El Despertar IV
OVNIS sobre San Petersburgo
¿Recuerdan lo que dijimos en la sección anterior?
"En apariencia había alcanzado un estado de amor y aceptación de
todas las personas, de respeto por todas las sendas individuales y
compasión por todos los que se afanan dentro de sus propios estados
de ignorancia. Estaba trabajando tan denodadamente como podía (y aun
en mi estado de deterioro físico, el esfuerzo era considerable) para
"arreglarle" las cosas a todos aquellos que lo solicitaban.
Ciertamente no lo hacía por dinero. En cierto sentido, estaba en una
situación tan mala como cuando aquella "voz" me había indicado que
debía "aprender" acerca del mal. A no dudarlo, estaba tratando.
Estaba tratando de aprender cómo identificarlo. Lo que no sabía y
estaba a punto de aprender, era que a menudo aquello que se presenta
como proviniendo de la luz y de la verdad NO lo es, siendo más bien
una impostura y un engaño. Esta era aun la parte "no aprendida" de
la "lección del amor". Ya había aprendido la lección de que las
grandes organizaciones religiosas pueden ser un camino hacia la
destrucción personal, lo que aun no sabía es qué tan sutil y
tortuoso podía llegar a ser ese engaño y como podían manifestarse
estos extremos a niveles individuales."
El significado de esto, en términos prácticos, era que yo había
expandido mis conceptos hasta englobar más o menos la consigna de la
Nueva Era del "Amor Incondicional", es decir, el amor por todo el
mundo y todas las cosas, rodeando el propio ser con vibraciones de
amor y luz reafirmadas día a día por medio de la meditación y
concentración en el fin propuesto, y más o menos navegando a través
de la vida con la convicción de que si se CREE firmemente que la
finalidad de la vida es AMAR todo y que todo lo que hay es AMOR,
entonces eso es precisamente lo que se experimentará. También
presupone la mística del perdón en su más amplia acepción: el
constante "cancelar las debilidades de la otra persona" puesto que,
en el gran esquema de las cosas, ¡nadie tiene en realidad NINGUNA
debilidad! Las personas simplemente son lo que son, y es nuestro
deber amarlas y llevarnos de la mejor manera posible; ir con la
corriente, aceptar todas las cosas y personas tal y como son, y en
general, ¡abandonarnos todos a una gran orgía de amor y luz! ¿Qué
otra reacción cabría esperarse una vez que se ha comprendido que no
existe el pecado original, y que todos somos en verdad uno solo? Y
eso parece ser lo que mis propias experiencias me estaban enseñando,
¿no es así?
Sí y no.
Nuevamente, para dar un ejemplo práctico de cómo se perfiló la
siguiente lección, retornaremos a los eventos de la "escuela"
(entiéndase, mi vida).
Un día después de mi "pequeña conversación con Dios", mi madre me
llamó para que viera una carta que había encontrado en su buzón.
Venía de un organización local de pensionados y ofrecía un curso de
enfermería doméstica para personas retiradas o con discapacidades
físicas que estuvieran buscando una "nueva carrera" y la oportunidad
de salir de la casa, realizar una labor útil, remediar el problema
del aburrimiento y ganar dinero. ¡Vaya si era una buena oferta. A mi
madre le sonaba demasiado buena para ser verdad. Para el caso de los
pensionados era totalmente gratis, y todos los suministros
requeridos, incluyendo uniformes y transporte hacia y desde el sitio
donde se impartía el curso, eran suplidos sin costo alguno. Aquellos
que estuvieran interesados debían llamar inmediatamente y reservar
un lugar en la clase.
Mi madre estaba considerablemente emocionada con la oportunidad de
ponerse en acción e incorporarse de nuevo al mundo. Estuve de
acuerdo en que si deseaba tener una nueva "carrera" debía
comunicarse de inmediato. Lo hizo, y se enteró de que era una de las
últimas personas en ser aceptadas, ya que la acogida a la oferta del
anuncio había sido poco menos que apoteósica, ¿y quién podría
sorprenderse de tal resultado?
Aproximadamente una semana después de haberse iniciado el curso mi
madre me contó que una de las damas participantes le había girado
una invitación para acudir a una "velada" en su casa al siguiente
Miércoles por la noche, y ella se sentía más o menos obligada a
aceptar puesto que la dama en cuestión había estado buscando su
compañía durante los recesos del almuerzo y, en general, había hecho
enormes esfuerzos por mostrarse condescendiente y amistosa. El
asunto era que necesitaba que yo la llevara en el auto al domicilio
de la mujer. Yo estaba tan contenta de ver su deseo de ocupar su
vida en algo nuevo, que no tuve ningún problema en acceder a la
petición.
En este punto, luego de la experiencia con el OVNI, que había
supuesto un incremento de todos mis padecimientos físicos hasta
niveles críticos, tenía que ser extremadamente cuidadosa en la
manera de administrar mis energías para poder realizar todas las
actividades diarias que resultasen prioritarias. Aún así, a veces
ningún cuidado resultaba ser suficiente y a menudo me encontraba del
todo desprovista de energía. Me había visto obligada a reducir de
manera considerable las sesiones de hipnosis y a programarlas con un
día de por medio, mismo que empleaba para restablecer mis fuerzas.
Además, casi todas las noches sufría de ataques de angina e
hinchazón de los ojos y de las membranas mucosas de la garganta, lo
cual yo suponía que era el resultado de una alergia provocada por
sobrecarga de actividad: me había convertido en una adicta al
"benadryl" para aliviar algunos de estos síntomas, pero esto a su
vez tenía el efecto secundario de casi "tumbarme" fuera de combate.
No era, ciertamente, la mejor manera de sobrellevar los rigores de
la vida diaria, y debo reconocer que mi nivel de funcionalidad como
ser humano era el más bajo que podía esperarse en una persona...
¡que aún presentaba la equívoca apariencia de funcionar normalmente!
Estaba segura de que no habría quien pudiera echar un vistazo sobre
mí y encontrar que algo estaba mal, pero me encontraba atrapada
dentro de un cuerpo que se asemejaba más a una máquina que sufría un
corto circuito detrás de otro y estaba en curso irremediable hacia
una falla general de todos los sistemas (obviamente, la posibilidad
de que nuevos circuitos se estuvieran formando nunca pasó por mi
mente, pero el convencimiento de que esto era así sobrevino más
adelante).
Así que mi madre tenía esta invitación, y yo hice todos los arreglos
necesarios para poder suministrarle el transporte. Pero llegado el
día, me encontraba con tan intenso dolor y extremo agotamiento que
no veía la manera de poder hacerlo. Mi madre estaba plenamente
consciente de mi estado y no insistió más en el asunto. Cerca de la
mitad de la tarde, tuve que tumbarme en la cama y de inmediato caí
en un sueño profundo.
Me desperté un par de horas más tarde y,
sorprendentemente, ¡me sentía casi del todo bien! Recordé que se
suponía que debía hacer algo y miré al reloj, solo para caer en la
cuenta de que debía recoger a mi madre y que apenas contaba con el
tiempo suficiente para llevarla a su velada. La llamé por teléfono
para decirle que me sentía mejor y asegurarle que iba a pasar a
recogerla en unos cuantos minutos.
Cuando llegamos al lugar de la velada, no estaba del todo segura de
qué era lo que estaba sucediendo. Había cerca de quince personas de
pié y con las manos posadas sobre otros individuos que se
encontraban yaciendo horizontalmente sobre un total de tres mesas de
masajes. Gruesas volutas se alzaban por encima de unos incensarios y
había música de la "Nueva Era" sonando en el fondo; algunas de las
personas tenían los ojos cerrados en estado de profunda tranquilidad
meditativa. Por un momento pensé que había entrado en mitad de una
sesión de "imposición de manos" de corte fundamentalista pero en su
nueva versión acuariana, ¡o algo por el estilo!
Siendo del tipo de persona que trata siempre de guardar un balance
entre la curiosidad insaciable y los buenos modales (¡cosa que en
algunas oportunidades no me exime de ser causante de situaciones
cómicas!), una vez se le dio curso a las presentaciones de rigor me
arrellané en una silla, y pregunté acerca de lo que se encontraban
haciendo, la idea detrás de aquella curiosa actividad y el
procedimiento exacto que estaban siguiendo (como se ve, ¡nadie puede
decir que soy de los que se andan por las ramas!). Esperaba algo así
como: "Estamos rezando", o "estamos proyectando energías positivas
para el bienestar general", o algo por el estilo. No obstante, la
respuesta fue: "Estamos canalizando Reiki".
Bien, "¿Y qué se supone que sea Reiki?
Me fue entonces relatada la historia completa del Dr. Usui por boca
de los varios participantes mientras seguían allí con sus manos
posadas sobre los "pacientes". Cada movimiento y colocación de las
manos me fue explicado, y conforme presentaban más y más detalles
del asunto, yo me volvía cada vez más escéptica. Es decir, de todos
los métodos de sanación de que había escuchado o leído algo, ¡este
tenía que ser sin lugar a dudas el más nebuloso e improbable! Me
parecía del todo ridículo pretender que alguien pudiera "iniciar" o
"sintonizar" a otra persona para darle la habilidad o "poder" de
canalizar cierta energía supuestamente milagrosa y que a su vez
podía ser transmitida a una tercera persona y tener efectos
sorprendentes y poco menos que milagrosos! La siguiente cosa que
esperaba que dijeran es que el Reiki puede ayudarle a uno a caminar
sobre el agua. Pero antes de que salieran con eso, yo ya iba a estar
del otro lado de la puerta. Se me instó a "probar", pero decliné la
invitación con no poca diplomacia. Me habría sentido perfectamente
ridícula acostada sobre una mesa con cinco personas colocando sus
manos sobre mí por espacio de 45 minutos. ¡Eso estaba fuera de toda
consideración!
Pero yo hacía un esfuerzo por aparecer amable y gentil en medio de
mi escepticismo, y muy pronto la conversación dio un giro hacia el
tema de la astrología (terreno familiar para mí) y yo mencioné de
pasada que tenía un programa de computadora que hacía muy buenas
cartas astrológicas. Entonces la mujer anfitriona de la casa me
ofreció hacer un trato... tres sesiones de Reiki a cambio de una
carta astrológica.
¿Qué tan obtuso puede uno llegar a ser? Trataba de adivinar el
coeficiente de inteligencia de esta chica en números que no fueran
tan injuriosos, porque después de todo, ¡me estaba ofreciendo varias
horas de su tiempo y esfuerzo a cambio de unos pocos minutos de
ingreso de datos e impresión! No me parecía demasiado justo, pero
pensé que si ella era tan ingenua como para estar convencida de que
podía "canalizar una energía vivificante" hacia mi a través de sus
manos, y estaba dispuesta a tomarse todas esas molestias para
hacerlo, ¿porqué no podía ser yo un conejillo de indias
complaciente? Estaba convencida de que todo sería un fracaso, pero
también entretenía la idea de que quizás era su manera de obtener
una carta astrológica que de otra forma no sabía como conseguir. Así
que, para no ser del todo despectiva, accedí a su propuesta.
Arreglamos una cita para el siguiente día y, a no dudarlo, no dejé
de hacerme presente.
Así que, allí estaba yo, en una condición tan deplorable que hube de
ser asistida para acostarme en la mesa de masajes que fue instalada
en la sala de mi casa. Y más embarazoso aún, ¡me dormí en mitad del
tratamiento! Cuando puso sus manos sobre mí, lo único que en
realidad sentí (y estaba poniendo mucha atención a todo lo que
pasaba, si bien tenía una buena dosis de escepticismo), fue una
especie de tibieza que no parecía ser otra cosa que el calor normal
que sería de esperarse cuando una persona posa sus manos sobre otra.
No obstante, me aguardaba una enorme sorpresa a la hora de
levantarme de la mesa al final del "tratamiento": ¡casi no podía
ponerme de pié! ¡Me sentí tan mareada que me parecía estar
completamente borracha!
Cuando traté de dar algunos pasos tuve que
sujetarme de los muebles y las paredes para evitar caer al suelo.
Tuvieron que ayudarme a llegar a mi habitación, adonde me desplomé
encima de la cama y cerré mis ojos. Pero eso no trajo alivio alguno,
porque sentía la misma sensación de mareo y resaca que se asocia con
una noche de farra. Cuando abría los ojos y trataba de enfocar la
vista en el cielorraso o las paredes, todo daba vueltas como si
hubiera saltado de un tiovivo en movimiento y hubiera caído de
espaldas para contemplar como el cielo y las nubes no paraban de
girar. Estaba realmente preocupada de que finalmente mi sistema se
hubiera trastornado del todo, y rezaba para que se me pasara. La
sensación de nausea era horripilante. Ensayé algunas respiraciones
profundas y me concentré en detener el frenesí que había entro de mi
cabeza, hasta que me quedé dormida.
Esa noche dormí mejor de lo que había dormido en los últimos 18
años. Pero no fue sino hasta el día siguiente, cuando estaba
vaciando la secadora, que me di cuenta de que mi espalda no me
dolía. No solo eso, a esas alturas del día ya había terminado una
mayor cantidad de labores domésticas de lo que normalmente puedo
realizar. Había estado completando una labor detrás de otra y
pasando a la siguiente sin apenas notar ninguna cosa fuera de lo
común. No fue sino hasta que ya llevaba un buen número de horas
ocupada en todo esto, que me di cuenta de que había algo diferente:
algo hacía falta, y ese "algo" no era otra cosa sino mi dolor
familiar y consuetudinario.
Ahora bien, para una persona que se ha acostumbrado a funcionar en
circunstancias de dolor crónico y que ha debido desarrollar diversas
formas para maniobrar a través de la vida cotidiana en presencia
constante de dolor físico, el caer en la cuenta de una cosa como esa
resultaba tan prodigioso, que hube de sentarme y recorrer
mentalmente todo mi cuerpo para verificar que no hubiera algún
acostumbrado aguijoneo aquí o allá. Efectivamente, no había NINGÚN
dolor. No obstante, estaba convencida de que en cualquier momento
iba a ser de nuevo atenazada por algún dolor, así que me incorporé
en forma cuidadosa y continué con las labores, haciendo un constante
monitoreo de mi condición para detectar el momento en que todo se
revertiría a su estado normal. De hecho creo que deseaba que el
dolor regresara porque de lo contrario, ¡iba a tener que aceptar que
el Reiki funcionaba! Y ciertamente una no podía transitar por la
vida dando crédito a semejantes patrañas... ¡Vaya si estaba en un
dilema!.
Una cosa debe quedar bien clara en todo esto: estaba totalmente
prejuiciada en contra de cualquier posibilidad de que algo como el
Reiki pudiera funcionar. Pero algo en concreto estaba sucediendo
para lo cual yo no tenía ninguna explicación. Había llegado a estar
totalmente convencida de que las experiencias de nuestra vida están
íntimamente relacionadas con nuestras más profundas expectativas y
convicciones, y que la fe es un elemento integral en todo proceso de
sanación. De hecho había estado escudriñando en todos los rincones
de mi subconsciente para descubrir el elemento causante de todos mis
sufrimientos, en virtud del cual todo intento de efectuar una
sanación efectiva quedaba derrotado de arranque no más, y sin
embargo me encontraba ahora experimentando un efecto como resultado
de algo en lo cual no había tenido la más mínima fe. Lo que es más,
mi escepticismo acerca del Reiki tenía profundas raíces, no obstante
lo cual parecía que el Reiki en verdad funcionaba, o eso era cuando
menos lo que se podía deducir. ¿Qué otra explicación cabía? En algún
momento comencé a llorar de agradecimiento; solo aquellos que han
sufrido un dolor constante y prolongado pueden entender lo que se
siente al descubrir que el dolor ha cesado del todo.
Aun así, no bajé la guardia. Si bien tenía un "alivio temporal",
esperaba que el dolor retornara.
Debía recoger a mi hija y mientras conducía el auto de regreso a
casa le conté cómo el dolor había desaparecido y que en mi opinión
se debía al Reiki. Ella se rió de mi y me dijo que solamente había
funcionado porque yo había creído que funcionaría. Le indiqué que
había sido más bien todo lo contrario, y puesto que ese era el caso,
ahora me preguntaba qué cosa habría detrás de todo este asunto del
Reiki.
No hace falta decir que las cosas siguieron mejorando
progresivamente. Al cabo de una semana y dos tratamientos más,
estaba convencida de que lo que fuera que estaba sucediendo en
verdad estaba funcionando. Luego de esto comencé a asistir en forma
regular a las "veladas". No solamente había sido curada del dolor de
espalda, sino que los ataques de angina disminuyeron hasta casi
desaparecer, la inflamación de los ojos y la garganta cedió por
completo, mi nivel de energía alcanzó alturas inéditas y yo me
encontraba ahora en capacidad de atender a un número mayor de
clientes y estar en mayor actividad, ¡todo lo cual me sentaba de
maravilla! No obstante seguía sospechando que todo esto no era
exactamente obra del Reiki mismo, sino de una transferencia de
energía que cualquiera podía conseguir con solo pasar cerca de 40
minutos con las manos colocadas sobre otra persona.
Así que, si bien
estaba experimentando beneficios innegables, seguía teniendo mi
propia teoría acerca de todo el asunto. Consideraba que era absurdo
pensar que una persona pudiera "conferir" esta cualidad casi mágica
sobre otra persona, y para probar este punto, estaba ansiosa de que
el maestro Reiki que había iniciado a mis nuevas amistades se
presentara en la ciudad para dar una demostración especial, ya que
esa había sido justamente la finalidad de las "veladas": atraer a
nuevos estudiantes. Yo me presentaría armada con todos mis poderes
de observación y mi escepticismo recalcitrante, para abocarme a
realizar una investigación concienzuda. Si había alguna sustancia
detrás de todo este asunto del Reiki, yo estaba dispuesta a
probarlo. No tenía ninguna intención de suscribirme a ninguna
creencia en particular sin antes tener una prueba más menos
tangible.
Cuando se llegó el día de la primera iniciación, yo me encontraba
allí, carabina al hombro y con buena dotación de municiones,
aguzando la vista para desenmascarar cualquier tipo de truculencia y
con los oídos atentos a cualquier retórica sospechosa que pudiera
revelar la verdad detrás de todo esto, a saber, que se le estaba
cobrando a la gente grandes cantidades de dinero haciéndoles pensar
que podían "canalizar la energía Reiki", cuando el efecto real era
meramente el de un flujo de energía natural que estaba disponible
para todo aquel que tuviera la suficiente paciencia como para
pararse junto a otra persona con las manos extendidas. Lo único que
puedo decir que sentí durante el proceso de "entonación" fue una
especie de flujo generalizado de calor desde mi abdomen y en
dirección ascendente hacia mi cabeza, a la vez que un pequeño
chasquido en el interior de mi cabeza. Pero la impresión era tan
nebulosa que rápidamente la catalogué como una observación
subjetiva.
Pero lo que pasó más tarde esa misma noche, fue sorprendente. Se nos
dijo que luego de la entonación el cuerpo experimentaría algunos
"síntomas" de ajuste tales como excesiva sed y urinación e inclusive
diarrea. Lo que no estaba esperando era el hecho de que, cuando
ponía las manos cerca de alguno de mis niños, podía percibir un
inequívoco flujo de calor hacia las palmas de mis manos, similar a
la sensación producida por un secador de cabello. Percibía este
flujo ANTES de que acercara la mano lo suficiente como para poder
detectar el intercambio "normal" de calor entre dos cuerpos. Diría
que era claramente perceptible a una distancia de 6 pulgadas, y
había una sensación "magnética" relacionada a este calor; una
sensación comparable a la atracción que se siente cuando se colocan
dos imanes lo suficientemente cerca uno del otro como para que
interactúen entre sí. La primera vez que sucedió, mi reacción
refleja fue la de retirar mi mano como si me hubiera quemado, pero
luego comencé a experimentar un poco: acercaba poco a poco la mano
hasta que podía claramente identificar el punto en que se iniciaba
esta sensación de atracción, y luego la movía aun más cerca en
pequeños incrementos para percibir el efecto con cada aproximación.
No hay duda de que había un efecto, y también los niños podían
percibirlo.
Un poco más tarde esa misma noche, estaba sentada en el sofá y mi
hijo vino a sentarse en el piso recostándose contra mis rodillas. En
ese momento pude percibir el calor comenzando a pasar de mis piernas
hacia su cuerpo exactamente como el efecto del "secador de cabello".
Aparentemente el efecto no se limitaba a las manos: ¡todo el cuerpo
era susceptible de percibirlo! Muy pronto el calor era tan intenso,
dentro de una habitación refrescada por medio de aire acondicionado,
que mi hijo se quejó: "¡Mamá, está demasiado caliente aquí!" y se
retiró a otro lugar. A estas alturas estábamos los dos sudando.
Varios meses hubieron de transcurrir antes de que el efecto
finalmente se disipara, en lo que concierne a los niños, si bien
continúa presentándose hasta la fecha cuando quiera que toco a
alguna persona que tiene un déficit de energía. Supongo que en el
caso de los niños, ellos terminaron por "energetizarse", de manera
que ya no "absorbían energía" tan intensamente. Por supuesto, si
alguno de ellos cae enfermo, se efectúa una "absorción de energía",
pero nada que se asemeje a lo que sucedía en la época de la
iniciación del Reiki. (Algún tiempo después, cuando recibí el nivel
Maestro de entonación, las palmas de mis manos literalmente se
levantaron en ampollas para luego quedar despellejadas por espacio
de varias semanas).
Así que el resultado final fue que me di cuenta de que hay
realidades OBJETIVAS susceptibles de ser experimentadas sin que se
requiera ningún acto de fe. Si se conoce lo suficiente acerca de
ellas, o se tiene acceso a ellas, es posible descubrir los
principios por medio de los cuales puede uno alinear sus acciones
para obtener resultados subjetivos.
Pero la idea aquí no es hablar del Reiki en sí mismo. Más importante
aun son las personas involucradas en el asunto, así como las
lecciones que me fue posible obtener a raíz de mi relación con
ellas. Pero pareciera ser que la sanación que obtuve por medio del
Reiki fue un evento arreglado de antemano para preparar el terreno
en el que las lecciones posteriores se iban a desarrollar. Este
grupo de Reiki era una colección bastante curiosa de individuos. El
elemento común, según pude determinarlo, era que todos pertenecían a
una iglesia local de corte Metafísico-Espiritualista que había
traído al maestro Reiki al área como parte de su programa de
presentación de diversos invitados. Aparentemente este grupo también
había organizado seminarios relacionados con otras enseñanzas
diversas, y estaba involucrado en la popularización de modalidades
tales como el "Huna Hawaiano", la cirugía psíquica, la Kabballa, el
Tarot, los saunas ceremoniales, y entre las diversas clases que se
impartían estaban las de meditación, canalización, shamanismo de los
Nativos Americanos, y otras más. ¡Era un auténtico supermercado de
mercaderías de la Nueva Era!
Ahora bien, como había tenido una confirmación de primera mano
acerca de la utilidad del Reiki, estaba bastante ansiosa por ver qué
otras cosas había en el menú. ¡Diantre!, si eso había funcionado,
quién sabe de qué otras cosas me había perdido en los años en que
había sido estudiante pero no participante. Un nuevo mundo abría sus
puertas enfrente de mi, ¡y yo estaba lista para cruzar el umbral!
Nunca he sido una persona muy gregaria ni muy dada a unirme a grupos
de ningún tipo, pero esto corrillo de entusiastas del Reiki que se
reunía todos los miércoles por la noche era tan maravilloso y
divertido y había tenido un efecto tan profundo en mi, que era hora
ya de enmendar esta curiosa propensión a la soledad típica de mi
personalidad. Después de todo, había encontrado "mi grupo", o esa
era la impresión que tenía.
Compartí un poco de mis experiencias relativas a la terapia de
"Liberación de Espíritus" con el grupo, y todos asentían en forma
sabia, como dando a entender que sabían bien acerca de tales
problemas y que el ministro de la Iglesia Metafísica ya les había
enseñado todo lo relacionado con ello, indicándoles que solo debían
rodearse de vibraciones de amor y luz y que todo iba a estar bien.
Señalé que había un cuerpo serio de investigaciones clínicas que
parecían contradecir esto, pero ellos insistieron en que el ministro
estaba en lo correcto. Las personas solamente resultaban víctimas de
la intrusión de espíritus cuando no eran lo suficientemente diestras
en esto de "rodearse de vibraciones de amor y luz", y que la única
manera de conseguir esto era, por supuesto, aprendiendo la técnica
apropiada bajo la tutela de un maestro calificado como la Gran
Reverenda Ruth de la iglesia.
Parecía ser que la Reverenda Ruth era
además una experta en casi todo lo demás, así que yo estaba en
extremo interesada en conocer a semejante parangón. No solamente
eso, sino que, además, la adquisición de la llamada entonación del Reiki se suponía que "fijaba la dirección del flujo de la energía"
en forma tal que ninguna energía negativa podía entrar en el "campo
áurico" de la persona. Así yo ya no tendría que preocuparme de
intromisión de espíritus y cosas por el estilo. Me había convertido
en un auténtico "ser de la luz" y ninguno de los problemas
relacionados con lo más profundo de la psique, así como ninguna
forma de manifestación de la oscuridad proveniente del mundo
exterior, tendría posibilidad alguna de sobrevivir en presencia de
semejante luz. ¡Caray! ¡Menuda ganga! Inclusive comencé a entretener
la idea de que todo futuro cliente que acudiera a mí para liberación
de espíritus debería de recibir la entonación del Reiki para tener
protección infalible de allí en adelante. ¡Yo tenía deseos de
compartir el Reiki con el mundo entero! Entrar en contacto con
semejante panacea era suficiente como para atizar el fuego del
entusiasmo en cualquiera.
Así que fui invitada a la Iglesia. Uno de los miembros del grupo me
presentó finalmente a la "Dama Misteriosa", la Reverenda Ruth. Me
sorprendió la actitud de devota adoración que adoptaban todos los
del grupo de Reiki una vez entraban en el recinto de la Iglesia, y
ciertamente no sabía qué pensar de la Reverenda Ruth sentada en su
silla de ruedas, pero en el momento en que la miré en los ojos sentí
un ligero escalofrío. Creí entrever algo más en esos ojos cuando
fijó su vista en mí pero rápidamente la retiró y yo luego desestimé
mi fugaz percepción. Seguramente la maestra de todas estas personas
maravillosas con las cuales ahora me relacionaba no podía ser menos
que una santa. Después de todo, ¿no era ella la fuente que había
dado origen a mi salvación, el Reiki?
Lo mismo que en una iglesia ordinaria, el servicio incluía la
entonación de himnos, y eso estaba bien conmigo. Mi experiencia como
entusiasta cantante de himnos se remontaba mucho tiempo atrás y
siempre había sido esta la parte que más disfrutaba de toda la
ceremonia de la iglesia. El único problema aquí era que la canción
particular que había sido seleccionada del repertorio, era
totalmente desconocida para todos. No solo eso: ¡era evidente que la
organista tampoco la había escuchado antes! Para empeorar las cosas,
la organista apenas tenía los conocimientos más rudimentarios del
instrumento, y se demoraba tanto tiempo en colocar sus dedos sobre
las teclas en respuesta a la lectura de las notas, que el tempo
parecía el de un canto lúgubre de funeral atascado en arenas
movedizas.
La congregación -casi exclusivamente formada por mujeres-
quedaba a la espera de la siguiente nota para poder seguir de alguna
manera la melodía. Una vez que la nota venía, parecía ahogarse
dentro de un acorde grave similar al gruñido de un elefante en celo,
y las voces vacilaban en su esfuerzo por imitar el tono
identificado... tan solo para ver como la organista de repente
decidía que había tocado la nota equivocada y trastabillaba de nuevo
hasta encontrar la correcta, haciendo que la congregación entera
jaloneara sus voces a media exhalación para llegar a la nueva nota.
Pensé que cuando menos sería improbable que alguien pudiera ser
hipnotizado en semejantes circunstancias.
Afortunadamente mi sentido del humor no me había abandonado, no
obstante que mi sensibilidad estética estaba siendo agredida hasta
un punto en que resultaba verdaderamente doloroso. Puesto que yo no
solamente era capaz de leer música sino que además podía cantar,
decidí colaborar para mejorar la situación cantando las notas
correctas, en el tempo correcto, y lo suficientemente fuerte como
para que la gente que estaba cerca de mí pudiera escuchar y seguir
la canción. Tenía la esperanza de que esto pudiera ayudar tanto a la
organista como a la congregación a salir del trance, y que la pieza
pudiera llegar a su debido fin antes de la siguiente glaciación. Esa
parte funcionó relativamente bien, y muy pronto todo el mundo ya
había entrado en el ritmo de las cosas.
El único problema era que la
organista estaba quedando irremediablemente rezagada ante el nuevo
ímpetu del coro. La canción pudo terminar con cierta gracia y
aplomo, si bien la organista continuaba batallando con los compases
que aun le faltaban para concluir. A estas alturas, toda la
congregación hacía esfuerzos para no estallar en risa, y muchos lo
disimulaban tosiendo sobre sus pañuelos. El pobre instrumento fue
torturado por última vez para entregar el acorde de cierre, y todos
se sentaron aliviados enjugando lágrimas de risa de sus ojos y
esforzándose por enseriarse para escuchar la siguiente alocución. Yo
tomé asiento y miré alrededor para encontrar la mirada de la
reverenda Ruth fija en mí en una actitud tan amistosa como podría
resultar la de una serpiente de cascabel enroscada. ¡No había caso
en seguir tomándose las cosas con humor! Estaba claro que el humor
no era su fuerte.
Una mujer a la que llamaremos "Hillary", quien canalizaba a alguien
que se suponía era un Maestro Ascendido, ser descarnado, o vaya
usted a saber qué tipo de entidad, estaba dando el sermón. Se
trataba de una dulce viejecita de cabello azul que llevaba un
vestido de seda estampado y tenía aires de abuelita. Irradiaba ese
calor reconfortante de las abuelas. Había iniciado con fina y
trémula voz a hablar acerca del amor, de cómo era menester abrir el
"centro del corazón", y cosas por el estilo. Había ciertas alusiones
veladas a las enseñanzas de Helena Blavatsky y de Alice Bailey en su
descripción de los "planos" y los "cuerpos" del alma individual.
Conforme iba entrando en calor, sus ojos proyectaban cada vez más un
brillo de sutil poder. Su voz se hacía más fuerte y más urgente y su
mensaje había dado un giro hacia el tema de la "salvación del mundo"
por medio de este amor que se supone ha de manifestarse cuando el
centro del corazón está completamente abierto y conectado a estos
"planos y cuerpos", que a su vez son activados a través de ciertas
actividades aún no del todo especificadas. Mientras así proseguía,
había comenzado a caminar de un lado a otro de manera muy animada.
Cada parte de su cuerpo estaba involucrada en la acción, las
palabras y el mensaje. Estaba hablando con todo su cuerpo.
Entonces sucedió algo extraño... de repente, mientras pasaba por el
frente de la silla pastoral en medio de su animada alocución de amor
y luz, se detuvo por un momento como petrificada, y no pudo
disimilar un ligero temblor antes de volver a sus cabales. Miró a su
alrededor hacia todos los rostros expectantes que contenían la
respiración; era un frío examen de la situación en medio del
sentimiento de febril anticipación que exudaba la audiencia. Su
cabeza sufrió un repentino tironeo hacia atrás al tiempo que su
"controlador" pasaba a tener COMPLETO control de ella. ¡En ese
momento comenzó la batahola!
No tengo idea de quién podría ser ese tipo que canalizaba, pero
puedo asegurar que era realmente bueno. Debe haber sido un
predicador Pentecostal en su última encarnación porque aquello era
como estar en el apogeo de las viejas asambleas sureñas de
Renovación de la Fe. Rechiflas, griterío y drama escénico;
contoneos, zapateo y golpes de puño en el podio. Solo había una
cosa: el mensaje había cambiado de manera sutil. A esas alturas la
mayoría de la gente estaba completamente hipnotizada por el drama
dentro del cual habían sido metidos y no se daban cuenta de lo que
sucedía, pero yo estaba consciente de la similitud con la Iglesia a
la que solía ir en compañía de mi ex-marido, donde había sido
expuesta a varios predicadores de la misma guisa. Ya había aprendido
lo suficiente acerca del "histrionismo" y del viejo síndrome de los
"Lobos en Piel de Oveja" como para saber que estaba en presencia de
la misma dinámica hipnótica que era común encontrar en la mayoría de
las iglesias cristianas.
El mensaje había pasado del amor, la luz y la apertura del corazón,
a la culpa y el castigo inminente por no ser lo suficientemente
buenos en eso de dar amor y luz y abrir de par en par el corazón, lo
cual solo podía remediarse con mayor asistencia a las clases y
sesiones de meditación, y mayor inversión de tiempo y otros recursos
(principalmente dinero). Asistir a la iglesia, dar aun más dinero,
matricular más clases, y la salvación estaría garantizada. Una
fórmula simple. Nada terriblemente inusual. Misma tonada, diferente
letra. Luego de que hubo terminado el sermón, una par de personas
que asistían a las clases de "canalización" de la reverenda Ruth
iban a hacer una "demostración" de sus "poderes". Una de estas era
Trudy. Yo miraba con gran interés para determinar cuán efectivas
podían ser esas clases.
Trudy se puso su mano en la cabeza y trató de "sintonizarse". "Hay
alguien aquí que ha recibido noticias infaustas...", comenzó. Y,
como es de suponer, en cualquier situación de grupo ese es un lance
que difícilmente dejará de atinar; así que no hubo que esperar mucho
antes de que la recipiente de una "infausta" llamada telefónica
levantara excitada la mano y dijera "¡sí, sí! ¡Yo!". Acto seguido
Trudy se enfocó en esta persona e hizo una serie de pronunciamientos
que eran respondidos con un asentimiento de cabeza, o bien, con una
mirada de desconcierto.
En realidad fue un acto mediocre de "lectura en frío". Años atrás yo
había invertido una buena suma de dinero tratando de determinar la
eficacia de varios "interpretadores de señales" y psíquicos del
área. No me tomó mucho tiempo aprender sus sistemas de "lectura de
señales" a partir de los gestos, expresiones o respuestas de las
personas en una búsqueda gradual de lo que aplicaba o no en cada
caso, hasta llegar, al final de este ejercicio de sutil sondeo, a
realizar un sabio pronunciamiento final, definitivo y
"sorprendente", acerca de los hechos que perturbaban al sujeto.
Claro está que en muchas ocasiones había notado como cierta
información parecía ser "recibida" que estaba claramente fuera del
esquema de la "lectura en frío", y que podía ser muy acertada, pero
esto no resultaba estadísticamente más significativo o sorprendente
que el caso de dos amigos a los que les sobreviene la misma idea al
mismo tiempo.
Esto no requería de ninguna habilidad psíquica
especial. Mi criterio era que todo el mundo es en cierta medida
"psíquico", así que no había mérito extraordinario aquí. El problema
surge cuando el sujeto de una lectura "sugiere de antemano" la
respuesta esperada por medio de la entonación de su voz, o por la
fraseología particular empleada en la formulación de la pregunta.
Esto le permite al interpretador saber qué es lo que el cliente
desea escuchar, y luego solo tiene que alimentar un poco más el
"pensamiento anhelante" de este último. En docenas de ocasiones
encontré, mientras experimentaba con este tipo de cosas en años más
mozos, que el interpretador era capaz de hacer "predicciones"
basadas en lo que el cliente deseaba escuchar, y puesto que se
trataba justamente de aquello que el cliente "deseaba" escuchar, la
persona que buscaba esta información se sentía en completa sintonía
con el interpretador y entonces le atribuía toda suerte de poderes y
habilidades que en realidad no estaban presentes.
Posteriormente,
cuando la predicción NO tenía lugar tal y como se había formulado,
el individuo había ya hecho tal inversión de fe en los poderes
particulares de su interpretador elegido, que iba hasta los más
ridículos extremos con la finalidad de "excusar" la pifia. Esta es
una situación sumamente común. Tales "pifias" son las claves que se
nos presentan en este tipo de situaciones, a manera de pequeñas
"alertas" que nos ayudan a ver el cuadro real de la situación. No
obstante, tendemos a ignorarlas, a barrerlas debajo de la alfombra,
a excusarlas, para poder continuar creyendo aquello que nos GUSTA
creer antes que tener que hacer el esfuerzo de reacomodar nuestro
repertorio de creencias para darle cabida a la VERDAD, por la
sencilla de razón de que lo que nos gusta creer coincide siempre con
todas nuestras nociones preconcebidas acerca de como serían las
cosas si fuéramos en verdad los creadores de nuestra propia
realidad.
Luego de la pobre demostración de Trudy, otro de los "estudiantes"
que no me era conocido se paró para realizar otra "lectura". Por
alguna razón me escogió a mí, posiblemente porque la mía le
resultaba una cara nueva. Ya hacía tiempo que me había entrenado en
la forma de mantener una cara inexpresiva y un tono de voz neutral
cuando quiera que tenía que verificar las habilidades de algún
"interpretador", así que tuve cuidado de presentar una cara tan
informativa como un libro en blanco, al tiempo que suministraba
respuestas ambiguas como "tal vez", o "podría describirse de esa
manera", y otras por el estilo. Al mismo tiempo estaba "internamente
abierta a cualquier contacto", de suerte que si en verdad había un
talento verdadero involucrado en esta ocasión, no habría ningún
bloqueo deliberado. Estaba resuelta a no obstaculizar la
"sintonización", pero igualmente resuelta a no hacer revelaciones
externas. Para no alargar la historia, la interpretación fue aun
peor de lo que pudo haberse conseguido mediante simple adivinación
al azar. Definitivamente no estaba nada impresionada con los
graduados del curso de la reverenda Ruth.
Luego de este evento nada memorable, se formó un "círculo de
sanación" en el que los participantes se agrupaban alrededor de la
reverenda Ruth y su asistente, realizando imposición de manos,
recitando oraciones, y proyectando energías cargadas de "amor y
luz". No había mucha diferencia con respecto a las ceremonias de
imposición de manos que se realizan en cualquier iglesia
pentecostal, con la evidente excepción de que en este caso la
reverenda Ruth parecía "hincharse" como resultado del contacto. No
estaba segura de que mis ojos no me estuvieran jugando una mala
pasada, pero lo cierto es que todo el mundo estaba completamente
exhausto luego del servicio, así que era evidente que algo estaba
drenando las energías de los presentes. De nuevo me preguntaba a mí
misma cómo era que un servicio que se suponía debía "alimentar" y
"energetizar" a una congregación específica, tenía el resultado
opuesto.
Mientras conducía de regreso a casa no escuché otra cosa sino
alabanzas para la reverenda Ruth y sus "magnánimas obras". Entonces,
una vez que se me consideraba ya como parte integral del grupo,
presumo que bajo la suposición de que yo había quedado convencida
por la reciente demostración, se me hizo confidente de una
revelación. Aparentemente la reverenda Ruth tenía un "círculo
secreto" dentro del que se admitía únicamente a aquellos que habían
demostrado ser "merecedores" de tal distinción, o bien que habían
superado ciertas "pruebas" a las que habían sido sometidos en el
curso de su "clases". A los miembros de este grupo interno se les
prometía que la reverenda Ruth les revelaría toda clase de
importantes secretos. Mi anfitriona ya se había matriculado para la
próxima serie de lecciones y sesiones bajo la tutela de la Gran
Elegida, con la esperanza de que sería capaz de "pasar las pruebas"
para ser admitida" dentro del círculo interno.
Yo no dije nada, pero sabía que no deseaba regresar a aquella
iglesia ya que me hacía sentir mal y, en el mejor de los casos, era
una completa pérdida de tiempo. No podía entender cómo los miembros
del grupo de Reiki, que parecían ser bastante más avanzado que otros
grupos que yo había encontrado en el pasado, podían estar tan
comprometidos con semejante jerigonza. Pero por otro lado, quizás
era yo la que tenía un problema porque resultaba claro que todos los
que estaban involucrados en el grupo de Reiki estaban llenos de
amor, benevolencia y toda suerte de buenas intenciones.
El grupo de Reiki consistía en una serie de personas de diversas
edades y ocupaciones. "Louise", la mujer que había contactado a mi
madre con la invitación original, era una dama entrada en años, con
estatus de retirada (de lo contrario no habría podido asistir a la
clase), no obstante que físicamente parecía ser bastante más joven.
No parecía haber pasado de los 35 años. Tenía una figura de portada
de revista y una "presencia" tan encantadora y femenina que había
que admirarse de su habilidad para "controlar" gente y situaciones
sin aparentar ningún esfuerzo en ese sentido. Tenía una voz
susurrante que emulaba a la de Marilyn Monroe, una arrebatadora
cabellera roja y una piel de alabastro. Además era la persona que le
había presentado la idea original de las clases de Reiki a la
reverenda Ruth, luego de haber vivido en Virginia Beach y haber
estado relacionada por algún tiempo con el grupo de A.R.E. de esa
localidad, donde había aprendido todo lo del Reiki y había recibido
los grados avanzados.
(Se nos insistía en lo afortunados que éramos
por haber recibido nuestra iniciación a partir de uno de los
estudiantes originales de Takata, ya que el Reiki posteriormente se
había dividido en dos ramas, una de las cuales había corrompido las
enseñanzas originales de Takata luego de su muerte, pero esa es otra
historia).
Louise había pasado la mayor parte de su vida haciendo
trabajos domésticos en mansiones de la clase alta en el Noreste.
Por otro lado estaban "Trudy" y su esposo "George", quienes también
eran pensionados. Trudy era una mujer alta y enjuta, más parecida a
un hombre en muchas de sus características que a una mujer. En un
principio pensé que era bastante divertida y cautivadora con sus
salidas ingeniosas y humor áspero. Pero conforme pasaba el tiempo,
comencé a notar un cierto componente de crueldad en sus
observaciones, especialmente cuando eran dirigidas a su marido o
cuando versaban sobre el tema de este. Yo lo atribuí a familiaridad
de trato típica de las personas casadas por mucho tiempo. Además,
¿quién era yo para asegurar que él no se había granjeado tales
observaciones por su comportamiento? ¿Quizás esa era su particular
manera de demostrarse afecto?
George era un hombre de negocios
retirado, dueño de varias patentes y antiguo dueño de varias
fábricas. Su esposa había trabajado como secretaria suya antes de
casarse, y ambos se habían divorciado de sus respectivos cónyuges
para contraer matrimonio. Se les consideraba como los miembros más
"afluentes" del grupo, y por consiguiente tenían cierto "estatus".
Había otros más dentro de este grupo de los más añosos, que no
descollaban demasiado, así que no haré mención específica de estos
más allá de decir que había unos 4 o 5 cuya presencia era habitual.
De entre estos, dos eran enfermeras y no puedo recordar mayor cosa
acerca de los otros.
Luego estaba el contingente de los jóvenes, algunos de mi misma edad
o inclusive más jóvenes, siendo las más activas "Candy" y "Sandy".
En caso de que el lector no lo haya notado aún, "Candy" es la misma
persona denominada "Maryann" en la primera sección de la serie de
"La Onda". Cuando comencé a escribir estas páginas no tenía idea de
que iba a terminar hablando de Candy más allá de lo necesario para
introducir el tema. No era mi intención ahondar en detalles como las
"claves" encerradas en los nombres. Así que yo le di un seudónimo
que no era más que un nombre cualquiera inventado. En el caso
presente, en vista de que el nombre resultó ser parte de un sistema
de claves, me he visto forzada a ser más creativa y seleccionar
nombres más "funcionales", por decirlo de alguna manera.
Sandy era una antigua cantinera que había "despertado" a los asuntos
espirituales luego de la muerte de su prometido. En esa época
decidió entrar a una escuela para aprender masaje terapéutico y
salir del ambiente de los bares. Hasta mucho tiempo después, no
conocía otros detalles de su vida.
Por último, estaban los miembros considerablemente jóvenes, como el
caso de "Tim". Tim era un jovencito que daba la apariencia de ser
muy avanzado en el sentido espiritual. Resultaba poco usual ver a
alguien tan joven estar tan comprometida con la causa de ayudar a
los demás. Declaraba que su afiliación religiosa era hacia la Wicca,
lo cual posteriormente probó tener efectos interesantes.
Mientras continuábamos reuniéndonos todas las noches de Miércoles
para las sesiones de Reiki, tenían lugar una serie de conversaciones
por encima de las mesas. Puesto que el Reiki no requiere de ningún
estado meditativo ni tampoco de concentrarse en rituales
ceremoniosos, quedábamos básicamente libres para ocuparnos de dos
cosas a la vez: el Reiki y la conversación. Estas conversaciones
abarcaban todos los tópicos posibles dentro del marco de nuestras
propias experiencias de desarrollo espiritual. Yo me sentía un poco
renuente a hablar de muchas de las mías, pero luego de algún tiempo,
me sentí más predispuesta a compartir algunas de ellas con los
demás, y sentí como comenzábamos a formar un fuerte lazo de
confianza y cercanía.
Rápidamente puse al grupo de Reiki al tanto de mis ideas acerca de
la canalización y acerca del experimento que llevaba a cabo junto a
Freddie. Una de las damas del grupo de los más añosos se pronunció
contraria a nuestra selección de la tabla como instrumento de
canalización, citando la película El Exorcista como prueba de sus
funestas consecuencias. Yo repliqué citando los hechos del caso real
sobre el cual estaba basada la película, que NO indicaban que la
tabla había sido el principal elemento dentro de la posesión
demoníaca, y agregué una mención al hecho de que la mayor parte del
mejor material recopilado en la historia de la canalización había
sido, o bien transmitido por medio de un instrumento tipo tabla, o
bien había tenido su inicio a través de semejante instrumento.
Todo
el mundo comenzó a hacer más y más preguntas acerca del experimento,
así que les conté todo lo que pude, y hablé además acerca mi trabajo
de hipnotismo. El tema del hipnotismo condujo hacia mis más
recientes revelaciones acerca de los OVNIs y de los plagios, que de
alguna manera me había "preparado" para ser luego "conducida" en
presencia del grupo de Reiki, y todos encontraron sumamente
divertido el hecho de que yo hubiera de ser perseguida por los
alienígenas antes de encontrar el Reiki.
Todos estaban pasándola de maravilla, en medio de buena cantidad de
risas y diversión. Antes de retirarme en dirección hacia mi casa
mencioné que si alguna persona estaba interesada en tomar parte en
el experimento, sería bienvenida durante la noche de Sábado, que era
cuando nos sentábamos para trabar contacto. Cuatro y cinco de ellos
se mostraron suficientemente interesados como para decidir que
querían probar suerte, así que quedamos en que asistirían a la
próxima sesión.
Al día siguiente Candy me telefoneó sonando bastante misteriosa
mientras me decía: "Hay algo que debo decirte y no sé de qué manera
hacerlo, pero debes de cuidarte de Trudy". "¿Cómo?", dije yo. "¿Qué
quieres decir?". ¿Una serpiente en el jardín del Reiki, quizás?
Candy explicó: parece ser que la otra noche, luego de que yo me
había retirado, Trudy había hecho unos comentarios bastante
cáusticos acerca de mí en términos de que yo era una especie de
"sabelotodo" y de que cualquiera que tomara parte en lo que yo
proponía ciertamente estaba destinado a ser "embaucado" y ser
conducido por el camino de la destrucción. O palabras similares, de
cualquier manera. Yo me sentí terriblemente herida porque no tengo
la costumbre de "predicar" a ninguna persona, pero sí tiendo a
abrirme fácilmente y compartir con otros acerca de mis experiencias
y acerca de los resultados de las investigaciones de otros autores a
los que considero más calificados que yo para emitir opiniones.
"Pero tienes que entenderlo", siguió diciendo Candy. "Trudy es una
especie de madre para el resto de nosotros.
Simplemente está siendo
protectora. Sus intenciones son buenas, es sólo que ella es de la
vieja guardia. Creció con Cayce y todo eso. Tiene afición por los
mantos largos y los rituales ceremoniosos. Inclusive la reverenda
Ruth dice que está siendo preparada para asumir la conducción de la
Iglesia, así que es lógico que se sienta responsable por todos
nosotros y nos considere algo así como sus hijos".
El punto central de toda la conversación era que Candy me aconsejaba
ser cautelosa acerca de lo que hablara en frente de Trudy y los
demás, en vista de que todos estaban "chapados a la antigua" y eran
de una mentalidad bastante estrecha, aún si en el fondo sus
intenciones eran buenas. Se trataba de una maniobra diseñada con la
finalidad de no "herir susceptibilidades". Esto, no hay duda, me
resultaba enteramente comprensible y aceptable puesto que formaba
parte de la filosofía de aceptación propia de la corriente del "amor
y la luz". Al mismo tiempo, Candy quería participar en el
experimento y someterse a algunas sesiones de hipnosis con la
finalidad de "acelerar su crecimiento espiritual", puesto que tenía
la idea de que estaba destinada a ser la próxima Jeane Dixon.
Aparentemente la reverenda Ruth le había dicho que en su opinión
ella tenía muchas posibilidades de ser admitida dentro del grupo de
estudios más profundos, "pero no todavía". Candy estaba segura de
estar lista y de que esto no era más que parte de la misma
"mentalidad estrecha y anticuada" de parte de los del grupo de los
viejos que no eran parte del Nuevo Paradigma de almas avanzadas
encarnadas en cuerpos jóvenes. Simplemente no entendían la velocidad
con que ciertas personas eran capaces de avanzar en las condiciones
de "urgencia" del momento presente.
No estaba segura de estar completamente de acuerdo con sus ideas de
que se suponía debía progresar con extrema rapidez, pero me reservé
toda opinión al respecto hasta no tener la oportunidad de realizar
algún trabajo con ella. Pero al menos había una explicación
razonable para la curiosa "corriente subterránea" que había sentido
en la iglesia: la actitud "anticuada" de los "viejos" hacia el
contingente de los "jóvenes". Tenía sentido. Finalmente podía dejar
de preocuparme acerca de las pequeñas "inconsistencias" detectadas.
Además ahora sabía que Trudy estaba sumamente involucrada con los
asuntos de la iglesia. No sabía cómo tomarme la observación acerca
de los "mantos largos y los rituales ceremoniosos" puesto que aún no
había sido testigo de ninguna cosa por el estilo, pero no le di
demasiada importancia al asunto. Otra de las cosas que resultaba
sumamente clara como resultado de la conversación era que Candy
deseaba ser mi amiga y tener una relación más cercana que el simple
encuentro semanal en el marco de las reuniones de Reiki.
¡Candy me resultaba muy divertida! Siempre estaba riéndose,
bromeando o haciendo parodia de los pequeños defectos de las demás
personas de la manera más cómica. Podía ponerse a contar una
historia y no había cómo evitar el tener que sujetarse los costados
por la risa que provocaba, mientras las lágrimas rodaban mejilla
abajo ante semejantes retratos de las egocéntricas pequeñeces de la
gente. Siempre tenía cuidado de introducir cada imitación con la
aclaración de que "ya sabes que ADORO a fulano de tal, pero..." Todo
era sana diversión y nunca demostraba tener malas intenciones. No
obstante, yo comenzaba a preguntarme... si decía todas esas cosas
acerca de las demás personas, ¿podía estar diciendo cosas similares
acerca de mí? ¡Por supuesto que no! Candy era mi amiga.
Teníamos una
afinidad especial de la cual daban fe los muchos eventos sincronísticos que tenían lugar a diario cuando quiera que nos
encontrábamos juntas. Yo podía estar hablando de algo con otra
persona, cuando súbitamente Candy me telefoneaba y comenzaba a
hablar exactamente de lo mismo. Cuando hablábamos por teléfono,
había extraños ruidos y zumbidos en la línea, y luego de que
hubiéramos comenzado a investigar los parámetros de sus experiencias
de "plagio alienígena" por medio de hipnosis, bromeábamos diciendo
que probablemente el gobierno tenía intervenida la línea telefónica
y "espiaba" nuestras conversaciones. Yo reía ante la idea de que
alguien se tomara la molestia de intervenir la línea par verificar
lo que sabíamos acerca de los "alienígenas", porque ciertamente era
bien poco lo que sabíamos con certeza. Pero Candy estaba convencida
de que ella tenía "algo" que ellos querían, que el objeto de toda
vigilancia era ella misma.
Inclusive estaba convencida de que un
hombre con el que había tenido una relación dentro del marco de una
posible situación de plagio, más o menos durante la misma época en
la que yo había sido conducida hacia el grupo de Reiki, era con toda
seguridad un agente del gobierno enviado para vigilarla de cerca.
Por otro lado, sentía que este individuo era su "alma gemela", y que
estaba siendo utilizado como carnada para involucrarla en una
especie de conspiración del gobierno, y que era su trabajo
"salvarlo" de este predicamento.
Durante la siguiente reunión de Reiki noté una clara rigidez en el
rostro de Trudy no más hube entrado en la habitación. Se mostraba
distante y fría. Puesto que había sido "advertida" por Candy de ser
más paciente y comprensiva, traté de ser especialmente cordial con
ella y condescendiente con sus opiniones, al tiempo que procuraba
guardarme las mías propias.
Mientras tanto, Trudy y George parecían tener problemas maritales.
George había dejado de asistir a las reuniones de Reiki y Trudy se
pasaba la sesión entera contándonos todas las formas terribles en
que George la torturaba y la hacía víctima de sus juegos de
manipulación mediante asuntos de dinero y, en general, de lo harta
que estaba de tener que sufrir semejante infierno. Tenía que irse
por un tiempo, así que fue a visitar a una amiga.
Poco después, una noche, Louise me llamó y me dijo que quería que yo
les acompañara a ella y Candy a visitar a George, quien había
llamado diciendo que necesitaba a alguien con quien hablar puesto
que había sido "abandonado" por su esposa. Nos hizo saber de camino
que pensaba que George se había mostrado "demasiado" interesado en
su compañía cuando había telefoneado, así que no quería crear un
problema con Trudy al realizarle una visita "privada" a su marido a
sus espaldas, y esa era la razón de que nos hubiera solicitado estar
presentes.
En el curso de esta pequeña reunión de charla y pizza, George no
pudo controlarse y comenzó a llorar y a contarnos la terrible
historia del abuso de que había sido objeto en manos de Trudy por
largos años... de cómo ella había pasado de una dulce y devota
esposa a convertirse en un monstruo abusivo que inclusive lo había
amenazado físicamente, hasta el punto de que él temía por su vida
ahora que se estaba volviendo viejo y más enfermo. Temía que ella
pudiera matarlo para quedarse con su dinero.
Escuchamos horrorizadas toda su recitación de los eventos y sus
pruebas de que las cosas no andaban bien en aquel hogar. A cada uno
de los incidentes que él contaba, una, dos, o las tres de nosotras
replicaba sugiriendo que tal vez solo se trataba de un malentendido.
Pero él insistía en que su vida corría peligro, de que aquello no
era cosa de simples malentendidos.
A cada una de sus quejas, alguna de nosotras proponía una posible
solución, pero todas las ideas eran rechazadas por el hecho de que
él estaba convencido de que Trudy tenía una especie de "poder" sobre
él que lo dejaba completamente indefenso; ¡inclusive tenía la
sospecha de que ella podría tratar de envenenarlo! En general,
parecía estar tan temeroso de ella que no podía hacer otra cosa sino
sentarse a esperar el momento de ser asesinado, bien por la agencia
de alguna sustancia o por un acto de violencia. Tal actitud me
resultó chocante. No podía entender cómo una persona podía sentarse
a contar que su vida corría peligro a la vez que se manifestaba
incapaz o desalentada de hacer otra cosa que no fuera llorar. Así
que yo le dije que si en verdad pensaba que corría algún peligro
físico, debía buscarse un abogado y cambiar todas las cerraduras
mientras Trudy anduviera por los alrededores. Esa ciertamente
parecía ser una solución razonable si lo que decía era cierto. ¡Y
con cada exhalación nos aseguraba que por Dios lo era!
Así fue que George tuvo su buen llanto y al final de cuentas nos
aseguró que buscaría un abogado a primera hora de la mañana. Luego
de que todas le hubimos expresado nuestra simpatía con fuertes
abrazos, nos retiramos para retornar a casa y fin del asunto. Crisis
solucionada.
En la siguiente reunión de Reiki, entré en la habitación y cuando
Trudy me vio dejó todo lo que estaba haciendo para venirse directo
hacia mí. Se paró enfrente de mi y comenzó a denunciar lo vil
serpiente que yo era, y a decir que cómo me atrevía a sugerirle a su
marido que iniciara trámite de divorcio y la dejara puerta afuera de
su propia casa. Terminó diciendo que no soportaba estar en la misma
habitación que yo, ¡y acto seguido salió como una exhalación de
aquel lugar!
Todo el mundo se quedó perplejo por espacio de un minuto. Miré a
Louise y Candy que habían estado presentes cuando dije lo que le
dije a George, todo lo cual este último con toda seguridad le había
repetido a Trudy, que a su vez lo había interpretado completamente
fuera de contexto. ¡Ninguna de las dos dijo una palabra en mi
defensa! Posteriormente, en privado, me extendieron su simpatía
diciendo que no tenía nada de qué preocuparme, que Trudy estaba
pasando por un mal momento, pero yo estaba algo confundida al ver
que ellas simplemente se habían quedado paradas sin hacer el menor
esfuerzo por aclarar el asunto de inmediato, cosa que se pudo haber
hecho con solo señalar lo que George había dicho para provocar
semejante reacción. Si Trudy era inocente, como lo estaba
sugiriendo, ¿acaso no convenía advertirle de todas las mentiras
acerca de ella que su marido estaba esparciendo a los cuatro
vientos? Yo estaba sumamente confundida, pero tanto Louise como
Candy se mostraban totalmente despreocupadas del asunto.
Al día siguiente Louise me llamó diciendo que se había arreglado una
reunión en un restaurante vecino con la finalidad de sentarse con
Trudy y "aclarar todos los malentendidos". ¿Estaba yo dispuesta a
asistir? ¡Por supuesto que lo estaba! Detestaba la discordia y las
malas interpretaciones y, además, NUNCA había sido mi intención
herir a Trudy. Yo simplemente había respondido a las declaraciones
de George de que su vida corría inminente peligro. Si lo que había
estado diciendo era la verdad, es seguro que debería de haber
seguido mi consejo. Pero estaba claro que había una especie de juego
aquí, y que ambos estaban arrastrando al resto de las personas a
tomar parte en él.
Llegué al restaurante en compañía de Louise y Candy. Trudy ya estaba
allí en compañía de otros que aparentemente estaban de su parte,
instalados en una gran mesa redonda. Louise nos informó que también
había invitado a otra dama que no era conocida de ninguno de los
presentes excepto de ella misma, y que tenía la reputación de ser
una extraordinaria psíquica. Ella pensó que "sería una buena
oportunidad" para que todos conociéramos a esta dama, en caso de que
accediera a venir, lo cual dudaba, puesto que se trataba de una
especie de reclusa. Louise la había conocido en el curso de su
desempeño como asesora en salud doméstica, y no hacía más que hablar
maravillas acerca de las habilidades como "vidente" de esta dama
desconocida.
Trudy no profería palabra alguna y obviamente no parecía contenta de
estar presente. Yo tampoco estaba terriblemente feliz con las
circunstancias, no habiendo hecho más que formular una observación
honesta e inocente que parecía haber explotado en mi cara, pero
estaba resuelta a hacer todo el esfuerzo requerido para que las
cosas retornaran a la normalidad dentro del grupo y para asegurar a
Trudy que, si alguien estaba jugando juegos aquí, esa no era yo.
Estaba bastante molesta de que Louise y Candy de cuenta propia no
hubieran aclarado a Trudy las circunstancias de la observación que
hice y que había provocado semejante revuelo. Si lo hubieran hecho,
estaba convencida de que todo disgusto se habría evaporado.
En ese momento, la esperada (y no esperada también) invitada hizo
acto de presencia: Jeanie, que es su nombre real, si bien en el
momento presente ella ya falleció, así que poco importa si empleo o
no su verdadero nombre. Era como una extraña ave tropical que había
sobrevolado por algunos instantes antes de decidir tocar suelo en la
silla próxima a la mía. Pero justo cuando había comenzado a
sentarse, la silla (montada sobre rodines) salió disparada hacia el
centro de la habitación. ¡Yo hube literalmente de atraparla al vuelo
para evitar que cayera en el suelo con un retumbo! En su estado de
avanzada edad y frágil apariencia, tal caída habría probado ser
completamente desastrosa. Ella se mostró sorprendida y confundida
por algunos instantes, y Candy saltó para recapturar la silla.
Nos
las agenciamos para poner a Jeanie a buen recaudo, sana y salva en
su silla, preocupados de que el susto la abrumaría y la haría
soltarse en una letanía de lamentos y quejas tan propias de las
gentes en edades avanzadas. ¡Pero Jeanie no se turbó ni siquiera un
poquito! Me miró y dijo "¡Ahhhh! ¡Veo toda clase de buenos espíritus
alrededor de ti! Vas a hacer GRANDES cosas. Sí. ¡Grandes cosas!
¡Santo Cielo!, ¡debemos hablar tú y yo! Pero más tarde será.
¡Pidamos ya porque estoy muerta del hambre!".
Bueno, eso alivianó sobremanera la pesadez de la atmósfera. De no
haber sido por Trudy mostrándose ceñuda al otro lado de la mesa,
lanzando miradas afiladas como dagas en dirección mía y enjugándose
una lágrima de tanto en tanto, todos habrían pasado un rato
fenomenal.
Finalmente llegamos a discutir el asunto entre manos, y Trudy se
mostraba obstinadamente resulta a pensar que yo era una persona
malévola, independientemente de lo que pudiera decir yo. Esa era la
última palabra. Yo expliqué todos los detalles del incidente, de
principio a fin, y mientras hacía eso miraba de tanto en tanto a
Candy y Louise esperando una confirmación de los puntos más
importantes, de todos los cuales ellas habían sido testigos, pero a
lo sumo atinaban a decir "si, pareciera ser de esa manera", o, "creo
que pudo haber sido así, pero no alcanzo a recordar exactamente".
Toda la simpatía estaba siendo derramada hacia la "pobre Trudy".
¡Era algo inaguantable! Nunca antes me había encontrado en presencia
de personas tan hipócritas que, asegurando ser amigas, eran
incapaces de ofrecer una opinión personal y menos aún contar una
serie de eventos tal y como tuvieron lugar.
Pero Jeanie, sentada a mi lado, declaró: "¡Será mejor que crean lo
que dice esta jovencita, puesto que puedo VER la luz en ella! Hay
una CANTIDAD de buenos espíritus a su alrededor, y si ella dice que
eso fue lo que pasó, entonces ¡eso fue lo que pasó!". Todos tornaron
a mirarla un tanto extrañados y optaron par callarse. ¡Ese viviría
en mi memoria como uno de los almuerzos más extraños a los que haya
asistido!
Bueno, finalmente y a regañadientes, Trudy aceptó aplacar su ánimo y
desistir de "guardar rencores", y todos salimos al parqueo
aprestándonos a regresar a casa. Jeanie se apoyó en mi brazo
pidiéndome le acompañara hasta su auto, y de camino me dio su número
de teléfono conminándome a que le llamara justo en el momento de
llegar a casa.
Así lo hice. Lo que ella me dijo es probablemente una de las cosas
más extrañas que jamás escuché. Dijo: "¿Viste cómo Trudy hizo que mi
silla saliera disparada? Ella no me quería presente, ¡te lo puedo
asegurar! Estaba furiosa de que yo hubiera aceptado la invitación. Y
por poco no llego. Pude sentir su odio cuando me estaba alistando
para ir. Pero el espíritu me dijo que había una razón por la cual yo
debía estar presente, así que TENÍA que hacerlo. La razón es que tú
necesitabas un aliado. ¡Ella también te odia! Y está enredada con
toda suerte de cosas oscuras. Ese grupo en la iglesia: ¡yo me
mantendría lo más alejada posible de ellos si estuviera en tus
zapatos!", y otras cosas por el estilo. Cuando le pregunté qué era
lo que estaba sucediendo con todo este asunto del malentendido, ella
dijo:
"Tienes la luz dentro de ti. Esa es la razón por la que todas
esas personas te odian. Cuando la luz aparece en medio de la
oscuridad, expone todas las cosas que antes estaban veladas. Ellos
no pueden soportar la luz. Harán cualquier cosa para mantenerte
alejada. Debes tener mucho cuidado. Hay cosas allí fuera que te
pueden causar mucho daño. Yo lo se con certeza, porque toda mi vida
han estado tratando de matarme. ¡Ahora tratan de matarte a ti! ¡Ten
mucho cuidado con Louise! ¿Viste cómo se rehusó a decir una sola
palabra en defensa tuya? Bueno, eso es porque es una de ellos. Y
Candy también. Debes mantener la guardia en alto."
A estas alturas yo estaba convencida de que Jeanie era una especie
de tía Clara, la del programa de televisión "Embrujada". Lo que me
estaba diciendo simplemente no tenía ningún sentido. Era una
verborrea desquiciada. Pero ella era tan dulce y sincera, y su
preocupación parecía tan genuina que aseguré que iba a tener el
mayor de los cuidados. Le prometí mantenerme en contacto. Le conté a
Candy lo que había dicho, y las dos concordamos en que la pobrecita
puede haber sido una gran psíquica (tal y como lo había asegurado
Louise), pero era evidente que ahora iba en picada cuesta abajo.
Durante esta época Candy y yo nos comunicábamos todos los días.
Cuando no nos hablábamos por teléfono ella venía a mi casa y yo
dejaba todo lo que estaba haciendo para sentarme a dialogar con
ella. Realmente disfrutaba de su compañía, y ella parecía disfrutar
de la mía, y ambas teníamos una curiosidad insaciable por todo lo
relacionado con la investigación de los "plagios alienígenas", así
que pasábamos mucho tiempo hablando del tema y comparándolo con las
diferentes enseñanzas que la reverenda Ruth promocionaba a través de
su iglesia, lo mismo que con cualquier otra información proveniente
de otras fuentes diversas. Cuando podía agenciármelas para salir de
la casa, visitábamos juntas las tiendas de rocas o las tiendas
metafísicas y curioseábamos entre todas las cosas que tenían
disponibles, ocasionalmente comprando una roca, un poco de salvia o
algún otro "intensificador de energía".
Pasaron algunas semanas mientras continuábamos asistiendo a las
noches de Reiki, y las cosas tendían a mejorar, pero aún percibía
una corriente subterránea de descontento. Yo hacía mi mejor esfuerzo
por derramar tanto amor y luz hacia todos los que me rodeaban como
me resultaba posible, y trataba de mantenerme dentro de una
"burbuja" de amor y luz para que cada una de mis palabras y acciones
nacieran de un lugar de comprensión y amor afincado en el centro de
mi corazón. Me sentía muy consternada de que Trudy hubiera resultado
herida por mi causa, e hice todo lo posible para compensar por la
situación. Pero ella comenzó a cambiar de varias maneras; inclusive
su apariencia comenzó a cambiar mientras ganaba más y más peso. Al
mismo tiempo, su marido parecía decaer y disminuirse en todo
sentido. El se lamentaba y quejaba constantemente, y Trudy solo
entornaba los ojos en exasperación.
Mientras tanto, Candy y algunos otros asistían a las sesiones
experimentales de canalización los Sábados por la noche, y aún si
todo lo que hacíamos era charlar con "tipos descarnados", nos las
agenciábamos para pasar un rato divertido. Y todos ellos estaban
deseosos por experimentar con el proceso de Liberación de Espíritus,
así que una buena cantidad de experimentación e investigación tenía
lugar al margen del grupo de Reiki. Dos eventos en particular
sobresalen como resultado de todo esto, y cabe incluirlos aquí.
El primero es una llamada telefónica que recibí una noche de parte
de Tim, el jovencito que había estado formando parte del grupo de
Wicca local. Él estaba en un estado de completo pánico. Había estado
ejecutando uno de los "rituales" que le habían enseñado en la
cofradía. No se si se apegó al procedimiento exacto que le indicaron
o si había estado improvisando, pero lo cierto es que había hecho
correr un poco de agua caliente en su diminuto cuarto de baño para
convertirlo en algo parecido a un sauna, y luego había hecho una
especie de ritual de conjuración mientras miraba fijamente al espejo
(no dudo que debe de haber tenido que limpiar constantemente la
superficie del vidrio mientras hacía todo esto).
Bueno, lo cierto es
que un horrible rostro demoníaco había aparecido en el espejo y le
había dicho que era su "compañero" y que ahora iba a divertirse un
rato atormentándole, "alimentándose" de él, o algo por el estilo. De
inmediato había tenido una sensación de aumento de la presión y su
corazón había comenzado a latir a toda velocidad hasta el punto de
que estaba seguro de que iba a morir.
De hecho me estaba llamando
desde el hospital donde le habían administrado algún sedante y le
habían dicho que esencialmente no había nada malo con él excepto que
había tenido un especie de reacción nerviosa. Estaba aterrorizado
ante la idea de regresar a su casa porque era seguro que allí
estaría el demonio, así que pedía le aconsejara qué cosa hacer.
Continua
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