IV. EL NECRONOMICON: UN COMENTARIO
por Robert Turner
Me sentí interesado por primera vez en el Necronomicon hace algo más
de cinco años después de que el tema llamase mi atención a través de
un encuentro casual con las dos obras extrañamente inspiradoras de
Howard Phillips Lovecraft. Todo empezó cuando un amigo me hizo
llegar un ejemplar de The Hounter of the Dark(1). Con la primera
lectura rápida quedé fascinado por la idea de que Lovecraft quizá
había basado su enigmático libro de magia en algún texto mágico
auténtico. Durante las siguientes semanas leí la colección completa
de los escritos de Lovecraft, acumulando un archivo de detalladas
notas relacionadas con el llamado Mito Cthulhu. Poco a poco me fui
dando cuenta de que existía un hilo de continuidad que discurría a
lo largo de toda la estructura, que unía los principales conceptos
mitológicos y mágicos para formar un conjunto completo. Los libros
de magia de la antigüedad, la tradición de brujería de Nueva
Inglaterra, la magia de Oriente y de la Europa medieval, resultaron
ser las características imperantes del arcano de Lovecraft,
hábilmente integradas y ensambladas bajo un título único: “El Necronomicon”.
Lovecraft atribuye el origen del libro a Abdul Alhazred, un loco
poeta árabe del Yemen que se dedicó a escribir la obra en el año 950
de nuestra era, en Damasco. Se dice que el texto árabe original
del,0ecronomicon ha pasado por varias traducciones, pretendiéndose
que la última de ellas es una española del siglo XVII y
atribuyéndose una versión inglesa al celebrado filósofo y mago
isabelino, Dr. John Dee (1527-1608).
Desde la muerte de Lovecraft en 1937, han visto la luz varios
manuscritos que pretenden ser el Necronomicon, siendo el más
prometedor de ellos el descubierto por L. Sprague de Camp en el
norte del Iraq(2). El códice de Camp fue desenterrado en las
tumbas
de Duria y estaba escrito totalmente en los caracteres crípticos del
antiguo duriano (una forma poco corriente del sirio), considerado
durante algunos años por muchos ocultistas como el verdadero Necronomicon. A pesar de que la reciente labor de investigación
realizada por Carl Tausk en Viena ha demostrado otra cosa, se ha
comprobado que el texto (AL AZIF) contiene fórmulas mágicas y saber
antiguo que lo relacionan con una tradición similar si no idéntica.
Durante algún tiempo busqué en vano un patrón mítico básico que
reflejara con un alto grado de precisión los conceptos incorporados
a los Mitos Cthulhu. Sentía instintivamente que las leyendas de
cualquier cultura deben contener la clave de lo que esperaba fuese
la verdadera interpretación de estos asombrosos misterios. Ninguna
parecía llenar el marco por entero, ya que a todas ellas o bien les
faltan detalles y antigüedad, o bien están completamente oscurecidas
por un impenetrable velo de racial simbolismo indígena. Necesitaba
algo que estuviese más cercano a la fuente, un mito de creación
realmente antiguo, algo primordial y libre de elaboraciones
perturbadoras.
Como de costumbre, la respuesta que había estado buscando apareció
indirectamente y de una forma por completo inesperada. Mientras leía
el ensayo crítico de Colín Wilson sobre H.P. Lovecraft en
The
Strength to Dream(3) me encontré con una referencia a
The Call of
Cthulhu y el siguiente comentario:
“...el relato parece pertenecer más bien a la
Doctrina Secreta de
Madame Blavatsky con sus mitos de la
Atlántida y Lemuria”.
¡Era esto! Mi proceso mental funcionó, más o
menos, de forma:
Blavatsky = la
Doctrina Secreta = The Book of Dzyan, el libro más antiguo del
mundo.
La vasta obra de Madame Blavatsky,
The Secret Doctrine (4) es, de hecho, y en general, un
comentario ampliado del
libro de Dzyan que, a su vez, se cree que es un extracto fragmentario del
Maní Loumbourm, el gran depositario
de escrituras sagradas y secretos mágicos atribuidos a los
dzugarianos, una raza hace mucho tiempo
desaparecida que una vez habitó en las regiones montañosas del norte
del Tíbet.
Un examen del texto reveló lo que yo había estado
buscando. Se trataba de una serie de versos o “estrofas” narradas en
términos bastante abstractos y, sin embargo, puros, acerca de cómo
una vez la Tierra estuvo poseída por extraños seres caóticos e
increíbles monstruos que, se afirmaba, habían traspasado la brecha
desde otros universos en tiempos incalculablemente antiguos. Las
estrofas continúan relatando la forma en que estos “otros” entes
fueron finalmente expulsados del universo manifiesto por Ia
intervención de Fuerzas aliadas a la causa del Orden.
En varios de sus cuentos, Lovecraft hace referencia al Libro de Dzyan y a fragmentos tales como:
“...las llamas vinieron... Rodearon
a las Formas que tenían dos y cuatro caras. Combatieron contra los
Hombres-Cabra y los Hombres con Cabeza de Perro, y los de cuerpo de
pez... (Ellos)... poseyeron a los gigantes animales hembra. Y les
engendraron razas mudas... Engendraron monstruos. Una raza de
monstruos cubiertos de pelo rojo ensortijado andando a cuatro
patas... Construyeron ciudades gigantescas de tierras raras y
metales... Tallaron sus propias imágenes, a Su imagen y semejanza, y
las veneraron... vinieron las primeras grandes mareas. Se tragaron
los sietes grandes islas, las serpientes que volvieron a descender,
que hicieron las paces con el Quinto, que lo enseñaron e
instruyeron...”
(extracto de las
estrofas 2, 8, 11 y 12).
En estos
fragmentos llaman la atención por los grandes paralelismos con los
mitos que rodearon la llegada de los Grandes Antiguos a la Tierra,
sus actos de creación, batallas con otras formas primarias y la
alianza final con el Engendro Cthulhu. Las estrofas 11 y 12 tratan
de la expulsión final de los Grandes Antiguos por parte de los
Dioses Mayores:
“Todo lo sagrado fue salvado (las criaturas
naturales de la Tierra j, y lo no sagrado fue destruido (sus formas
fueron dispersadas al vacío). Los color de Luna» se marcharon para
siempre”(5).
Por tanto, en el Book of Dzyan sentí que había descubierto un telón
de fondo mitológico algo fragmentario pero adecuado a los Mitos Cthulhu. Se dice que en el
Necronomicon figura un patrón fundamental
estrechamente relacionado con el cuerpo del Saber Mayor.
Mi siguiente tarea consistió en considerar el posible contenido del
infamante texto de Al-hazred. Aunque en principio el libro árabe
debe considerarse como básicamente nigromántico y relacionado con la
evocación de entes malignos, caos, oscuridad y desorden, algunos
elementos redentores hacen sentir su presencia a través de la
coexistencia de fórmulas dedicadas a subyugar a los poderes
demoníacos. Esto último podría indicar un alineamiento con los
trabajos tradicionales de magia que constituyen el Ciclo Salomónico,
y fue a estos a los que dirigí mi atención.
El texto original del Necronomicon, conocido como Al Azif, se cree.
que fue escrito en el siglo X árabe. Por tanto, limité mi línea de
investigación inicial a los libros de magia que se sabe han existido
en este período histórico. En la supuesta era de Alhazred hay tres
tratados mágicos principales con sus correspondientes derivados que.
caracterizan el estilo del ocultismo de aquella época: en primer
lugar, el célebre Kitab-al-Ihud(6), un misterioso manuscrito árabe
del que se dice fue presentado al rey Salomón por el Demonio Asmodeo; después, las primeras versiones árabes del notable
Key of
Solomon, que más tarde tuvo una importante influencia en el
renacimiento europeo de la magia; y en tercer lugar, la más curiosa
compilación de escritores hebreos y arameos (con notas marginales en
árabe), The Sword of Moses(7).
Este último texto debe considerarse
el más adecuado como adición al Necronomicon. La fecha de Sword of
Moses no se ha establecido de forma positiva, aunque tenemos pruebas
de su existencia a principios del siglo XI, según se menciona en la
correspondencia entre ciertos supuestos magos que vivían en la
ciudad tunecina de Kairouan y el jefe Haya Gaon de la gran escuela
de Babilonia. Este último murió en 1037(8). En el mismo contexto que
The Sword of Moses, Gaon se refiere a otros dos libros de
hechicería: The Great and SmalI Heavenly Halls y The Lord of the
Law,
“llenos de nombres y sellos tan terroríficos, que han tenido
espantosos efectos sobre los que no tienen nombre y del uso de los
cuales se han sobrecogido los anteriores a ellos...”.
Los conocidos “libros negros” titulados
Sixth and Seventh Books of
Moses(9) son mencionados por Lovecraft en sus relatos. Si se
considera la relación entre estas obras (basadas en versiones
latinas alteradas de Key of Solomon o ciertos textos hebreos poco
conocidos,’, The Leyden Papyrus(10) (un antiguo libro de magia
egipcio que se considera que forma parte de un todo con el Eigth
Book of Moses y The Sword of Moses (que se cree contiene el
Ninth
and Tenth Books (11) de la serie) surge con fuerza un sistema mágico
estrechamente relacionado con el Necronomicon.
El contenido de la serie mosaica de libros de magia trata casi
exclusivamente de la magia maligna. El siguiente ejemplo extraído de
The Sword of Moses es típico por las diversas maldiciones de muerte
que se incluyen en los textos:
“Yo te llamo, espíritu maligno,
espíritu cruel espíritu despiadado. Yo te llamo, espíritu malo, que
te sientas en el cementerio y te llevas la curación del hombre. Ve y
coloca un nudo en la cabeza de 0N, en sus ojos, en su boca, en su
lengua, en su garganta, en su tráquea; pon agua ponzoñosa en su
vientre...”(12).
Otras fórmulas místicas revelan la forma de hacer
saltar montañas en fragmentos, pasar a través del fuego sin
quemarse, producir ceguera y hablar con la muerte. Abundan los
sellos mágicos y personajes místicos junto a innumerables
encantamientos compuestos casi por entero de palabras desconocidas
apenas pronunciables y nombres como “Kso’ppghiel N’mosnikttiel y Skd
Huzi”(13) ; nombres muertos pertenecientes a otras épocas remotas y
completamente extintas que se reflejan en el título Necronomicon:
The Book of Dead Names.
Además de la influencia de los antiguos textos mágicos, es evidente
que la concepción de Lovecraft del Necronomicon y de los Mitos
emparentados con él deben mucho a las tradiciones ocultas de tiempos
más recientes. Hasta ahora no he podido trazar, con un mínimo de
certeza, la exacta naturaleza de la evidente conexión de Lovecraft
con el moderno Esoterismo Occidental, pero parece bastante verosímil
que se haya establecido a través de la comunicación con los
escritores Algernon Blackwood y Arthur Machen. Tanto Blackwood
(1869-1915) como Machen (1863-1947) eran Iniciados en la Orden
Hermética del Amanecer Dorado (una fraternidad mágica que floreció
en Inglaterra con el cambio del siglo) y ambos eran adeptos a la
corriente del saber oculto tan poderosamente ilustrado por
Lovecraft.
Muchas de las bárbaras evocaciones y nombres de particular
estructura gramatical que tanto abundan en
los Mitos Cthulhu pueden ser seguidos hasta un origen parecido al de
aquellas extrañas entonaciones
llenas de trabalenguas, conocidas por los ocultistas con el nombre
de enoquiano, la columna vertebral del
sistema de magia del Amanecer Dorado. Las Invocaciones Enoquianas (o
Claves) tuvieron su origen en
los experimentos ocultistas del Dr. John Dee y su principal vidente
Sir Edward Kelly, las cuales están
anotadas en la vasta obra de Dee: Liber Mysteriorum (14).
Los
cuarenta y ocho(15) encantamientos
mágicos, recibidos a través de médium en el año 1584, están escritos
en un idioma extraterrestre de una
compleja estructura gramatical y se cree que con su empleo, el
hombre puede pasar más allá de la esfera
de las limitaciones físicas, convocar espíritus para que cumplan sus
órdenes y aprender todos los
misterios del tiempo y el espacio. La referencia de Lovecraft a la
traducción inglesa que el Dr. Dee hizo
del Necronomicon en The Dunwich Horror, asumió de pronto una nueva y
apasionante importancia en
mis investigaciones al descubrir en la Colección Harleian de
Manuscritos del Museo Británico una carta
escrita a Dee por un erudito desconocido (fechada en 1573) que se
refería a “la ciudad de Donwiche” {la
antigua forma de escribir Dunwich) (16) parcialmente sumergida en el
mar(17}.
Desde luego, esto
último podría parecer casual, pero si se considera el hecho de que
la traducción del Necronomicon de
John Dee sólo aparece en The Dunwich Horror y que la ciudad de Dunwich en Inglaterra está casi a la
misma distancia de Londres que su doble ficticio del norte de
Massachusetts lo está de New London,
Connecticut, aproximadamente 120 km. en cada caso, va perfilándose
un patrón definido. ¿Es el
Dunwich del cuento de Lovecraft una reconstrucción, una réplica
geográfica de aquella ciudad de
Inglaterra que mereció el interés del misterioso Dr. Dee? ¿Fueron
las veladas referencias de Dee a ciertos
elementos extraños hallados entre las ruinas de la antigua Dunwich
lo que excitó la curiosidad de
Lovecraft?
En la antigüedad, Dunwich fue llamada
Sito Magnus por los
romanos, el Lugar del Amo, una
región rica en tesoros arqueológicos. Los documentos posteriores de
Dee dan cuenta de un misterioso
sepulcro descubierto en Dunwich después de la demolición de la
ruinosa iglesia de San Juan. La tumba contenía una gran piedra
curiosamente conformada a semejanza del cuerpo humano. Dentro del
hueco interior de la piedra yacía un cadáver vestido extrañamente
que, al ser tocado, se deshizo inmediatamente’ en un fino polvo(18).
Es extraño observar que, incluso hasta hoy en día, al muerto de la
antigua Dunwich continúa negándosele la paz en su tumba, ya que los
persistentes estragos del mar profanan los pocos cementerios de la
ciudad que han quedado. De la pared del acantilado a menudo caen a
las olas esqueletos humanos acompañados algunas veces de una lluvia
de huesos(19).
Tanto Dee como Lovecraft sostuvieron que en algunas regiones de la
Tierra confluían perturbaciones elementales y campos de energía
misteriosa. Dunwich parece que exista simultáneamente en los planos
de la realidad y de la imaginación, y cada aspecto evoca una
“atmósfera” común de “cosa diferente” al enlazar las mentes de dos
hombres separados en el tiempo por un lapso de más de tres siglos.
Cuanta más evidencia obtengo, más convencido estoy de que
Lovecraft
estudió, efectivamente, transcripciones de diversos escritos de Dee
junto con textos de un significado mágico general, los cuales
pudieron haberle sido transmitidos por Blackwood o Machen durante
los primeros años de este siglo, y que el Necronomicon se refiere a
diversos textos relacionados entre sí y no a una obra única. Textos
paralelos a muchos de los más importantes libros mágicos pueden
hallarse tanto en la Biblioteca del Congreso como en la famosa
colección de la Universidad Brown, en donde Lovecraft pudo haber
estudiado mientras daba forma a sus Mitos Cthulhu. Pero además de su
conocimiento de los textos mágicos existentes, Lovecraft demuestra
algo más: hay indicios de un claro acceso a secretos “Interiores”,
secretos que durante su vida permanecieron sin revelar a nadie
excepto a un selecto grupo de Altos Iniciados.
En su novela The Case
of Charles Dexter Ward, Lovecraft emplea con gran efecto el
simbolismo de Caput y Cauda Draconis, la Cabeza y la Cola del Dragón
Luna, combinado con una fórmula de transformación mágica de
naturaleza notablemente similar a un rito alquimista realizado por
los magos del Amanecer Dorado. A pesar de que Lovecraft no era un
Iniciado en el estricto sentido de la palabra, es evidente que se
había ganado la confianza de los que lo eran, según se demuestra en
el ejemplo anterior y en tantos otros dispersados por toda su obra.
Kenneth Grant, jefe del OTO (Ordo Templi Orientis) y autor de varios
libros sobre tradición mágica, también sugiere que Lovecraft tenía
un contacto específico con las escuelas de misterio occidentales y
argumenta que:
“Lovecraft empleaba la ficción para resaltar
conceptos de realidad que, en su época, se consideraban demasiado
fantásticas para ser presentadas en cualquier otro medio”(20).
Además, Grant da a entender que Lovecraft nunca fue del todo
consciente de las fuerzas exteriores que influenciaban sus escritos,
y empleó la última parte de su vida intentando vanamente negar su
existencia. En conjunto, yo me sentía inclinado a estar de acuerdo
con el concepto de los Mitos Cthulhu de Kenneth Grant, ya que muchas
de sus ideas reflejaban casi exactamente las mías. La principal
diferencia entre los puntos de vista de Grant y los míos reside en
nuestras respectivas aproximaciones al Necronomicon, porque a pesar
de que Grant cree que los Mitos son válidos en su aspecto oculto,
considera que el Necronomicon es ficticio, una invención de la
fértil imaginación de Lovecraft.
El propio Lovecraft admite y revela que muchas de las destacadas
características de los Mitos Cthulhu le fueron transmitidos por
medio de sueños, sueños recurrentes de sorprendente claridad y
continuidad.
Muchos ocultistas creen que los sueños de esta naturaleza son el
medio que tiene la mente subconsciente
para registrar contactos astrales. El fluido etéreo de la Luz Astral
es considerado una sustancia
semimaterial dotada de una gran plasticidad; un archiva natural que
envuelve la Tierra y retiene en su
estructura la marca de cada suceso, pensamiento, palabra y acto que
se ha producido desde la formación
del planeta. La tradición oculta sostiene que este depósito de
información, conocido en Oriente como
Registros Akashicos, puede ser accesible a voluntad por aquellos que
poseen la necesaria habilidad
síquica y que, asimismo, pueden manejarse para que proporcione
imágenes efectivas mediante la
aplicación de la necesaria química mental. Las imágenes de los entes
así formados se consideran “Elementos Artificiales”, criaturas
formadas por la mente, dotadas de identidad propia y capaces de una
existencia indefinida dentro del continuo espacio-tiempo.
Además,
una vez se ha creado una tal forma, se cree que proporciona un punto
de intersección entre planos, a través de los cuales, cualquier
fuerza parecida puede tener acceso a nuestra particular parcela del
Cosmos. Por tanto, ¿es qué Lovecraft pobló el Plano Astral con los
entes de los Mitos Cthulhu por medio de la referencia subconsciente
a los registros Akashicos y, al hacerlo, proporcionó una “puerta de
acceso” a través de la cual las mentes de los Seres Exteriores
pudieran volver a manifestar su influencia? Los ocultistas
sostendrían como cierto que si los Grandes Antiguos estuvieron
efectivamente en la Tierra, la Luz Astral debe de haber retenido un
registro de su historia y que cualquiera que se arriesgara a hurgar
en estos principios podría animar, tanto consciente como
inconscientemente, formas astrales estáticas mediante el proceso de
constante meditación.
Una vez establecidos, los entes astrales de
esta naturaleza aumentan en poder y vitalidad en proporción directa
a la cantidad de energía mental enfocada sobre ellos, hasta que,
finalmente, alcanzan una etapa de desarrollo que les permite obtener
un cierto grado de acción automotivada. Al igual que la histeria en
masa de las multitudes, lo que empieza como un pequeño chorro crece
rápidamente hasta convertirse en un furioso torrente.
En los tiempos modernos, la principal fuente de información en lo
que se refiere al fenómeno de la Luz Astral debe encontrarse en los
escritos del famoso ocultista francés Alphonse Louis Constant
(18-10-1875), más conocido por el seudónimo de Elifás Levi Zahed.
Levi se refiere a la Luz Astral de varias maneras:
“el OD de los
hebreos, el éter electromagnético, el cristal universal de visiones,
que sigue la ley de las corrientes magnéticas y está sujeto a la
fijación por una proyección suprema del poder de la voluntad, es la
primera envoltura del alma y el espejo de la imaginación”(21).
Levi
revela además que la Luz Astral es el hábitat natural de “aquellas
larvas fluídicas conocidas en la antigua teúrgia con el nombre de
“Espíritus Elementales”(22). La Ciencia Oculta sostiene que si entes
no reprimidos formados en el pensamiento son atraídos por la fuerza
de la vida de su creador como una aguja por un imán, tiene lugar,
con infernal deleite, una absorción de sus energías espirituales
hasta producir el completo agotamiento del fluido de su vida.
¿Estuvo Lovecraft poseído por envolturas misteriosamente animadas
que buscaban su entrada desde el vacío?
El ataque psíquico de esta
naturaleza se manifiesta, en primer lugar, por un estado general de
hipersensibilidad mental, seguido de un sentimiento de conciencia
extrañamente orientado que aumenta a medida que la víctima ajusta
inconscientemente su proceso mental al de su compañero de alma no
invitado. Se vislumbran mundos extraños, revelados por primera vez
durante el sueño, que empiezan a manifestarse por encima del
horizonte de la mente en vigilia; se producen formas agudas y
peculiarmente distorsionadas de audición, así como una ampliación de
la visión que conducen a la posibilidad de captar sonidos que están
más allá del espectro normal y a un sentido no lineal, de la
geometría del espacio. Todos estos elementos son primordiales en las
estructuras de Lovecraft y se revelan en sus escritos en términos
que no admiten duda. En la introducción de este libro, Colín Wilson
hace referencia al estado de letargo físico casi permanente en que
estuvo sumergido Lovecraft al final de su vida.
Sus tensiones
mentales, así como una poderosísima sensación de opresión, estaban
asociadas a extraños raptos de espíritu, visiones, sueños de
paisajes imposibles e increíbles ciudades. En resumen, Lovecraft
presentaba todos los síntomas tradicionales de un alma apresada en
una trampa de las fuerzas del mal.
Es sabido que Lovecraft experimentaba una gran dificultad para
retener el calor corporal,
particularmente en la última parte de su vida, cuando su odio hacia
las temperaturas a todas luces
moderadas se convirtió en obsesión. ¿Otro síntoma de posesión
demoníaca? Cito las palabras de Elifás
Levi:
“Dichas larvas absorben el calor vital de las personas de
buena salud y agotan rápidamente a los
débiles. De ahí viene la leyenda de los vampiros, entes de terrible
realidad que, como es bien sabido, se
han manifestado de vez en cuando. Esto explica también porque en las
proximidades de los médium,
que son personas obsesionadas por las larvas, se produce un descenso
de temperatura de la
atmósfera(23).
Lovecraft estaba familiarizado con las obras de Levi,
pero ¿le llegó demasiado tarde la comprensión clara de las palabras
del Amo? En The Case of Charles Dexter Ward(24} leemos:
“Aquí, esto
está escrito exactamente igual a como lo anotó la Sra. Ward de
memoria, ni tampoco hasta entonces le había sido mostrada la
autoridad en las páginas prohibidas de Elifás Levi; pero su
Identidad era inconfundible, y palabras tales como Sabaot, Metraton,
Almonsin y Zariatnamik transmitían un estremecimiento de espanto al
investigador que había visto y sentido tanta abominación cósmica
sólo a la vuelta de la esquina”.
Cabria preguntar: ¿por qué las
obras de un cabalista cristiano como el venerable Elifás Levi son
calificadas de “prohibidas”? ¿Había tropezado Lovecraft con la raíz
de sus pesadillas y descubierto que “aquello que estaba a la vuelta
de la esquina” era demasiado para ser soportado o tan sólo admitido
por él mismo?
Es evidente que en los últimos escritos de Lovecraft prevalece un
elemento de temor y que, rápidamente y en alarmante “crescendo”, se
va perfilando el resurgimiento final de un enraizado horror, un
horror de los que él mismo evocó tan convincentemente, a la vez que
su incapacidad para controlar las fuerzas desencadenadas. Los
términos “repugnante”, “escalofriante”, “prohibido” y “espantoso” se
emplean con una frecuencia cada vez mayor a medida que el modelo de
los Mitos se acerca a su conclusión. En su relato final, escrito en
1937, el año de su muerte, Lovecraft narra un cuento aleccionador
sobre la difícil situación a la que siempre envuelven los
impenitentes diletantes de las artes nigrománticas. La quema de
libros prohibidos, la transfiguración del heredero del hechicero, la
posesión de un alma por otra, todos son signos de advertencia que
ponen de manifiesto el extremado peligro de los que,
intencionadamente o no, pisan el camino de las tinieblas (25).
Cuando el panteón de entes que hay en el Necronomicon se contempla
desde el punto de vista de lo oculto, debe presentar problemas de
interpretación debidos a su misma singularidad. Los estudiosos del
Sistema enoquiano no tendrán ninguna duda al encontrarse con
dificultades similares e intentar establecer una correlación entre
el extraño conjunto de espíritus de Dee y los que se citan en otros
libros mágicos existentes. Los entes que están clasificados en el
Necronomicon, al igual que los del sistema de Dee, pueden
considerarse exteriores al tiempo reconocido para las tradiciones
mágicas y cabalísticas, aunque en cierta manera, conectados con él.
Al tratar con las problemáticas fuerzas etéreas de esta naturaleza,
siento que la mejor aproximación hacia la construcción de una
jerarquía inteligible es a través de un cuidadoso examen de las
correspondencias elementales atribuidas a cada potencia mundial. Una
vez establecida una tabla de relaciones elementales, el sistema
puede elaborarse después con la adición de las referencias
astrológicas y geográficas asociadas.
En un intento de clasificar la naturaleza de las diversas fuerzas
nombradas en el presente libro de magia, presento la siguiente
compilación para que sirva de ayuda a los estudiantes de los oculto:
LOS GRANDES ANTIGUOS
El Panteón en orden de presidencia
-
AZATHOT:
La morada del Caos Primigenio en el centro del infinito,
sin forma e incognoscible. El Primer Motor en la Oscuridad; la
Confusión, el Demoledor del pensamiento y de la forma. La antítesis
de la creación; el aspecto básicamente negativo del Fuego Elemental
referible, astrológicamente, al arcaico Leo y, en la esfera
terrestre, al Oculto Sur.
-
YOG-SOTHOT:
El Todo-Uno, Co-regente de
Azathot; el vehículo del Caos. La manifestación Exterior de la
Elocución Primaria, la Puerta al Vacío, a través de la cual deben
entrar “Los de Fuera”. La Exterior inteligencia activa de El, el que
nunca quedará encerrado en la impenetrable oscuridad. La positiva
manifestación del Fuego, marcado en el firmamento por el Signo dei
León, pero más particularmente por la estrella conocida por los
antiguos Arabes como Al Kalb al Asad, y por los romanos como Cor
Leonis, el Corazón del León, que está dentro del pecho del celestial
animal. En el mundo, su situación cardinal es la del Sur inmediato.
-
NYARLATHOTEP:
El Caos reptante, el Eter que media entre los diversos
aspectos de los Grandes Antiguos. El receptáculo de su Voluntad
combinada. Su mensajero y siervo, capaz de existir en cualquier
figura y forma, en cualquier región del tiempo y del espacio.
Astrológicamente relaciono a Nyarlathotep con la Vía Láctea, esa
mística franja de nebulosa luminosidad que se extiende a través de
los cielos con una inclinación de 63º con respecto al ecuador
celeste y que indica el círculo de nuestra galaxia. Los antiguos
acadios atribuían a este torrente de pálida luz a su Mito de la Gran
Serpiente, y los polinesios la llamaban el largo y azul tiburón
comedor de estrellas. En la India se la conocía como Nagavithi, el
Camino de la Serpiente.
-
HASTUR:
La Voz de los Antiguos. El Vengador
y Destructor, el Caminante sobre el Viento (el Wendigo de la
tradición de los indios pieles rojas). El que no debe ser nombrado.
En la esfera de los Elementos Hastur está asignado al Aire, el
Elemento de con tienda, y entre las constelaciones, indicado por el
Signo de Acuario, un asterismo dedicado a regir el Trígono Etéreo.
En el aspecto terrestre, Hastur está asignado al Este.
-
CTHULHU:
Señor de los Profundos, Inicia dar de Sueños. Cthulhu está
representado entre los Elementos por el Agua y, astrológicamente,
por la forma del Escorpión, conocido por los acadios como Girtab, El
Agarrador o Aguijoneador, ante el cual hay que inclinarse.
Geográficamente, Cthulhu está referido al Oeste, el lugar de la
muerte en la religión de los antiguos Egipcios.
-
SHUB-NIGGURAT:
El Gran Macho Cabrío Negro de los Bosques con un
Millar de Jóvenes. La manifestación Terrenal del Poder de los
Antiguos. El Dios del Aquelarre de las Brujas. La naturaleza
Elemental de Shub-Niggurat es la de la Tierra, simbolizada por el
signo de Tauro en los cielos y, en el mundo, por la Puerta del
Viento del Norte.
LOS DIOSES MAYORES
Aunque en el texto del
Necronomicon se presuponen varios seres
benignos, sólo se cita de forma explícita el nombre de Nodens, el
Señor del Gran Abismo. El hábitat natural de los Dioses Mayores se
considera que está en una región próxima a la estrella Betelgeuse,
en la constelación de Orión. En el gran almanaque de los astrónomos
árabes, conocido por Tablas Alfonsinas, posteriormente traducido por
entendidos europeos como Los Libros del Saber de Astronomía (26),
Betelgeuse se presenta de varias maneras:
Es interesante observar que
Machen se refiere al Señor Nodens en su
Great God Pan como un dios con una mano de plata, haciéndose eco de
la última de estas designaciones árabes.
Los Dioses Mayores se revelan en la tradición antigua como los
protectores de la raza humana, y su gran relación con la humanidad
se corrobora después por su signo, que es una forma de Pentagrama
Resplandeciente, el Signo Mayor. El Pentagrama es reverenciado por
los ocultistas como la Estrella de los Tres Reyes Magos, el símbolo
del Hombre, el Microcosmos, divinidad que se manifiesta en forma
humana. Mágicamente, se considera que el hombre es una criatura
formada por los cuatro elementos Fuego, Aire, Agua y Tierra mediante
el poder del Espíritu, el quinto de los elementos, o Elemento
Oculto, simbolizados por los cinco puntos del Pentagrama. Por tanto,
puede deducirse que el poder del Signo Mayor sobre los Antiguos
reside en la relación con una raza de seres henchidos de los cinco
Poderes Universales, como oposición a la constitución unielemental
de sus agresivos rivales (los Antiguos).
En su libro The Syrius
Mystery(27), Robert Temple sugiere que la raza humana pudo haber
sido introducida en los beneficios de la ciencia y la civilización
por seres venidos de un planeta del sistema planetario de
la
estrella Sirio. Sirio está en la constelación del Can Mayor y está
muy cerca (aparentemente) del “Talón de Orión”, cuya estrella
principal es Betelgeuse, en la región de los legendarios Dioses
Mayores. ¿Puede representar esta teoría y los paralelismos similares
que se reflejan en tantos mitos antiguos la aparición de borrosos
recuerdos raciales conectados con la génesis del hombre? ¿Y si
fueron efectivamente los Dioses mayores los misteriosos progenitores
del hombre?
Esto representa mi concepto inicial del Necronomicon, un libro de
escritos y viejas tradiciones que existen principalmente a un nivel
subjetivo, aunque en paralelo con varios importantes textos
místicos. Un libro de magia compuesto por diversos elementos que
yace secretamente enterrado en los oscuros recovecos de la mente
humana. Un patrón arquetípico que subraya y mitifica un conjunto da
datos mágicos y mitológicos aparentemente inconexos.
Así las cosas, dejé descansar el tema totalmente desprevenido contra
el giro sin precedentes que iban a tomar pronto los sucesos, los
cuales alterarían radicalmente mis conclusiones previas sobre los
que, seguramente, deben ser 1os textos mágicos más controvertidos y
enigmáticos.
Mientras estaba recopilando material para un libro sobre los
documentos inéditos de John Dee, encontré un manuscrito críptico del
siglo XVI conocido como Liber Logaeth o
The Book of Enoch (28). El
manuscrito consistía en 101 cuadrados mágicos sumamente complicados,
96 de los cuales constaban de 49 x 49 celdillas y 5 de 36 x 72
celdillas. Todo el conjunto estaba adornado por una serie muy
confusa de letras (en alfabeto latino) y números en un orden
absolutamente aleatorio. Quedé totalmente desorientado sin saber qué
hacer con este manuscrito de Dee tan particular, el cual llevaba el
título de Liber Mysteriorum Sextus et Sanctus, el Sexto Libro de los
Santos Misterios(2S). Las diversas referencias al Liber Logaeth en
las obras publicadas establecían que Dee empleó el libro a modo de
sistema de índice cruzado que le permitía formar otra serie de
cuadrados mágicos conocidos como las Tablillas Enoquianas. Si esto
era así, ¿por qué esta complejidad? La suma total de las letras de
las Tablillas Enoquianas es sólo de 644, por lo que parecía absurdo
que fuese necesario un sistema cruzado con más de 240.000 letras
solamente para su formación. No, debía de haber otra explicación. El
mismo Dee dejó muy poca información en su Sexto Libro Sagrado,
aparte de decir que contenía “El Misterio de nuestra Creación, la
Edad de muchos años y el fin del Mundo” (30) y que la primera página
del libro representaba el caos.
Se me ocurrió que el conjunto podría haber sido en algún tipo de
código o sistema cifrado isabelino. Si era así, presentía que no
había ninguna probabilidad de que yo fuese capaz de desenmarañar
algo de una complejidad tan extraordinaria sin la ayuda de un
experto en criptografía. Entonces recordé el éxito del Dr. Donald
Laycock, un filólogo australiano que había empleado un ordenador en
un esfuerzo para probar la validez del lenguaje enoquiano de Dee.
Laycock después de una reunión para beber unas copas en el Club de
las Artes Teatrales de Londres, me había explicado, hace algunos
años, la elevada concordancia que había observado con su ordenador.
Sin embargo, el problema presente era bastante distinto al que fue
resuelto por Laycock, porque ahora se trataba de un intento de
descifrar un código desconocido sin emplear ni un fragmento de
información concreta como guía.
Comuniqué mi apuro en una carta que escribí a Colín Wilson, el cual
me respondió poniéndome en contacto con David Langford, un joven
experto en ordenadores, el cual me ofreció entusiásticamente su
ayuda en el asunto. Pronto se puso en evidencia que David Langford
era la persona completamente idónea para la compleja labor que había
que desarrollar, no sólo porque tenía acceso a uno de los más
sofisticados ordenadores que había disponibles, sino también por sus
considerables conocimientos sobre las técnicas isabelinas de
cifrado, ya que era investigador de la criptografía baconiana (de
Bacon). En su momento le transmití una copia fotográfica del Liber
Logaeth de Dee y esperé impacientemente los posibles resultados.
Como David Langford ya trata adecuadamente en este libro el
laberinto del programa del descifrado, pasaré rápidamente al
sorprendente y totalmente inesperado resultado de este trabajo.
Durante los meses en que las páginas del misterioso manuscrito de
Dee estuvieron sometidas a un examen metódico y cuidadoso, entre
David Langford y yo se cruzó un voluminoso acopio de
correspondencia, y los trozos de cada nueva información se
analizaron uno por uno como parte del inequívoco e increíble patrón
que iba surgiendo lentamente. Desde luego, el manuscrito se había
escrito expresamente en clave, con una clave de gran complejidad, y
quienquiera que codificara originalmente el manuscrito, dio unos
increíbles rodeos para guardar el secreto de su contenido. Las
razones para unas precauciones tan elaboradas eran muy fáciles de
adivinar, ya que el texto montado, aunque algo inconexo y sin
título, podía ser nada menos que un resumen de aquel Necronomicon
tan difícil de conseguir. Los nombres de los entes, los lugares y
los conceptos mitológicos resultaban casi idénticos a los dados por
Lovecraft.
La pregunta era: ¿cómo podía compararse tan estrechamente la
descripción de Lovecraft del Necronomicon
con nuestro texto recién descubierto? Era inconcebible que antes se
hubiese hecho un descifrado del
criptograma de Dee sin la ayuda de la moderna cibernética, a menos
que alguien, por una casualidad
extremadamente remota, hubiese dado con las claves ocultas para su
interpretación. Por otra parte, el texto
codificado de Dee podía haberse extraído de un manuscrito anterior,
un ejemplar del cual podía haber
llegado a poder de Lovecraft. Quedan muchos problemas por resolver;
si hubiésemos descubierto ciertos
fragmentos del verdadero Necronomicon, también hubiera sido
perfectamente posible que existiesen traducciones árabes, griegas,
latinas y españolas del texto mencionado por Lovecraft. Si así fue,
¿cuál habría sido su suerte? Creemos que nunca sabremos todas las
respuestas y, por ahora, no podemos hacer otra cosa que presentar al
mundo los frutos de nuestras investigaciones con la esperanza de que
algún día otros puedan aportar las piezas finales del rompecabezas
metafísico y se complete la historia del enigmático Necronomicon.
En los mitos de cada raza y clima encontramos la huella de los
personajes extracósmicos que pululan por las páginas del Necronomicon. En el Himalaya, la leyenda del Hombre de las Nieves
sigue viva y continúa siendo resucitada incluso por los más
prosaicos miembros de las expediciones montañeras. ¿Es qué desde la
prehistoria de la Tierra aún vagan monstruos alienígenas por las
silenciosas cimas, se esconden bajo los océanos, o deambulan en la
noche por lugares desolados?
En un antiguo tratado hindú conocido por Rigveda, leemos acerca de
Dasyu y Dasa, la Gente Oscura, los enemigos sobrehumanos de la
especie humana que viven bajo tierra; sobre extraños prototipos de
la prehistoria descritos como gigantes “altos como montañas”,
demonios “como árboles que andan”; y también sobre Rakshasas, el de
la cabeza de tigre y el feo Vaitikas, con un ala y un ojo.
El mito
peruano habla de los Guachines, los Oscuros o los sin rayo: los
habitantes de la Tierra primitiva. La leyenda de los pieles rojas
conserva religiosamente a Camazotz, Señor de los Murciélagos, una
espantosa criatura híbrida con alas parecidas al cuervo y serpientes
saliendo de su cara. En 1686, Robert Plott registra la aparición de
luces globulares en el cielo, lluvias de piedras marcadas con trazos
lineales, extraños sonidos llevados por el viento que desafían todos
los intentos de explicación racional, y el nacimiento de niños “de
ningún sexo” con varias cabezas(31). Más recientemente, Charles Fort, un maestro del siglo XX sobre fenómenos inexplicados nos
informa a través de sus escritos de que:
“los demonios han visitado
la Tierra” y continúan haciéndolo. Durante toda su vida, Fort
recopiló más de 40.000 notes sobre temas que van desde guijarros
negros no meteóricos que cayeron sobre Wolverhampton, Inglaterra, en
el año 1858(32), hasta relatos sobre extrañas ciudades y criaturas
con alas de tres metros de largo “andando de forma patosa sobre pies
palmeados”(33).
¿Es el hombre, en realidad, el más antiguo o el
último de los amos de la Tierra? Quizá sabremos pronto las
respuestas, ya que durante las últimas décadas, la Tierra parece que
está siendo visitada repetidamente y cada vez con mayor frecuencia
por misteriosos intrusos. Desde lugares de Virginia Occidental
continúa informándose sobre el Hombre Mariposa, un humanoide oscuro
y con alas; monstruos y serpientes de mar llenan los océanos y los
lagos; los encuentros OVNI se han convertido en un acontecimiento
casi diario, ¿Qué significa todo esto? ¿Es qué la humanidad ha sido
de pronto víctima de la ilusión, la histeria y el autoengaño a una
escala hasta ahora sin precedentes, o estamos quizá asistiendo a un
retorno gradual a aquellas fuerzas que una vez inspiraron a un loco
árabe a cantar, bajo una Luna en cuarto creciente, un extraño y raro
pareado?
Eso que no está muerto, que puede permanecer eternamente, y con
desconocidos eones(34) incluso la muerte puede fenecer.
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NOTAS:
(1) The Haunter of the Dark and other tales of horror, H.P.
Lovecraft, Gollanez, 1966. (2) Publicado en facsímil con el título
Al Azif, con una introducción de L. Sprague de Camp, Owlswick Press,
Filadelfia, 1973. (3) The Strength to Dream, Colín Wilson, Gollanez, 1963.
(4) The Secret Doctrine, H.P.Blavatsky, 3 vals., The Theosophical
Publishing House, Londres 1928. (5) The Secret Doctrine, H.P.
Blavatsky, vols, 1 y 2. Ver también: Man, the Measure of AlI Things,
Sri Krishna Prem y Sri Madhava Ashish, Rider, 1969; Man Son of Man,
Sri Madhava Ashish, Rider, 19l0. (6) Ver Oriental Magic, Idries
Shah, Rider, 1956. (7) The Sword of Moses, M. Gaster, Samuel Weiser, Nueva York, 1970.
(8) Ibíd, p. 15. (9) Sixth and Seventh Books of Moses, anónimo, editado en EE.UU.
(10) The Leyden Papyrus {conocido por el Papiro Mágico Demótico de
Londres y Leiden}. (11) The Mystery of the long lost 8th, 9th& 10th Books of Acoses, H.
Gamache, Sheldon, EE.UU. (12) The Sword of Moses, M. Gaster, p. 51.
(13) Ibíd, p. 17. (14) Ver Manuscritos Sloane 3188 y Apéndice Cotton XLYI (Partes 1 y
2), Biblioteca del Museo Británico, Londres. (15) Algunas veces se añade una invocación sin numerar que hace un
total de 49. (16) La antigua capital de East Anglia, situada entre Southwold y
Sizwell en el condado de Suffolk. (17) Ver Manuscritos Harleian 532, Museo Británico, Londres.
(18) Ibíd. {19} Ver A guide to Dunwich, Jean J. Carter.
(20) Cults of the Shadow, Kenneth Grant, Muller. (21) The Story of Magic; Elifás Levi (Trad. por A.E. Waite), Rider,
1963. (22) Ibíd, p. 104. (23) Ibíd, p. 106. (24) The Case of Charles Dexter Ward, H;P. Lovecraft, Panther, 1963.
(25) Ver The Evil Clergyman, H.P. Lovecraft, 1937. (26) 0. de T. En castellano en el original.
(27) The Sirius Mystery, Robert Temple, Sidgwick and Jackson.
(28) Manuscritos Sloane 3189, Biblioteca del Museo Británico,
Londres. (29) También llamado Liber Mysteriorum l& Sancti)
Parallellus 1Yovalisque: El, Sexto Libro de los Misterios y los
Paralelos de la primera tierra Sagrada sin cultivar. (30) Ver A True and Faithful Relation of what passed far many years
between Dr. John Dee and Some Spirits (Ed. Meric Casaubon, 1659),
Londres. (31) The Natural History of Staffordshire, Robert Plott, 1686.
(32) The Book of the Damned, C. Fort. (33) 0ew Lands. C. Fort.
(34) 0. de T. Entre los gnósticos, cada uno de los Genios Creadores
emanados de la Divinidad Suprema.
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