El Fénix Americano

Cuando los colonos europeos se embarcaron para Norte América, las organizaciones de la Hermandad se embarcaron con ellos. En 1694, un grupo de líderes rosacruces procedentes de Europa, fundaron una colonia en lo que se conoce hoy como el Estado de Pennsylvania. Algunas de sus pintorescas edificaciones en Eufrates se conservan como una atracción turística única.


La francmasonería continuaba. El 5 de Junio de 1730, el duque de Norfolk, garantizó a Daniel Coxe de New Jersey una de las diputaciones masónicas más antiguas conocida que se haya alcanzado en las colonias americanas. La diputación nombraba al señor Coxe, Gran Maestro provisional de New York, New Jersey y Pennsylvania. Esto le permitía establecer logias. Una de las logias coloniales oficiales más antiguas fue fundada por Henry Price en Boston el 31 de Agosto de 1733, bajo un capítulo dependiente de la Gran Logia Madre de Inglaterra. El historiador masónico Alberto Mackey cree que esta logia probablemente existió antes, pero sus registros se perdieron.


La francmasonería se esparció rápidamente en las colonias americanas al igual que lo había hecho en Europa. Las logias más antiguas en las colonias británicas eran casi todas capituladas por la Gran Logia Madre Inglesa y sus primeros miembros eran súbditos británicos fieles.


Los ingleses no fueron los únicos inmigrantes que colonizaron América. Inglaterra tenía un gran rival en el Nuevo Mundo: Francia. La competencia entre las dos naciones causó riñas frecuentes sobre los límites coloniales. Esto trajo muchos enfrentamientos fronterizos violentos en suelo americano, como el de la guerra de la reina Ana durante la primera década del siglo XVIII, y la guerra del rey Jorge en 1744. Aún durante los tiempos de paz, las relaciones entre las dos superpotencias era de todo, menos tranquilas.


Uno de los oficiales militares leales a Gran Bretaña en las colonias fue un hombre llamado George Washington. El se había iniciado en la masonería el 4 de Noviembre de 1752 a la edad de 20 años. Se hizo miembro del gremio en forma vitalicia. Washington llegó a ser un oficial destacado en el ejército colonial, el cual estaba bajo la autoridad británica, ingresando a filas cuando apenas alcanzaba los veinte y cinco años de edad. Medía seis pies y tres pulgadas(190,5 cm.) y pesaba doscientas libras (91 Kg) aproximadamente, lo cual hacía de él una figura físicamente impresionante.

Una de las tareas militares de Washington era la de mantener una permanente vigilancia de las tropas francesas en las tensas regiones fronterizas. El tratado de Aix-la Chapelle establecido en 1748, había terminado con la guerra del rey Jorge y se había devuelto algunos territorios a Francia. Ambas, Francia e Inglaterra, se beneficiaron de esta pausa en las hostilidades ya que la guerra estaba conduciendo a las dos naciones a un enorme endeudamiento. Aunque las dos naciones usaron el papel moneda inflacionario como circulante para ayudarse a pagar sus guerras, esto no las protegió de las dificultades financieras profundas que toda guerra siempre trae.


Desgraciadamente la paz lograda se acabó en menos de una década. De acuerdo a algunos historiadores, fue rota por Washington durante uno de los enfrentamientos habido en una incursión en el valle de Ohio. Washington y sus hombres divisaron un grupo de soldados franceses sin que los soldados franceses los divisaran a ellos. Obedeciendo las órdenes de Washington, sus tropas abrieron fuego sin aviso.

 

Esto ocasionó un incidente para los saldados de Washington ya que se les acusó de haber practicado una emboscada a los embajadores franceses acreditados que viajaban con su acostumbrada escolta militar. Más tarde, los franceses alegaron que ellos estaban en camino hacia una conferencia con los británicos, en la cual se iban a allanar algunas diferencias todavía existentes entre las dos naciones con respecto a las regiones de Ohio.

 

Washington justificó su ataque declarando que los soldados franceses lo estaban acechando y que su reclamo de inmunidad diplomática era sólo un pretexto. Cualquiera que sea la verdad, los franceses sintieron que habían sido víctimas de una agresión no provocada. Inmediatamente se renovó la guerra francesa-indígena en América, y en Europa, este mismo incidente provocó la denominada Guerra de los Siete Años.


La renovación del conflicto fue desastrosa. De acuerdo a Federico el Grande, la Guerra de los Siete Años produjo tanto como 853.000 bajas militares y cientos de miles de vidas civiles. Ambas, Inglaterra y Francia, se infligieron pesados daños económicos. Cuando la guerra terminó, Inglaterra enfrentó una deuda nacional de 136 millones de Libras esterlinas, la mayor parte de la cual fue contraída con una élite bancaria. Para pagar la deuda, el Parlamento inglés tuvo que levantar pesados impuestos en su propio país. Cuando los impuestos llegaron a ser demasiado altos, se colocaron aranceles sobre los bienes producidos e importados por las colonias americanas. Los aranceles se convirtieron rápidamente en un punto espinoso y delicado a tratar con los colonos americanos quienes comenzaron a resistirlos.


Otro cambio causado por la guerra fue el abandono de parte de los Hannover de su política de mantener un pequeño ejército estacionado en Gran Bretaña. Las fuerzas armadas de Inglaterra estaban extensamente expandidas. Esto produjo la necesidad de crear impuestos mucho más altos a los ciudadanos. Además, casi 6.000 elementos de tropas británica necesitaban mantenerse en América, donde estos frecuentemente estaban invadiendo los derechos de propiedad de los colonos, lo cual generaba más discordia colonial.

La cuarta consecuencia adversa de la guerra, al menos en la mente de los colonialistas, fue la capitulación de Inglaterra a las demandas de varias naciones indígenas americanas. Los indígenas americanos habían luchado al lado de los franceses debido a las usurpaciones e invasiones de los colonialistas británicos a los territorios indígenas. Después de la guerra francesa e indígena, la Corona emitió la proclamación de 1763 donde se ordenaba que la vasta región comprendida entre los montes Apalaches y el río Mississippi se convertiría en una extensa reservación indígena. A los súbditos británicos no se les permitía asentarse allí sin autorización de la Corona. Esto fue lo que produjo la expansión acelerada y brusca hacia el Oeste.


La primera nueva medida impositiva colonial de los británicos se llevó a efecto en 1764. Esta medida se conoció como el Acta del Azúcar. Mediante ella se colocó aranceles a la madera, alimentos, ron y melaza. En los años siguientes, un nuevo impuesto, la Ley de Timbres, fue instaurado para ayudar el pago de las tropas británicas estacionadas en las colonias.


Muchos colonialistas objetaron fuertemente los impuestos y la forma como estos eran recolectados. Bajo la “ayuda del mandato judicial” británico, por ejemplo, los agentes de aduanas de la Corona podían investigar y allanar cualquier lugar que quisieran, en busca de bienes importados que estuvieran violando el Acta. Los agentes tenían poderes casi ilimitados para investigar e incautar sin notificación ni orden judicial.


En Octubre de 1765, una representación de las nueve colonias se reunieron en un Congreso de Acta de Sello en New York. La asamblea pasó una declaración de los Derechos que expresaba su oposición al establecimiento de impuestos por el Parlamento Británico sin que hubiera alguna representación de las colonias americanas. La Declaración también se oponía a los juicios sin jurados llevados a cabo en la Corte del Almirantazgo Británico. Este acto de desafío fue parcialmente exitoso. El 17 de Marzo de 1766, cinco meses después de la reunión del Congreso del Acta de Sello, fue revocada el Acta de Sello.


A pesar de los esfuerzos sinceros del Parlamento Británico para satisfacer muchas de las demandas coloniales, un significativo movimiento de independencia se estaba desarrollando en las colonias americanas. Bajo el liderazgo de un hombre llamado Samuel Adams, una organización secreta que se llamó a sí misma los “Hijos de la Libertad”, empezó a cometer hechos de terrorismo y violencia. Ellos quemaron los archivos de la Corte del Almirantazgo (Tribunal que conoce de los asuntos concernientes a la Marina), y destruyeron las casas de varios oficiales británicos. Amenazaron con más violencia contra los agentes de estampillas y otras autoridades británicas. Los “Hijos de la Libertad” organizaron sabotajes económicos exhortando a los colonialistas a cancelar las órdenes por mercancías británicas.


Estas acciones hacían daño a los ingleses porque las colonias eran muy importantes para los británicos como mercado de intercambio. Por eso en 1770, los británicos cedieron una vez más con los colonialistas eliminando todos los aranceles excepto el del té. Sin embargo, esta vez el fervor revolucionario era tan fuerte que no pudo detenerse. El resultado fue el derramamiento de sangre. El 5 de Marzo de 1770, la “Masacre de Boston” sucedió, en la cual las tropas británicas dispararon a una multitud matando a cinco personas.

 

Las tensiones continuaron en aumento y se formaron más grupos secretos revolucionarios. Los británicos todavía no eliminaban el impuesto al té. El 14 de Octubre de 1773, tres años después de la Masacre de Boston, los colonialistas se treparon como indígenas y entraron en un barco inglés que se encontraba anclado en el puerto de Boston y lanzaron grandes cantidades de té al agua. Este acto fue el famoso Partido de la Fiesta del Té de Boston.


Al final, este acto de rebelión causó que el Parlamento promulgara sanciones comerciales contra los colonialistas. Las sanciones lo que hicieron fue alentar más la rebelión. En 1774, un grupo de líderes coloniales convocaron el Primer Congreso Continental para protestar las acciones británicas y llamar a la desobediencia civil. En el mes de Marzo de 1775, Patrick Henry pronunció su famoso discurso: “Dame libertad o dame la muerte”, en una Convención en Virginia. En menos de un mes desde este discurso, se puso en camino la revolución americana con la batalla de Concord, donde una milicia colonial organizada llamada “En Estado de Alerta” (Minutemen) sufrieron ocho bajas mientras infligieron 273 a los británicos.

 

En Junio de ese mismo año, George Washington, el mismo que muchos historiadores creen que fue quien puso a rodar la bola de nieve dos décadas antes cuando ordenó a sus tropas disparar a los franceses en el valle de Ohio, fue nombrado Comandante en Jefe del nuevo y flamante ejército continental. Los historiadores han indicado que no sólo fueron los motivos económicos los únicos que impulsaron a los revolucionarios americanos. Esto llegó a ser obvio después que el Parlamento Británico eliminó casi todas las tarifas que había impuesto. El rey Jorge III, a pesar de ser hannoveriano, fue popular en su país e inicialmente se comportó como un amigo de los colonialistas.

 

Los agudos ataques contra el rey Jorge por los portavoces de los revolucionarios lo preocuparon bastante, porque le parecieron desproporcionados con respecto a su verdadero comportamiento en los problemas que eran motivo de las quejas de los colonialistas. La mayor parte de la retórica revolucionaria parece haber sido dirigida en el Parlamento. Claramente había algo más profundo conduciendo la causa revolucionaria; los rebeldes estaban lejos de establecer un nuevo orden social completo. Su revuelta fue estimulada por filosofías ocultas que abarcaban mucho más allá de sus disputas con la Corona. Una de esas filosofías era la masónica.


Un “¿Quién es Quién?” de la revolución americana es casi un “¿Quién es Quién?” de la francmasonería americana colonial.

 

Los francmasones combatieron al lado de los revolucionarios, incluyendo a George Washington, a Benjamín Franklin, quien era masón al menos desde 1731, Alexander Hamilton, Richard Montgomery, Henry Knox, James Madinson y Patrick Henry. Los revolucionarios que también eran “grandes maestros” masones incluían a Paul Revere, John Hancock y James Clinton, además de Washington y Franklin.

 

De acuerdo al artículo del Coronel La Von P. Linn, titulado: “La Francmasonería y la Defensa Nacional, 17541799” existe un estimado de 14.000 oficiales de todos los rangos del Ejército Continental y un quinto (1/5), o sea 2.018 de ellos eran francmasones. Esto representaba un total de 218 logias. Un centenar de esos oficiales eran generales.

 

El coronel Linn apunta:

“En todas nuestras guerras, comenzando por la guerra franco-indígena y la guerra de independencia americana, la silueta de los militares masones americanos se ha destacado muy alto, por encima de las batallas”.

Europa proporcionó a los americanos del norte dos masones adicionales de importancia. Desde Alemania llegó el Baron von Steuben, quien personalmente convirtió las tropas harapientas de Washington en la semblanza de un ejército de batalla. Von Steuben fue un francmasón alemán que sirvió en el ejército prusiano como ayuda de campo de Federico el Grande. Fue el encargado en el año 1763 de la desmovilización prusiana después de la guerra de los Siete Años. El tiempo en que fueron solicitados los servicios de Von Steuben en Francia por Benjamín Franklin, Von Steuben ejercía una capitanía a media-paga y había estado retirado del trabajo militar por catorce años. Con el fin de obtener la autorización del Congreso, Franklin falsificó el expediente de von Steuben poniéndole el grado de Teniente General. La mentira trabajó mucho para el beneficio final del Ejército Continental.


El segundo europeo fue el marqués de La Fayette. Este era un noble caballero francés muy rico en sus veinte y tantos años, que había sido inspirado por las noticias sobre la revolución americana mientras servía al ejército francés en Europa; así que, se embarcó para América a fin de ayudar a la causa revolucionaria. En 1778, durante su servicio con el Ejército Continental, La Fayette se hizo francmasón. Más tarde, después de la guerra, La Fayette reveló cómo era de importante la francmasonería en el liderazgo del ejército revolucionario.

 

Dirigiéndose a la Logia “Cuarta de Wilmington” de Delaware durante su última visita a América en 1824, La Fayette dice:

“Una vez —mientras servía bajo el mando del General Washington— no pude desviar a mi mente de la sospecha que el General abrigaba dudas acerca de mi persona. Esta sospecha fue confirmada por el hecho de que nunca se me había confiado un comando en jefe. Este pensamiento mío era una obsesión y algunas veces me hacía muy infeliz. Después que yo me convertí en un francmasón americano, el General Washington parecía que había visto la luz. Desde este momento nunca más tuve razón para dudar de su entera confianza. Y casi enseguida me fue dada una importante jefatura de comando”.

Cuando consideramos la prominencia de los francmasones en la Revolución Americana,(*)115 no nos sorprende en absoluto que la agitación revolucionaria procedía directamente de las logias masónicas. De acuerdo al artículo del coronel Linn, el famoso Partido del Té de Boston fue el trabajo de masones que venían directamente de una logia:

“El 6 de Diciembre de 1773, un grupo disfrazado de indígenas americanos aparentemente salió de la Logia de San Andrés en Boston y se fue el muelle donde lanzaron por la borda las cargas de té de los tres Indias Orientales, (barcos de las Indias Orientales). Esa noche la Logia de San Andrés cerró temprano, ‘tomando en cuenta la poca asistencia de los miembros’ ”.

Sven G. Lunden en su artículo titulado “Aniquilación de la francmasonería”, establece que la logia de San Andrés fue la directora del cuerpo masónico en Boston, y agrega:

“Y en el libro usado para contener las minutas de la logia y el cual todavía existe, hay casi una página en blanco donde las minutas de este memorable jueves debían estar. En su lugar, en la página aparece una letra, una T mayúscula. ¿Puede que esta ‘T’ tenga que ver con la T de Té? .”

En el libro “Sam Adams, Pionero de la Propaganda”, el autor John C. Miller describe la jerarquía de los pandilleros anti-británicos que jugaron tan importante papel en el conflicto. Las pandillas no se congregaban al azar de elementos colonialistas disgustados. Mr. Miller explica el importante papel de los francmasones en estas pandillas:

“Fue establecida una jerarquía de las pandillas durante el gobierno de Sam Adams de Boston: las clases más bajas, sirvientes, negros y marineros estaban colocados bajo las órdenes de un ‘cargo superior’ ejercido por el Maestro Masón de la ciudad; y por encima de ellos estaba colocada la pandilla de los comerciantes y la de los Hijos de la Libertad..”

Las logias masónicas no eran para la causa revolucionaria ningunos recién- llegados (en inglés: Jonny–come –lately´s). Hay evidencias de que fueron los instigadores iniciales. Al menos una logia entró en la agitación desde un comienzo temprano. Cartas y periódicos de principio de los años 1760’s revelan que la Sociedad Masónica de Boston estaba agitando un sentimiento anti-británico ya en los finales de la Guerra de los Siete Años, es decir unos buenos diez años antes de que realmente la revolución comenzara.

“La sociedad masónica de Boston dio ánimo a Hutchinson, (el gobernador Thomas), y al gobierno real en su lugar de reunión en “Adjutant Trowel’s long Garret”, donde se decía que había la mayor incitación a la revuelta, libelos y calumnias que eran tramados en todas las buhardillas de Grubstreet. Otis y sus hermanos masones se convirtieron en tales adeptos al vituperio, que los amigos de Hutchison creyeron que habían sido sacados del papel principal y del grupo, reemplazándolos por barro para tirárselo a la aristocracia de Massachusetts”.

Podemos buscar cómo es que las logias americanas llegaron a ser las fuentes de la rebelión cuando casi todas eran Capítulos bajo el sistema inglés, el cual, como recordamos, era pro-hannoveriano y prohibía la controversia política dentro de las logias. Se tiene que mantener presente que por los años de 1760, los grados templares anti-hannoverianos habían sido firmemente establecidos en Europa y también habían trabajado secretamente y viajado hacia muchas de las logias de las colonias americanas.

 

Por ejemplo, como ya se mencionó en un capítulo anterior, la Logia de San Andrés de Boston, la misma que había ejecutado el Boston Te Party en 1773, confería el Grado Templar ya para el 28 de Agosto de 1769 después de aplicar para el mandato en 1762 de la Gran Logia Escocesa de Edimburgo. Esta aplicación fue hecha casi una década antes de que comenzara la Revolución Americana. Algunos templarios no sólo eran anti-hannoverianos sino que pensaban en lograr la abolición de toda monarquía.


La importancia filosófica de la francmasonería para el revolucionario americano puede verse también en los símbolos con los cuales los dirigentes revolucionarios escogieron para representar la nueva nación americana. Estos eran símbolos de la Hermandad Masónica.


Entre los símbolos más significativos de cualquier nación está el Escudo Nacional. Un primer proyecto para el Escudo Nacional Estadounidense fue propuesto por William Barton en 1782. En la esquina superior derecha del proyecto de Barton se ve una pirámide con el vértice superior truncado. En el lugar del ápice está un “Ojo de Dios que lo ve todo” en forma triangular. El ojo que lo ve todo, como podemos recordar, ha sido por mucho tiempo uno de los signos más significativos de la francmasonería.

 

Este mismo signo aparece bordado en el mandil masónico de George Washington, en el de Benjamín Franklin y en el de otros revolucionarios de la masonería. Encima de la pirámide y del ojo, en el proyecto de escudo de Barton, aparecen las palabras latinas Annuit Ceoptis, que significan, “El , (Dios), hace prosperar nuestro comienzo”. En el fondo se ve la inscripción Novus Ordo Seclorum, que unidas a las anteriores palabras latinas completarían la frase que traducida significa,

“El año del comienzo de un Nuevo Orden de las Edades”.

La inscripción del fondo nos habla que los líderes de la revolución estaban persiguiendo una amplia meta de carácter universal, la cual abarcaba mucho más que el objetivo inmediato de los colonialistas. Ellos estaban postulando un cambio total en el orden social, meta que ya se había anunciado en el Fama Fraternitis.


La pirámide de Barton y las inscripciones latinas que la acompañaban fue adoptada en su totalidad. Este diseño todavía forma parte del Gran Escudo Estadounidense que aparece actualmente en el revés del billete de un dólar estadounidense (USA $ 1,00).


La porción principal del diseño de Barton no fue adoptada excepto una pequeña parte. En el centro de la propuesta se ve un escudo con dos figuras humanas de pie, colocadas a cada lado. Encaramado en el tope está un fénix con las alas desplegadas; en el medio está un pequeño fénix quemándose en una pira funeral. Como se discutió antes, el ave fénix es un símbolo de la Hermandad usado desde los días del antiguo Egipto. El fénix fue adoptado por los Padres Fundadores Norteamericanos para usarlo como reverso del primer escudo oficial de los Estados Unidos según el diseño presentado por Charles Thompson, Secretario del Congreso Continental. El primer escudo acuñado de los Estados Unidos tiene pintado un pájaro con copete y un gran pico: el ave fénix.

 

El fénix sostiene en su pico una bandera con las palabras: E. PLURIBUS UNUM, que significa, “Uno, entre muchos más”. Sobre la cabeza del ave se observan trece estrellas saliendo a través de una nube. En una pata el fénix sostiene un manojo de flechas; y en la otra, una rama de olivo. Alguna gente confunde el fénix con un pavo salvaje debido a su largo pico; sin embargo, el fénix también es un ave de largo pico, además de que las demás características del ave indican claramente que se trata de un fénix. La acuñación fue retirada en el año 1841, y el fénix fue reemplazado por un águila sencilla: el ave nacional de América.


Los francmasones consideran que sus lazos fraternales trascienden las divisiones políticas y nacionales. Cuando se terminó la guerra de independencia norteamericana, no obstante eso, las logias norteamericanas se separaron de la Gran Logia Madre de Londres y crearon su propia logia americana autónoma. Pronto llegaron a dominar los grados escoceses en la francmasonería americana. Las dos mayores formas de francmasonería practicada en los Estados Unidos de hoy, son: el Rito de York, —una versión del original Rito de York Inglés—, y el Rito Escocés. El Rito de York moderno tiene un total de diez grados, siendo el más alto el de Caballero Templar. El Rito Escocés tiene un total de treinta y tres grados, muchos de los cuales son grados de Caballero.

La influencia de la francmasonería en la política norteamericana se ha mantenido fuerte durante mucho tiempo después que finalizó la revolución. Alrededor de un tercio de todos los presidentes han sido francmasones, la mayoría de ellos del rito escocés.
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La influencia de la francmasonería en la política americana se extendió más allá de la Presidencia. El Senado y la Cámara de Representantes de los Estados Unidos han tenido una gran cantidad de miembros masones durante la mayor parte de la historia de la nación. En 1924 por ejemplo, una publicación masónica elaboró una lista de sesenta masones en el Senado.120 En ese momento ellos constituían aproximadamente el 60% del Senado. En esta oportunidad se mencionaron más de 290 miembros de la Cámara de Representantes como miembros de la logia también. La presencia masónica en el Congreso de los Estados Unidos de América ha decrecido algo en los años recientes.

 

En un suplemento publicitario titulado: “La Francmasonería. Una manera de vivir”, la Gran Logia de California reveló que en el 97° Congreso, (1981-1983) había sólo 28 miembros de logias en el Senado y 78 en la Cámara de Representantes. A pesar de que esto muestra una sustancial disminución en relación a 1920, todavía la francmasonería tiene una representación de buen tamaño en el Senado con más de la cuarta parte de este cuerpo legislativo.


La Revolución Norteamericana fue algo más que un levantamiento local. Esta involucró muchas naciones. Francia fue un participante secreto por la causa norteamericana mucho antes del estallido del conflicto bélico. Tan temprano como en el año 1767, el ministro del Exterior francés, duque de Choiseul, había enviado agentes secretos a las colonias norteamericanas para calibrar la opinión pública y enseñar cuánto había crecido la semilla de la revuelta. Francia también despachó agentes provocadores a las colonias para fomentar secretamente el sentimiento anti-británico.

 

En 1767, Benjamín Franklin, quien todavía no se había comprometido en la guerra armada contra Inglaterra, acusó a Francia de atizar el fuego entre los británicos y los súbditos norteamericanos. Después de la destitución de Choiseul en 1770, su sucesor, el conde de Vergennes, continuó la política de Choiseul y fue el instrumentista en llevar ayuda abierta civil y militar de Francia a la causa norteamericana después de haberse iniciado la guerra de independencia. (**)


(*) Además de George Washington y James Madison, los francmasones en la presidencia hasta ahora (1992) han sido iniciados: James Monroe (el 9 de 1775), Andrew Jackson (en 1800), James Polk (el 5 de Junio de 1820), James Buchanan (el 11 de Diciembre de 1816), Andrew Johnson (el año 1851), James Garfield (el 28 de Noviembre de 1861 o 1862), William Mc. Kinley (el 1 de Mayo de 1865), Teodoro Roosevelt (el 2 de Enero de 1901), William Howard Taft (el 18 de Febrero de 1908), Harry S. Truman (el 9 de Febrero de 1909), Warren Harding (el 28 de Junio de 1901), Franklin D. Roosevelt (el 10 de Octubre de 1911) y Gerald Ford (en 1949). En la lista de prominentes americanos francmasones también se incluyen personajes tales como: J. Edgar Hoover, antiguo fundador y director del FBI, quien alcanzó el grado más alto (Grado 33) del rito de Escocia; y el candidato presidencial Jesse Jackson (en 1988). Artistas americanos famosos también han ingresado como miembros, tales como: Mark Twain, Will Roger y W.C. Fields. 120 Official Masonic Record of The Third Annual Fashion and Home Exposition for the Benefit of Masonic Free Hospitals (New York, May 13 to 24, 1924.

 

(**) Lo curioso del caso es que Vergennes también era francmasón. El apoyaba a algunos de los francmasones franceses, tales como: Voltaire, quien estaba creando el ferviente clima intelectual que conduciría a la revolución francesa. La revolución francesa derribó al rey de Vergennes, Luis XVI, una década después de su muerte. Es irónico que mientras estaba Vergennes vivo, se opuso a todas las reformas en profundidad de la sociedad francesa. En consecuencia, él ayudó a crear el descontento popular que tuvo mucho que ver con el éxito de la Revolución Francesa.


Federico el Grande de Prusia fue otro que apoyó abiertamente a los rebeldes norteamericanos. El estuvo entre los primeros gobernantes europeos en reconocer a los Estados Unidos como una nación independiente. Federico fue más lejos al cerrar sus puertos a los mercenarios hessianos para que no se embarcaran y pelearan en contra de los revolucionarios.

 

Sin embargo, hasta dónde se involucró Federico profundamente con la causa norteamericana, puede que nunca se conozca. No existe duda en cuanto a que muchos colonos se sintieron en deuda con él, y lo veían como uno de sus dirigentes desde el punto de vista moral y filosófico. Décadas después de la Revolución, muchas logias masónicas en Norteamérica, adoptaron varios de los grados escoceses que se decía creados por Federico.

 

La primera logia norteamericana de rito escocés y que fue establecida en Charleston, Carolina del Sur, publicó una circular el 10 de Octubre de 1802, declarando que la autorización para entregar sus grados más altos sino de Federico, a quien todavía veían como la cabeza de toda la masonería:

“ El 1° de Mayo de 5786 (1786), la Gran Constitución del Grado Treinta y Tres, llamado el Consejo Supremo del Soberano Gran Inspector General, fue ratificada por su Majestad el Rey de Prusia, quien como Gran Comendador (Comandante) de la Orden Suprema del Príncipe Real posee el Soberano Poder Masónico sobre todo el Gremio.(**) En la nueva Constitución este poder fue conferido a un Consejo Supremo de Nueve Hermanos en cada nación, el cual posee todas las prerrogativas masónicas en sus propios distritos que su Majestad individualmente posee, y son los Soberanos de la Masonería.”

Algunos escritores argumentan que Federico no estaba activo en la francmasonería a finales de los 1700’s. Ellos sienten que su nombre era simplemente usado para darle al Rito un aire de autoridad. Este argumento puede que sea verdad o al menos parcialmente así. El significado del panfleto de Charleston yace en la lealtad que los primeros Ritos Escoceses Norteamericanos proclamaban abiertamente para las fuentes masónicas alemanas inmediatamente después de la fundación de la República Norteamericana.


Mientras algunos alemanes francmasones de Prusia estaban ayudando la causa norteamericana, otros masones alemanes estaban ayudando a la Gran Bretaña y haciendo un enorme beneficio. Aproximadamente, 30.000 soldados alemanes fueron alquilados a Gran Bretaña por seis estados alemanes: Hesse – Kassel, Hesse – Hanau, Brunswick, Waldesck, Anspach – Bayreuth y Anhalt – Zerbst. Más de la mitad de esas tropas fueron proporcionadas por Hesse – Kassel; de aquí que los soldados alemanes eran conocidos como “Hessianos”. Las tropas de Hesse – Kassel eran consideradas como los mejores mercenarios; su precisión en el disparo era temida por las tropas coloniales.

 

(**) Los grados en el Rito Escocés son agrupados juntos en secciones y a cada sección se le da un nombre. La Orden del Príncipe del Real Secreto se llama hoy el Consistorio (Concilio) de los Sublimes Príncipes del Secreto Real y contiene los grados 31 y 32 del Rito Escocés. Otra indicación de la admiración que tenía el primitivo Rito Escocés por las cosas prusianas se encuentra en el título del Grado 21, el cual se llama Noachite o Caballero Prusiano. 121 McacKey, op. cit., p. 292.

En muchas batallas, había más alemanes peleando para los británicos que soldados británicos. En la batalla de Trenton, por ejemplo, los alemanes eran los únicos soldados contra quienes peleaban los norteamericanos. Esto no significaba que los soldados alemanes eran especialmente leales a los británicos o aún a sus propios gobernantes alemanes. Casi una sexta parte de los mercenarios alemanes (un estimado de 5.000) desertaron y se establecieron en Norteamérica.


El uso de mercenarios alemanes creó una agitación en ambos lados: Inglaterra y Norteamérica. Muchos líderes británicos, incluyendo partidarios de la monarquía, objetaron la contratación de soldados extranjeros para subyugar a los súbditos británicos. Para los alemanes, era tan lucrativo como de costumbre. El duque de Brunswick, por ejemplo, recibió 11.517 Libras Esterlinas, 17 chelines y 1.5 peniques por el primer año de alquiler y dos veces esta cantidad durante cada uno de los dos años siguientes. Además, el Duque recibía “dinero por cabeza” de más de siete libras por cada hombre, para un total de 42.000 Libras Esterlinas por los 6.000 soldados de Brunswick. Por cada soldado de Brunswick muerto se le debía pagar una factura adicional; y tres heridos eran contados como un muerto.

 

El príncipe de Hesse -Kassel, Federico II, cobró cerca de 21 millones de Thaler por el alquiler de sus tropas hessianas y alcanzó un monto total neto de 5 millones de Libras británicas aproximadamente. Esta era una cifra sin precedente en esos días y montaba a más de la mitad de la fortuna de los Hesse – Kassel heredada por Guillermo IX cuando murió su padre en 1785. El tesoro de Hessel – Kassel llegó a ser una de las más grandes fortunas, —algunos dicen que la más grande—, de un principado en Europa a causa de la Revolución Norteamericana.

 

La Revolución Norteamericana continuó el patrón de las primitivas revoluciones: el debilitamiento de la cabeza del Estado y la creación de una legislatura fuerte. Desgraciadamente, los revolucionarios norteamericanos también dieron a su nueva nación el mismo papel moneda inflacionario y el sistema de banco central que había sido adoptado por los revolucionarios en Europa. Aún antes de que la Revolución Norteamericana hubiese triunfado, el Congreso Continental había caído en el negocio del papel moneda inflacionario, ordenando la impresión del billete conocido como “Notas Continentales”.

 

Tales notas fueron declaradas de emisión legal por el Congreso sin ningún respaldo. El Congreso Continental usó las notas para comprar los bienes necesarios para combatir en la guerra revolucionaria. Los colonos cooperativos aceptaron el papel moneda con la promesa de que los billetes iban a ser respaldados de alguna forma una vez ganada la guerra. A medida que las Notas Continentales salían de la imprenta de Benjamín Franklin, en esa misma medida se desataba la inflación. Con la impresión cada vez más de billetes se encendió la hiperinflación.

 

Después de ganada la guerra, se estableció una nueva moneda “dura” (respaldada por metal) y las Notas Continentales eran redimibles sólo al cambio de cien por un dólar, como se denominó la nueva moneda. Esta fue otra muy clara y dolorosa lección de cómo el papel moneda, la inflación y la devaluación pueden ser herramientas efectivas para ayudar a una nación a combatir en una guerra.


Irónicamente, algunos de los Padres Fundadores Norteamericanos usaron la experiencia de las Notas Continentales para impulsar la creación de un Banco Central siguiendo el modelo del Banco de Inglaterra y así establecer un mejor control de la moneda en la nueva nación americana. El plan propuesto para fundar un banco central fue motivo de un cálido debate con fuertes emociones desatadas a favor y en contra del proyecto. Ganó la facción de los pro-Banco. Después de varios años de controversia, en 1791 fue constituido el primer banco central de la América, el Banco de los Estados Unidos.

 

La institución expiró veinte años más tarde, fue renovado por cinco años más, fue vetado por el presidente Andrew Jackson en 1836, recuperó su autorización veintisiete años más tarde en 1863, y finalmente se convirtió en el Banco de la Reserva Federal, el cual funciona como Banco Central de los Estados Unidos de América todavía hoy. Aunque en los Estados Unidos siempre ha existido una considerable oposición a un Banco Central, el país siempre ha tenido uno bajo uno u otro nombre durante la mayor parte de su historia.


El padre fundador acreditado por la fundación del primer banco central de los Estados Unidos fue Alexander Hamilton, quien se unió al movimiento revolucionario a principio de los años 1770’s y alcanzó el grado de Teniente Coronel y Ayudante de Campo de Washington en el año 1777. Hamilton fue un buen comandante militar y llegó a ser uno de los íntimos amigos de George Washington y del Marqués de La Fayette. Después que la guerra terminó, Hamilton estudió leyes y fue admitido en la Judicatura, y en Febrero de 1784 fundó y se convirtió en Director del Banco de New York.


La meta de Hamilton era crear un sistema bancario en Norteamérica de modelo parecido al Banco de Inglaterra. Hamilton también quería que el nuevo gobierno de los Estados Unidos asumiera todas las deudas contraídas y la convirtiera en una gran deuda nacional. El Gobierno Nacional continuaría aumentando su deuda mediante empréstitos al banco central propuesto por Hamilton, el cual sería propiedad privada y operado por un pequeño grupo de financistas.
 

¿Cómo era que el Gobierno Norteamericano iba a pagar sus deudas?


¡En un acto de suprema ironía, Hamilton quería colocar impuestos a los bienes al igual que lo habían hecho los británicos antes de la Revolución! Una vez que Hamilton se convirtió en Secretario del Tesoro, abrió la brecha con un impuesto al licor destilado. De este impuesto resultó la famosa Rebelión del Whisky de 1794 en la cual un grupo de montañeses se negaba a pagar el impuesto y se comenzaba a hablar abiertamente de rebelión contra el nuevo gobierno norteamericano. ¡Por insistencia de Hamilton, el Presidente George Washington llamó la milicia y acabó militarmente con la rebelión!

 

Hamilton y sus partidarios habían manejado una situación en los Estados Unidos idéntica a la que había establecido Inglaterra antes de la Revolución Americana: una nación profundamente endeudada que tiene que recurrir a pechar con impuestos a sus ciudadanos para poder pagar la deuda. Legítimamente uno podría preguntarse: ¿Para qué ambos señores, Washington y Hamilton, participaron en la Revolución Norteamericana? Simplemente ambos usaron su influencia para crear en Norteamérica muchas de las instituciones que los colonos habían encontrado odiosas bajo la dominación británica.


Esta cuestión es hoy en día (1990) especialmente relevante cuando los Estados Unidos enfrenta una descomunal deuda de más de dos billones de dólares, es decir: dos millones de millones de dólares, o en cifras, $ 2.000.000.000.000, y una enorme carga impositiva a sus ciudadanos, mucho más alta que cualquiera de las que concibió la Corona Británica para imponer a los colonos en el siglo XVIII.


Aunque los planes de Hamilton fueron ampliamente exitosos, no lo fueron sin una considerable oposición. Dirigiendo la lucha en contra del establecimiento de un banco central de propiedad privada estaban James Madison y Tomas Jefferson. Ellos querían que fuera el Gobierno el emisor del dinero nacional, no un banco central.

 

En una carta el 13 de Diciembre de 1803, Jefferson expresó su fuerte opinión sobre el Banco de los Estados Unidos, de esta forma:

“Esta institución es una de las más mortalmente hostil existente contra los principios y formas de nuestra Constitución.”

Y luego añade:

“…..una institución como esta que penetra con sus tentáculos por todas partes de la Unión, actuando por órdenes y al unísono, puede en un momento crítico trastornar al Gobierno. Yo considero que ningún gobierno está seguro si está bajo el vasallaje de cualquier autoridad auto-constituida, o de cualquier otra autoridad que no sea la Nación o sus funcionarios regulares.”

Aunque una de las objeciones de Jefferson para con el Banco Central descansa en su preocupación de que un banco tal pueda ser una obstrucción durante tiempo de guerra, no obstante eso, él estaba planeando con visión de futuro los efectos que una institución tal podría ocasionar. No sólo los bancos centrales de los Estados Unidos crearon el gran pánico financiero en 1893 y 1907, sino que la fraternidad financiera operando el Banco Central de los Estados Unidos de América, ha ejercido y continúa ejerciendo en la actualidad una enorme influencia en los asuntos de los Estados Unidos, especialmente en los Asuntos Exteriores, exactamente como Jefferson lo había alertado. Fue la poderosa influencia de Jefferson, incidentalmente, la que causó el aplazamiento por cinco años la renovación de la autorización del banco en 1811.


Hemos terminado viendo a la Revolución Norteamericana en algo menos que una luz optimista. Sin embargo, hubo una poderosa influencia humanitarista trabajando dentro del círculo de los Padres Fundadores, la cual debe ser conocida. Los Estados Unidos es uno de los países más libre hoy en día como consecuencia directa de esta influencia, aunque los norteamericanos todavía están lejos de ser uno de los pueblos completamente libre. Los fundadores norteamericanos afirmaron libertades importantes, especialmente aquellas como: la de expresión, de reunión y religión.

 

Fue creada una excelente Constitución para los Estados Unidos que ha probado ser altamente funcional en una gran y diversa sociedad. El genocidio que parecía acompañar a toda actividad política de la primitiva Hermandad está visiblemente ausente en la Revolución Norteamericana. Los francmasones norteamericanos de hoy están orgullosos del papel que sus hermanos jugaron en la creación de la nación norteamericana, y fue así. La chispa del humanitarismo que periódicamente resurge en la red de la Hermandad con seguridad lo hizo otra vez durante la fundación de la república norteamericana.


Si fuéramos a nombrar unos pocos de los más importantes humanitaristas entre los Padres Fundadores, podemos mencionar figuras bien conocidas como Thomas Jefferson, James Madison, Patrick Henry y Richard Henry Lee. Unos de los Padres Fundadores más importante y raramente mencionado sin embargo, es uno a cuya memoria no ha sido erigido en ningún monumento en Washington DC. Su retrato no adorna ningún billete de la moneda de los Estados Unidos y todavía no ha aparecido ningún sello o estampilla de correo en su honor por lo menos hasta el año 1991. Este hombre fue George Mason.


George Mason fue descrito por Thomas Jefferson como: “uno de nuestros hombres realmente grandes y uno de los primeros en orden de grandeza”. Mason es uno de los Padres Fundadores más desatendido porque ignoraba la gloria política, rehuía el cargo público y nunca fue famoso por su oratoria. Todavía se le considera como uno de los hombres más visionarios de los que crearon la nación norteamericana. Después de la Revolución, George Mason se opuso a los planes de Hamilton y declaró que “Hamilton nos ha hecho más daño que Gran Bretaña, toda su flota y su ejército”.

 

Fue George Mason uno de los que más duro empujó para la adopción de un Acta Federal de los Derechos. Las diez enmiendas de la Constitución de los Estados Unidos que constituyen el Acta de los Derechos, están basados en la primitiva declaración redactada por Mason en el año 1776. El Acta de los Derechos casi que no figura en la Constitución Norteamericana, y no hubiera figurado si Mason no se hubiera comprometido en una ardiente batalla para asegurar su inclusión. A pesar de su crónica mala salud, Mason publicó panfletos influyentes denunciando la Constitución propuesta porque carecía de los derechos específicos del individuo.

 

La mayoría de los redactores de la Constitución, incluyendo a Alejandro Hamilton, declararon innecesaria el Acta de los Derechos, debido al balance y la limitación de los poderes impuestos al Gobierno Federal por la Constitución. Mason persistió y fue apoyado por Richard Henry Lee y Thomas Jefferson. Con el soporte de James Madison, el Acta de los Derechos finalmente fue presentada para ratificación en las horas finales. Cuando consideramos cómo ha crecido el Gobierno Federal desde entonces y cuán crucial ha llegado a ser el Acta de los Derechos, es cuando podemos apreciar verdaderamente lo que fue un hombre de visión como George Mason. Su visión futurista y su humanitarismo se manifestaron también en su intención de abolir completamente la esclavitud. En tiempo que incluso sus amigos George Washington y Thomas Jefferson eran propietarios de esclavos, George Mason denunciaba el tráfico de esclavos como “una desgracia para la humanidad” y trabajó para proscribirla completamente en todos los estados.


George Mason no tuvo éxito en su búsqueda durante su vida, pero su sueño se hizo realidad menos de un siglo después cuando la esclavitud fue abolida en los Estados Unidos mediante la 13 Enmienda de la Constitución.(*) Aunque la mayoría de los escolares no han oído hablar mucho de George Mason en sus lecciones de Historia o no tienen su retrato colgado en su salón de clase, él fue uno de los más grandes héroes de la libertad humana.

 

(*) La Fayette y unos pocos francmasones también merecen crédito por el éxito del movimiento anti-esclavista. Ellos pertenecían a una organización masónica conocida como la Sociedad de Amigos de los Negros, —Societé des Amis des Noirs— los cuales trabajaban para lograr la emancipación universal de los negros. Desgraciadamente, el Arianismo permanecería todavía vivo en otras ramas de la Hermandad.


La renovación de la chispa del humanitarismo que surgió durante la Revolución Norteamericana, pronto fue eclipsada. Al establecer el sistema de papel moneda inflacionario en los Estados Unidos se dio la clave de que algo estaba todavía mal llevado en la red de la Hermandad. Al estallar revoluciones similares dirigidas por francmasones en todo el mundo, volvieron a surgir los viejos horrores.

 

Uno de aquellos horrores fue el genocidio calculado.
 

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El Mundo Arde

Un subproducto significativo de la Revolución Norteamericana fue el rehacer filosófico de la manera como la gente veía la revolución. Cuando Benjamín Franklin estuvo en Francia para ganar el apoyo militar francés a la causa norteamericana, se empeñó en una intensa campaña de relaciones públicas. Vigorosamente promulgó la idea de la “revolución virtuosa”, un concepto que ya había encontrado creciente favor en las logias masónicas. La gente. en esos tiempos tendía a ver la violencia de la revolución como un crimen contra la sociedad.

 

Franklin logró éxito cambiando la percepción en la gente y estimulándola a aceptar la revolución violenta como un paso en el progreso de la humanidad. Los revolucionarios no eran más desaprobados como criminales, argumentaba Franklin, porque ellos eran idealistas luchando por la libertad y la justicia. Fue acuñado el nuevo lema: “La revolución contra la tiranía es el más sagrado de los deberes”.126 Esas audaces ideas electrificaron a París y ayudaron a obtener un apoyo abierto para la causa norteamericana; pero la sociedad humana, a un costo terrible y un muy largo plazo. Las ideas expresadas por Franklin han ayudado a estimular un sinfín de revoluciones sangrientas desde entonces.


La Revolución Norteamericana fue seguida por muchas otras revoluciones y /o el establecimiento de gobiernos de estilo republicano por todo el mundo occidental y Sur América. El éxito de la Revolución Norteamericana facilitó la reunión de gente para combatir. Durante esa era podemos mencionar:

  • la Revolución Francesa

  • la creación de la República de Batavia en los Países Bajos (1795-1806)

  • la República Helvética en la Suiza (1798-1805)

  • la República Cisalpina en el norte de Italia(1797-1805)

  • la República Liguriana en Génova (17971805)

  • la República Partenopea en el sur de Italia

Entre 1810 y 1824, las colonias españolas de Sur América se alzaron en armas y conquistaron su independencia política. En 1825, estalló en Rusia la revuelta Diciembrina. Una segunda revolución emergió en Francia en 1830. El mismo año estalló en Holanda una rebelión que resultó en la soberanía de Bélgica. En 1830 y 1831, Rusia sofocó con éxito una revolución polaca. En 1848, una gran ola de actividad revolucionaria barrió Europa, estimulada por un colapso internacional del crédito causado en buena parte por el nuevo sistema de papel moneda inflacionario, por las malas cosechas y una epidemia de cólera.


En casi todas esas revoluciones, seguimos viendo posiciones de importantes liderazgos revolucionarios ejercidas por francmasones. Durante la primera Revolución Francesa el líder rebelde clave fue el Duque de Orleans, quien fue Gran Maestro de la masonería francesa antes de su renuncia en la cumbre de la Revolución. El marqués de La Fayette, el hombre que se había sido iniciado en la fraternidad masónica por George Washington, también jugó un papel importante en la causa revolucionaria francesa. El Club Jacobino, el cual era el núcleo radical del movimiento revolucionario francés, fue fundado por prominentes francmasones.

 

De acuerdo al artículo de Sven Lunden “La Aniquilación de la Masonería”.

“Herbert, Andre Chenier, Camilo Desmoulins y muchos otros “girondinos” (republicanos franceses moderados apoyando al gobierno republicano contra la monarquía) de la Revolución Francesa eran francmasones.”

Francmasones eran los líderes principales de la rebelión Diciembrista de 1825 en Rusia. Algunos de los planes para esta rebelión fueron elaborados dentro de las logias.


En Sur América, según Richard De Haan, en su escrito en la Enciclopedia Collier dice:

“La Orden (Francmasonería) jugó un papel importante en la expansión del liberalismo y la organización política de la revolución latinoamericana. Lo mismo que la francmasonería francesa, el movimiento latino-americano generalmente también fue anti-clerical. En México y Colombia, los masones ayudaron a ganar la independencia de España; mientras que en el Brasil trabajaron contra la dominación portuguesa.”

Mr. Lunden añade:

“En Latinoamérica también, el proceso de liberación del yugo español fue un trabajo de los francmasones en gran parte. Simón Bolívar fue uno de los más activos hijos de la masonería, así como también lo fueron: San Martín, Mitre, Alvear, Sarmiento, Benito Juárez, Francisco de Miranda; todos nombres célebres para los latinoamericanos.”

Con relación a otras revoluciones, Mr. Lunden agrega:

“Muchos de los líderes durante el gran año de 1848 en el cual se vieron muchos levantamientos en contra de gobernantes feudales en Europa, eran miembros de la Orden. Entre ellos se encontraba el gran héroe de la democracia húngara: Louis Kossuth quien encontró un refugio temporal en América.”

El siglo XIX presenció guerras de unificación como la dirigida por Giuseppe Garibaldi (1887-1882), el cual era un masón Grado 33 y Gran Maestro en Italia. El victorioso Garibaldi colocó en el trono de Italia a Víctor Manuel, otro famoso francmasón.


Las guerras italianas de unificación dejaron dos importantes legados: una Italia unificada y la Mafia moderna. La Mafia era una sociedad secreta vagamente tejida, fundada en Sicilia en la mitad del siglo XVII. Al principio, la mafia fue un movimiento de resistencia formado para oponerse a los gobernantes extranjeros que controlaban Sicilia en esos tiempos. Los primeros mafiosos eran héroes populares que se especializaban en acciones criminales contra los odiados extranjeros. La Mafia construyó un gobierno subterráneo en Sicilia y se mantuvo en el poder utilizando la extorsión. La Mafia ayudó a Garibaldi cuando este invadió la Sicilia en 1860 y lo declaró Dictador de la isla. Después que los gobernantes extranjeros fueron expulsados e Italia fue unificada, la Mafia se convirtió en una red criminal violenta tal como la conocemos hoy en día.


La francmasonería fue claramente un catalizador importante en la creación del estilo de gobierno occidental moderno. La vasta mayoría de los francmasones que participaron en las revoluciones fueron bien intencionados. La forma representativa de gobierno que ellos ayudaron a crear fue verdaderamente una mejora en la forma de gobierno que ellos reemplazaron.(*) Desgraciadamente los altivos ideales de aquellos francmasones estaban en proceso de rápida traición por fuentes internas de la misma red de la Hermandad.

 

(*) Esto no quiere decir que la monarquía es siempre mala. La historia ha visto unos pocos monarcas benevolentes que gobernaron bien, que actuaron con paz y que fueron populares con su gente. El gobierno hereditario o vitalicio tiene la ventaja de la estabilidad. Este funciona si el monarca es responsable por sus actos y puede ser removido por incompetencia crónica o abuso de poder. Las monarquías raramente han funcionado bien en la Tierra porque generalmente los monarcas han gobernado por el llamado “derecho divino” y en consecuencia no han sido responsables por la gente que han gobernado.


Una de las consecuencias de la Revolución Francesa fue un severo trastorno de la economía del país. La producción de alimentos cayó abrumadoramente y el nuevo régimen se mantenía dentro de un profundo problema político porque la mayoría de los franceses eran todavía leales a la monarquía. Bajo estos nubarrones, el gobierno revolucionario decidió resolver los problemas de la oposición política, el hambre y la distribución de la riqueza, mediante la reducción de la población humana en Francia.

 

En lugar de incrementar la producción de alimentos para satisfacer la demanda, decidió reducir la demanda equilibrando el déficit de la cantidad disminuida de alimentos. El Consejo Revolucionario lanzó un programa oficial de asesinatos en masa para ser aplicado a lo largo y ancho de la nación francesa. Este programa se conoció como el Reino del Terror. Se mataba a la gente con cualquier medio disponible incluyendo desde la guillotina hasta los ahogamientos masivos , cachiporrazos, disparos e inanición. Aunque no murió mucha gente como lo había planeado la Convención, se estima que murieron asesinados más de 100.000 personas.


Hemos notado que los genocidios son cometidos agrupando a la gente en categorías superficiales comúnmente basadas en la raza, creencias religiosas o nacionalidades. Las víctimas son señaladas por los asesinos aunque ellas no sean culpables de algún crimen cometido contra sus victimarios. Los revolucionarios franceses llevaron el proceso a un extremo. Durante el Reino del Terror, simplemente la gente fue agrupada de acuerdo a su condición económica y vocacional. Aquellos que eran considerados miembros de categorías de clases sociales indeseables eran ejecutados.

 

Verdaderamente esta era una distinción tan superficial como cualquier otra; aunque agrupar de esta manera ha sido altamente exitosa para aquellos que dividen a los seres humanos en facciones.


La Revolución Francesa arrastró a casi todos los grandes poderes de Europa a la guerra. Inicialmente el beneficiario de esto fue Guillermo IX, el príncipe que había heredado la inmensa fortuna de los Hesse-Kassel. Guillermo IX arrendó por una hermosa suma, 8.000 soldados a Inglaterra para combatir contra los franceses en la primera mitad de la década de los 1790’s. Más tarde, cuando Napoleón Bonaparte llegó a ser emperador de Francia, Guillermo IX aparece ganando mucho más. Después que las tropas de Napoleón ocuparon las regiones de Alemania al Oeste del río Rin, incluyendo algunas propiedades Hesianas, Napoleón recompensó a Guillermo IX con la entrega de una ancha sección de Mainz y confiriéndole el título de Elector, un estatus más alto que el de Príncipe.

 

Esto no obstante, la cordialidad entre Napoleón y Guillermo “El Elector” no duró mucho. Guillermo IX trató de jugar el viejo truco de cortejar ambos lados del conflicto a fin de hacer una fortuna arrendando soldados. Guillermo IX, locamente arrendó mercenarios al rey Prusiano por un cuarto de millón de Libras Esterlinas para combatir a Napoleón y luego trató de proclamarse “neutral”. Verdaderamente se cumplió la advertencia de Maquiavelo; este doble-trato terminó por atraparlo y le salió el tiro por la culata a la Casa de Hesse. Así, Hesse-Kassel pronto fue anexada y pasó a formar parte del Reino de Westfalia de Napoleón.

 

No fue hasta después de la derrota de Napoleón en la batalla de Leipzig en el año 1813, cuando Guillermo IX pudo recuperar a Hesse-Kassel. Hesse-Kassel quedó bajo el control de la dinastía de Guillermo hasta 1866, cuando fue tomada por Prusia. Aunque la familia real Hesiana continuó influyendo en la sociedad alemana hasta bien avanzado el siglo XX, nunca más recuperó el gobierno exclusivo sobre su territorio. Hesse emergió en lo que se ha dado en llamar la Alemania Moderna, —un país que fue unificado en gran parte por la dinastía prusiana de los Hohenzollern.


A pesar de los reveses sufridos por Hesse-Kassel, la agitación en Francia probó ser una bendición para uno de los agentes financieros de Guillermo IX : —Mayer Amschel Rothchild (1743 – 1812), fundador de una de las más influyentes casas de banco de Europa.


Mayer Amschel fue un comerciante ambicioso y tenaz que comenzó su carrera en el “ghetto” judío de Frankfurt-am-Main en Hesse. En 1765, —dos décadas antes de la Revolución Francesa—, Rothschild se manejaba para obtener una audiencia muy beneficiosa con el Príncipe Guillermo IX, que estaba todavía viviendo por esos tiempos en Hesse-Hanau. Mayer Amschel procuraba congraciarse con el Príncipe Hesiano vendiéndole monedas antiguas a Guillermo a unos precios extremadamente bajos.

 

Guillermo, quien siempre tenía un ojo abierto para incrementar su fortuna material de cualquier manera posible, estaba encantado de lograr ventajas de la generosa ganga que le ofrecía Rothschild. Como retribución, Guillermo garantizó, a petición de Rothschild, con el nombramiento de Agente de la Corona ante el Príncipe de Hesse – Hanau. Este nombramiento hecho en 1769, fue más honorífico que sustancial, pero dio a Mayer Amschel un gran estímulo en su posición comunitaria y asistió a su esfuerzo por crear una exitosa Casa de Banco.

En los veinte años siguientes a su nombramiento, Mayer Amschel siguió manteniendo un íntimo contacto con el Príncipe Guillermo. La meta de Rothschild era convertirse en uno de los agentes financieros personales del Príncipe. La perseverancia de Rothschild, al final dio sus resultados. En 1789, el año en el cual comenzó la Revolución Francesa y cuatro años después que Guillermo heredara IX heredara la fortuna del Principado de Hesse-Kassel, Mayer había conseguido su primera colocación a nombre del Príncipe Guillermo.

 

Esto, a su vez, consolidó la codiciada posición de Agente Financiero Personal del Príncipe.


Rothschild hizo una considerable fortuna mientras servía en variadas actividades bajo Guillermo IX. La Revolución Francesa y las guerras que de ella se derivaron, crearon mucha escasez en Hesse. Rothschild capitalizó estas situaciones y elevó agudamente los precios de las telas que importaba de Inglaterra. Rothschild también hizo un trato con Carl Buderus, otro de los principales jefes financieros de Guillermo IX. El trato permitía a Rothschild compartir los beneficios por el arrendamiento de mercenarios hesianos a Inglaterra.

 

Virginia Cowles escribió en su excelente libro, “Los Rothschild, Una Familia de Fortuna”, una descripción del arreglo son Carl Buderus:

“En este punto, Mayer hizo una proposición al empresario Carl Buderus: Inglaterra estaba pagando al Landgrave (Guillermo IX) grandes sumas de dinero por la contratación de soldados hesianos; y los Rothschild le estaban pagando a Inglaterra grandes sumas de dinero por los bienes que importaban de allá. ¿Porqué no hacer que este movimiento de doble vía se cancele en si mismo y embolsillarse las comisiones por manejo de las facturas producidas en el comercio de ambas vías?. Buderus accedió y pronto, la cuerda extra que puso al arco de Rothschild estaba produciendo un impresionante ingreso”.

Desde entonces surge la Casa Rothschild, llamada así en razón del escudo rojo (roth = rojo y schild = escudo) usado como emblema. La familia Rothschild pronto se convirtió en sinónimo de riqueza, poder y banca. Por generaciones, la Casa Rothschild fue la familia de banqueros más poderosa de Europa y sigue hoy en día influyendo en la comunidad bancaria internacional. Compartiendo con la Casa Rothschild en Frankfurt en su comienzo estaba la familia Schiff. Los Schiff también fueron una gran familia de banqueros y se mantienen en la actualidad como tales, haciendo negocios de todo tipo con los Rothschild.
 

Muchos historiadores que han escrito sobre la familia Rothschild, enfocan el hecho de que Mayer Amschel era judío. Los Rothschild han sido importantes partidarios de la causa judía a lo largo de su historia como familia. Con menos frecuencia se menciona el hecho de que los Rothschild estaban ligados a la francmasonería alemana también. Esta asociación aparentemente comenzó con Mayer Amschel, quien acompañó a Guillermo IX en varias visitas a la logia masónica. No se sabe a ciencia cierta si Mayer fue un miembro o no.

 

Se sabe que su hijo Salomón, fundador de la Banca Rothschild de Viena, llegó a ser un francmasón. De acuerdo a lo que Jacobo Katz escribió en su libro “Los Judíos y la Francmasonería en Europa” (1723-1939), los Rothschild era una familia de las más ricas y poderosas de Frankfurt y aparecía en 1811 como miembros, en una lista masónica.


Los grados Escoceses usados en las logias alemanas eran por naturaleza cristianos. Esto creó problemas a los hombres judíos como Rothschild que deseaban participar en la masonería. Para resolver el dilema, las comunidades judías hicieron esfuerzos para cambiar ciertos rituales a fin de hacerlos aceptables por los judíos. Se crearon logias especiales para judíos, tales como la logia “Melchizedek”, llamada así en honor al Sacerdote-Rey del Viejo Testamento, cuya importancia fue discutida en un capítulo anterior (Capítulo 8) de este libro.

 

Aquellos que pertenecían a la logia Melchizedek se decía que eran miembros de la Orden Melchizedek. Este fue un desarrollo por lo demás interesante, porque al otro lado del Océano Atlántico el nombre de Melchizedek estaba siendo resucitado en el Continente Americano durante lo que mucha gente cree que fueron una serie significativa de episodios OVNI’s.

 

Esos episodios dieron al mundo una nueva religión: la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, mejor conocida como la Iglesia Mormón.

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