por Juan José Benítez
v2.0: 30 Septiembre 2003

 

A Nietihw, que existe, por supuesto.

Aprendamos a soñar, caballeros, y luego puede que encontremos la Verdad.

Esta lapidaria recomendación del insigne químico alemán Kekulé, que llegó al descubrimiento de la fórmula del benceno gracias a una ensoñación, revolucionando así la química orgánica, terminó de convencerme de que, en la vida, la Verdad pasa muchas veces ante los seres humanos... disfrazada.
 

Y quizá porque los enemigos de la Verdad son todavía tan numerosos como para nublar la faz de la Tierra, he elegido para La rebelión de Lucifer el intangible y arcano ropaje de la fantasía. Sólo aquellos que no hayan perdido la capacidad de ensoñación podrán comprenderme. En ese caso, como yo, quizá descubran bajo los sueños algunas de las múltiples caras de esa sorprendente y siempre esperanzadora Verdad.


J. J. BENITEZ


De pronto, sin saber cómo, Nietihw y Sinuhé descubrieron que se hallaban en la plaza de la Lastra, en la
recóndita aldea soriana de Sotillo del Rincón, caminando sin prisas hacia la Casa Azul. Un sol radiante hacía
brillar dulce y discretamente el bronce de la Diana Cazadora, mientras el caño seguía manando en silencio,
como si nada hubiese ocurrido...


El joven, con la bolsa de las cámaras al hombro, se detuvo un instante junto a la fuente. Volvió el rostro hacia el
bosquecillo y, al instante, interrogó a su compañera con la mirada. Y la respuesta brotó de sus corazones.
¡Habían regresado! José María, el alcalde, cómodamente sentado en el jardín de la Casa Azul, seguía
apurando su humeante taza de café. Y Sinuhé, maravillado, comprobó que su reloj señalaba las 13.56 horas.
¡Sólo habían transcurrido cinco minutos desde el inicio de la luna nueva y de aquella fantástica aventura!
Y antes de que Sinuhé acertara a pronunciar palabra alguna, la señora de la Casa Azul tomó su mano derecha
y, en silencio, con una sonrisa de complicidad, le señaló la sortija dorada – con el signo de los hombres Pi - que
continuaba luciendo en su dedo anular...


Algún tiempo después, el investigador iniciaba el relato de tan desconcertante misión con las siguientes frases:

...En cuanto a vosotros, hijos de IURANCHA, regresad y contad al mundo cuanto habéis vivido y conocido...
Sólo entonces, cuando esta parte de la Verdad haya sido propagada... sólo entonces -insistió la voz- podréis
iniciar la segunda fase de la misión: el juicio de Lucifer.

Contenido

 

 

 

 -  CAPÍTULO I:    RA-6 666

 

 

 -  CAPÍTULO II:   Las 66 Campanadas

 

 

 -  CAPITULO III:  La Quinta Revelación

 

 

 -  CAPÍTULO IV: Ra: El Disco

 

 

 -  CAPÍTULO V:  Dalamachia

 

 

 -  CAPÍTULO VI: La Torre de Amón

 

 

 -  CAPÍTULO VII: Lucifer