. Este mismo concepto puede aplicarse al “tormento eterno del infierno”.
Muchas personas se burlan del hermetismo, ocultismo y todo lo esotérico, pero generalmente, ninguna de ellas ha tenido una experiencia directa en la materia, y solamente hablan de oídas o por prejuicios. Algunos se sienten orgullosos de su intelecto, y se apoyan en su razón para descalificar lo hermético.
Es de esperar que quienes lo hacen así, estén absoluta y completamente seguros que razonan efectivamente, y que no caen en alguna de estas clasificaciones del pensamiento crítico:
Los que creyendo estar despiertos, sueñan.
Los que imitan ciegamente, depositando una fe implícita en otras personas, sistemas o instituciones, para liberarse del trabajo de pensar por sí mismos.
Aquéllos cuyas pasiones ocupan el lugar de la razón. Se trazan de antemano una línea, y no atienden a ninguna razón ajena ni propia que no esté dentro de esta línea, o que halague su estado de ánimo, vanidad o interés.
Aquéllos que adoran sus propias ideas como imágenes sagradas. Nuestras ideas nos pertenecen desde tiempos inmemoriales e ignoramos cómo se insinuaron sutilmente en nuestro cerebro. No permiten jamás que alguien las profane o discuta. No hay que olvidar, que por lo general, la mayor parte del razonamiento del individuo consiste en encontrar argumentos para continuar creyendo lo que ya cree.
Otros, negarán ciegamente su posible dependencia de un “computador central”, aduciendo que “ellos hacen lo que quieren” (no se dan cuenta que quieren lo que el computador central los hace querer). Basta analizar a fondo las motivaciones individuales, para comprender que todo se hace bajo una presión interna o externa. Idea, sentimiento, impulso o acción, son siempre compulsivas; jamás nacen de un supremo acto de superior y libre raciocinio.
Una razón general para sostener una idea de la propia libertad, es el argumento de mostrar una larga lista de todas las cosas que se han realizado en la vida. Sin embargo, cabe preguntarse, ¿las hicimos verdaderamente, por propio deseo o nos obligaron a hacerlas a pesar de nosotros mismos? ¿Deseamos tal cosa o nos obligaron a desearla?
Existen algunas reflexiones muy simples, que debieran llevar, a cualquier sujeto que medite en ellas, a la conclusión de que la escala de valores del sapiens está tremendamente distorsionada.
Veamos algunas:
La ciencia no hace la verdadera felicidad del ser humano; sólo le brinda comodidad, placer y técnica.
La inteligencia no desarrolla ni forma “contenido” en la persona.
La naturaleza interna del ser humano no evoluciona apreciablemente durante el curso de la historia.
El hombre ignora la mayor parte de lo relacionado con su naturaleza interna.
La especie humana no tiene con quién compararse, salvo con los animales, por lo que carece de puntos de referencia en relación a su propio valer o a su verdadera posición en la escala cósmica.
Cada persona debe sacar sus propias deducciones de estos pensamientos.
Es preciso considerar que el hermetismo no se dedica puramente a mostrar “cuán mal” está el sapiens, o lo “poca cosa” que es sino que tiene un plan bien definido para la raza humana.
El hecho de señalar la verdadera posición del sapiens como “un animalito de poca importancia” ante la grandeza universal, y cuyo único valor reside en la posesión de la chispa divina, tiene un objetivo creador y no destructivo. Tratamos de que la persona, a través de la reflexión, perciba la celda sin barrotes en la que se encuentra, ya que éste es el único modo que nazca en ella el deseo de escapar.
Mientras un sujeto crea que “todo está bien”, y que él mismo “está muy bien” no habrá ninguna posibilidad de que evolucione realmente. Ésta es la causa por la cual muchos místicos sintieron nacer repentinamente su inquietud espiritual por lo general después de haber atravesado experiencias tremendamente dolorosas que obraron en ellos como un shock positivo, despertándolos de su letargo sonambúlico.
El objeto del sufrimiento es hacer que despierte la conciencia del individuo. No obstante, hay muchos tan fuertemente dormidos, que el sufrimiento sólo los embrutece aún más, resultando absolutamente improductivo.
Existen muchas personas que tienen una actitud puramente devocional hacia el hermetismo, pensando que basta “ser muy espiritual” para progresar en el camino, y que estos sujetos “espirituales” (según su propio concepto) serían los más preparados para ascender a niveles superiores. Piensan que el avance se logra por una especie de “contacto” con el cielo o con los “poderes ocultos”, o que basta sacrificarse sirviendo a la humanidad para conseguirlo todo.
En verdad, la gran “desventaja” del hermetismo reside en el hecho de que es el camino de la inteligencia pura, y si el estudiante no desarrolla su inteligencia y conciencia a los niveles requeridos, no hay evolución posible. Otra valla enorme para la gente consiste en que es preciso trabajar mucho, ya que lo hermético es el camino de la “autosalvación” y nadie quiere salvarse a sí mismo, seguramente por flojera y desidia.
Prefieren ser “salvados por Cristo”, aunque esto se verifique sólo en sus cerebros alucinados; ser salvados por la “magia”, o por los tripulantes de “platillos voladores”. Uno de los motivos por los cuáles la gente no toma la decisión de salvarse, es porque no sabe de qué es lo que hay que salvarse, pensando que todo en la tierra es como efectivamente parece ser.
Los “ocultistas profesionales” o eternos estudiantes del esoterismo, tienen siempre la esperanza de encontrar algún día a quien les abra el “tercer ojo”, por ejemplo, creyendo que en eso reside todo el secreto mágico. Para ellos diremos que el “tercer ojo” sólo proporciona visión de las proyecciones energéticas del ser humano, sin brindar, ni remotamente, el menor adelanto o progreso espiritual. Además, señalaremos también el carácter puramente simbólico de la supuesta “operación” de apertura del “tercer ojo” con la cual Lobsang Rampa escondió el verdadero misterio de lo que los hindúes llaman Maya Virrupa, cuya traducción más aproximada sería “camino de ilusión”.
El fabuloso unicornio, animal mitológico con un cuerno en la frente, representa esto mismo que estamos hablando. La persona que desee operar con su “tercer ojo”, debe desarrollar este “cuerno” en medio de la frente.
También se ha hecho mucho caudal del desdoblamiento, creyendo que su dominio corresponde a un grado de evolución espiritual. Nada más lejos de esto; es muy simple desdoblarse con extracto de “cannabis indica”, sin mérito espiritual alguno.
El desdoblamiento no pasa de ser un ejercicio peligroso y en extremo fatigante. Debemos agregar que jamás se sabe si las “visiones” que el operador pueda contemplar desdoblado, o con su “tercer ojo”, corresponden a una verdad efectiva o son solamente mirajes del éter cósmico. El eterno aforismo “como es arriba es abajo” nos confirma este hecho; si podemos engañarnos con tanta frecuencia en el mundo físico, usando sentidos que dominamos plenamente, con mucha mayor razón es posible engañarse al usar facultades de uso tan difícil y restringido.
Lo verdaderamente importante del desdoblamiento es algo de lo que no se ha hablado mucho, y podemos llamarlo desdoblamiento hermético. Consiste en la facultad de ser consciente simultáneamente en dos planos: en lo físico y en lo espiritual, en el cielo y en la tierra. Es así como el hermetista se eleva por sobre sí mismo dividiéndose en dos personas, las cuales tienen simultáneamente “los ojos abiertos”.
Se dice que de este modo el hermetista consigue el poder de los poderes, el cual es, juntar la tierra con el cielo. De esta condición describiremos solamente un fenómeno muy curioso e incomprensible para el sujeto común, y que es el de percibir simultáneamente los dos extremos.
Se trata, si alguien puede, entender esto, que el individuo estará triste y alegre al mismo tiempo, de modo simultáneo. Placer y dolor, calma y agitación, atracción y repulsión, vida y muerte, son vivenciados al mismo tiempo. No se crea que esto produce un término medio indiferenciado, sino que por el contrarío, la comprensión y vivencia absoluta de cada uno de estos estados, sin las repercusiones negativas que los extremos bueno o malo puedan acarrear. Si mencionamos esto no es con la intención de que sea comprendido fácilmente, sino más bien “intuido”.
Los admiradores del Yoga conceden tremenda importancia a Kundalini y los Chakras, pensando que es el pilar fundamental de la realización espiritual. La verdad es que ningún provecho sacaría una persona de este comentado “despertar” (de Kundalini); a lo más, una intensa euforia creativa, que nada tiene que ver con el progreso espiritual.
Debemos comprender que la verdadera evolución no se improvisa de ninguna manera, y que nadie en el Universo puede lograrla sin un proceso lento, sostenido y esforzado, de autorealización.
Hay quienes buscan con tremendo empeño conseguir “poderes mágicos”, tales como la clarividencia, por ejemplo, sin detenerse a pensar si esto sería verdaderamente beneficioso para ellos o no. Al respecto, comentaremos que una de las cosas más fáciles de lograr es lo que comúnmente se llama “videncia”. Para ello daremos la receta, aún cuando esperamos honradamente que nadie la ponga en práctica.
Basta, para ser “vidente”, hacerse “espiritista”, y tratar de desarrollar facultades mediumnímicas, lo cual es simple por medio de la sugestión colectiva que se produce en las sesiones espíritas. Al convertirse en médium, el sujeto se vuelve vidente en forma rápida, ya que es poseído por, llamémoslos así, “espíritus controles” de carácter inferior.
Tradicionalmente, en ocultismo clásico se les llama “cascarones astrales”, para designar los principios más animales del sujeto que sobreviven por algún tiempo después de la muerte, y que necesitan energía magnética para alimentarse, la cual absorben de personas vivas, produciéndose un caso de vampirismo.
El médium es tomado por estos “cascarones astrales” y éstos proyectan en su imaginación todo aquello que ellos mismos ven al encontrarse en “el mundo de los muertos”. Sin embargo, cobran un tremendo precio por esta labor, ya que al absorber las energías del médium, lo dejan exhausto, terminando generalmente por enfermar de leucemia o de cualquier enfermedad extraña que la ciencia no puede controlar.
Hemos conocido el interesante caso de un ex médium que llegó a integrarse a un nuevo grupo de personas que no profesaban el credo espírita. A ellos les contó de sus espectaculares visiones, en las cuales veía seres de la prehistoria que se le aparecían y le hablaban. Al poco tiempo, cinco o seis personas del grupo estaban “viendo” cosas muy parecidas a éstas, por primera vez en sus vidas. He aquí un ejemplo de “contagio magnético”.
Muchos de quienes han alcanzado el poder de las grandes fortunas, se burlan de las cosas espirituales, pretendiendo que no hay nada que su dinero no compre, despreciando al filósofo por creer que trata de “venderle algo”. Protegidos por sus riquezas, sienten que han llegado al pináculo de sus ambiciones. Por desgracia, no comprenden que pasado cierto límite, no hay nada, ni siquiera placeres materiales que el dinero pueda darles, y que el esfuerzo por mantener sus posesiones, consume sus mejores energías.
Cuántos cresos modernos no pueden adquirir a ningún precio un nuevo estómago que les permita disfrutar nuevamente de los placeres gastronómicos, como tampoco pueden restablecer sus energías sexuales gastadas, para poseer a la mujer que desean. Resulta irónico que no puedan gozar de aquello que el más humilde de los trabajadores está en condiciones de tener.
Una de las cosas reconfortantes de la vida es el contemplar las excepciones a esta regla, como es el caso de quienes emplean sus fortunas en obras de verdadera significación social, por lo cual, seguramente recibirán el premio de los señores del destino en su futura encarnación. Es verdad que por el mérito de las buenas acciones, los pecados le son perdonados al individuo.
Es preciso aclarar que para el hermetista no existe el pecado según su habitual concepto, sino que existe la ley de causa y efecto, y los jueces ocultos que juzgan y castigan a la gente según la responsabilidad que tienen, agrupándolos en cuatro categorías:
Las masas humanas del bajo pueblo
La burguesía media
Los grandes científicos, destacados profesionales filósofos y dirigentes
Los iniciados
Estos jueces ocultos castigan al sujeto de acuerdo a la responsabilidad, considerando que la categoría uno tiene una responsabilidad casi nula, la dos, un poco más elevada, la tres tiene mucha responsabilidad y la cuatro, de los iniciados, es considerada absolutamente responsable, por lo tanto, en caso de desviarse del camino correcto, reciben el más fuerte castigo posible, ya que están actuando con los ojos bien abiertos.
Esta condena puede llegar a la eliminación física violenta del individuo o a su “degradación” en futuras reencarnaciones.
Resulta necesario señalar que la ciencia hermética, como todo lo que existe, puede ser usada para el bien o para el mal. En sí misma es neutra, porque está más allá del bien y del mal, pero algunas de sus reglas pueden llegar a ser conocidas y mal utilizadas. Es por esto, que siempre se ha hablado de “magia blanca” y “magia negra”, como ya lo hemos señalado en páginas anteriores, y que en otra de sus manifestaciones (ya hemos hablado de una) una es constructiva y otra destructiva.
Cuando se habla de “magos negros” se piensa en una leyenda al estilo de las “Mil y una noches”, pero la verdad es que existen “magos negros” en el peor sentido de este término, y en realidad son los más encarnizados enemigos de los hombres estelares, movilizando todo tipo de fuerzas y personas con el fin de atacarlos. En oposición a los estelares, podemos muy acertadamente denominarles “abismales”.
Muchos de ellos conocen los más extraños secretos para resistir a la muerte. Alejandra David Neel relata en uno de sus libros sobre el Tibet, el horrible caso de unos sacerdotes indescriptiblemente ancianos, que se mantenían con vida alimentándose de hombres vivos que debían agonizar lentamente en un sarcófago especial, sobre la podredumbre de otros que habían fallecido antes en el mismo sitio.
En realidad, debían podrirse en vida, pero, para que el hechizo fuera exitoso, debían hacerlo voluntariamente, convencidos por los sacerdotes del extraordinario, y decisivo mérito espiritual de un supremo enfrentamiento con la muerte.
El conde Drácula no es una simple fantasía. La tradición hermética sostiene que estos seres existen realmente, y que muchos de ellos logran vivir cientos de años, a condición de beber sangre humana fresca para extraer de allí la vitalidad necesaria para renovar su propio sistema. De hecho, muchas personas practican a otro nivel un vampirismo inconsciente y absorben las energías de otras. Es así como “el machismo” y el “matriarcado” son solamente formas de vampirismo emocional inconsciente.
Dentro del tema interesa considerar a ciertos negociantes que guiados por su instinto animal, vampirizan a sus competidores, a quienes van absorbiendo gradualmente hasta que terminan por arruinarlos o anularlos. El vampirismo es un tema tan amplio que esperamos tratarlo con más detalle en una obra futura.
El mundo ignora las tremendas batallas sostenidas entre las huestes estelares y abismales. Como la mayoría de las cosas verdaderamente importantes, permanecen escondidas bajo apariencias absolutamente diferentes.
Con respecto al futuro de la humanidad, sostenemos que su mejor esperanza de salvación reside en la posibilidad de establecer científicamente nuestra teoría del “nivel consciente” de las personas. Tal vez puedan producirse en un futuro próximo, importantes avances en el campo del descubrimiento y medición de ritmos cerebrales todavía no conocidos, entre los cuales el de suprema importancia es el ritmo de la conciencia superior que aparece en personas de un alto nivel consciente, producto del trabajo hermético en si mismas.
El día que este descubrimiento sea una realidad científica los seres humanos deberán indefectiblemente, agruparse por “niveles de conciencia”. Las clases sociales e intelectuales desaparecerán, para dar paso a los niveles conscientes.
Es probable que se llegue, de esta manera, a establecer una escala del uno al diez, en que el uno represente el más elevado estado de conciencia medido entre la gente, y el diez, el más bajo. Se comprende que los niveles elevados constituirán el grupo dirigente de la humanidad, y que podrán garantizar, con toda seguridad, un mundo libre de guerras, delincuencias y pobreza, con una igualdad de oportunidades para todos, ya que todo el mundo podrá ascender en la escala consciente y llegar algún día al nivel uno.
Sin embargo, para que este sistema fuera aceptado por la gente, tendría que tener muchísimo más peso y autoridad científica que lo justificara, que el que tiene actualmente el sistema de medición de la inteligencia humana; tendría que ser el resultado obvio de una comprobación científica absolutamente clara de la teoría del nivel consciente, y cuya base se divulgara en un lenguaje sencillo al alcance de todo el mundo.
Garantizamos que este descubrimiento será lo más grande que el hombre haya inventado desde que existe sobre la, tierra; el único descubrimiento capaz de garantizar en cierta medida el futuro y la felicidad de la raza humana.
No obstante, esto provocará al comienzo, tremendos problemas entre las personas “descalificadas”, ya que nos encontraremos con la sorpresa que la mayoría de los individuos que antes pasaban por seres superiores debido a su gran inteligencia, queden, al medir su nivel de conciencia, clasificados bajo el número 5. Hombres que antes fueron grandes dirigentes, pueden quedar relegados a las categorías más bajas, al comprobar, sin la menor duda, su absoluta carencia de un estado de vigilia superior y de la condición que nace del alto nivel consciente, y que podemos llamar “juicio interno”.
A la inversa, hombres muy simples, de escasa cultura, y de una inteligencia “elemental”, ocuparán, posiblemente, los primeros lugares. En última instancia, el examen cerebral al cual nos hemos referido para determinar el nivel de conciencia, solamente establecerá el grado de “ancianidad espiritual” del sujeto, traducido a conceptos de evolución, sabiduría, y perfección espiritual.
Es así como el mundo podría ser gobernado por un “Consejo de ancianos del espíritu”, verdaderos sabios poseedores de un elevado nivel de conciencia y de un clarísimo “juicio interno”.
Mucha gente cree, basándose en antiguas profecías, o en la interpretación de supuestos mensajes contenidos en las pirámides o en antiguos documentos, que el mundo debe terminarse alrededor del año dos mil, como consecuencia de una gran catástrofe, posiblemente de tipo estelar.
Prescindiendo de la veracidad o falsedad de aquellas profecías, consideramos al ser humano como el gran factor determinante de estos fenómenos. Así, como Sodoma y Gomorra fueron destruidas por la extrema perversión de sus habitantes, el planeta tierra es influido en sus relaciones interestelares por los estados mentales, emocionales, instintivos y psicológicos de la humanidad. La conducta y el carácter de la gente influye de manera muy importante en el clima, en la vida vegetal y animal y en los fenómenos telúricos.
Cualquiera catástrofe que estuviera prevista para el año dos mil, podría anularse con un vuelco decisivo o importante en el comportamiento y en la vida espiritual del ser humano.
En esto, como en cualquier circunstancia que se trata de prever el futuro, el hermetista se interesa más por determinar el porvenir que por tratar de predecirlo.
Esperamos, que en el futuro más próximo posible, sea una realidad la medición científica del “nivel de conciencia” del hombre y que se abra de esta manera un nueva aurora para la humanidad.
Ha pasado mucho tiempo desde la primera edición de mi libro “Los Brujos Hablan”. (Primera parte.) He recibido miles de cartas de diferentes países, en especial de habla hispana. Quiero pedir disculpas a todas aquellas personas a quienes no he podido responder. Espero que este nuevo libro disipe muchas de sus inquietudes.
Deseo también responder por anticipado lo que constituye el tema central de la mayoría de las consultas que se me hacen, esto es, la posibilidad de que el Instituto Filosófico Hermético, del cual soy instructor, envié lecciones por correspondencia para poder profundizar el estudio del hermetismo o iniciarse en él, bajo el estudio de una dirección responsable. Al respecto, es mi deber aclarar que no existe “la iniciación por correspondencia”.
Solamente se puede aspirar, en ese caso, a seguir “el camino fácil”, lo cual, por lo demás, es de gran importancia. Sin embargo, se abre la posibilidad de que el estudiante por correspondencia pase algún día a la etapa superior del “camino difícil”, mediante un contacto personal con la escuela y sus maestros.
Esto no significa, de ninguna manera, que un individuo no pueda, si es que es aceptado debidamente, ingresar directamente al “camino difícil”, o bien, trabajar de inmediato en forma personal en la escuela, con lo que obtendrá por cierto, un avance más rápido y decisivo.
En el nombre del Instituto Filosófico Hermético, invito a todos aquéllos cuya inquietud espiritual sea de una necesidad imperiosa, a trasladarse a Santiago de Chile para unirse a nuestra escuela. Sin embargo, para esto es necesario reunir algunas condiciones primordiales de tipo espiritual y material. Lo espiritual no puede asentarse sobre lo espiritual, sino que debe, obligadamente tener una base material.
Es preciso, antes que nada, efectuar un contacto por carta, haciendo la consulta pertinente a su posible ingreso personal a la escuela, dando toda clase de datos sobre sí mismo. El postulante debe ser mayor de edad y poseedor de una buena cultura general, no tener defectos físicos graves ni enfermedades incurables. Debe gozar de perfecta salud y equilibrio mental y poseer los medios necesarios para su adecuada subsistencia económica.
Debe estar dispuesto a renunciar a todo aquello que pueda constituirse en una barrera insalvable para su evolución espiritual y a abrazar el camino hermético como un apostolado para toda la vida. Resulta indispensable señalar que éste no es un camino para los desesperados de ninguna clase, salvo para aquéllos que padecen de la angustia de la incomprensión y de la sed del espíritu. El postulante no debe tener problemas con la sociedad y su relación con la vida debe ser buena. Quien mantiene una mala relación con el mundo no puede destinar su tiempo, o parte de él, a labores del espíritu.
Es mi deber advertir que una gran cantidad de postulantes son rechazados, por no reunir los requisitos necesarios, de manera que la simple solicitud de ingreso no indica, de ningún modo, una segura aceptación de nuestra parte.
Ruego dirigir toda correspondencia a Casilla 14.675, Santiago de Chile, “Instituto Filosófico Hermético”, indicando si se desea instrucción por correspondencia o personal.
Envío a todos los lectores mis mejores deseos de superación y evolución espiritual.
JOHN BAINES