AGRADECIMIENTOS
El autor desea expresar su gratitud a los muchos estudiosos que, a
lo largo de más de un siglo, han descubierto, descifrado, traducido
y explicado los textos y las reliquias artísticas de la antigüedad
en Oriente Próximo; así como a todas las instituciones y personal de
éstas gracias a cuya cortesía el autor ha podido acceder a las
evidencias textuales y gráficas en las que se basa este libro.
Deseo dar las gracias especialmente a la Biblioteca Pública de Nueva
York y a su Departamento Oriental; a la Biblioteca de Investigación
(Sala de Lectura y Sala de Estudios Orientales) del Museo Británico,
Londres; a la Biblioteca de Investigación del Seminario Teológico
Judío de Nueva York; y, por su ayuda gráfica, a los fideicomisarios
del Museo Británico y al tenedor de las Antigüedades Asirias y
Egipcias; al director del Vorderasiatisches Museum, Staatliche
Museen, de Berlín Oriental; al Museo Universitario de Filadelfia; a
la Reunión des Musées Nationaux de Francia (Museo del Louvre); al
director del Museo de la Antigüedad de Alepo; y a la Administración
Aeronáutica y Espacial Nacional de los Estados Unidos.
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NOTA DEL AUTOR
La fuente principal de versículos bíblicos citados en El Duodécimo
Planeta es el Antiguo Testamento, según el texto original hebreo.
Hay que tener en cuenta que todas las traducciones consultadas de
las cuales las principales están listadas al final del libro- no son
más que eso: traducciones o interpretaciones. En el análisis final,
lo que cuenta es lo que dice el original hebreo.
En la versión final citada en El Duodécimo Planeta, he comparado
entre sí las traducciones disponibles, así como todas éstas con la
fuente hebrea y los textos/relatos paralelos sumerios y acadios,
para llegar a lo que considero que es la interpretación más exacta.
La interpretación de los textos sumerios, asirios, babilonios e
hititas ha sido el trabajo de toda una legión de estudiosos durante
más de un siglo. Después de descifrar las escrituras y el idioma,
hubo que transcribir, transliterar y, por último, traducir. En
muchos casos, fue posible elegir entre diferentes traducciones e
interpretaciones sólo para verificar antiguas transcripciones y
transliteraciones. En otros casos, la perspicacia de algún estudioso
contemporáneo pudo arrojar nuevas luces sobre una antigua
traducción.
La lista de fuentes de textos de Oriente Próximo que se ofrece al
final de este libro, va, de esta manera, desde lo más antiguo hasta
lo más moderno, y va seguida de las publicaciones eruditas en las
que se han encontrado muchas de las contribuciones que han resultado
de utilidad para la comprensión de los textos.
Zecharia Sitchin
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PROLOGO
Ahora que nuestros propios astronautas han alcanzado la superficie
de la Luna y que hemos enviado naves no tripuladas a explorar otros
planetas, ya no resulta imposible creer que una civilización de otro
planeta, más avanzada que la nuestra, fuera capaz de hacer aterrizar
a sus astronautas en la Tierra en algún momento de nuestro pasado.
Un buen número de autores, algunos de ellos muy populares, han
especulado con la idea de que muchos monumentos de la antigüedad,
como las pirámides y otras gigantescas esculturas de piedra, fueran
forjados por unos supuestos visitantes de otro planeta. Sin embargo,
no hay mucho de nuevo en estas intrigantes especulaciones. Incluso
los mismos pueblos de la antigüedad creían que seres superiores «de
los cielos» -los antiguos dioses- bajaban a la Tierra. Lo que no
aporta ninguno de estos autores populares que tratan estos temas son
respuestas. Si estos seres vinieron en realidad a la Tierra, ¿cuándo
lo hicieron?
¿Cómo llegaron aquí? ¿De
dónde venían? ¿Y qué hicieron aquí durante su estancia?
Lo que nos proponemos es dar respuesta a estos interrogantes.
Utilizando el Antiguo Testamento como ancla, y no presentando como
evidencia otra cosa que los textos, los dibujos y los objetos que
nos dejaron los antiguos pueblos de Oriente Próximo, iremos más allá
de estas inquietantes preguntas y de sus provocativas sugerencias.
Demostraremos que, ciertamente, la Tierra fue visitada en el pasado
por astronautas de otro planeta.
Identificaremos el planeta del cual vinieron estos astronautas.
Descifraremos una antigua y sofisticada cosmología que explica mejor
que nuestras ciencias actuales cómo vinieron a la existencia la
Tierra y otras partes del sistema solar.
Pondremos al descubierto los antiguos informes de una colisión
celestial, a consecuencia de la cual un planeta intruso vino a ser
capturado por la órbita del sol, y mostraremos que todas las
religiones de la antigüedad se basaban en el conocimiento y la
veneración de este duodécimo miembro de nuestro sistema solar.
Demostraremos que este Duodécimo Planeta fue el hogar materno de los
antiguos visitantes de la Tierra. Presentaremos textos y mapas
celestes que tratan de los vuelos espaciales a la Tierra, y
dejaremos establecido cuándo y por qué vinieron aquí.
Los describiremos, y hablaremos de su aspecto y vestimenta,
entreveremos sus naves y sus armas, seguiremos sus actividades en la
Tierra, sus amores y sus celos, sus logros y sus luchas. Y también
desentrañaremos el secreto de su «inmortalidad».
Nos remontaremos a los dramáticos sucesos que llevaron a la
«Creación» del Hombre, y mostraremos los avanzados métodos que
utilizaron para llevarla a cabo. Después, seguiremos la enmarañada
relación del Hombre con sus dioses, y arrojaremos luz sobre el
verdadero significado de los hechos que se nos transmitieron a
través de relatos como el del Jardín del Edén, la Torre de Babel,
el
Diluvio, el nacimiento de la civilización o las tres ramas de la
Humanidad. También mostraremos de qué modo el Hombre -dotado por sus
hacedores tanto en lo biológico como en lo material- acabó
provocando que sus dioses se sintieran obligados con la Tierra.
Mostraremos que el Hombre no está solo, y que las generaciones
futuras tendrán otro encuentro con los súbditos del Reino de los
Cielos.
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