por Lobsag Rampa extracto del libro "El Medico del Tibet" (El Medico de Lhasa)
Me sentí culpable cuando advertí que lo estaba mirando con la boca abierta. La cerré con tanta prisa y tanto ruido que vi en sus ojos un relámpago de risa, aunque no me dijo nada.
Se volvió y tocó la campana que estaba a su lado. Entró un sirviente que volvió a llenar la tetera y trajo más tsampa. Hizo una reverencia y se retiró. Al cabo de unos minutos, el Lama Mingyar Dondup, reanudó su discurso.
Respiración Completa
Me miró y suspiró, pero el brillo de sus ojos desmintió la profundidad del suspiro. Después se puso de pie, se acercó a mí, me puso las manos debajo de los codos y me levantó de modo que quedé sentado muy derecho.
Respiré como me indicó y, ante mi gran asombro, descubrí que era muy fácil. Advertí que al principio la cabeza me daba vueltas, después fue todavía más fácil. Veía los colores con más claridad y a los pocos minutos me sentí mejor.
Volvió a sentarse y me observó mientras respiraba según me había indicado. Aun en esa etapa inicial, advertí cuánta razón tenía. Después, mi Guía siguió hablando.
Respiración de Limpieza
Yo había seguido atentamente sus instrucciones. Conocía muy bien el poder de aquellos altos lamas que podían deslizarse por la tierra con más rapidez que un caballo al galope y que llegaban a destino serenos, sin la menor fatiga. Decidí que mucho antes de llegar al estado de Lama – pues en esa época no era más que un acólito – dominaría la ciencia de respirar. Mi Guía, el Lama Mingyar Dondup.
Continuó hablando:
Tuve que darle la razón. Me había parecido un poco tonto eso de soplar y soplar; pero, después de hacerlo varias veces, advertí un hormigueo de energía y me sentí mejor que nunca. Me inflé, resoplé y ensanché el pecho. De pronto, sentí que la cabeza me daba vueltas. Me pareció que cada vez era más liviano. En medio de la bruma oí a mi Guía:
Respiración para aumentar la Fuerza Nerviosa El Lama se pudo de pie y dijo:
Hice lo que me indicaba y, como antes, advertí que me beneficiaba. ¡Además era divertido, y yo estaba siempre listo cuando se trataba de divertirme! Mi Guía interrumpió mis pensamientos.
Se sentó y me observó mientras practicaba ese sistema; corregía amablemente mis defectos, me elogiaba cuando hacía bien las cosas y, cuando estuvo satisfecho, me hizo hacerlos sin más instrucciones. Finalmente me indicó que me sentara a su lado, mientras me contaba cómo se había creado el sistema tibetano de respirar, descifrando los viejos datos guardados en las profundas cavernas del Potala.
Los desórdenes estomacales, hepáticos y de la sangre pueden dominarse mediante lo que llamamos la “respiración contenida”. No hay nada mágico en todo esto, excepto en el resultado; ese resultado puede parecer obra de magia, algo sin igual. Pero… Al principio hay que pararse muy derecho; si el paciente está en cama, debe acostarse también derecho. Supongamos, sin embargo que está levantado.
El Ritmo Antes de seguir adelante con la respiración debemos tener un ritmo, una unidad de tiempo que representa una respiración normal.
Ya lo mencioné tal como me lo enseñaron, pero en este caso, la repetición tal vez resulte útil, pues ayudará a que lo fijen en su mente de modo permanente, quienes están interesados en practicarlos. Los latidos del corazón de una persona marcan el ritmo medio adecuado para la respiración de ese individuo. Naturalmente, son muy pocas la personas que tienen el mismo ritmo medio, pero eso no importa. Cada uno puede descubrir su ritmo normal de respiración tomándose el pulso. Coloque los dedos de la mano derecha en la muñeca izquierda y busque el pulso. Supongamos que el término medio sea de uno, dos, tres cuatro, cinco, seis. Fije firmemente ese ritmo en subconsciente, de modo que lo conozca inconscientemente sin pensar. Repito que no tiene importancia el ritmo, siempre que cada uno conozca el suyo, siempre que el subconsciente lo conozca. Pero aquí imaginamos que el ritmo es el término medio en el cual la aspiración de aire dura seis latidos del corazón. Esta es una rutina común y cotidiana.
Vamos a alterar ese ritmo por distintos motivos. No es nada difícil hacerlo. En realidad, es algo muy fácil que puede lograr resultados espectaculares para mejorar la salud. En Tibet, a todos los acólitos del grado superior les enseñaban a respirar. Había ciertos ejercicios que teníamos que realizar antes de estudiar otra cosa, y ése era el procedimiento preliminar en todos los casos. ¿Les gustaría probarlo? Pues bien, antes que nada, hay que sentarse muy derecho; si quieren pueden estar de pie, pero no veo el motivo para estarlo, cuando pueden sentarse. Aspiren lentamente el sistema de respiración completa. Es decir, pecho y abdomen mientras cuentan seis pulsaciones. Eso es muy sencillo. Basta con mantener un dedo en el pulso y dejar que pasen uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis latidos.
Cuando han aspirado durante esas seis pulsaciones, contengan la respiración mientras el corazón late tres veces. Después de eso, exhalen por la nariz durante seis pulsaciones, contengan la respiración mientras el corazón late tres veces. Después de eso, exhalen por la nariz durante seis pulsaciones. Vale decir, el mismo tiempo que han tardado en aspirar. Una vez que han exhalado, mantengan los pulmones vacíos durante otras tres pulsaciones, y luego repitan todo desde el principio. Repítanlo tantas veces como quiera, pero no se fatiguen. En cuanto sienta cansancio, deténgase. Nunca deben cansarse con los ejercicios, pues si lo hacen destruyen completamente su efecto. Son para entonarnos y hacernos sentir mejor, no para agitarnos o cansarnos.
Un método excelente de lograr el control mental es sentarse derecho y aspirar una respiración completa. Después se hace una respiración de limpieza. Luego se aspira según la norma uno, cuatro, dos. Es decir (esta vez vamos a hablar en segundos) que hay que aspirar durante cinco segundos, contener la respiración cuatro veces cinco segundos, vale decir, veinte segundos. Cuando se ha cumplido esa etapa, hay que exhalar durante diez segundos. Es posible curarnos de muchos dolores sin respiramos de la manera adecuado, y éste es un buen método. Si tienen algún dolor, acuéstense o quédense de pie, pero bien derechos. Entonces respiren rítmicamente, sin dejar de pensar que con cada respiración el dolor se va atenuando, que con cada aspiración se aleja el dolor. Imaginen que cada vez que respiren, logran la fuerza vital que está desplazando al dolor. Apoyen una mano en la parte afectada e imaginen que con la mano, a cada respiración borran lo que causa el dolor. Háganlo durante siete respiraciones completas. Después practiquen la respiración de limpieza y descansen varios segundos, respirando de manera lenta y normal.
Probablemente comprobarán que el dolor ha desaparecido por completo o que se ha atenuado de tal manera que ya no los molesta. Pero, si por cualquier motivo siguen sintiéndolo, repitan todo el proceso una o dos veces hasta que sientan alivio. Naturalmente, deben comprender que si es un dolor inesperado y se repite, tendrán que consultar con el médico, porque el dolor es el medio de que se vale la naturaleza para advertirnos que algo no anda bien. Es perfectamente correcto y permisible atenuar el dolor cuando lo sentimos, pero es esencial descubrir qué lo provoca y curar ese motivo. Nunca hay que sufrir dolores sin consultar con el médico.
Si se sienten cansados o si han exigido demasiado de sus energías, éste es el método más rápido para recobrarse. Ahora tampoco tiene importancia que estén de pie o sentados, pero tengan los pies juntos, que se toquen los dedos y los talones. Después, unan las manos de manera que se entrelacen los dedos de ambas y que los pies y las manos formen, por separado, un círculo cerrado. Respiren rítmicamente varias veces, con aspiraciones profundas y exhalaciones lentas. Luego, descansen el período de tres pulsaciones y hagan una respiración de limpieza. Verán cómo se va en seguida el cansancio.
Muchas personas se ponen sumamente nerviosas cuando tienen que entrevistarse con alguien. Se les humedecen las palmas de las manos y a lo mejor les tiemblan las rodillas. No hay necesidad de que se sientan de ese modo, porque es fácil de vencer esa sensación. Aquí les ofrezco el método de vencerla mientras se encuentran, por ejemplo, en la sala de espera del dentista. Aspiren profundamente – por la nariz, claro está – y contengan la respiración diez segundos. Después exhalen lentamente, sin perder el control de la respiración. Respiren de modo común dos o tres veces y vuelvan a aspirar profundamente durante diez segundos, para llenar bien los pulmones de aire. Contengan otra vez la respiración y exhalen con lentitud durante diez segundos. Hagan esto tres veces. Lo pueden hacer sin que nadie lo advierta y se sentirán completamente tranquilos. Habrán cesado los fuertes latidos del corazón y tendrán mucha más confianza en sus propias fuerzas.
Cuando salgan de esa sala de espera y comience la entrevista, verán que son dueños de sí mismo. Si se siente algo nerviosos… aspiren profundamente y contengan la respiración un segundo. Podrán hacerlo perfectamente mientras su interlocutor está hablando. Eso reforzará la propia confianza. Todos los tibetanos utilizan sistemas como éste. También controlamos la respiración cuando levantamos algún peso, porque resulta mucho más fácil levantarlo. Puede tratarse de muebles o de un paquete pesado, lo mismo da; la manera más fácil de hacerlo es aspirar profundamente y contener la respiración mientras se levanta el objeto. Cuando ya está levantado, pueden exhalar lentamente y seguir respirando de manera normal. Es fácil levantar algo pesado mientras se contiene una respiración profunda. Vale la pena hacer la prueba. Traten de levantar un objeto bastante pesado cuando tiene los pulmones vacíos y después háganlo con los pulmones llenos. Verán la diferencia.
También se domina la ira por medio de la respiración: se aspira profundamente, se contiene la respiración y se exhala con lentitud. Si por cualquier motivo se sienten muy irritados - ¡con razón o sin ella! – aspiren hondo. Contenga la respiración algunos segundos y después exhalen con mucha lentitud. Advertirán que pueden dominar totalmente la emoción y que son dueños de la situación. Es muy peligroso ceder a la ira y a la irritación, porque eso puede provocar úlceras gástricas. De modo que … recuerden este ejercicio de respiración: aspiren profundamente, contenga el aliento y exhalen con lentitud.
|