por
Iker Jiménez
y
Francisco
Contreras,
publicado en la Revista "ENIGMAS DEL HOMBRE Y DEL
UNIVERSO "
Octubre 1998
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Introducción
Un museo al aire libre
Manos a la obra
La atención puesta en la Gran
Pirámide
Las profecías de Edgar Cayce
Dentro de las Gran Pirámide
¿Qué están haciendo dentro?
La oportunidad perdida
¡Los bloque de piedra de las Pirámides
Egipcias son artificiales!
Ginecología avanzada en el Antiguo
Egipto
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INTRODUCCIÓN
A lo largo de las riberas del Nilo la cultura faraónica despierta lentamente
de su letargo milenario. Metro a metro, piedra a piedra, los egiptólogos
limpian el desierto buscando las claves de tan increíble cultura. A los
terremotos y a los ciclos climáticos hay que sumar la acción devastadora del
propio ser humano que, o bien utilizó los monumentos como cantera artificial
para nuevas construcciones o se limitó a destruirlos porque atentaban contra
su orgullo. Es el gran reto de la egiptología: rescatar, conservar,
descifrar y dar solución a tantas preguntas pendientes de respuesta. Y
cuando los trabajos de restauración se realizan, además, en el monumento más
enigmático erigido sobre la superficie de nuestro planeta, la Gran
Pirámide, la atención se vuelve hacia la reja que guarda su entrada,
cerrada con dos candados y tras la que se adivinan herramientas y manos
capaces de trabajar a pocos centímetros de la cuna de los misterios.
Tras algunos intentos individuales, fueron los sabios y científicos que
acompañaron a Napoleón los que aprovecharon su estancia en Egipto para
iniciar un inventario de obras de arte y de monumentos que aún hoy no ha
concluido. Desde entonces, en apenas 200 años, los egiptólogos han intentado
rescatar lo que el tiempo ha tardado milenios en ocultar.
Egipto al completo es una enorme zona arqueológica donde los amasijos de
escombros delatan todo tipo de prospecciones. Antes que los arqueólogos, los
saqueadores de todas las épocas, particulares o institucionalizadas, se
hicieron con cuanto objeto de valor pudiera encontrarse en templos,
pirámides y tumbas. Ni siquiera las momias de sus artesanos fueron
respetadas. Pequeños trozos de hueso se mezclan ahora sobre la arena con
trozos de cerámica imposibles de reconstruir, ya que han sido cientos de
veces las que cientos de personas han rebuscado en los mismos sitios, ávidos
de algún tipo de riqueza. La mayor parte de los habitantes del antiguo
Egipto seguirán siendo tan desconocidos como anónimas quedarán sus ofrendas
a unos dioses prácticamente olvidados.
Miles de años de cultura se esparcen arbitrariamente sobre kilómetros de
superficie. Lo que un día fue un modelo de organización hoy sólo puede
adivinarse por las ciclópeas construcciones que emergen a lo largo del Nilo.
Columnas y sillares reclaman su lugar en la Historia ocupando el sitio para
el que fueron concebidos. Templos que se alzan carentes de todo ornamento,
siendo la única decoración que ofrecen unos relieves y unos jeroglíficos
que, lejos de aportar soluciones, realzan aún más la idea que tenemos de
enfrentarnos a una cultura que tuvo contacto con los propios dioses. Dioses
que aparecen esculpidos con su falso atuendo de inmortalidad, reflejo de un
esplendor pasado, lejanos en el tiempo pero a la vez cercanos, ya que
enseñaron cosas tan nuestras como la escritura, la construcción, la
medicina, la astronomía o la magia... secuelas que siguen presentes en
nuestra propia civilización. Flecos de la sabiduría egipcia calaron en los
griegos y de su mano comenzamos a deambular por los caminos de la ciencia.
Mirar el Antiguo Egipto es contemplarnos un poco a nosotros mismos, un
pasado imprescindible para entender nuestro propio futuro.
UN MUSEO AL AIRE LIBRE
La arqueología asegura que el complejo de Saquara sólo en un
veinte por ciento y otras zonas siguen idéntica suerte. Es tal la cantidad
de ruinas arqueológicas pendientes de rehabilitación en Egipto, que las
autoridades se enfrentan más con el problema de la conservación que con la
búsqueda de nuevos hallazgos. Sólo hay que contemplar las fotos de principio
de siglo para tener una idea exacta de la enorme labor desarrollada por la
Organización de Monumentos Egipcios. Pocos viajeros actuales que visiten el
templo de Karnac saben hace sólo unas decenas de años que su
famosa sala hipóstila estuvo completamente derrumbada. Templos como el de
Kom Ombo o el Rameseum eran asimismo un informe
montón de piedras.
Otras inmensas construcciones, en cambio, quedaron
totalmente cubiertas por la arena pudiendo hoy comprobar cómo en Esna,
en Edfú o en Déndera los monumentos quedan por
debajo de la línea horizontal sobre la que se asienta el pueblo que los
rodea. Ello, en un principio fue una suerte, ya que son templos que se han
conservado en perfectas condiciones al permanecer enterrados durante siglos.
Sin embargo, surgen dudas de cuántos otros templos y edificios permanecen no
sólo sepultados bajo las arenas del desierto, sino bajo las casas de pueblos
que viven hoy su particular bullicio cotidiano. La actual Memphis,
sin ir más lejos, se asienta exactamente sobre la antigua ciudad, capital
del Imperio Antiguo. Y todas las casas del pueblo tebano de Quma
cuentan en el sótano con su particular tumba del Imperio Nuevo.
La civilización de los faraones es la cultura que más restos arquitectónicos
ha dejado, convirtiendo a Egipto en un enorme museo al aire libre, con todos
los cuidados que ello conlleva. El desierto proporciona un ambiente hostil
en el que la arena azota sin cesar cualquier construcción, deslizándose
entre sus rendijas hasta cubrirla por completo. Se tienen noticias de que la
propia Esfinge, en la meseta de Giza, quedó ya enterrada en
tiempos de Tutmosis IV. El faraón se quedó dormido y en sueños
escuchó los deseos de la Esfinge de quedar liberada de la tierra que la
cubría a cambio de convertirle en rey. El joven Tutmosis aceptó tal petición
y tras dejarla al descubierto reinó como faraón.
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MANOS A LA OBRA
Las tropas de Napoleón a las ordenes de sus científicos, fueron las
encargadas de liberar a la Gran Pirámide de la montaña de escombros que se
amontonaban en sus laderas. En este caso la arena no sólo procedía del
desierto sino que el monumento había sido utilizado como cantera artificial
por los mamelucos que utilizaron sus bloques para construir el moderno
Cairo, destruido a causa de los terremotos. La pirámide pudo ser entonces
medida por primera vez en la era moderna y los resultados proporcionaron los
primeros datos científicos de su increíble geometría. Desde entonces se
inició en todo el país una carrera para salvar los monumentos.
En 200 años
se han sacado a la luz ciudades completas. A la acción del tiempo y del
deterioro natural se han sumado otras cuestiones que han puesto en peligro
los monumentos como la construcción de la nueva presa de Aswán,
que con su espectacular trazado elevó el nivel de las aguas hasta cotas que
sumergirían gran número de edificios. El gobierno egipcio tuvo que afrontar
la empresa "faraónica" de transportar templos completos a lugares que se
encontraran a salvo de tal catástrofe. Los templos de Ramsés II
y de Nefertari en Abu Simbel, o el templo
de Isis de la isla de Philae fueron trasladados piedra
a piedra. El templo de Debod, situado ahora en el Parque del
Oeste de Madrid, también procede de la antigua Nubia y fue rescatado de su
inundación inminente.
La conservación de monumentos en Egipto está hoy en su apogeo. En los
últimos cinco años he sido testigo de toda una serie de trabajos encaminados
a dotar a las zonas arqueológicas de una infraestructura contra el deterioro
que el tiempo impone. Toda la base sobre la que se sustentaba la segunda
sala hipóstila del templo de Luxor se ha cambiado. Sólo hace un año que se
ha abierto la pirámide roja de Dashur, la pirámide de
Hetepheres en Giza o el templo de Sahure en Abusyr.
El Valle de los Reyes cuenta con un nuevo acceso y nuevos
servicios. Se han restaurado tumbas como la de Nefertari en el
Valle de las Reinas. Y siguen los trabajos en prácticamente todas las zonas
arqueológicas de Egipto. Hace un par de meses se concluyeron las obras de
rehabilitación de la gran Esfinge de Giza, tras varios años de trabajo. Y se
han abierto nuevos museos como el Museo Nubio de Aswán.
Por lo tanto, dentro de ese proyecto general de salvar los monumentos de
Egipto, no debería extrañarnos el que ahora le toque su turno a la Gran
Pirámide. Sin embargo, no es así, ya que ha despertado la atención y las
sospechas de muchos.
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LA ATENCIÓN PUESTA EN LA GRAN PIRÁMIDE
El día 1 de abril de este año se cerró la pirámide al público. El Dr Zahi
Hawass, director de la meseta de Giza, comunicaba en rueda de prensa el
propósito de las autoridades arqueológicas egipcias de acometer las obras
necesarias para dotar al monumento de una infraestructura capaz de soportar
el paso del tiempo y, sobre todo, de los millones de turistas que la
visitan. Con ello se culminaría un proyecto global de rehabilitación de la
meseta. Tras los trabajos realizados en el interior de las pirámides de
Micerinos y de Kefrén, que estuvieron cerradas
durante casi un año, ahora se empezaría con la Gran Pirámide,
en trabajos que se prolongarían durante ocho meses.
Tal noticia fue acogida con alarma en todo el mundo por algunos
seudo-especialistas y no faltaron las portadas en publicaciones
sensacionalistas que presuponían tal acción como tapadera de asuntos más
complejos. Evidentemente la Gran Pirámide merece una atención especial.
Particularmente expreso mi creencia de que el monumento es anterior a la
propia cultura egipcia y que su interior aún guarda cámaras y secretos
insospechados. El cierre durante tantos meses podría alentar las sospechas
de trabajos encubiertos a la luz pública. Sería una ocasión única para
sondear todas las teorías y documentación propuestas sobre corredores y
cámaras aún sin descubrir. Y más aún cuando estamos en la época en que se
profetizaron grandes descubrimientos en la meseta de Giza.
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LAS PROFECÍAS DE EDGAR CAYCE
Edgar Cayce nació cerca de Hopkinsville (Kentucky, EEUU) en 1877.
Siendo aún joven ya era capaz, por voluntad propia, de entrar en un estado
hipnótico semejante al sueño, método que empleó para diagnosticar
enfermedades y recetar remedios a los que lo solicitaban. Cayce no recordaba
nunca nada de lo que decía en sus trances y su obra fue recopilada tomando
al dictado sus visiones. Su libro Misterios de la Atlántida recoge cerca de
700 "lecturas parapsicológicas" que fueron recogidas a lo largo de veintiún
años. Tal relato empieza por la llegada de la Humanidad a la Tierra hace
unos diez millones de años y termina con el hundimiento de la Atlántida
hacia el año 10.000 a. de C.
Los relatos sobre la Atlántida y Egipto aparecen entretejidos
en las lecturas de Cayce. Habló repetidamente de Egipto como de uno de los
destinos principales de los atlantes en su huida. En los textos aparecen
diversas alusiones e indicaciones de que Egipto había sido un lugar de
depósito de registros históricos de la Atlántida. También hablan repetidas
veces de tumbas y pirámides "que todavía no se han descubierto" en la nación
africana. Lo extraordinario de Cayce es haber acertado con datos que sólo
recientemente se han sabido.
Cayce remonta la cultura egipcia hasta darle
una antigüedad de 12.500 años, situándola hacia el 10.500 a. de C., la misma
fecha que Robert Bauval y Adrian Gilbert (El Misterio de
0rión; El Guardián del Génesis) calculan como fecha de erección de las
pirámides de Giza. Exactamente la misma que la calculada por el egiptólogo
John Anthony West, por el profesor de Geología de la Universidad de
Boston, Dr Robert Schoch, y por el Jefe de Sismografía de Houston,
Thomas Dobecki, según los análisis efectuados en la Esfinge. Las
lecturas de Edgar Cayce sitúan puntualmente los lugares donde los atlantes
colocaron su particular conocimiento:
"...Hubo indicios y profecías de
que la Atlántida se iba a disgregar, y Egipto fue elegido como uno de los
lugares donde se debían depositar los registros de aquella actividad... Para
los atlantes, una preocupación de primer orden en su emigración a Egipto fue
la conservación de los registros históricos y su depósito seguro tanto en la
llanura de Gizeh como en otros lugares...la Entidad era uno de aquellos que
fueron enterrados en la tumba, en una de aquellas que todavía no se han
descubierto; pero está frente a la Esfínge, y es el más próximo de los
enterramientos en aquel montículo... Pues las pirámides posteriores, las que
no se han descubierto todavía están entre la Esfinge (o el Misterio) y el
Nilo... la Entidad era uno de aquellos que participaron en la construcción
de algunos de aquellos edificios que todavía existen y en la preparación de
la que todavía no se ha descubierto..."
En otras lecturas se habla más
concretamente de cámaras, pirámides y túneles subterráneos bajo las patas de
la Esfinge, y frente a ella.
"Estos hallazgos se pueden
encontrar en la base del antebrazo o pata izquierda de la bestia tumbada; en
la base de los cimientos. No en el canal subterráneo (que fue abierto por el
monarca muchos años, siglos, después), sino en la verdadera base. Existe una
cámara o pasadizo desde la pata delantera derecha hasta esta entrada de la
cámara de los registros...".
No sólo la Esfinge, sino que
también la Gran Pirámide es mencionada por Edgar Cayce
" .. . ¿Qué función cumplió la
Entidad en relación con la construcción de la Esfínge? Cuando los monumentos
se estaban construyendo en la llanura de lo que ahora se llama la Pirámide
de Gizeh, esta Entidad construyó y preparó los cimientos; es decir, los
dirigió, calculó su situación geométrica en relación con los edificios que
se erigieron comunicados con la Esfinge. Y los datos relacionados con ellos
pueden encontrarse en las cámaras de la base de la Esfinge...".
Entre los años 1957 y 1988 la
Association for for Research and Enlightenment, Inc. -ARE- (Asociación para
la Investigación y la Iluminación), patrocinó diversos proyectos encaminados
a la comprobación real de las salas ocultas propuestas por Cayce, contando
para tal fin con organismos tan reconocidos como la Universidad de Ain
Shams del Cairo o el Instituto de Investigaciones de Stanford,
SRI. Las prospecciones y sondeos han dado como resultado la localización
de vacíos en el terreno, en los mismos lugares referidos por el vidente.
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DENTRO DE LA GRAN PIRÁMIDE
"Está sordo, está sordo!" - le decía al inspector de la meseta de Giza
mientras perseguíamos a Francisco Contreras por el Canal
Ascendente de la Gran Pirámide gritando que tal acceso estaba prohibido.
Efectivamente, el permiso conseguido sólo nos autorizaba a visitar el
pasaje de Al Mamún, la primera parte del recorrido por el interior
del monumento. Cuando conseguimos atraparle en la Gran Galería, intenté que
el arqueólogo se tranquilizase sumándome a su enfado y a sus recriminaciones
mientras que Iker Jiménez, casi de puntillas, penetraba a través de
la Cámara de los Rastrillos hasta la Cámara del Rey.
Nueva persecución,
nuevos gritos, nuevos guiños de complicidad y nuevas explicaciones "¡Es que
no saben inglés y no se enteran!"- El inspector nos empujaba hacia abajo,
hacia la salida, controlando cada paso de Iker y de Fran y fue cuando me
metí por el Canal Horizontal hasta la Cámara de la Reina. Cuándo salí
encontré al vigilante lívido -"pero bueno, ¿por dónde está la salida? Porque
por ahí no es"-. Su dedo indicó el Canal Descendente mientras que en su
rostro se adivinaba su impresión de que yo era un idiota y no sabía
encontrar el camino de salida.
Siete minutos, sólo siete minutos, estuvimos en el interior de la Gran
Pirámide. Cuando salimos al exterior ya habíamos cambiado los
carretes de la cámara por temor a que fuesen requisados por la policía. La
frase No photo, please, it's forbidden había sido repetida más de
cien veces por el inspector, aunque entre los tres disparamos más de cien
veces nuestras cámaras. Pero el grupo que nos acompañaba y esperaba frente a
la pirámide, al tanto de nuestro propósito, había entretenido a unos
policías más interesados en la calidez humana que en la frialdad del
monumento. Y sin mostrar la alegría que sentíamos, descendimos la
meseta de Giza dejando atrás la pirámide con sus enigmas, los
policías con sus sonrisas y un aturdido inspector de arqueología que,
seguro, pensaba que estábamos locos.
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¿QUÉ ESTÁN HACIENDO
DENTRO?
Justo detrás de la verja que guarda su entrada, Iker y yo
nos miramos cuando descubrimos un martillo neumático, marca Hilti,
junto a sacos que contenían escombros de recientes perforaciones. En ese
momento las evidencias indicaban que el simple lavado de cara del interior
de la Gran Pirámide propuesto por Hawass podría convertirse en algo
más.
El suelo estaba también salpicado por gran número de bolas de algodón cuyo
empleo ya había visto en otras zonas arqueológicas. Como ocurre asimismo en
España y en otros países, ciertos visitantes colocan su nombre con rotulador
en las paredes de los monumentos y en árabe o en castellano la gamberrada
sigue siendo la misma. Los algodones, untados de un producto llamado
Magic Cleaner (solución de sal natural), son empleados para eliminar la
tinta de la piedra.
Los algodones de la pirámide eran lógicos, pero, ¿la taladradora... y
los sacos de cemento....?
Más familiarizado con el interior de la Gran Pirámide que mis compañeros de
aventura, fui recorriendo los lugares donde, a lo largo de los últimos años
se han situado los accesos a las posibles cámaras ocultas. Si los egipcios
estaban aprovechando el momento para buscar esas posibles estancias ¿cuál o
cuáles de tantas teorías estaban siguiendo?
Los informes de Jean Kerysel, sobre una sala junto a la Cámara del
caos y un pasaje bajo el Canal Ascendente, no tuvieron eco en los
arqueólogos egipcios pues tales cavidades, descubiertas por técnicas
gravimétricas, no estaban siendo inspeccionadas.
Las teorías de los arquitectos franceses Guilles Dorrnion y Jean
Patrice Goidin tampoco, ya que la Gran Galería paralela que descubrieron
y su cámara situada a la derecha de la Cámara de la Reina tampoco está
siendo inspeccionada. Los documentos aportados por los científicos de la
Universidad de Waseda, sobre un canal aledaño al pasaje
horizontal y otras estancias junto a la Cámara del Rey, tampoco han merecido
el interés de los arqueólogos ya que sus accesos permanecen cerrados sin la
más mínima prueba de su búsqueda.
Se ha prescindido de los nuevos robots
ofrecidos por el ingeniero Rudolf Gantenbrink para investigar lo que
pudiera existir tras la "puerta" encontrada al fondo del canal de
ventilación. Ni que decir tiene que las cámaras propuestas por mí mismo no
han merecido mayor crédito que las mencionadas por los investigadores
anteriores y la cámara mortuoria de Keops, que sitúo tras los tapones
de granito; y la Cámara del Orden, que presumo por encima de las Cámaras de
Descarga seguirán estando allí intactas algunos milenios más.
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LA OPORTUNIDAD PERDIDA
Todo en el interior de la Gran Pirámide obedece a un típico plan de
restauración, avalado por la conversación que mantuve con el Dr. Hawass,
Director de la meseta de Giza. Le informé sobre nuestra visita dentro de la
Gran Pirámide y le solicité datos sobre lo que habíamos visto. En primer
lugar, me comentó que los canales de ventilación de la Cámara del Rey
estaban siendo limpiados de la sal que cubría sus paredes. Los extractores
han sido también cambiados por otros más potentes. Los sacos de cemento
expansivo se utilizarían para rellenar las fallas del edificio, producto de
los terremotos, grietas que se sitúan en el Canal Descendente, en el techo
de la Gran Galería y en la Cámara del Rey.
La perforadora está siendo
utilizada para agrandar el túnel de Al-Mamún y favorecer el
tránsito de turistas. También para cambiar por nuevos algunos bloques de los
pasamanos de la Gran Galería bastante deteriorados. Se va a dotar a todo el
monumento de una nueva instalación eléctrica y cámaras de televisión
conectadas a monitores, así como de ventilación a la Cámara de la Reina y a
la Cámara del Caos.
También se está procediendo a
una limpieza a fondo del pozo que une la Gran Galería con el canal
descendente, y en las Cámaras de Descarga se están retirando todos los
excrementos de murciélago acumulados durante los últimos decenios,
responsables del mal olor en el edificio. Es decir, un trabajo
arqueológicamente correcto que será concluido e inaugurado el 1 de enero de
1999. La Gran Pirámide se vestirá interiormente con un traje nuevo para
recibir al próximo milenio engalanada con los mismos misterios de siempre,
con las mismas preguntas sin respuesta, guardando en sus entrañas sus más
profundos secretos.
Nuestra visita al interior del monumento no corrobora
las sospechas de que están haciendo prospecciones aprovechando la intimidad
de las obras de restauración, sino que constatamos justo todo lo contrario,
que no están haciendo nada encaminado a nuevos descubrimientos. Por lo
visto la arqueología, carente nuevamente de imaginación, se muestra
capacitada para dictaminar que lo propuesto por numerosos especialistas que
han aplicado métodos científicos de prospección no destructiva, como el
empleo de la microgravimetría y las ondas
electromagnéticas, no tiene valor alguno.
Aunque es posible que
ello sólo sea producto del miedo, del terror que pueda producirles el
desestabilizar sus dogmas y la obligación que tendrían de volver a
escribir la Historia. La Historia mal entendida de un monumento mal
clasificado.
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¡LOS BLOQUES DE PIEDRA DE LAS PIRÁMIDES EGIPCIAS SON ARTIFICIALES!
Las explicaciones ortodoxas sobre la construcción de las pirámides egipcias,
especialmente la atribuida al faraón Keops, no tienen
actualmente ninguna consistencia. Estudios e investigaciones posteriores,
silenciados por los arqueólogos más conservadores y tradicionales, llegan
además a conclusiones realmente sorprendentes: los antiguos egipcios
conocían una técnica que les permitía "fabricar" piedras artificiales.
Piedras que hoy podemos ver milimétricamente integradas entre sí en las
grandes construcciones faraónicas.
Para muchos el asunto no ofrece la menor duda: el faraón Keops reinó durante
23 años, veinte de los cuales los dedicó a la construcción del mayor
monumento que el hombre jamás haya erigido.
Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve Libros de la Historia
escritos por Herodoto:
" ... En cuanto a la pirámide,
se gastaron en la construcción veinte años...".
Veinte años para que, hace 7
000, aquellos obreros de la Era del Cobre elevaran, con precisión asombrosa,
cerca de dos millones seiscientos mil bloques de piedra que, por término
medio, pesa cada uno 2 toneladas. Es decir, que cada año se debieron colocar
130.000, lo que suponen 360 al día. Si hacemos un cálculo aproximado para la
jornada laboral de los obreros de la época de 12 horas, el resultado es que
durante 20 años, sin conocer el hierro y la rueda, el arquitecto de la Gran
Pirámide organizó un equipo de trabajo capaz de seleccionar la piedra en la
cantera, cortar el bloque, transportarlo varios kilómetros, cruzar el Nilo,
izarlo a cientos de metros y colocarlo milimétricamente, todo ello en el
tiempo récord de ¡120 segundos! por bloque. Es decir, que
según las explicaciones ortodoxas, aquellos artesanos, tan cercanos al
Paleolítico, encajaron durante veinte años un bloque cada dos minutos. Ni
más ni menos.
El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de Bonaparte, en datos
corroborados posteriormente por el arqueólogo Lauer, calculó que
durante los últimos 1.500 años de la historia clásica egipcia,
correspondientes al Imperio Nuevo, dinastías posteriores y periodo
ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros cúbicos de piedra. Tal cantidad de
roca, que constituye la colección de monumentos más impresionante de la
antigüedad, parece minúscula al compararse con las obras realizadas en el
Imperio Antiguo. Sólo la Gran Pirámide tiene 2.000.000 de
metros cúbicos de piedra, cantidad similar a su vecina pirámide de
Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20 años los
obreros de Keops edificaron la mitad de lo que hicieron posteriormente sus
colegas durante 1.500 años.
Al problema del peso y del volumen hay que añadir el enigma que suponen las
máquinas empleadas en el transporte y en la subida de los bloques desde la
cantera hasta su emplazamiento. En este caso las palabras de Herodoto
no son tenidas en cuenta ya que afirma que se utilizaron mecanismos, así
como hierro, en la construcción. Los arqueólogos, que tanto se basan en sus
palabras para datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de
estas otras. Y no les falta razón ya que no se han encontrado vestigios de
tales máquinas. Tampoco en papiros, estelas o murales se han encontrado los
jeroglíficos que expliquen cómo eran transportadas e izadas las grandes
masas pétreas.
En un relieve de EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un
grupo de 172 personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de
60 toneladas, que descansa sobre un trineo. Esto, unido al descubrimiento de
varias rampas que unen el Nilo con la base de algunas pirámides, da pie a la
arqueología a la única hipótesis que acepta: la fuerza muscular. Y aunque
tal planteamiento pudiera ser válido para bloques de 2 ó 6 toneladas
no es posible imaginar a 30.000 hombres tirando a la vez de uno de los
muchos bloques que existen en Egipto de 1.000 toneladas o más. Ni
mucho menos izándolo por pendientes del 30 por ciento.
Se han barajado innumerables
hipótesis. Naves extraterrestres, poder mental, teleportación, infrasonidos
y otras aún más pintorescas que intentan explicar cómo hicieron en el
Antiguo Egipto para transportar los monolitos. Pero hay una de ellas que,
aunque parezca fruto de la fantasía, ve avalada su credibilidad por
constataciones y estudios recientes. Para asombro del hombre moderno y de su
tecnología los antiguos egipcios conocían técnicas ¡ para ablandar la
piedra! Existen suficientes elementos de juicio como para pensar que los
constructores del Imperio Antiguo no fueron canteros, sino alquimistas.
En 1988 se editó en Estado Unidos el libro titulado The Pyramids, An
Enigma Solved . En él se recogían investigaciones de un científico nada
sospechoso de elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits,
fundador del Instituto Geopolimérico de París, profesor de la Universidad de
Toronto y director del Instituto de Ciencias Arqueológicas Aplicadas de la
Universidad de Barry en Florida, junto a la doctora Margie Morris, de
la Universidad de Minnesota, pusieron de manifiesto lo que revelaban los
análisis químicos y microscópicos efectuados en rocas de la meseta de Gizéh.
Junto a los detallados informes publicaron varias fotografías en las que
puede apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras textiles y burbujas de
aire en la estructura de las rocas calizas de la Gran Pirámide.
Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los círculos académicos que,
por supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En España tuvimos la
ocasión de asistir hace algún tiempo a un debate en La Clave, donde José
Luis Balbín tuvo el acierto de invitar a representantes de ambas
tendencias. Peter Tompkins propuso al entonces director de excavaciones de
la meseta de Gizéh, Dr. Hawass, un experimento público para demostrar
o desechar de una vez por todas lo mantenido por Davidovits, quien se
consideraba capaz de fabricar piedras similares a las de la Gran Pirámide.
La respuesta de Hawass no fue muy brillante
"si ya se conocen las canteras
de Tura y de Mokhatam... ¿para qué investigar otros asuntos?".
Lo cierto es que este arqueólogo
jamás podría explicar con sus teorías qué hace un pelo de 21 centímetros en
el interior de una roca caliza de hace 50 millones de años, proveniente de
la edad geológica del Eoceno, allá por el segundo período de la época
Terciaria.
Egipto no sólo ha proporcionado grandes misterios, sino que, junto a ellos,
aporta soluciones que veces resultan aún más enigmáticas. La pista para la
teoría de Davidovits está en una estela conmemorativa en la
isla de Sehel, cerca de Assuan. Fue descubierta en 1889 por el
egiptólogo Charles Wilbour y terminada de descifrar por el arqueólogo
francés Barquet en 1935.
La estela de Famine, como se denomina, consta de 2.600
jeroglíficos dispuestos en 32 columnas. Aunque se supone que fue esculpida
en tiempos ptolemaicos ( 300 a.C) se entiende que debe ser copia de
documentos más antiguos ya que se refiere a asuntos relacionados con
personajes de la III Dinastía. La estela trata varios aspectos distintos,
como son:
- Descripción de la
Famine,
- Visita a la Biblioteca
de Hermópolis,
- Las Revelaciones de
Imhotep,
- El sueño del Faraón
Zoser y
- un Decreto Real.
Entre las columnas situadas
entre la 6 y la 22 se habla sobre métodos constructivos. De la columna 11 a
la 18 Imhotep enumera las rocas y minerales de la región de
Elefantina. Y las columnas 18 a 20 describen el sueño del faraón Zoser,
en el que el dios Khnum da al rey una lista de minerales y
productos químicos para fabricar bloques aglomerados con los que construir
templos.
Si este conocimiento es cierto, es posible que faraones posteriores también
estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las aplicaran a sus propias
construcciones.
Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido el rodillo.
En múltiples recreaciones artísticas se han dibujado los grandes monolitos
sobre rodillos y tirados por innumerables hombres. Pero la madera siempre
escaseó en Egipto y la que había era de baja resistencia al peso y a la
tracción, sin contar con que se necesitan, además de los rodillos,
carreteras adecuadas al transporte que aún no se han encontrado. Y aún
admitiendo la teoría de los rodillos, hubieran hecho falta millones de
ellos.
La llamada Piedra de Palermo indica que Snefru, padre de
Keops, asignó una flota de barcos para traer cedros, cipreses y
coníferas del Líbano. Snefru fue el mayor constructor de la IV
Dinastía. Se le atribuyen tres pirámides, dos en Dashur (que contienen
4.000.000 de metros cúbicos de piedra) y otra en Meidum. El total de sus
construcciones asciende a 9.000.000 de toneladas de piedra, utilizadas en
sus 24 años de reinado. La madera importada del Líbano no pudo, pues, servir
para rodillos, ni por su cantidad ni tampoco por su dureza. Aunque sí pudo
servir para fabricar... MOLDES. Herodoto así parece confirmarlo:
" ... La pirámide fue
edificándose de modo que en ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos
llaman escalas y otros altares. Hecha así desde el principio la parte
inferior, iban levantándose y subiendo las piedras con cierta máquina
formada de maderos cortos que, alzándolas desde el suelo, las ponía en el
primer orden de gradas, desde el que con otra máquina que en él tenían
prevenida las subían al segundo orden, donde las cargaban sobre otra máquina
semejante, prosiguiendo así en subirlas, pues parece que cuantos eran los
órdenes de gradas tantas eran en número las máquinas, o quizás no siendo más
que una fácilmente transportable, la irían mudando de grada en grada cada
vez que la descargasen de la piedra; qué bueno es dar de todo diversas
explicaciones... ".
La palabra utilizada por
Herodoto y que se tradujo por "máquina" es la palabra griega "mechane".
En griego es un término general que indica cosas inventadas,
fabricadas. En definitiva, cualquier tipo de artilugio realizado con
un propósito y que, por tanto, no debe únicamente traducirse por la acepción
moderna de "máquina". Siguiendo con este planteamiento, sustitúyase la
palabra "máquina" por la palabra "molde" y lean ustedes la trascripción
anterior de Herodoto. La cosa concuerda en extremo ya que no quedaron
evidencias de ningún otro tipo de "máquinas".
Anterior a la publicación de Davidovits ya se especuló con la
posibilidad de las piedras prefabricadas del Antiguo Egipto. En el Segundo
Congreso de Egiptología celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el Dr.
Klemm, experto en petrografía, avanzó los resultados de sus
análisis sobre piedras de la Gran Pirámide. De las 20 muestras
estudiadas no encontró dos que tuvieran la misma consistencia homogénea.
Parecía que cada una procediera de un lugar distinto, con la particularidad
de que dicha consistencia era diferente en zonas de la misma piedra, con
mayor densidad en la parte superior que en la inferior. También constató que
las rocas de la pirámide contenían un porcentaje de humedad superior al que
presenta la piedra natural. Su conclusión fue evidente: los bloques
no eran naturales, sino artificiales.
Ello explicaría, por otra parte,
lo que ocurrió en la pirámide de Kefrén en Septiembre de 1968. El doctor
Luis Alvarez, premio Nobel de Física, había ideado un proceso
para registrar el paso de rayos cósmicos a través de la pirámide, por medio
de la cual esperaba descubrir cámaras ocultas. Intervinieron en el evento
doce organismos oficiales de Estados Unidos y de Egipto. Los científicos,
con su cuartel general instalado en la cámara central del monumento,
quisieron saber el número de rayos cósmicos que atravesaban los muros,
instalando una cámara de chispas que delataría los rayos que llegaran con
mayor frecuencia, lo que indicaría que habían encontrado a su paso los
huecos de las hipotéticas cámaras. Sería como hacer una radiografía a la
pirámide. Pero lo cierto es que tras numerosos intentos y una enorme
cantidad de dinero tuvieron que desistir.
Aparecieron, efectivamente, muchas supuestas cámaras desconocidas, pero las
informaciones de su presunta ubicación variaban de un día para otro, de una
hora a otra. La pirámide pareciera haberse vuelto loca. Según sus
protagonistas, "esto desafía a todas las leyes conocidas de la Física". Lo
que el doctor Álvarez no podía imaginar era que las diferentes
mediciones obtenidas se debían a los millones de litros de agua incluidos
en las rocas prefabricadas de la pirámide.
Investigaciones personales en la pirámide de Kefrén me han
permitido suponer que al menos las dos primeras hiladas, claramente visibles
en la cara oeste, son fruto de la tecnología del "prefabricado". La falta de
junturas en los bloques de estos dos pisos fue zanjada hace tiempo por los
especialistas explicando que no era una edificación propiamente dicha, sino
que se aprovechó un montículo de piedra para labrar las primeras filas.
Sin
embargo, como podemos ver en las fotografías, son claramente visibles los
restos del armazón, tanto vertical como horizontal, que sostuvo el
"hormigón" hasta que fraguara. Como toda la base no se pudo hacer de una
vez, los obreros la fueron elaborando en partes. Las juntas de cada trabajo
son perfectamente visibles e, incluso, a veces, parecen superponerse las
maderas que lo separaban. Desde un promontorio que domina la meseta de Gizéh
he descubierto un lugar que los miembros de mi equipo denominan "la
Guarderia".
Allí, de forma simpática, nos imaginamos a los hijos de los artesanos
jugando con una "plastilina" especial, similar a la usada por sus padres en
tareas de mayor envergadura. Hemos descubierto más de treinta muestras de
reblandecimiento en pequeñas rocas, algunas de ellas reproducidas en
fotografías. Parecen ser fruto del entretenimiento. Piedras redondas o
aplanadas por las manos que guardan ciertas incisiones realizadas cuando la
piedra estuvo blanda. No pueden ser cantos rodados pues su superficie no es
plana y se aprecia la rugosidad que quedó tras su elaboración.
En las
piedras que están rotas parece que la superficie es distinta al interior,
fruto de la falta de humedad en el manipulado, que hace que el ceramista en
arcilla tenga que mojarse las manos constantemente. Las incisiones nunca
pudieron realizarse por percusión. En el caso de la piedra aplastada que se
puede ver en la fotografía inferior a estas líneas se ve el rastro dejado
por un objeto circular que, medido con precisión, ha demostrado ser el mismo
que dejó su impronta en ambas caras de la pieza. Precisamente en uno de los
planos de esta piedra a nuestro anónimo artesano no le bastó con una muesca,
sino que hizo dos, perfectamente visibles y ligeramente superpuestas.
Los geólogos a los que hemos consultado y enseñado las piedras no salen de
su asombro y, por supuesto, eliminan cualquier posibilidad de diagnóstico
por escrito. Las piedras parecen tener una edad de varios cientos de
millones de años. Por consiguiente, durante su formación no pudo haber
humano que infiriera las marcas que poseen, y aceptar el reblandecimiento,
el pasar del estado sólido al liquido y viceversa, sin alterar las presiones
o temperaturas, es el reto de la Ciencia. Aunque aquellos egipcios, o
quienes fueran, parece que lo consiguieron.
Si los sacerdotes de las grandes civilizaciones asiáticas, africanas y
americanas coincidieron en la adoración solar, en la estructura piramidal,
en las percepciones psíquicas o en el concepto del más allá, es posible que
también coincidieran, o tuvieran los mismos maestros, en las técnicas
referentes al reblandecimiento de la piedra. Recientes estudios de Alex
Chionetti en Marcahuasi ampliando los estudios de Ruzzo,
o las actuales investigaciones de Javier Sierra en Perú
y en particular en el laberinto de túneles que cruzan su territorio
proponen la desestabilizadora hipótesis de que en el pasado la piedra era
dominada hasta puntos insospechados que hoy tan solo llegamos a vislumbrar.
La tecnología egipcia guarda
muchas sorpresas. Los miles - o decenas de miles - de años de historia
hicieron que sobre un mismo territorio se superpusieran técnicas distintas
todas ellas lejanas a nuestros elementales conceptos. Las canteras de Assuán
son un fiel ejemplo. Allí se empleó la más alta tecnología en perforación,
corte y pulimento del granito rojo. Allí existen orificios ejecutados por
brocas increíbles que atacaban la roca con una potencia sesenta veces
superior a la actual. Allí se ven restos de sierras que cortaban el granito
como si fuera cartón. Allí se encuentran restos de prospecciones
inimaginables para la época del cobre o del bronce, pues los resultados son
comparables con los de nuestra moderna tecnología y, por supuesto, también
allí encontramos el ejemplo más contundente del tema que nos ocupa: el
reblandecimiento.
En la tumba de Rekhmire existe un fresco sobre una aparente
escena cotidiana del Antiguo Egipto - varios obreros llevan en sacos un
producto que arrojan en moldes y que, posteriormente, fragua haciendo
ladrillos o bloques - Esta técnica, defendida por Davidovits,
explicaría la construcción de, por ejemplo, la Gran Pirámide. Resulta fácil
transportar arenas y otros compuestos, subirse en pequeños sacos y arriba
hacer moldes del tamaño que se quiera, sin necesidad de una maquinaria
pesada. Pero el caso de Assuan es ligeramente distinto. Allí
no se ha prefabricado nada pues la cantera original de granito rojo ya
estaba. Sin embargo, utilizando unos métodos que nos son desconocidos,
conseguían ablandar el duro granito hasta la consistencia de la mantequilla,
para posteriormente manipularlo.
Es el famoso Obelisco inacabado, la admiración de todo turista
que se precie. A mí me llamó la atención hace dos años cuando veíamos en
Madrid las imágenes grabadas de Assuán. En un principio, y por el poco
material visual que poseía, me dio la impresión de que lo que observaba era
fruto de algún tipo de rebote de la luz solar. En Noviembre de 1993 hice un
viaje a Assuán exclusivamente para comprobarlo. El área se
cierra a las cinco de la tarde, cuando aún el Sol está muy alto. Tras las
consiguientes propinas pude esperar a que el Sol bajara al horizonte. En ese
momento los rayos incidían de escorzo, resaltando todos los detalles de la
superficie del obelisco. Es la foto que pueden observar junto a estas
líneas.
Los 47 metros de longitud que mide la pieza están obtenidos de la cantera
madre, no por una técnica de percusión. Lo más parecido que he visto a esta
técnica es cuando he jugado con una cucharilla en un flan. Lo que vi en ese
momento no era el trabajo de un pico o un martillo, era la labor realizada
por una pala ¡en granito!
Junto al obelisco existen otras pruebas de ablandamiento no menos
interesantes. En la fotografía de la izquierda pueden observar a un miembro
de mi equipo introducido en un agujero, por supuesto artificial, que no
tiene aparente significado. Las paredes, estando lisas, no son verticales.
Se ha ido rebanando su interior hasta llegar a ningún sitio, idóneo para
demostrar una técnica aunque insuficiente para indicar un propósito. Hay
varios agujeros como éste de diferentes proporciones iguales de enigmáticos.
Era ya casi de noche.
Las sombras avanzaban ocultando el obelisco. El guía
parecía no comprender mi insistencia. Para él la solución era fácil: el
obelisco fue abandonado porque una grieta apareció haciéndolo inservible.
Pero la cuestión era otra. Si era blando, era imposible moverlo en tal
estado. Si se endureció ¿qué grúa era capaz de levantarlo? Posiblemente
nunca se pensó en que fuera un obelisco, sino que fue, simplemente, una
broma; la broma más pesada que conozco: de 1200 toneladas.
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GINECOLOGÍA AVANZADA EN EL ANTIGUO EGIPTO
En el muro del complejo de Luxor el viajero observador
tropezará con un detalle que la mayoría le pasa desapercibido y que, sin
embargo, sugiere conocimientos sorprendentes: en varias escenas concatenadas
se representa con todo detalle el proceso de extracción de semen del miembro
fálico del dios Min. A lo largo de la pared, aparecen varios personajes que,
provistos de unos curiosos recipientes, recogen el líquido seminal en el que
destacan a gran tamaño varios espermatozoides. Aunque resulte
incomprensible, su ubicación y forma no permiten darles otro nombre.
Puesto
que la apariencia de los espermatozoides no ha sido conocida hasta que el
neozelandés Jansen inventara el microscopio compuesto en 1590,
resultaría inevitable admitir que los antiguos egipcios dispusieron de
instrumentos ópticos sumamente eficaces, lo que ni la Arqueología ni la
Historia les concede.
Los interrogantes se acumulan, complementándose con otros no menos curiosos
hallazgos. En el templo dedicado a la reina Hatseput,
enclavado en el corazón del Valle de las Reinas, el arqueólogo oficial
Nabil Habkkar compartía con nosotros su último y desestabilizador
descubrimiento: en una pared con policromía original de hace 3.000 años
había descubierto lo que para él era indudablemente un "test de embarazo".
Tal y como nos iba relatando, en un recipiente ovalado aparecen varios
elementos relacionados con la famosa "prueba de la rana". Férreo seguidor de
las corrientes más oficiales y conservadoras, Nabil Habkkar no tenía
dudas, pese a todo, de que en aquella época se sabía lo necesario sobre
hormonas femeninas y masculinas, los mecanismos íntimos de la procreación y
el método para un diagnóstico precoz del embarazo.
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