El Padre Dunn explicó que en 1914, él y otros siete u ocho estudiantes asistían a clases nocturnas en un instituto de enseñanza media situado en la zona norte de Providence. Eran jóvenes de clase trabajadora entre los veinte y treinta años que tenían ambiciones literarias. Todos ellos precisaban un curso avanzado de inglés. Dunn, que contaba entonces veinticuatro años se ganaba la vida como fontanero. Tanto él coma sus compañeros tenían noticia del movimiento periodístico amateur, y a instancias del periodista aficionado Edward H. Cole, de Boston, decidieron fundar el Providence Amateur Press Club de Providence.
El alma del Club fueron Vector Basinet y una tal Miss Miller, habiendo sido Lovecraft un miembro fundador. Cuando Lovecraft tenía veintitrés años, Dunn lo consideraba raro y hasta excéntrico. En las reuniones, Lovecraft permanecía sentado rígidamente mirando con fijeza hacia adelante, excepto cuando volvía la cabeza en dirección a la persona que le hablaba. Cuando él lo hacía, su voz era baja y monótona.
Su principal motivo de fricción fue la cuestión de Irlanda. Dunn, de ascendencia irlandesa, ya que su madre había nacido en Irlanda el año del Hambre, era hiberniófiio y simpatizante del Sinn Fein. Lovecraft era extremadamente anglófilo. “Decía que yo no tenía derecho a oponerme al dominio británico en Irlanda.
Dunn no conocía la verdadera situación económica de Lovecraft, pero el hecho de no tener un trabajo regular, le hacían suponer que tenía ingresos suficientes para seguir viviendo indefinidamente. Decía también que Lovecraft no hablaba mucho y que sólo raramente sonreía o reía. “No tenía el más mínimo sentido del humor”. Los amigos de Dunn consideraban a Lovecraft “de risa”, sin sospechar que un día sería famoso.
Decía Dunn, que ahora lamentaba la falta de simpatía para H.P.L., de cuyas limitaciones no se percató. Añadía que, de haber sabido que Lovecraft se convertiría en una importante figura literaria, se hubiese fijado en él con mayor atención. Otro miembro del Providence Amateur Press Club de Providence, que habitaba en la vivienda contigua a la de Dunn, tenía una hermana llamada Sacie Henry. En cierta ocasión, estando Miss Henry de visita en casa de Dunn, a modo de broma entre amigos llamó por teléfono a Lovecraft diciéndole que un día podrían salir juntos. El contestó:
Como consecuencia de su predilección por el siglo XVIII, Lovecraft se atavió en cierta ocasión con un traje colonial, o al menos con un sombrero ‘de tres picos y, así vestido, se hizo publicar una fotografía en un periódico de Providence. Para algunos entusiastas de Lovecraft, sería un encomiable proyecto hallar esta fotografía y reproducirla. Dunn, que no sólo era antibritánico sino también objetor de conciencia, se negó a alistarse para la quinta de 1917 y se presentó al jefe de policía. Pasó el resto de la Primera Guerra Mundial de prisión en prisión, acabando en Fort Leavenworth.
Después de la guerra, ingresó en un seminario y tomó sagradas órdenes dentro de la Iglesia Católica. También nos dijo Dunn que el notable i investigador lovecraftiano R. A. Kisch (también conocido como “Everts”) le “pidió prestadas” las cartas que él poseía de Lovecraft y que todavía estaba intentando recuperarlas. Tenemos una fotografía de Lovecraft cuando tenía entre veintitrés y veintiséis años. Era la época en que empezaba a salir de la concha en la que se había recluido en 1908, cuando una enfermedad no definida le impidió terminar sus estudios en el Instituto. Entretanto había sido un verdadero “recluso excéntrico”. Hacía poca cosa, ganduleando por toda la casa, pero leía.
Raramente salía con otro ser humano que no
fuera su desequilibrada madre. Causaba una rara y sorprendente
impresión, pero estaba aprendiendo que podía medrar entre los
mortales, sino perfectamente, sí por lo menos hasta donde le
permitiesen una tolerancia divertida. Por aquella época, sin
embargo, en este serio, perezoso, snob e inadaptado erudito ya había
indicios del bondadoso, genial, afectuoso, encantador, agudo y entre
tantos conceptos hombre admirable en el cual, lenta y dolorosamente,
Lovecraft iría madurando durante las siguientes dos décadas.
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