Por Mónica Liliana Plataneo |
“He aquí en
seguida la Gesta de Sabio Pez-Tierra, primer hijo de Principal
Guacamayo. Yo hacedor de montañas, decía Sabio Pez-Tierra. He
aquí que Sabio Pez-Tierra se bañaba al borde del agua cuando
acertaron a pasar cuatrocientos jóvenes, arrastrando un árbol
para pilar de su casa...”
La gesta de Sabio
Pez-Tierra relatada en el antiquísimo Manuscrito de
Chichicastenango o Libro de los Consejos, conocido como
Popol-Vuh, describe el intento de los cuatrocientos muchachos de
poner fin a la vida del primero. Pero..... estando todos ebrios, los
cuatrocientos jóvenes no tenían ya sabiduría; entonces, su casa fue
derribada sobre sus cabezas por Sabio Pez-Tierra, y acabaron
por ser todos destruidos.... Así murieron los cuatrocientos jóvenes.
Se dice también que entraron en la constelación llamada a causa de ellos
el “Montón”
No es sino después del triunfo de Hunalhpú e Ixbalamqué
(los gemelos) cuando resucitan y se convierten en Las Pléyades
(El Montón). Este mito tiene un profundo sentido astronómico pues
estas estrellas “son ángeles que levanta el señor” (dicen los chortis),
el día del primer paso del Sol por el Zenit, entonces BRILLAN, repitiendo el
acto de resurrección de los cuatrocientos jóvenes. La posición del
Sol en el Zenit determina el comienzo de la estación de las lluvias.
El antiguo juego del Palo VOLADOR, tradición que aún subsiste, era la
dramatización de esta epopeya. El cielo se representaba por un bastidor de
madera de forma cuadrada en cuyo centro se ubicaba un actor que giraba a la
par que tocaba una flauta, y en cada uno de los ángulos, se instalaba un
joven disfrazado de guacamayo, objetivándose de tal forma el plano cósmico
con sus regentes y el dios central, deidad del verano. Cada uno de los
actores daba TRECE vueltas, simbolizando el ciclo de cincuenta y dos años
con sus articulaciones y vinculación cósmica.
Es evidente que el sentido astronómico queda claramente revelado. El
calendario maya se encontraba profundamente ligado a la concepción
astrológica, resumida en ciclos:
- Un período de
9 días.
- Un período de 13 días formando un signo; 20 de estos
signos formaban un ciclo de 260 días.
- Un período de 20 días que origina el año solar.
- Un año “venusiano” de 584 días.
- Un ciclo de 8 años solares o 5 venusianos.
- Un período de 13 años solares relacionado con los puntos
cardinales.
- Un ciclo de 13 años venusianos.
- Un ciclo de 20 años solares o 7.200 días (Katun).
Por encima de éstos un grupo de
ciclos mayores:
- Un período de
52 años.
- Un ciclo de 104 años.
- Un ciclo de 394 años o 144.000 días.
Es este último el que nos
interesa directamente pues:
- 144.000 días =
tun (año aritmético es el tun) = 13 bak tun =
13 x 400 tun
- 400 es el número de jóvenes convertidos en
Las Pléyades
- 13 es un número estrechamente relacionado con el Planeta
Venus
Los mayas, para
conocer las horas nocturnas se guiaban por Venus y la constelación de
Las Pléyades. Debe tenerse en cuenta que hace 13.000 años, la
posición de las estrellas no era como en la actualidad. En esa época,
Vega (utilizada como Estrella Polar) se hallaba a sólo 6
grados del Polo norte y Aldebaran, de Las Pléyades, a 56
grados. Estos datos se encuentran grabados en un mapa celeste hallado en las
cavernas de Bohistán al igual que una línea punteada uniendo el Planeta
Venus con la Tierra.
Los mayas, manejaron una larga serie de calendarios combinados
entre el Sol y los planetas; su conocimiento les permitió la orientación de
sus monumentos; cada centro ceremonial corresponde a la posición del Sol, la
Luna, Las Pléyades, la Estrella Polar del Norte (Vega) y a la
Vía Láctea.
Algunos astrónomos, otorgaron especial importancia a Las Pléyades
y llegaron a la conclusión de que al menos 6 estrellas visibles forman un
sistema físico, obedeciendo a un centro gravitatorio, girando como lo hacen
nuestros planetas en torno al Sol. Nuestro Sistema Planetario forma parte
del sistema de los soles pertenecientes al sistema de Las
Pléyades, es decir, no son 6 soles los que giran en derredor del
Alción sino mucho más, siendo el Sol el que ocupa la
séptima órbita que recorre en 24.000 años divididos en dos
períodos de 12.000 cada uno.
Los mayas, pues, tenían conocimiento de este sistema. La
famosa Noche Larga o época de oscuridad, hallaría explicación
pues de los 12.000 años, 2000 son de luz, 10.000 de
oscuridad. Pero es necesario realizar algunas combinaciones que
esclarezcan la “preferencia” de los mayas por las Tzab. No
olvidemos que fue un pueblo obsesionado por el Tiempo.
1ro.) La
posición de Aldebaran coincide con las 20
alineaciones de Stonehenge. Los celtas
descubrieron lo que Maurice Chatelain llama el triángulo
céltico de 20.452 días, semejante al ciclo lunisolar maya que
denomina Cuadrado Maya. Existe un vocablo Xaman
que constituye uno de los sitios de procedencia de este
misterioso pueblo. Y Xaman significa Norte.
¿Existe relación entre mayas y celtas?
En la historia de los 400 jóvenes se dice que una
vez resucitados y antes de ir a “formar” Las Pléyades,
hicieron la siguiente recomendación a sus esposas:
“Oh, esposas
nuestras, vosotras vinisteis también de nuestra lejana
comarca...... Ya está preparado el manifiesto en el Cielo el
Símbolo de los Jefes. Nosotros no hacemos más que regresar;
hemos cumplido nuestra tarea, nuestros días están acabados.
Pensad en nosotros, no nos borréis, no nos olvidéis”.
Y estos “semidioses”
se marcharon a finalizar sus días a Oriente. ¿Hacia dónde? El
mismo Popol Vuh nos dice:
“Hallábanse
todas las tribus temblando y tiritando de frío cuando
llegaron a donde estaba Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah
e Iquí Balam”.
Puede que esa
comarca haya sido el Norte, zona de glaciales, corroborada por
la lejana patria de origen. Tula, descubierta por
Pyteas de Marsella, a 6 días de navegación de las islas
Británicas hacia el Norte. Allí, donde hace 13.000 años eran
visibles Las Pléyades.
2do.) Existe, sin embargo, un punto que no coincide: son
400 los jóvenes que forman este conjunto de estrellas
pero son 7 según lo que conocemos y que, además, concuerda con
el mito griego; según el cual Las Pléyades o
Pelelai eran 7 hermanas que divinizadas, fueron
transformadas en las 7 estrellas de la constelación de su
nombre. Estas Pelelai eran hijas de Atlas
y de Pleione. Todas se unieron con dioses, salvo
Merope, que se casó con un mortal, Sesifós,
a causa de lo cual, era la menos brillante.
3ro.) Pléyades: por pertenecer a la
constelación de Toro, el animal sagrado de Egipto. El
profesor Smith descubrió que trazando una perpendicular a la
línea cronológica del pasillo descendente de la Cámara del
Rey, se llega a la estrella Alción de la
Constelación que nos preocupa. ¿Por qué los constructores de la
gran Pirámide tomaron como punto de referencia “para sus
profecías” a Alción? Recordemos que nuestro
planeta gira en la séptima órbita de éste sistema de
soles y que el número 7 es cabalístico y un número sagrado entre
los pueblos de la antigüedad y resumiría el triángulo celta y el
cuadrado maya.
Intentando una conclusión
diremos que los griegos, celtas, mayas, egipcios, conocían Las
Pléyades. Exactamente, los pueblos que más se destacaron en
astronomía, astrología, y todas las otras ciencias. Mucho se ha hablado de
un origen común, llámese desde Atlántida o Lemuria,
que a causa de los grandes cataclismos sucumbieron, produciéndose la
consecuente diáspora. Pero al hablar de ellos lo hacemos como civilizaciones
tecnológica y científicamente desarrolladas en un grado que nos asombra y
desconcierta. Y es entre estos seres que hallamos infinitas pautas que
puntualizan una procedencia extraterrestre o contactos con
galaxias que no conocemos.
Tal vez, podríamos atrevernos a pensar que esos 400 jóvenes procedían
de ese sistema y que luego de cumplir con una misión retornaron. Un viaje a
Las Pléyades, a la velocidad de la luz, llevaría 114 años.
Claro que en el espacio el tiempo es como si se detuviera, por lo que otros
seres, que inclusive tendrían mayor término de vida que nosotros, pudieron
alguna vez, realizar esos viajes. O tal vez, viajaban a mayor velocidad que
la luz. O incluso, lo hicieron cuando las estrellas se hallaban en otra
posición, más cercana a nuestro planeta, hecho que confirmaría con la teoría
del universo en expansión. Por lo tanto, el tiempo que empleaban para
realizar sus “viajes” sería de 52 años, tal como queda indicado en la
ceremonia que recuerda esa epopeya: la del Plato Volador.
No es esta una conclusión definitiva. En verdad es sólo la
aproximación a un tema digno de mayor atención. Los cuatrocientos
muchachos portaban un árbol (árbol de la vida = sabiduría) o un
poste para levantar su casa:
“Viendo los hijos de Dios
que las hijas de los hombres eran hermosas.....”
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