CONTRAPORTADA
Los Pleyadianos son un colectivo de extraterrestres del sistema
estelar de las Pléyades que desde 1988 se han estado comunicando con
Bárbara Marciniak.
Considerados en todo el planeta como los maestros espirituales más
importantes de nuestros tiempos, los Pleyadianos vuelven con otro
polémico documento: “Tierra”.
“Tierra, las claves Pleyadianas de la
Biblioteca Viviente” es su manual para una vida inspirada, dedicada
a restaurar y valorar de nuevo al ser humano integralmente, y
reconocer la energía de la Diosa y el poder de sangre por sus
conexiones con nuestro ADN y nuestra herencia.
Con ingenio, sabiduría, y profunda compasión, “Tierra” nos incita a
explorar las dimensiones del tiempo, despertando las codificaciones
cruciales y volver a soñar la Biblioteca Viviente de la Tierra. Sus
enseñanzas encajan significativamente en doce capítulos a fin de
activar una comprensión más profunda de nuestro linaje hereditario.
“Tierra” sondea las memorias ocultas dentro de todos nosotros a fin
de revelar nuestros papeles cruciales en el desdoblamiento del
proceso de transformación en nuestros tiempos. Nada ocurre al azar.
Todo en nuestras vidas tiene un sentido, sigue un orden inteligente
y nos conduce hacia un fin. El presente libro es una transmisión
directa de los Emisarios Pleyadianos que se nos presenta como una
ventana por la cual divisar una nueva perspectiva del pasado y un
paisaje ampliado de nuestras oportunidades actuales, desvelándonos
nuestro destino. Contiene ejercicios destinados a despertar nuestro
Ka Divino, para la sanación, despejamiento, remodelación cerebral,
etc.
Cada vez que no liberamos nuestras cargas emocionales negativas
estamos creando una red de energía distorsionada a nuestro alrededor,
y absorbemos los miedos y las cargas de los demás, ya sea que se
trate de nuestra familia, nuestros amigos, o nuestro entorno
profesional. Gracias a los ejercicios pleyadianos ahora podemos
aprender a cortar los cordones sutiles que nos unen a esas
circunstancias densas que nos detienen y que nos paralizan.
Este libro une la psicología profunda, lo místico y lo esotérico a
través de la impresionante experiencia de su
autora y tal como sucede con las verdaderas revelaciones, llega a
los lectores en un momento crucial para la
humanidad. De nosotros depende dar una luz nueva al planeta, y a
todos los seres que habitan en él.
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AGRADECIMIENTOS
La colaboración y la fe han producido este libro, y a los jugadores
poderosos y valientes, involucrados en el proceso, se debe todo el
reconocimiento. Tanto a mi hermana Karen Marciniak como a Tera
Thomas, co-creadoras y co-conspiradoras de Tierra ofrezco mi
agradecimiento con amor, respeto y profundo aprecio. Un especial
agradecimiento debo a la fe de Bárbara y Gerry Clow por su
fehaciente y responsable dirección y ayuda.
Lo mismo digo respecto
al equipo de Bear & Company que realizan una labor impecable
sosteniendo y trabajando con la energía. La meticulosa habilidad de
la correctora de estilo Gail Vivino aportó un nuevo significado a la
palabra «claridad», ayudando a crear un texto que fuera fluido y
legible, y la sutileza de Marilyn Hager dio forma definitiva,
elegante y espléndida al texto.
Mi agradecimiento amoroso también para mis padres, Ted y Bertha
Marciniak y para toda mi familia, ya que han estado siempre a mi
disposición. Gracias a los pioneros del pensamiento, almas
aventureras, que abrazan el mundo espiritual con tanto entusiasmo,
y gracias a la propia Tierra que nos proporciona a todos un lugar
donde vivir.
Y, cómo no, mi más amoroso tributo a los Pleyadianos, sean
quienesquiera que sean, que con tanta sencillez están ahí ofreciendo
su firme e inquebrantable fe en nuestro proceso como seres humanos.
Su amor incondicional me maravilla y al mismo tiempo me da la
osadía y el valor de persistir y perseverar.
Mi deseo es que este trabajo sirva de catalizador para una limpieza
emocional a gran escala para que pueda emerger un profundo
reconocimiento del espíritu y para que se produzcan el alivio y la
liberación de las viejas cárceles que nosotros mismos nos hemos
fabricado.
¡Que la Tierra refleje nuestra sanación!
Bendiciones
para todos aquellos que comparten estas probabilidades.
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INTRODUCCIONES
Bárbara Marciniak
Soy una intérprete y un canal para el espíritu porque estoy
dispuesta y soy capaz de atrapar lo invisible y traducirlo lo mejor
posible. Oigo, siento y vivo la red de la existencia, la fuente
universal. Estoy completamente conectada a ella y percibo los
murmullos, impulsos y revelaciones de fuerzas cósmicas cuando
utilizo esta fuente para que me guíe y me sostenga. Para mí, esta
fuerza se manifiesta en forma de los Pleyadianos.
Mi experiencia
está, naturalmente, teñida por mis propias creencias. El principio
de funcionamiento de la existencia es que el participante/observador
determina el hecho. He desarrollado una gran reverencia hacia el
poder del espíritu y una profunda confianza en el significado de la
vida y los siempre renovados propósitos de las personas, lugares y
eventos.
El proceso de creación de Tierra supuso básicamente todo lo que está
relacionado con la fe y la confianza. Todas las que hemos estado
involucradas en la creación de Tierra —Karen, Tera y yo— creemos en
los invisibles y trabajamos con ellos, quienesquiera que sean. Cada
una de nosotras, como individuo único, ha dado su consentimiento
para jugar con un nuevo manual de la vida. Durante el proceso de
recopilación de Tierra, cada una de nosotras ha pasado por el reto
de tener que dar un salto con respecto a nuestra fe en el campo de
nuestra particular limitación. Sólo después nos hemos maravillado de
nuestros propios milagros.
No es una tarea fácil poner por escrito las canalizaciones de los Pleyadianos.
Los P's, como se denominan ellos a través de mí,
enseñan, con humor, paradojas, indirectas, contrastes, compasión y
un imperioso uso de declaraciones e ideas que confunden. En la forma
hablada transmiten perfectamente su energía y la esencia de su
intención.
Nuestro reto consistió en recoger una impresionante
colección de información y técnicas y utilizarlas como fundamento
de las enseñanzas sobre la Biblioteca Viviente —en la forma
concreta de un libro— cuando, mucho de lo que enseñan los Pleyadianos, no es concreto.
Afortunadamente, desde el principio, el formato de este libro estaba
claro. Iba a tener doce capítulos e iban a estar diseñados para
introducir al lector más profundamente en la experiencia de la
influencia del «doce». Los Pleyadianos sostienen que nosotros
estamos ligados al «doce» y para poder descubrir más, podríamos
utilizar el propio ligamento para evolucionar. La información
básica iba a ser entregada en trece sesiones a lo largo de 1991 y
1992.
Cinco de las canalizaciones ocurrieron durante viajes a
lugares sagrados en México, Egipto, Grecia y durante dos visitas a Bali; los restantes ocho fueron ofrecidos en sesiones de tres horas
en diferentes lugares de Estados Unidos.
En los momentos en los que me paraba a pensar de forma lógica en la
redacción de este libro, me sentía abrumada por la enormidad del
material. Sin embargo, yo había conseguido tantas y tantas cosas
sin el menor conocimiento de qué se trataba, que ahora esta fe en el
proceso, aun no sabiendo, me sostuvo. Es mucho más fácil vivir de
esta manera.
Mi fe, compartida por Karen y Tera, y la firmeza de mi
compromiso de dar forma a este libro, me sostuvieron. Los P's,
naturalmente, estaban al mando, guiando y despertando nuestro
interés referente a todo el proceso de libre albedrío, imprimiendo
su firma sutil en los quehaceres de la vida —solemnes, comedidos y
siempre presentes.
Desde el principio, cuando este libro que iba a tratar sobre la
Biblioteca Viviente ni siquiera tenía título, sentí que en realidad
ya existía en el futuro. Al fin y al cabo yo me había comprometido a
escribirlo y, sin embargo, ya debía existir, colocado en alguna
estantería, listo para ser revisado. Mi idea consistía en encontrar
esta edición futura y utilizarla para crear ahora el original. Era
una idea que nos daba mucha paz y parecía bastante más fácil que
enfrentarse a la monumental cantidad de papel que contenía el
popurrí de las transcripciones pleyadianas.
Siempre supe que, una vez que tuviésemos la cubierta para esta
historia de la Biblioteca Viviente, el libro seguiría y las páginas
iban a ordenarse. La cubierta fue diseñada en su debido momento y,
al mismo tiempo, recibimos el título: Tierra, Las llaves pleyadianas para la Biblioteca Viviente. Tanto la portada como el
título nos impresionaron enormemente. Ahora nos tocaba a nosotras
poner algo a continuación de todo aquello.
El resto del proceso supuso una compleja serie de eventos
sincronizados, en los que el tiempo y los sucesos de la vida
añadieron una mayor riqueza a la historia que se estaba
desplegando. Nos sumergimos en el montón de páginas y durante meses
todas estábamos inmersas en otro mundo, un mundo en el que el deseo
y la intención principales eran la creación de Tierra. El libro se
configuraba en nuestros sueños y todas, noche tras noche, soñábamos
con su materialización. Yo escribí en mi lista de «cosas por
hacer»: «Tierra, créate a ti misma» y así sucedió.
Al continuar mi trabajo con este material, me siento retada a
explorar aún más lo invisible y examinar los escondrijos y grietas
de mis creencias. Como amigos invisibles con su personalidad
propia, los Pleyadianos me invitan a experimentar una visión de la
vida cuya expansión no parece tener fin.
Ellos muestran la
neutralidad de la fuerza y de la red de la existencia, definiéndola
como una expresión de amor —la esencia de la existencia que debe
ser utilizada por todo— disponible conciente e incondicionalmente
como un carburante eterno para la creación de todo lo deseado. Esta
era la fuerza que nos permitió crear Tierra.
A veces me siento una observadora cuando mi Ser galáctico se asoma
y mira la vida en la Tierra con bastante menos apego que yo. Esta
visión es expansiva y sé entonces que estoy aquí para vivir e
influenciar al gran cambio, denominación que procede de mi
conciencia galáctica.
Todos creamos mundos diferentes para nosotros mismos y de ello soy
absolutamente conciente. No obstante, la sutileza con que este
conocimiento cruza nuestras vidas es apenas reconocible y menos aún
puede ser aclamado. La elección de mi vida ha sido viajar a los
misterios escondidos y desconocidos, buscar algún tipo de
significado para mí y, finalmente, encontrar una razón de ser.
Para mí, la vida es una serie de capítulos y no me supone ningún
esfuerzo verme como la heroína de mi propia novela saliendo de un
episodio para entrar en una aventura, zigzagueando entre mundos,
tanto internos como externos. Yo asigno a cada segmento de vida un
significado y como en un libro de historia, con sus eras y épocas,
cada fase se caracteriza por sus aparentes sucesos secuenciales como
si se tratase de una gran procesión ofreciendo un sentido único de
orden y propósito.
No supuso nunca un gran esfuerzo aceptar que la
vida y todos sus componentes tenían un gran significado. Para mí,
todas las cosas a las que debíamos dar, según lo que nos enseñaron,
un gran significado, me parecieron un sin-sentido —de modo que justo
lo contrario debía ser verdad.
Mi reflexión personal sobre el material es la siguiente: No os
engañéis, nadie de nosotros puede dar nada por sentado. Cualquier
cosa puede ser verdad y probablemente así debe ser porque según como
penséis así será.
Los ingredientes poderosos son: amor, una intención clara y sentido
del humor que junto con el respeto, la compasión y la inspiración
hacen toda la diferencia.
¡Que esta obra sirva para desarrollar
vuestra libertad!
¡Bendiciones!
Bárbara Marciniak
Raleigh, NC
19 de septiembre de 1994
Luna llena en
Piscis
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Karen Marciniak
El 11 de enero de 1994, con la luna nueva en Capricornio, Bárbara,
Tera y yo firmamos el contrato y nos comprometimos a escribir este
libro. Yo pasaba de un estado de excitación a uno de desesperación.
Me dije:
«Realmente quiero contribuir en algo a este libro. Pero
¿cómo encontraré el tiempo para sumergirme en este proyecto y mover
todas las piezas de mi vida, tan ocupada ya?»
Un mes antes de comenzar Tierra, mi marido y yo terminamos nuestro
matrimonio/compañerismo que había durado veintidós años. Vendimos
nuestra casa y mi hija de siete años y yo nos mudamos a una casa
alquilada. Estaba ocupada desembalando, manteniendo el negocio de
«Bold Connections», procesando pedidos, contestando el correo y
sintiendo que todo aquello lo tenía que hacer a costa de mi tiempo
libre.
Muchas veces me asaltaron dudas muy serias sobre si podía
formar parte o no del proceso de escribir este libro; sentí pánico,
enumeré todas las partes de la realidad con las que tenía que
enfrentarme durante los primeros seis meses de 1994 y supe que la
mayor parte iba a estar supeditada a las exigencias del libro.
Finalmente, me di cuenta de que si no participaba, una gran
oportunidad de crecer y cambiar iba a pasar de largo. Me obligué a
enfrentarme cara a cara con uno de mis grandes temas: el control.
Era el control que estaba detrás del reto de mi permanente falta de
tiempo. Vi claramente cómo el control me había limitado en tantas
áreas de mi vida y llegué a la conclusión de que lo único que podía
hacer era entregarme, soltarme del control, buscar una ayuda para
las tareas cotidianas y confiar.
Confianza. Todo el libro supuso un proceso de confianza.
Al
principio, cuando las tres nos sentíamos aplastadas por el montón
de material que Tera había trascripto, cuando no sabíamos por dónde
empezar, lo único que sabíamos es que teníamos que tener confianza.
Bárbara, Tera y yo habíamos formado una unión, un triángulo de
energía y trabajábamos en equipo produciendo Los tiempos Pleyadianos
y otros proyectos.
Nos habíamos convenido en maestras de aceptar la
crítica constructiva de las otras, apartando nuestros egos y
orgullos heridos, sabiendo que nunca éramos víctimas. Esto nos
permitió avanzar en el camino de lo que podíamos conseguir.
Confiamos en que si nuestras energías trabajaban armoniosamente
juntas y con una intención, podíamos hacer cualquier cosa que nos
propusiésemos.
Una y otra vez visualizábamos cómo traíamos el libro desde el futuro
al «ahora». Se diseñó la portada mucho antes de que nosotras
hubiésemos completado el contenido. El dibujo nos magnetizó y nos
hipnotizó. Nos adentramos en esta realidad una y otra vez. La
primera vez que fui verdaderamente capaz de meterme dentro de este
dibujo lloré —tuve la sensación de que los P's estaban enviando la
información contenida en este libro a través del dibujo. Estos
Pleyadianos tan listos estaban jugando una vez más.
Ahora, que estoy sentada en mi terraza escribiendo, con el proceso
del libro finalizado, sintiendo los suaves rayos solares de
septiembre en Carolina, mi mente se pasea por algunas «vías» de la
realidad que he creado para mí. Estoy sentada, sonriendo y
recordando algunos de los sucesos que me ayudaron a aterrizar en
este «ahora» y siento una enorme gratitud de que, hace años, me
atrajesen las palabras «el pensamiento crea».
A finales de los años setenta, los libros de
Jane Roberts sobre el
material de Seth supusieron una fuerza guiadora para Bárbara y para
mí. En aquellos días, yo vivía, en Rochester, Nueva York, y Bárbara
estaba en Los Angeles. Tenía un marido y un trabajo y vivía en una
preciosa casa colonial de estilo holandés y mi jardín se había
convertido en mi propia Biblioteca Viviente. Bárbara, sin embargo,
era el típico espíritu libre de nuestros tiempos, siempre buscando
algo nuevo para expandir sus perspectivas, mudándose con frecuencia
y absorbiendo los nuevos pensamientos que California y el mundo
podían ofrecer.
Un año, Bárbara me mandó como regalo de cumpleaños, dos libros con
una tarjeta que decía algo así como:
«Existe ahora tantísima información que anima a pensar que yo misma
no puedo leerla toda. Léete estos dos libros y cuéntame luego si
valen la pena».
Resulta que los dos textos eran The Seth Material y Seth Speaks de Jane Roberts. Leer estos dos libros supuso para mí un
aviso definitivo, por parte del cosmos, para que despertase.
Durante los próximos años leímos y absorbimos todo el material
existente de Seth. Lo releímos, lo subrayamos, hablamos de él e
intentamos vivir según las ideas presentadas en él. Cuando recuerdo
ahora aquellos días, me doy cuenta de hasta qué punto me sumergí, al
leer página tras página, en las realidades de Jane Roberts y
Rob
Butts. Pude ver su realidad con gran claridad.
Sentí el proceso
lento y meticuloso de tomar notas y luego transcribirlas con que Rob
se había comprometido —si pudiera trabajar más deprisa, tendríamos
un nuevo libro ya—. Imaginé a Jane delante de su montón de correo
sin contestar y sentí su total frustración al no estar nunca al día
con las cosas. Cuando miro ahora hacia atrás puedo sentir la fuerza
que en aquel entonces me guió a tomar notas de todo lo que hicieron.
Ahora, que llevo el negocio de «Bold Connections» y miro el montón
de correo sin contestar —peticiones de un nuevo libro pleyadiano— me
encuentro en una situación muy similar a la de ellos en 1970, con
algunas de las mismas alegrías y los mismos retos.
En abril de 1988, Bárbara hizo un viaje a Egipto y a Grecia,
preparando con ello los fundamentos para que los Pleyadianos
entrasen en su realidad. Yo vivía entonces en Raleigh, Carolina del
Norte, y estaba poniendo los cimientos de mi nueva casa, una casa
que usarían los Pleyadianos durante cinco años como aula de estudios
para impartir su sabiduría, hacernos reír, regañarnos, jugar con
nuestras mentes y enseñarnos cosas sobre nosotros mismos.
Cuando
Bárbara regresó de su aventura egipcia/griega, me llamó desde Boston
y me preguntó:
«¿A qué no sabes qué pasó?»
Y le contesté: «Has empezado a canalizar».
Ella dijo: «¿Cómo lo
sabes?»
Siempre lo supimos.
No era algo de que habláramos mucho
pero existía una profunda convicción inexpresada entre nosotras de
que algún día íbamos a estar involucradas en una aventura psíquica.
Nos unía una lealtad inquebrantable; a algún nivel sabíamos que
habíamos venido a esta realidad como hermanas para anclar un nuevo
paradigma de pensamiento y que no podíamos hacerlo sin amor y apoyo
mutuo.
Yo tenía ganas de conocer a los nuevos amigos de Bárbara que se
llamaban a sí mismos «Pleyadianos». Aún no teníamos claro qué es lo
que sentíamos acerca de ellos.
Quiero decir, Bárbara esperaba a un
ser amable y propiamente desencarnado como Seth y, ¿qué le
apareció? ¡Unos extraterrestres!
Recuerdo aquella primera vez cuando
Bárbara vino a mi casa y contactó con los Pleyadianos.
Sus voces
eran muy débiles y difíciles de entender y yo tenía que afinar el
oído para percibir las palabras. Me dieron alguna información acerca
de quiénes eran y por qué iban a trabajar con nosotras. Me dijeron
que me iban a llamar «Topi» porque yo era como un topo al que le
gustaba mantener la cabeza bajo tierra y no aparecer en la luz de
los focos.
No obstante, me dijeron que había llegado el momento de
acercarme y vivir todas estas ideas que yo había coleccionado y con
las que había jugado, que mi vida iba a cambiar totalmente y ya nada
iba a ser igual. «Interesante», pensé, mientras estaba ahí sentada
en mi maravillosa casa con un marido al que quería, un trabajo que
me satisfacía y una hija de dos años durmiendo en la habitación
contigua. ¡No tenía ni idea de qué tipo de cambios me estaban
hablando!
Bueno, seis años después, mi vida ha cambiado y no de la manera que
me hubiera imaginado. Si hubiera podido ver el futuro en aquel
entonces, sí que habría sido demasiado cobarde para seguir adelante
con todo. Por lo tanto, envío mi enorme agradecimiento a los P's por
todo su amor y su ayuda —inclusive los tiempos en los que no me
sentí amada ni guiada— por su persistencia en empujarme siempre al
siguiente reto.
Agradezco a Bárbara su cariño, apoyo y lealtad, su
dedicación a este trabajo y su valor de vivir las enseñanzas pleyadianas y hacer que parezcan fáciles. También doy las gracias a
Tera por ser una amiga en la que confío y con la que crezco, una
compañera Sagitario con la que me entiendo muy bien y que es una
gran editora.
A mi hija Laurel quiero dedicar un agradecimiento muy
especial por ser capaz, a una edad tan temprana, de asimilar el
hecho de ver a su tía Bárbara —«Cioci», como la llama ella—
sintonizar cada dos semanas con los Pleyadianos en nuestra casa y
por permitirme viajar, libre de culpa por no estar siempre con ella,
con Bárbara y los P's; por aceptar los puntos de vista tan opuestos
sobre la realidad de sus padres e integrarlos en su mundo y
encontrar su propio equilibrio.
En este momento de reflexión, puedo
decir que me encuentro en un estado de ser pacífico y armonioso. El
hecho de confiar en mí misma y de saber que estoy creando cada
aspecto de mi realidad para enseñarme una lección que necesito
aprender, me ha dado una gran libertad.
En este momento en el que el
mes de septiembre está finalizando y el esplendor del otoño
despliega suavemente su magia sobre esta tierra que se llama «el
triángulo», me encuentro en situación de comprar mi propia casa, de
recuperar mi nombre de soltera y de enterrar mi mote «Topi».
Estoy
esperando con alegría e ilusión mi siguiente segmento de la realidad
con el cual jugar.
Karen J. Marciniak
Raleigh, NC
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Tera Thomas
Conozco a Bárbara y a Karen desde que Bárbara comenzara a canalizar
en el año 1988. Hemos trabajado juntas, jugado, reído, llorado y
peleado juntas y hemos desarrollado un profundo sentido de
confianza. Al comenzar el boletín Tiempos Pleyadianos en la
primavera de 1993, se fortificó y profundizó la relación entre las
tres.
Nosotras somos mujeres fuertes, con opiniones propias y hemos
aprendido a fusionar nuestro poder para trabajar con el espíritu, a
apoyarnos mutuamente y a crear algo mayor que la suma de las
partes. Así que, cuando Bárbara propuso que las tres trabajásemos
juntas en Tierra, me hizo mucha ilusión.
Trabajar con los Pleyadianos no es lo mismo que trabajar con otra
información canalizada. No son lecciones sobre temas determinados;
las enseñanzas no aparecen de manera ordenada, más bien son
confusas e, incluso, contradictorias —aparecen así a propósito—.
Los que trabajamos con los Pleyadianos regularmente sabemos que los
P's raramente ofrecen algo en bandeja de plata porque ellos quieren
que apliquemos sus enseñanzas a nuestras vidas y que aprendamos a
confiar en nosotros mismos durante este proceso. Es decir, los Pleyadianos no se sientan y dictan un libro. Trabajar con ellos en
un libro es como ir a uno de sus talleres. Hay que hurgar dentro de
uno mismo y hacer emerger la información a la tercera dimensión y a
la vida de uno.
Al haber trabajado en
Los Mensajeros del Alba, conocía el proceso de
elaboración de un libro de los Pleyadianos. Primero se transcriben
cintas preseleccionadas y luego se divide la información en
categorías específicas, por ejemplo: «ADN», «Reptiles», «Sangre»,
«Los maestros del juego». Esto crea páginas de información que se
juntan en pequeños y ordenados expedientes. El siguiente paso
consiste en entrelazar todas las piezas de información para que
formen capítulos que cuenten una historia coherente, aún en forma
bruta.
Cuando Bárbara, Karen y yo trabajamos juntas, siempre comenzamos
con una pequeña ceremonia para unificar nuestra energía y para
hacerles saber a los P's que estamos dispuestas a trabajar.
Declaramos nuestras intenciones y tañemos una campana tibetana doce
veces, una vez para cada chakra. Después de esto, estamos listas
para comenzar a trabajar «sin sentido», permitiendo que nos guíe el
espíritu.
Nuestro archivo móvil estaba «a tope». La cantidad de categorías que
teníamos y el número de páginas de cada una provocaba auténtico
susto. Sabíamos que iban a ser doce capítulos, así que cogimos
cartas astrológicas en blanco y etiquetamos cada Casa con un
capítulo. Luego leíamos los nombres de los capítulos y los
adjudicamos a las Casas que parecían adecuadas.
Decidimos que cada
una de nosotras iba a trabajar con cuatro Casas o cuatro capítulos
y recopilar la información correspondiente. Cada una escogió un
color y coloreamos nuestra carta. De esta manera conseguimos una
heliografía más o menos coherente que nos ayudaba a encajar la
información. Un día, cuando llegó Laurel, la hija de Karen, del
colegio, le enseñamos nuestras cartas coloreadas y le preguntamos
qué pensaba ella que eran. Sin dudarlo dijo: «Es el libro».
Bueno,
por lo menos alguien tenía fe.
Organizar las diferentes partes de información para que formasen un
capítulo requirió un gran esfuerzo de eliminar el control y una
profunda confianza en el proceso. Al principio, naturalmente, lo
intentábamos todas de la manera acostumbrada, leyendo y absorbiendo
cada palabra de las muchas páginas escritas a máquina e intentábamos
que tuviesen algún sentido. Esto no funcionó demasiado bien con el
material de los Pleyadianos. Empezamos a enredarnos y confundirnos
y ya nada tenía sentido.
Afortunadamente, el dibujo para la cubierta llegó y nos centró. Este
dibujo nos guió de una manera que, aún hoy, no soy capaz de
desentrañar el misterio. Sólo sé que cada vez que intenté controlar
el proceso, respiré profundamente, miré el dibujo y estaba de
vuelta donde debía estar —en el «sin sentido»—. Sabía que el libro
existía de verdad en el futuro y todo lo que tenía que hacer era
confiar en esto y permitir que la información se organizase por sí
sola.
Cuando cada una ya tenía diseñados, más o menos, sus cuatro
capítulos iniciales, los intercambiamos para limarlos,
reorganizarlos y rellenar los huecos. Mis capítulos los leyó Karen,
los de Karen los leyó Bárbara y los de Bárbara los leí yo. Hicimos
este baile de capítulos una y otra vez y, de este modo, cada una de
nosotras aprendió de cada capítulo. Bárbara Clow siempre nos volvía
a centrar cuando nos atascábamos o estábamos confusas.
Milagrosamente, o así lo pareció, nació Tierra.
Los Pleyadianos hablan constantemente de hacer las cosas sin
esfuerzo. Si algo cuesta demasiado esfuerzo, estás en el camino
equivocado. Trabajar con su material no cuesta esfuerzo; pero esto
no significa que no haya que trabajar. La parte que no cuesta
esfuerzo es aquella que implica que confíes, que des un paso a la
vez y que no preguntes cómo y por qué y todo se resolverá.
Aún así,
todo esto supone un montón de energía, mucha concentración y
bastante ajetreo en la tercera dimensión. Uno no puede declarar una
intención y luego sentarse cómodamente para ver de qué modo se
materializa; alguien tiene que hacer el trabajo físico. Y puedo
garantizar que Bárbara, Karen y yo trabajamos duro.
He aprendido mucho durante el trabajo con Tierra. Cómo no, he visto
emerger muchos de mis patrones antiguos: querer controlar el
trabajo en vez de soltarme, tener la sensación de que realmente
debía trabajar muy duro y agotarme porque si no no se me iba a
estimar, angustiarme de que no se iba a cumplir con el plazo
estimado, y cuestionarme cómo se iba a poder hacer todo.
Hice que
el trabajo se convirtiera en una carga para mí, suscribiendo el
viejo lema: «si no es difícil no es bueno». Es interesante con qué
claridad se ven los temas de uno cuando se trabaja con otras
personas. Cuando uno trabaja solo, todas estas cosas son patrones
inherentes, partes de uno mismo.
Cuando se trabaja en equipo es como si hubiese un espejo delante que
dice: «¡Mírate!» Yo fui capaz de reconocer mi carga y soltarla.
¡Uf! ¡Qué bien me sentía!
También aprendí una nueva y más profunda manera de trabajar en
equipo que me aportó mayor respeto y amor por Bárbara y Karen y por
mí misma. Éramos capaces de fundir nuestras energías para poder
trabajar como una unidad y permitir que entrasen en juego todas
nuestras fuerzas, sin competir o ensombrecer el trabajo de las
demás. Ahora puedo ver que fue nuestra relación la que creó este
libro.
Sí, fueron todas las cosas físicas que hicimos, las
intenciones que declaramos y los timbres que tocamos, pero estas
cosas solas no hubieran creado Tierra. Era el profundo lazo entre
Bárbara, Karen y yo, el cariño que compartimos entre nosotras y los Pleyadianos y la combinación de nuestras energías basada en una
auténtica confianza en el proceso.
Ahora entiendo cómo pudo llegar este nivel de respeto, confianza y
amor a cada área de mi vida. Y siento un profundo agradecimiento
por todas las enseñanzas que recibí mientras trabajé en Tierra, por
la relación que he desarrollado con los Pleyadianos, con los reinos
no físicos, con Bárbara y Karen, con mi familia y mis amigos y
especialmente conmigo misma.
Tera Thomas
Pittsboro, NC
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