por Joaquín Fernandez Cocco
La reflexión sistemática del chamán sobre sí mismo es un fenómeno
tardío en el desarrollo de este tipo de práctica.
La actividad que caracteriza al chamán surge en su origen de un
impulso no necesariamente reflexivo a la ayuda. Junto a ello, una
progresiva experiencia acumulada le dará un sentido de la sabiduría y
de los propios papeles a desarrollar. La propia vida y sus
dificultades contribuyen a que el chamán no se dé excesiva importancia
absoluta, aunque pueda tenerla de un modo relativo. Carece de
importancia porque su fuerza enfrentada a la naturaleza es relativa y
él lo sabe. Al mismo tiempo es capaz de conocer cosas que otros
ignoran y cuya aplicación en tiempo de crisis puede ser muy necesaria.
Si afirmamos que el tamaño de un hombre puede medirse por el tamaño de
las cosas que le encolerizan, el chamán es un gran hombre porque es
capaz de confrontar a los espíritus, a las fuerzas de la naturaleza.
El conocimiento y la relación de ayuda le pueden permitir creerse un
ser superior u orgulloso. Sin embargo, no darse importancia le
permitirá actuar con más eficiencia e impecabilidad (Castañeda).
En este sentido puede entenderse la definición que de sí misma y de su
trabajo hace una mujer desde el ámbito del neochamanismo:
"Yo no soy una sanadora. No sano a nadie. El concepto que tengo de mí
misma es el de un peldaño en la senda del autodescubrimiento. Creo un
espacio en donde las personas pueden aprender lo increíblemente
maravillosas que son, enseñándoles a amarse a sí mismas". (Hay; 1991).
Los encuentros con la adversidad propia y ajena son un estímulo y
educan su sensibilidad. Para Amber Wolfe curar es "curar-se". En este
sentido, lo que podría ser la esencia del chamán, curar, es entendido
como la capacidad de hacer o facilitar que los otros se curen. Se
considera un "catalizador" (término utilizado en química para definir
a la sustancia que facilita la producción de reacciones de
transformación, y que sin su presencia serían más difíciles o lentas).
La confrontación con lo extremo y profundo, con la enfermedad, con el
miedo y la muerte, con el tormento y el éxtasis son capaces de hacer
del chamán un ser valiente y al mismo tiempo le ayudan a "perder la
propia importancia" (Castañeda, 1977).
El narcisismo es un mal aliado
de las personas de conocimiento. En la medida en que representa el no
ser capaz de ver la realidad con los ojos y los sentimientos de los
otros. El sentido del humor es a veces un buen termómetro para ver si
la persona está más allá de sí misma. El libro de Alvaro Estrada
"Vida
de Maria Sabina, la sabia de los hongos" (Ediciones Siglo XXI, 1977)
nos revela muy ilustrativamente esta forma de ser y vivir.
De hecho, el orgullo, el miedo, el poder y la muerte son enemigos
naturales del chamán. Y a la vez son retos que ha de superar hasta su
última danza con la muerte (Castañeda, 1977).
Este trabajo es el resultado de un largo viaje, un viaje en el sentido chamánico: porque su objetivo es servir de puente entre el mundo
desconocido de los chamanes y el de la gente civilizada, entre los
chamanes muertos hace tiempo y los activos aún en la actualidad; entre
lo cerrado de los archivos y una lectura abierta; entre lo viejo,
representado en imágenes históricas y lo nuevo; entre pasado y
presente. Y pretende servir de puente también entre culturas muy
alejadas entre sí.(Hoppal, 1994)
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