El Apocalipsis de Marx

La primera Revolución Francesa en 1789, marcó el comienzo de una larga serie de rebeliones en Francia. El nuevo Duque de Orleans, Luis Felipe, llegó a ser la figura decorativa de una revuelta en Julio de 1830, la cual lo colocó en el trono de Francia como gobernante de una monarquía constitucional. Asistiéndolo estaba el Marqués de La Fayette. Otro soporte importante de Luis Felipe fue un hombre llamado Luis Augusto Blanqui, quien fue condecorado por el nuevo gobernante por haber ayudado al éxito de la revolución de 1830.


Blanqui continuó siendo un activo revolucionario después de 1830 y proveyó significativo liderazgo a una larga cadena de rebeliones. Según Julius Braunthal, escrito en su libro, “Historia de la Internacional”:

“Blanqui fue el inspirador de todas las rebeliones en París desde 1839 hasta la Comuna(*) en 1871.”

(*) La Comuna fue un grupo revolucionario que gobernó París desde el 18 de Marzo hasta el 28 de Mayo de 1871.


Blanqui pertenecía a una red de sociedades secretas de Francia, las cuales organizaban y planeaban las revoluciones. Casi todas aquellas sociedades secretas eran retoños de la actividad de la Hermandad y estaban constituidas a imagen de las organizaciones de la Hermandad. Cada sociedad tenía una función diferente y bases ideológicas para reclutar gente dentro de la causa revolucionaria. Aunque algunas veces las sociedades revolucionarias difieren en materia de ideología y táctica, aquellas tenían un objetivo en común: traer la revolución. Muchos líderes revolucionarios participaron en varias de esas organizaciones simultáneamente.


Uno de los grupos secretos de revolucionarios franceses más efectivos fue la Sociedad de las Estaciones, de la cual Blanqui compartía el liderazgo. Esta sociedad fue planificada explícitamente para propósitos de tramar y llevar a cabo conspiraciones políticas. Una de las organizaciones aliadas a la Sociedad era la “Liga de los Justos”. La Liga fue fundada en 1836 como una sociedad secreta y ayudó a Blanqui y a la Sociedad de las Estaciones al menos en una revuelta: el levantamiento de Mayo de 1839.

 

Pocos años después de este levantamiento, a la Liga se le unió un hombre que más tarde llegó a ser el más famoso portavoz revolucionario: Karl Marx.


Karl Marx fue un alemán que vivió desde 1813 hasta 1883. Muchos lo consideran el fundador del Comunismo moderno. Sus escritos, especialmente el Manifiesto Comunista, son de una importante piedra fundamental de la ideología comunista. Sin embargo, como algunos historiadores han afirmado, Karl Marx no originó todas sus ideas. El actuó por algún tiempo como un portavoz para una organización política radical a la cual pertenecía. Fue durante su militancia en la Liga de los Justos que Marx escribió el Manifiesto Comunista con su amigo Federico Engels.

 

Aunque el Manifiesto contiene muchas ideas propias de Marx, su verdadero logro fue poner en forma coherente la ideología comunista, la cual ya estaba inspirando a las sociedades secretas de Francia para la rebelión.


Debido a su intelecto, Marx ganó considerable poder dentro de la Liga de los Justos y su influencia causó unos pocos cambios dentro de esta organización. A Marx no le gustaba el carácter conspirativo romántico de la red de sociedades secretas al cual pertenecía y logró eliminar algunos de esos rasgos dentro de la Liga. En 1847, el nombre de la Liga fue cambiado por el de “Liga Comunista”. Asociado con la Liga Comunista estaban varias organizaciones de trabajadores tales como: la Sociedad Alemana de los Trabajadores Educacionales GWES. Marx fundó una rama de la GWES en Bruselas, Bélgica.


En este punto, podemos ver la extraordinaria ironía en esos acontecimientos. La misma red de las organizaciones de la Hermandad que nos dieron a los Estados Unidos y otros países capitalistas por medio de la revolución, ahora estaban activamente creando la ideología que se oponía a estos países: la ideología comunista. Es crucial que este punto se comprenda: ambos lados de la lucha moderna, —comunistas versus capitalistas—, fue creada por la misma gente en la misma red de organizaciones secretas de la Hermandad. Este hecho vital es casi siempre pasado por alto en los libros de historia. Dentro de un corto período de cien años, la red de la Hermandad ha dado al mundo dos filosofías opuestas que proveen la entera fundación para la llamada “guerra fría”: un conflicto que ha durado cerca de medio siglo.


Considerando la afiliación de Karl Marx a la red de la Hermandad, no provocaría sorpresa que la filosofía de Marx siguiese el patrón básico de la religión Custodia. El marxismo es altamente apocalíptico. Habla de una Batalla Final, credo envolviendo fuerzas del bien y del mal, seguida por una utopía en la Tierra. La diferencia primordial es que Marx moldeó dentro de una estructura no-religiosa y trató de hacer que esta sonase como una ciencia social en vez de una religión. En el esquema de Marx, las fuerzas del bien están representadas por las clases trabajadoras oprimidas, y el mal, por la clase propietaria.

 

El conflicto violento entre las dos clases es descrito como natural, inevitable y últimamente sano, debido a que tal conflicto eventualmente resultará en el surgimiento de una utopía en la Tierra. La idea de Marx de la inevitable lucha de clases refleja la creencia del Calvinismo de que el conflicto sobre la Tierra es sano, porque significa que las fuerzas del bien están activamente combatiendo al servidor del mal.


Marx trató de hacer de su idea del “inevitable conflicto” que sonara científicamente apropiándola a un concepto conocido como “la dialéctica”. La dialéctica fue una noción adoptada por otro filósofo alemán llamado Hegel (1770-1831). La idea de Hegel de la dialéctica puede explicarse de esta forma: de una tesis (una idea o concepto) y una anti-tesis (opinión opuesta o contraria), uno puede concluir o derivar una síntesis, es decir: una nueva idea o concepto diferente a los dos primeros aunque es un producto de ellos.

 

Marx tomó esta idea aparentemente científica y la incorporó a su teoría de la historia social. En el modelo comunista del “materialismo dialéctico”, social, económico y político surgieron los cambios del choque de las oposiciones contradictorias y frecuentemente violentas. En esta forma, las interminables guerras de la historia y la incesante colección de facciones opuestas sobre la Tierra dicen ser una parte natural de la existencia por la cual deben ocurrir todos los cambios sociales. Esto hace parecer deseable, el interminable conflicto social, y esta es precisamente la ilusión que Marx trató de trasmitir en su teoría de la lucha de clases.


La visión comunista de la utopía es curiosa, pero significativa. Cada individuo es un trabajador igual a los demás. Nadie posee nada, pero cada uno en el conjunto posee todo; cada quien tiene todo lo necesario pero no necesariamente todo lo que desea; pero antes de que esta utopía se realice, todos tienen que vivir en una dictadura. ¡Caramba! Esta extraña visión de la utopía parece claramente diseñada para mantener a la humanidad como una raza de trabajo y para estimular a los humanos a que acepten condiciones de represión social como la dictadura.


Durante la vida de Marx, el conocimiento espiritual estuvo sometido a un estado de deterioro severo. La “salvación rápida” de los Protestantes y los embarazosos rituales practicados por casi todas las religiones, estaban comprensiblemente dirigiendo a mucha gente racional fuera de la religión en su conjunto. No es sorprendente que la validez de toda realidad espiritual comience a ser cuestionada.

 

Este cuestionamiento conduce mucha gente a inclinarse a un enfoque estrictamente materialista de la vida; y Marx proporciona una filosofía para que mucha de aquella gente diera un paso en este sentido. Aunque Marx conocía la existencia de la realidad espiritual, erróneamente estableció que la realidad espiritual era totalmente un producto de fenómenos físicos y materiales. En esta forma, las enseñanzas de Marx ayudaron a promover el objetivo Custodio expresado en el Libro del Mormón y en las tabletas primitivas de Sumeria, el cual es: causar una unión permanente entre el ser espiritual y cuerpos humanos.

 

Los escritos de Marx dan aceptación a esta unión “científica”, sugiriendo que el espíritu y la materia no se pueden separar en absoluto. La filosofía marxista añade que la realidad “sobrenatural”, (por ejemplo, la realidad existente fuera de los límites del universo material), no es posible. La utopía de Marx por lo tanto, equivale a un Edén Bíblico: un paraíso materialista en el cual todo el mundo es un trabajador sin rumbo hacia la libertad y el conocimiento espiritual; en otras palabras, una mimada prisión espiritual.


En la misma era en que el comunismo se estaba configurando como un movimiento organizado, la práctica bancaria estaba experimentando un desarrollo importante. A finales del siglo XIX, el nuevo sistema de papel moneda inflacionario ya era la norma establecida a través del mundo. Este sistema monetario todavía no estaba adecuadamente organizado a escala internacional, sin embargo, éste era el próximo paso, o sea: crear una red permanente de banco centrales por todo el mundo que estarían coordinados desde una simple localización fija.

Un especialista que escribió sobre este desarrollo, fue el finado Dr. Carroll Quigley, profesor de Harward, Princeton y en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown. El libro de Dr. Quigley: “Tragedia y Esperanza: una historia del mundo de nuestro tiempo”, logró gran fama porque fue usado por algunos miembros de la Sociedad John Birth, para probar sus ideas de “conspiración comunista”.

 

Poniendo a un lado esta notoriedad, encontramos que el libro del Dr. Quigley es exhaustivamente investigativo y de muy valiosa lectura. El Dr. Quigley no era un “conspirador aficionado” sino un profesor altamente respetado con credenciales académicas excepcionales. El libro del Dr. Quigley describe con gran detalle, el desarrollo y funcionamiento de la comunidad bancaria internacional para el establecimiento del sistema de papel moneda inflacionario a través del mundo.

 

Demos una breve mirada a lo que el Dr. Quigley nos tiene que decir.
 

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El Dinero Sucio se hace Internacional

En su libro “Tragedia y Esperanza”, el Dr. Quigley divide la historia del “capitalismo” en varias etapas. La tercera etapa, la cual abarca el período comprendido entre los años 1850 y 1931, la define el Dr. Quigley como la etapa del Capitalismo Financiero, y afirma:

“Esta tercera etapa del capitalismo es de un abrumante significado para la historia del siglo XX, donde sus influencias y ramificaciones han sido tan subterráneas, y porque no, ocultas, que podemos ser excusados si le dedicamos considerable atención a su organización y métodos. Esencialmente, lo que éste hizo fue tomar los viejos métodos desorganizados y locales para manejar el dinero y el crédito, y organizarlos en un sistema integrado, sobre una base internacional, el cual trabajó con increíble y bien lubricada facilidad por muchas décadas.”

El Dr. Quigley describe el intento global del nuevo sistema integrado:

“….el poder del capitalismo financiero tiene otro objetivo de largo alcance, nada menos que crear un sistema mundial de control financiero en manos privadas, capaz de dominar el sistema político de cada país y a la economía del mundo en su totalidad. Este sistema fue hecho para ser controlado de una manera feudal por los bancos centrales del mundo actuando en concierto, mediante acuerdos secretos realizados en reuniones y conferencias privadas. El ápice de este sistema estaría en el Banco para las Colocaciones Internacionales, - Bank for International Setlements -, con sede en Basilea, Suiza; un banco privado perteneciente y controlado por los bancos centrales del mundo, que a su vez son corporaciones privadas. Cada banco central…busca manejar el intercambio exterior (cambio extranjero) para influenciar el nivel de la actividad económica en el país e influenciar la cooperación política mediante subsiguiente recompensa económica en el mundo de los negocios”.

En el mundo de habla inglesa, los recién organizados bancos centrales ejercieron influencia política significativa a través de una organización que patrocinaban conocida como la Mesa Redonda. Esta organización era para reunir un equipo de expertos o “Think Tank” (Gabinete Estratégico, reunión de expertos), quienes se ocupaban de afectar las acciones de la política exterior de los gobiernos.

La Mesa Redonda fue fundada por un inglés llamado Cecil Rhodes, (1853-1902). Rhodes había creado una vasta operación minera de oro y diamante en Sur África y en las naciones Áfricanas que llevaban su nombre: Rodhesia del Norte y Rodhesia del Sur, hoy Zambia y Zimbabwe respectivamente. Rhodes, quien había sido educado en Oxford, hizo lo máximo para explotar, como cualquier inglés, los recursos minerales de África y hacer del Sur del Continente Africano una parte vital del Imperio Británico.


Rhodes era más que un hombre dirigido a construir una fortuna personal. El fue muy dedicado con el mundo y hacia dónde se dirigía éste; muy especialmente con respecto a las guerras. Aunque vivió casi un siglo atrás, visualizó un día cuando las armas de la gran destrucción podrían arrasar con la civilización humana. Aunque vivió casi cien antes, sus pronósticos le inspiraron a canalizar su considerable talento y fortuna personal en la construcción de un sistema político mundial bajo el cual fuera imposible que una guerra de tal magnitud pudiese ocurrir.

 

Rhodes intentó crear un sólo gobierno mundial dirigido por los británicos. El gobierno mundial sería lo suficientemente fuerte para sofocar cualquier acción de cualquier tipo de gente. Rhodes también quería unificar a la gente haciendo del inglés el lenguaje universal. El pensó disminuir el nacionalismo e incrementar la conciencia entre la gente, de que ellos forman parte de una gran comunidad humana. Fue con estas metas en mente, que Rhodes estableció la Mesa Redonda. En su última voluntad, Rhodes también creaba la famosa Beca Rhodes, un programa todavía en operación hoy. El programa de becas Rhodes está diseñado para promover el sentimiento de ciudadanía universal basado en las tradiciones anglo-sajonas.


El corazón de Rhodes estaba claramente en el camino correcto. Si lo hubiese logrado, habría reparado muchos de los efectos dañinos descritos en la Torre de Babel donde se dividió a la gente en grupos de diferentes lenguajes. Promoviendo una ciudadanía de carácter universal se contribuía a superar los tipos de nacionalismo que ayudan a generar guerras. Sin embargo, algo estaba errado.

 

Rhodes cometió el mismo error de muchos otros humanitaristas anteriores a él: pensó que cumpliría sus metas utilizando los canales de la red corrupta de la Hermandad.

 

Finalmente, Rhodes terminó creando instituciones que muy pronto cayeron en las manos de aquellos que usarían estas mismas instituciones para oprimir a la raza humana. La Mesa Redonda no sólo fracasó en hacer lo que Rhodes había intentado sino que sus miembros ayudaron más adelante a crear dos de las más odiosas instituciones del siglo XX: el campo de concentración, y justo, la cosa a la que Rhodes había dedicado su vida a prevenir: la construcción de la bomba atómica.


La idea de Rhodes para la Mesa Redonda había empezado en sus tempranos veinte años. Ya a los 24 años, mientras era un estudiante en Oxford, Rhodes escribió su segundo testamento, en el cual describía sus planes para el legado de sus bienes:

“.. establecimiento, promoción y desarrollo de una sociedad secreta, verdadero propósito y objeto por el cual se extendería el gobierno a través del mundo.... y finalmente la fundación de un poder tan grande que en lo adelante hiciera las guerras imposibles y promoviera los mejores intereses de la humanidad”.

La sociedad secreta de Rhodes, la Mesa Redonda, al fin nació en 1891. Fue creada según el modelo de la francmasonería; con sus círculos internos y externos. El círculo interno de Rhodes fue llamado el Círculos de los Iniciados; y el círculo externo, la Asociación de Auxiliares. El nombre de la organización, la Mesa Redonda, era una alusión al Rey Arturo y su legendaria mesa redonda. Por extensión, todos los miembros de la Mesa Redonda eran “caballeros”.
 

Era inevitable que el éxito de Rhodes y su influencia política pusiera en contacto otras “personas poderosas e influyentes” de la sociedad inglesa. Por supuesto, entre ellos estaban los más grandes financieros británicos. Uno de los principales soportes de Rhodes fue el banquero inglés Lord Rothschild, quien figuraba en la lista como uno de los miembros propuesto para el Círculo de Iniciados de la Mesa Redonda. Otro de los asociados de Rhodes fue el influyente banquero inglés: Alfred Milner.


Después de la muerte de Rhodes en 1902, la Mesa Redonda ganó un creciente apoyo de la comunidad bancaria internacional. Esta vio en la Mesa Redonda una manera de ejercer su influencia sobre los gobiernos de la Comunidad Británica y en otras partes.

 

En los Estados Unidos, por ejemplo, según el Dr. Quigley:

“La principal columna vertebral de esta organización, la Mesa Redonda, creció desde la ya existente corporación financiera gobernada por el Morgan Bank en New York, hasta un grupo financiero internacional dirigido por los Lazard Brothers.”

Desde 1925 en adelante, las mayores contribuciones para la Mesa Redonda llegaban de personalidades financieras muy ricas, fundaciones y compañías asociadas a la fraternidad bancaria internacional. Se incluyen: el Carnegie United Kingdon Trust, organización ésta asociada a J. P. Morgan y las familias Rockefeller y Whitney.


Después de la Primera Guerra Mundial, la Mesa Redonda experimentó un período de expansión durante el cual fueron creados muchos sub-grupos. El hombre responsable por el reclutamiento y arranque de muchos de los sub-grupos fue Lionel Curtis. En Inglaterra y en cada dominio británico, Curtis estableció un capítulo local, (en palabras de Curtis, “un grupo de choque”), de la Mesa Redonda, llamado el Instituto Real de Asuntos Internacionales (Royal Institute of International Affairs). En los Estados Unidos, el “grupo de choque” de la Mesa Redonda fue denominado: el Consejo de Relaciones Exteriores, (Council on Foreing Relations - CFR).


Muchos norteamericanos de hoy están familiarizados con el Consejo de Relaciones Exteriores y su sede en New York. El CFR se conoce como un proveedor de cerebros (think tank) del cual sale una gran cantidad de empleados públicos que ocupan altos cargos a nivel federal. Bajo la administración de Ronald Reagan por ejemplo, más de setenta de los miembros de su administración pertenecían al Consejo, incluyendo varios miembros del alto gabinete. El CFR ha dominado pasadas administraciones presidenciales también y dominó la administración de George Bush (1989-1993).

 

El presidente del CFR por muchos años ha sido el banquero David Rockefeller, antiguo presidente del Chase Manhattan Bank. Otro ejecutivo del Chase presidió el CFR antes que él. La advertencia de Thomas Jefferson se ha tornado verdadera. La fraternidad bancaria norteamericana ha ejercido una fuerte influencia sobre la política norteamericana, notoriamente en la política exterior; y es el Consejo de Relaciones Exteriores el canal a través del cual se hace esto. Desafortunadamente, esta influencia ha contribuido a preservar la inflación, las deudas y las guerras, como status quo o estado de las cosas existentes.


Cuando Cecil Rhodes estaba vivo ganó un considerable poder en Sur África donde sirvió por algunos años como su Gobernador Colonial. Poseía una efectiva y única forma de delegar el poder. Según uno de sus amigos íntimos, el Dr. Jameson, Rhodes daba una enorme autonomía a sus hombres de confianza. El Dr. Jameson escribió una vez:

“… Mr. Rhodes deja la decisión (lo que hay que hacer en una situación) al hombre encargado en el sitio, a quien supone que es el mejor juez de las condiciones. Esta es la forma de ser de Mr. Rhodes. Es un placer trabajar con un hombre de su inmensa habilidad, y doble placer cuando te encuentras que en la ejecución de sus planes, lo deja todo a ti; aunque no hay duda que en última instancia de los negocios de Transvaal se ha perjudicado por este sistema, todavía a largo plazo, el sistema funciona. Al mismo tiempo que logra el objetivo que tiene a la vista, no se distrae en cuidar los medios y métodos que tú empleas. El deja al hombre consigo mismo y esto explica el porqué obtiene de sus hombres el mejor de los trabajos que ellos son capaces de hacer”.

Este puede ser un estilo efectivo de liderazgo, excepto cuando los medios usados para lograr un fin, crean sus propios problemas. Algunos de los métodos usados por los hombres de Rhodes hicieron más daño a largo plazo, que bien de inmediato. En Sur África por ejemplo, una lucha entre los colonos holandeses (los “Boers”) y los ingleses, desembocó en la Guerra de los Boers. Durante este conflicto, uno de los oficiales británicos bajo el mando de Rhodes, Lord Kitchener, fundó campos de concentración para encerrar a los Boers capturados.

 

Los campos fueron decretados por Kitchener el 27 de Diciembre de 1900 y en 46 campos fueron recluidos eventualmente más de 117.000 prisioneros Boers. Las condiciones de reclusión eran tan inhumanas que se estimó que murieron entre 18.000 y 26.000 prisioneros afectados principalmente por enfermedades. Esta fue una gran cantidad de crímenes masivos. Hoy asociamos los campos de concentración con la Alemania nazi y la Rusia comunista, pero realmente su uso en el siglo XX comenzó con los ingleses bajo la autoridad de Lord Kitchener.


Quizás la más grande ironía en la historia de la Mesa Redonda fue el papel de esta organización en la creación de la bomba atómica. Después de la muerte de Rhodes, los grupos de la Mesa Redonda se dedicaron a establecer otras organizaciones. Una de ellas fue el Instituto para Estudios Avanzados (Institute for Advanced Study – IAS) localizado en Princestown, New Jersey. El IAS frecuentemente ayudaba a los científicos que estaban desarrollando la primera bomba atómica para los Estados Unidos. Los miembros del Instituto incluían a Robert Oppenheimer, quien ha sido apodado el “Padre de la Bomba A”, y Alberto Einstein, para quien el Instituto fue como su hogar.


Como vemos, el mundo estaba experimentando desarrollos muy importantes cuando entraba el siglo XX. El Banco Central se estaba organizando en una red internacional. Los banqueros ganaban más influencia en las relaciones exteriores de Gran Bretaña y los Estados Unidos de América por medio de grupos como la Mesa Redonda y el Consejo de Relaciones Exteriores. Entretanto, el movimiento comunista estaba ganando un incremento considerable en Europa. Este momentum dio su fruto en 1917 cuando los revolucionarios comunistas establecieron su “primera revolución del proletariado” en Rusia.


Una vez más el mundo se ponía en camino de la utopía bíblica.

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El Paraíso de los Trabajadores

Para mucha gente aún viva, el período desde 1914 hasta la mitad de los 30’s fue la realización de la auténtica profecía apocalíptica. Esos años dan testimonio de una devastadora guerra mundial, una repentina epidemia de influenza a nivel mundial en la cual murieron diez millones de personas en un corto período de tiempo y un colapso financiero internacional, marcado en Alemania por una hiperinflación de su moneda.


También sucedieron repentinos cambios meteorológicos. Extensas áreas de los Estados Unidos se convirtieron en cuencos de polvo áridos. Esto trajo la destrucción de cultivos a gran escala y la pérdida de muchas granjas familiares por embargos y remates hipotecarios. Este fue un período en el cual se publicaron noticias de “bolas de fuego” espectaculares con creciente frecuencia en el New York Time. Algunas “bolas de fuego” parecían traer consigo violentas tempestades, terremotos y otros desastres naturales. Nuevos Mesías estaban apareciendo por todo el mundo. Con seguridad, muchos creían que Dios estaba anunciando el Día del Juicio.


El comienzo del siglo XX presenció muchos cambios en Alemania. Los principados autónomos estaban fundiéndose en una sola nación: Alemania. Dirigiendo este esfuerzo de unificación estaba la dinastía prusiana de los Hohenzollern, la cual también estaba en un proceso de forjar una enorme maquinaria alemana de guerra. Esta maquinaria estaba comandada por el Kaiser Guillermo, un Hohenzollern que ayudó a sumergir a Europa en la Primera Guerra Mundial.


Detrás de la militarización alemana estaba la red de la Hermandad. Al principio de la primera década del siglo XX, una serie de organizaciones místicas alemanas estaban adoptando una curiosa mezcla de ideas arias acerca de una raza pura y conceptos místicos referentes a las futuras glorias alemanas. De esta mezcolanza resultó la noción de una raza pura alemana. Uno de los más prominentes escritores en este género fue Houston Steward Chamberlain, un inglés educado en París y tutorado por un prusiano cuando joven.

 

Su obra más importante Die Grundlagen des Neunzehnten Jahr Hunderts (La Fundación del Siglo XIX) fue publicada en el año 1899. En este trabajo, Chamberlain alababa las glorias del “germanismo” y anunciaba que Alemania era la nación mejor dotada para llevar a cabo un “nuevo orden” en Europa. Indicaba que los alemanes pertenecían al Grupo de los Pueblos Arios de Occidente y por lo tanto eran racialmente superiores a todos los demás. De Alemania emergería una nueva raza de “superhombres”, decía Chamberlain.

 

También creía en la eugenesia, —el mejoramiento de la raza humana por cuidadosa escogencia de sus padres naturales —, y proclamó que todos los Arios alemanes tenían una tarea de engendrar la super-raza con su semilla aria. Tampoco dudó en expresar su anti-semitismo. Afirmaba que los judíos habían introducido una influencia extraña en Europa con la cual degradaban todas las culturas en las que eran asimilados.


El Emperador (Kaiser) Guillermo de Alemania y muchos miembros del Cuerpo de Oficiales de Alemania estaban profundamente inspirados por los escritos de Chamberlain. El Kaiser lo invitó a la corte real y según se informó, agradeció supuestamente a Chamberlain con estas palabras: “Fue Dios quien envió tu libro al pueblo alemán y a tí personalmente a mí”. Chamberlain permaneció como huésped del Emperador en el Palacio de Postdam donde llegó a ser un mentor espiritual para el Kaiser. Las ideas místicas abrazadas por Chamberlain hicieron mucho para empujar al Kaiser y a otros líderes alemanes dentro de la megalomanía que causó la Primera Guerra Mundial.


Propiamente la I Guerra Mundial fue desencadenada por el asesinato del Archiduque austriaco Franz Ferdinand, (Francisco Fernando), presunto heredero del trono de Austria. El y su esposa, la Duquesa Sofía, fueron abaleados el 28 de Junio de 1914 en Sarajevo por asesinos serbios pertenecientes a una sociedad secreta oculta llamada la Mano Negra. Una reacción política en cadena siguió al asesinato, y la I Guerra Mundial fue declarada cuando el Jefe del Estado Mayor alemán, General Helmuth von Moltke, él mismo, un místico, aunque para algunos relatos, sólo un fanático como el Kaiser acerca del destino alemán, ordenó la movilización militar total, seguida por una invasión a Francia el 1 de Agosto de 1914.


Los miembros de la red mística, una vez más, habían comenzado una guerra brutal y sin sentido.


Hay otra historia de la I Guerra Mundial bastante admitida y que trata del cuento de una extraña tregua. Este cuento fue relatado en la revista “Parade” por el equipo de escritores de Irving Wallace, —David Wallichinsky y Amy Wallace en su columna “Significado”. He aquí la historia escrita por ellos:

“En medio de los horrores de la I Guerra Mundial sucedió una sola tregua por unas pocas horas cuando los enemigos se comportaron como hermanos.


En la Navidad de 1914 había quietud en todo el Frente Occidental de Francia; desde el Canal de la Mancha hasta los Alpes Suizos. Las trincheras estaban a 80 Km., de París. La guerra tenía apenas cinco meses de haber comenzado y ya habían aproximadamente 800.000 hombres entre heridos y muertos. Cada soldado se preguntaba si el Día de Navidad traería otro ciclo de fuego y muerte. Pero sucedió algo: los soldados británicos elevaron sus pancartas de “Feliz Navidad” y pronto se oyeron villancicos desde las trincheras alemanas y británicas simultáneamente.


Amaneció la Navidad con soldados dejando sus trincheras y oficiales tratando inútilmente de parar a sus tropas de reunirse con el enemigo en medio de la tierra de nadie para cantar y conversar. Intercambiaron pequeños regalos, la mayoría golosinas y cigarrillos, pasaron el Día de Navidad pacíficamente a lo largo de los kilómetros del frente de batalla. En un sitio, los británicos jugaron al football con los alemanes, quienes ganaron el partido 3 x 2.


En algunos lugares, la tregua espontánea continuó el día siguiente, ningún lado deseando disparar el primer tiro. Finalmente la guerra se reinició al llegar tropas frescas y cuando el alto mando de ambos ejércitos ordenó que cualquier “entendimiento informal” con el enemigo sería castigado como traición”.

Lo relatado aquí es otro de aquellos pequeños pero significativos episodios que revelan a los seres humanos aparentemente no inclinados por naturaleza a la guerra. Dadle la oportunidad y ellos depondrán sus armas y se comprometerán en propósitos más alegres y constructivos. Lo que causaba que esos soldados volvieran a combatir era las presiones de una estructura social artificial surgida de muchos de los factores descritos en este libro.


Uno de los más grandes acontecimientos de la Primera Guerra Mundial fue la Revolución Bolchevique en Rusia el año 1917. Esta fue la revolución que convirtió a Rusia en la nación comunista que conocimos en la mayor parte del siglo XX. La revolución ocurrió un año antes del fin de la Primera Guerra Mundial. Fue dirigida en gran parte por Vladimir Ilych Ulyanov, quien fue mejor conocido por su nombre de código: Lenin.


En el tiempo de la revolución, Rusia era una nación enemiga de Alemania. La ferocidad de la Primera Guerra Mundial había despertado en el pueblo ruso un fuerte sentimiento anti-alemán. Los opositores al Bolchevismo fueron hábiles para usar este sentimiento contra los bolcheviques acusando a Lenin de ser un agente alemán. En algún grado, esta acusación era verdad.

 

Sir Winston Churchill, primer ministro de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, escribió:

“Ellos, (los alemanes), transportaron a Lenin en un tren blindado, como el bacilo de una plaga, desde Suiza hasta Rusia”.

Churchill se refería al tren en el cual Lenin y su entorno, viajó desde su cuartel revolucionario en Suiza a través de Alemania hasta Rusia con el fin de ponerse al frente de la revolución que recién había estallado. La Alemania militar garantizó la seguridad del tren de Lenin mientras atravesaba el país alemán, pero no le permitió a Lenin y a sus acompañantes bajar del tren mientras permaneciera en suelo germano.

 

En la primera parada del tren en territorio alemán después de cruzar la frontera Suiza, este fue abordado por dos oficiales alemanes que proporcionaron una escolta silenciosa para el partido revolucionario. Los oficiales tenían instrucciones personales del Jefe del Estado Mayor del 8° Ejército Alemán del Frente Oriental, General Erich Ludendorff, quien más tarde llegó a ser una de las figuras más poderosas de la política alemana y contó con un prominente apoyo de Adolfo Hitler.


Michael Pearson, autor de un excelente libro titulado: “El tren sellado”, presenta la evidencia de cómo los alemanes continuaron apoyando a los bolcheviques aún después que la revolución había terminado. El militarismo alemán quería estar seguro de que los bolcheviques eran capaces de mantenerse en el poder de Rusia. De acuerdo a los archivos de la Cancillería alemana, liberados del secreto después de la Segunda Guerra Mundial, esa Cancillería colocó el 5 de Febrero de 1918 a favor de Rusia un total de 40.580.997 DM (Marcos Alemanes), para “asuntos especiales” y “propaganda rusa”. La mayor parte de este dinero se cree que fue enviado directamente al nuevo régimen comunista.

 

De acuerdo a los mismos documentos, 15.000.000 de DM (Marcos Alemanes) fueron librados a Rusia por la Tesorería Alemana justo el día siguiente que Lenin asumió oficialmente el poder en Noviembre de 1917. En un telegrama enviado el 3 de Diciembre del mismo año por Ricjard von Kuhlman, Secretario de la Cancillería, dice:

“…no es hasta que los bolcheviques hayan recibido de nosotros un flujo estable de fondos a través de varios canales, que ellos estarán en posición de construir su principal órgano Pravda, para conducir una enérgica propaganda y extender apreciablemente la original y estrecha base de su partido.”

Tres meses más tarde, otro telegrama enviado por Von Kuhlman revelaba que,

“… el movimiento bolchevique nunca hubiera alcanzado la escala o influencia que tiene hoy sin nuestra continua ayuda”.

Indudablemente, Lenin negó la acusación de haber recibido alguna ayuda de Alemania. Siendo Alemania enemiga de Rusia, Lenin hubiera sido considerado un traidor a la patria rusa. Después de todo: ¿Por qué los capitalistas alemanes ayudaban a los comunistas?

 

El opresivo Zar ruso ya había abdicado antes de la revolución y el Gobierno Provisional colocado en su lugar fue una forma republicana de gobierno al estilo Estados Unidos.

 

Mucha gente cree que Alemania ayudó a Lenin a derrocar el gobierno provisional con el objeto de terminar con el compromiso ruso de participar contra Alemania en la Primera Guerra Mundial. Los militares alemanes no querían otra cosa que despreocuparse por el Frente Oriental de forma que los soldados mal aprovisionados y sus implementos pudiesen ser movilizados a otros lados. El gobierno provisional había continuado la guerra contra Alemania, mientras que los bolcheviques sacaron a Rusia de la Primera Guerra Mundial después de tomar el poder.


Entonces surge la pregunta: ¿Porqué los alemanes ayudaron a los revolucionarios comunistas? Habían otros grupos políticos en Rusia que podrían haber sido ayudados.


Para empezar, los bolcheviques eran probablemente los que mantenían la mayor oportunidad de éxito. Un factor muy importante era el que algunos de los más prominentes industriales y financieros alemanes con influencias dentro del militarismo alemán, estaban apoyando el movimiento comunista. Su apoyo había comenzado mucho antes de la Primera Guerra Mundial. Uno de los más visibles soportes de Carlos Marx había sido el rico industrial alemán: Federico Engels. Engels había sido coautor junto con Marx, del Manifiesto Comunista.

 

Una significativa ayuda para el Comunismo llegó también de la Comunidad Bancaria Alemana. Max Warburg, un líder máximo de las finanzas alemanas, envió su ayuda a los bolcheviques, como también lo hizo el banquero Jacob Schiff, quien siendo un americano, venía de la misma familia alemana que había compartido una casa en Frankfurt, generaciones atrás con la familia de los Rothschild. Según el nieto de Schiff, su abuelo dio prestado alrededor de 20 millones de dólares al primer gobierno comunista en Rusia. La confusión combinada de préstamos occidentales y el dinero de la Tesorería alemana fue la única cosa que hizo posible la supervivencia del primitivo régimen bolchevique.


Fueron muchas las razones por las cuales los banqueros occidentales financiaron a los bolcheviques. Los orígenes comunes del Comunismo y el sistema de papel moneda inflacionario en la misma red mística, es un factor que hay que considerar. El Marxismo sigue estrechamente el patrón filosófico básico del Cristianismo y otras religiones Custodias con su “batalla final” y su mensaje utópico. Quizás el hecho más importante del Comunismo moderno para explicar el apoyo bancario occidental, es el hecho de que el Comunismo es realmente el Capitalismo llevado al extremo. Para comprender esto, debemos dar una mirada a lo que realmente es “capitalismo”.


Capitalismo y libre empresa frecuentemente son igualados. Ellos no lo son. La primera definición alude a los “bienes de capital”. Aquellos bienes son los usados para manufacturar otros productos. Un típico bien de capital sería una máquina usada en una línea de ensamblaje. Un capitalista en consecuencia puede significar una persona que compra bienes de capital y los usa para manufacturar otros productos en su beneficio. Este tipo de capitalista se encuentra comúnmente en el sistema de “libre empresa”, pero él o ella no requieren de un sistema de libre empresa para sobrevivir. El o ella pueden existir en cualquier tipo de sistema político o económico, mientras se obtenga un beneficio. De hecho, este tipo de capitalista con frecuencia sobrevive mejor en un sistema de empresa cerrado, donde hay poca o ninguna competencia.


Los gobiernos son capitalistas cuando poseen e invierten en equipamiento de capital.


El segundo capitalista es el capitalista financiero. El Capitalismo Financiero es el control de los recursos mediante la inversión y el movimiento del dinero. Este puede o no envolver la adquisición de bienes de capital. Un capitalista financiero frecuentemente invierte su dinero en acciones de compañías e influye el uso de los recursos, determinando en cuáles empresas debe invertirse. Un capitalista financiero puede ser también un banquero que está autorizado para crear papel moneda inflacionario para prestarlo, y que es capaz de influenciar el uso de los recursos mediante la forma cómo presta “su dinero creado de la nada”. El capitalista financiero tampoco requiere de un sistema de libre empresa para sobrevivir y frecuentemente se beneficia de los monopolios.


Como podemos observar, el capitalismo no es la misma criatura que la libre empresa, aún si ellos frecuentemente coexisten. La libre empresa y el capitalismo con frecuencia entran en conflicto uno con otro porque el capitalismo tiende a moverse en la dirección del monopolio y la libre empresa tiende a favorecer los mercados abiertos y libres, accesibles a cualquier empresario.


En 1989 y a comienzo de 1990, Rusia y la mayoría de las naciones de Europa Oriental, voluntariamente, desmantelaron al comunismo en sus naciones para reemplazarlo con democracias al estilo occidental. La Unión Soviética fue abolida y la mayoría de las repúblicas se hicieron países independientes unidos en una confederación llamada la Comunidad de Estados Independientes. Se restableció en gran extensión la propiedad privada de la tierra y de los negocios. No obstante, es todavía útil discutir lo que la Unión Soviética significó bajo el comunismo, para comprender cuánto esta importante facción de la red de la Hermandad hizo por perpetuar problemas significativos dentro de nuestro período de vida. Además, el comunismo todavía domina algunas naciones y continúa inspirando conflictos revolucionarios en el Tercer Mundo.


El sistema económico de Rusia comunista fue un ultra-capitalismo porque su industria era altamente monopolista y la economía de la nación era mucho más dominada por las mismas instituciones que dominan a las naciones capitalistas. La más significativa de esas instituciones es el Banco Central Soviético, el cual operaba de manera similar a los bancos centrales de las naciones occidentales. La mayor diferencia era que el Banco Central Soviético tenía y todavía tiene para el momento de escribir esto (1992), un papel altamente intruso en la vida económica del país.


El Banco Central de la Unión Soviética ha sido llamado el Gosbank. Ha cumplido simultáneamente las funciones de banco central y banco comercial. Para 1980, el Gosbank tenía aproximadamente 3.500 agencias y 150.000 empleados. Las mayores empresas soviéticas, las cuales eran de propiedad del Estado, dependían del Gosbank para sus préstamos y para capearlos durante los períodos en que sus gastos eran más grandes que sus ingresos.

 

En otras palabras, las empresas del Gobierno comunista de la Unión Soviética también operaban en base a ganancias y pérdidas y tenían que recurrir por préstamos al Gosbank cuando sufrían pérdidas. Como en las naciones no comunistas, las empresas soviéticas cobraban intereses por el dinero dado a préstamo. La única diferencia era que el Gosbank cargaba una rata de interés fijo, mientras que la gran mayoría de los bancos de Occidente tienen una rata de interés variable.


El Gosbank era y es todavía un banco de emisión, es decir, que tiene la potestad de emitir dinero. El Gosbank crea “dinero de la nadaal igual que lo hacen los bancos occidentales. Aunque el Gosbank aparentemente operaba bajo control del gobierno soviético de la Unión, de hecho y en la práctica era una institución semi-autónoma, de la cual eran y todavía son profundamente deudoras las empresas soviéticas.


El Gosbank era todavía más dominante en los asuntos financieros soviéticos que lo son los bancos centrales de las naciones occidentales; esto debido a que todas las transacciones entre las empresas soviéticas tenían obligatoriamente que pasar por el Gosbank. Esto permitía al Gosbank vigilar día a día todas las transacciones financieras que desarrollaban las empresas soviéticas. El Gosbank se encargaba también de la distribución de los salarios de todos los trabajadores. Era una enorme burocracia la que regulaba la actividad económica a un grado extraordinario en la Unión Soviética.


Vemos que la Rusia comunista fue la realización de un maravilloso sueño para el capitalismo financiero. La idea marxista de que: “todo es propiedad colectiva” bajo el comunismo, simplemente significó que una élite selecta en los bancos y en el gobierno, tenían total autorización para disponer del uso de todos los recursos explotables en el país. A los trabajadores soviéticos les pagaban salarios con los cuales podían adquirir bienes personales; pero según las leyes soviéticas no podían poseer tierras, casas, negocios o cualquier equipo industrial grande.

 

Los ciudadanos soviéticos podían vender los artículos “usados” o personalmente producidos, pero no podían contratar a otros para beneficio personal o realizar actividades de intermediación. Aunque habían muy limitadas excepciones para esas restricciones y un floreciente “mercado negro”, sin embargo, las leyes soviéticas crearon un efectivo monopolio en el cual los trabajadores rusos eran altamente explotados en un rígido sistema feudal: sólo necesitamos comparar a la Rusia comunista con el feudalismo medieval para apreciar este hecho.


Como en el viejo feudalismo europeo, la mayoría de los ciudadanos soviéticos eran forzados a sufrir escasez crónica de bienes y servicios y se les decía que tenían que sufrir esto como un sacrificio por el bien de la madre Rusia.


Como en el viejo feudalismo europeo, el pueblo soviético estaba efectivamente “apegado a la tierra” por una rígida burocracia la cual prohibía a la gente movilizarse dentro del país sin permiso del gobierno. Esta regulación existía para el control económico y la vida política de la Unión Soviética, mediante la decisión de dónde la gente debía vivir y trabajar. Este era el mismo motivo usado para atar a la gente a la tierra bajo los viejos señores feudales. Esto causó que el pueblo soviético se convirtiera en cierto grado en siervos. La emigración a naciones fuera de la Cortina de Hierro estaba severamente restringida, lo cual, una vez más, añadía otra forma de servidumbre ya que el pueblo permanecía compulsivamente anclado a la tierra conde había nacido.


Como en el viejo feudalismo, a la élite de la Rusia comunista se le acordaban lujos especiales y privilegios, negados por ley a las “masas”. En la URSS comunista, tales privilegios incluían las tiendas de fantasías en las cuales sólo a un puñado de familias se le permitía comprar. La “élite” también encontraba muy fácil viajar fuera de la Unión Soviética y enviar a sus hijos para ser educados en el exterior.


El antiguo señor feudal mantenía el sistema, ofreciendo un castillo fortificado dentro del cual podían protegerse los siervos para cuando eran atacados por merodeadores o ejércitos extranjeros. El sistema soviético también se mantenía vivo estimulando la xenofobia y recordando regularmente al pueblo ruso , las invasiones a Rusia por Napoleón y la Alemania Nazi. El estado soviético garantizaba protección a su pueblo contra un mundo externo temible y peligroso.

Podemos ver que la glorificación marxista del trabajador encaja muy bien en el sistema comunista soviético. A causa de que el sistema pone tan severas limitaciones sobre la propiedad, la vasta mayoría de la gente sólo se sentía valiosa como trabajadores y burócratas. El comunismo es también abiertamente ateo; por ejemplo: niega la existencia de cualquier realidad espiritual. El sistema comunista soviético satisface de esta forma, las intenciones Custodias expresadas en el Antiguo Testamento, de preservar al homo sapiens como una criatura de labor, cuya existencia desde el nacimiento hasta la muerte, sería una larga batalla por la existencia física con ningún acceso al conocimiento espiritual el cual puede hacerlo libre.


Un aspecto significativo de la Revolución Rusa fue el papel de los servicios de espionaje en este trastorno. Por el tiempo de la Revolución Rusa, la comunidad internacional de inteligencia había crecido y convertido en un gran y sofisticado negocio con una considerable influencia. A través de toda la historia, los miembros de la red de la Hermandad en posesión del poder político, encontraron en los servicios de inteligencia, un conducto ideal para promover las agendas políticas y sociales de la Hermandad, en base al secreto que típicamente rodea las actividades de inteligencia. Como un producto, muchos servicios de inteligencia se convierten en fuentes de manipulación, agitación y traición. Esta conducta fue ya evidente en Rusia en el tiempo de la Revolución.


Antes de establecerse en gobierno provisional, Rusia era gobernada por un Zar o Emperador. El último Zar tenía a su disposición una vasta red de inteligencia conocida como la Okhrana. La Okhrana consistía de varias organizaciones que operaban todas las funciones normales de espionaje, con sus agentes secretos, doble-agentes, agentes provocadores y expedientes secretos. La Okhrana espiaba a los amigos y enemigos zaristas indistintamente y actuaba como policía de seguridad interna de Rusia. Dentro de la nación, la Okhrana llevaba las actividades anti-subversivas en toda su extensión. La impopularidad de las actividades domésticas de la Okhrana fue uno de los mayores motivos usados por los bolcheviques para atacar al Zar.


El Zar, por supuesto, fue eventualmente derrocado. Esto debe significar que la Okhrana había fallado. ¿Fue así?


Los escritores de la historia han afirmado que la Okhrana había sido grandemente infiltrada y ayudaba al movimiento bolchevique. La Okhrana hacía esto mediante los espías conocidos como “agentes provocadores”. Un agente provocador es alguien que deliberadamente agita a otros induciéndolos a cometer actos perjudiciales o ilegales, generalmente con la intención de desacreditar o arrestar a la víctima manipulada. En los EUA y en otras naciones hoy en día, los agentes provocadores son usados frecuentemente por las agencias policiales para comprometer o entrampar y atrapar a los individuos señalados. A esas actividades algunas veces se las llama “operaciones de penetración”.


Allí parece estar una razón evidente para contratar actividades de agente provocador.


Si una persona elegida como objetivo no comete un acto por el cual pueda ser difamado, comprometido o encarcelado, entonces él debe cometer uno. Debido a que la mayoría de las acciones provocadoras son intentadas en contra de presuntos criminales o subversivos, parecería que la provocación es una herramienta útil para combatir el crimen y la subversión. En realidad no lo es.


Haciendo un cuidadoso análisis, un investigador pronto descubre que las acciones provocadoras casi invariablemente están llevadas a cabo por personas dentro de las agencias de inteligencia o de policía que son también criminales y subversivos. La provocación prueba ser con frecuencia una cobertura para la subversión o la criminalidad sancionadas oficialmente. Las acciones provocadoras son para los servicios policiales y de inteligencia, la mejor forma de disfrazar su apoyo secreto a criminales y elementos subversivos. Un claro ejemplo de esto fue la Okhrana rusa.


La Okhrana envió muchos agentes a unirse al creciente movimiento comunista en Rusia. Los agentes de la Okhrana se infiltraron dentro de los círculos internos del Partido Bolchevique y dirigían muchas de sus actividades. La infiltración fue tan grande que en los años 1908 y 1909, los agentes de la Okhrana ocupaban cuatro de los cinco puestos del Comité del Partido Bolchevique de San Petersburgo (Leningrado).

 

Aunque el arresto de revolucionarios era frecuente, la Okhrana hizo mucho más bien que daño a los bolcheviques rusos con el pretexto de la provocación. La Okhrana proporcionaba regularmente a los revolucionarios, dinero y materiales necesarios para su actividad. Trabajó para acabar con los dos partidos, el Social Demócrata y el Menchevique, los cuales eran importantes rivales del Bolchevique. La Okhrana ayudó a lanzar el más poderoso medio de propaganda bolchevique: el Pravda.

 

Cuando se fundó el Pravda en 1912, los agentes de la Okhrana sirvieron como editores fueron Román Malinovski, quien al mismo tiempo era miembro del Comité Central Bolchevique y ayudante de Lenin en Rusia, y Miron Chernomazov como Tesorero.


Puede ser que la Okhrana haya sido la agencia que suministró al comunismo ruso el infame dictador, José Stalin. El biógrafo Edward Ellis Smith, escribió en su libro “El joven Stalin”, que éste, —un revolucionario quien posteriormente emergió a la posición cumbre del gobierno soviético—, pudo haber entrado al movimiento comunista como agente provocador. Los historiadores han señalado que Stalin era el principal contacto entre los bolcheviques y la policía zarista y pudo haber tomado de la Okhrana mucho material de importancia.


Después de la abdicación del Zar a comienzo de 1917, el gobierno provisional disolvió la red completa de la Okhrana. La propaganda bolchevique había intensamente denunciado a la Okhrana y uno podría haber esperado en consecuencia que una vez victoriosos, los comunistas desmantelarían el aparato de inteligencia ruso. Los bolcheviques hicieron todo lo contrario. Durante las seis semanas siguientes al derrocamiento del gobierno provisional, los bolcheviques restablecieron la red de inteligencia.

 

Quizás esto no es tan sorprendente si consideramos la fuerte participación de la Okhrana en el partido bolchevique. Lenin sólo hizo una leve remodelación organizacional, dio a la Okhrana un nombre nuevo e hizo al brazo de la inteligencia del gobierno aún más dominante y opresivo que lo había sido bajo el Zar. En 1921, sólo cuatro años después de la revolución, la policía secreta bolchevique empleaba diez veces más gente que la Okhrana bajo el Zar. Era un secreto a voces en Rusia que la Okhrana había regresado más terrible que nunca.

El nombre dado al aparato de inteligencia ruso reorganizado fue el de “Comisión Extraordinaria para Combatir la Contra-revolución y el Sabotaje”, mejor conocida como la Checka.


La Checka cambió su nombre y forma durante las décadas siguientes. En 1922 era la GPU, luego OGPU y en 1934 fue reorganizada y convertida en la “Comisión de Asuntos Internos del Pueblo”, NKVD. Por último fue transformada en la moderna KGB, la más grande organización de la historia. En 1992 la KGB empleaba aproximadamente 90.000 funcionarios sólo para el sistema de seguridad interna y cárceles políticas. La KGB operaba su propio ejército de 175.000 soldados de fronteras y dirigía las acciones de la mayoría de los agentes provocadores y de espionaje por los cuales era bien conocido el régimen soviético. Una organización del tamaño de la KGB era evidentemente costosa para gobernar.

 

El inmenso presupuesto requerido para mantener esta inmensa burocracia de inteligencia era uno de los factores que contribuía a mantener deprimida la economía soviética. Los trabajadores soviéticos pagaban diariamente por la masiva KGB con un cada vez más bajo nivel de vida, el cual están todavía tratando de elevar. Mientras escribo esto (1992) la KGB continua viva dentro de la Comunidad de Estados Independientes, pero le han hecho alguna reestructuración para reflejar la desintegración de la Unión Soviética y se le han cambiado algunas funciones.


Una persona que escribió sobre la Revolución Rusa fue Arsene de Goulevitch, un antiguo general del ejército ruso-blanco anti-bolchevique. Aunque Goulevitch puede difícilmente ser considerado imparcial, dijo algunas cosas interesantes en su libro: “Zarismo y Revolución”.


Según Goulevitch, los agentes secretos ingleses eran numerosos en Rusia antes y durante la Revolución. De hecho, algún soporte financiero para la causa leninista se rumoraba haber venido de fuentes bancarias inglesas. Una de esas presuntas fuentes era Alfred Milner. Como recordamos, Milner era uno de los organizadores de la Mesa Redonda. Era también una importante figura política en Sur África durante la guerra de los Boer. Fue durante esta guerra que los ingleses crearon los campos de concentración modernos. Si los alegatos de Goulevitch contienen algo de verdad, entonces podemos comprender mejor dónde los bolcheviques obtuvieron la idea para establecer un sistema masivo de campos de concentración, como parte del nuevo sistema económico comunista: a saber, de los ingleses.


El primitivo sistema de campos de concentración soviético fue un asunto de gran escala que alcanzó su cúspide bajo el sucesor de Lenin, José Stalin. Bajo el brutal Stalin, un programa de choque fue lanzado para industrializar Rusia, comenzando con el llamado primer plan de cinco años, (Plan Quinquenal Ruso). El plan requería grandes cantidades de mano de obra barata. Para adquirirla, fue hecha una expansión de la red de campos de concentración en Rusia. Los campos eran administrados por la policía secreta rusa: la NKVD. Los presos de los campos de concentración eran mano de obra esclava que trabajaban bajo condiciones brutales. Casi todos los trabajadores eran rusos de nacimiento que habían sido encarcelados por distintos pretextos.

Los campos formaron parte integral de la economía soviética por muchas décadas. En 1941 por ejemplo, el 17% del fondo de capital para la construcción rusa era colocado en la NKVD para ayudarla a operar los campos. Casi la mitad de la producción de cromo y las dos terceras partes de la producción de oro de Rusia era encargada a los presos de los campos. Diez millones de personas pasaron por los campos de concentración rusos y aproximadamente el 10% de ellas murieron allí. Se estima que sólo desde que comenzaron los campos hasta el año 1950 murieron en ellos entre tres y cuatro millones de personas.
 

Los campos soviéticos de concentración definitivamente eran instituciones “capitalistas” puesto que estaban diseñados para aplicar una dura explotación del trabajo humano en máximo extremo. Las “clases trabajadoras oprimidas” llegaron a ser más oprimidas bajo sus “libertadores” comunistas. Con las reformas en progreso en la actualidad en la ex-URSS, está por verse lo que sucederá con los campos de concentración. Mientras escribo esto (1992), todavía están en uso los campos de trabajos forzados.


La imposición del comunismo al pueblo ruso con su extenso sistema de campos de concentración ocurrió durante una era tumultuosa ya terminada. La I Guerra Mundial fue un conflicto brutal. Este produjo alrededor de diez millones de pérdidas humanas militares e incalculables pérdidas millonarias en víctimas civiles. Cuando la guerra terminó a finales de 1918, se desencadenó otra catástrofe: una epidemia mundial de influenza. Esta duró menos de un año, pero en este sorprendente corto tiempo, consiguió matar a 20 millones más de personas. Fue tan repentina y tan devastadora como la peste bubónica del siglo XIV. Rusia sufrió profundamente esos acontecimientos. Entre 1914 y 1924, la hambruna producida por la guerra mundial, la revolución comunista, la agitación económica y la influenza, mataron no menos de 20 millones de rusos.


Para el asediado pueblo ruso, esos acontecimientos era sólo el comienzo de una naciente pesadilla.


Bajo el Plan Quinquenal iniciado por Stalin en 1928, toda la tierra de propiedad privada debía ser “colectivizada”, por ejemplo: tenía que ser puesta bajo la propiedad del gobierno. Muchos campesinos y terratenientes resistieron, como es comprensible. El gobierno de Stalin respondió lanzando un programa de asesinatos en masa similar al Reino del Terror francés. Los campesinos y terratenientes fueron objeto de exterminio físico a fin de incautar sus tierras y remover uno de los obstáculos a la utopía comunista. La campaña de exterminio duró desde 1929 hasta 1934.

 

Millones de personas fueron asesinadas por el sólo hecho de producir en su propia tierra. En respuesta, estalló una rebelión desde 1932 hasta 1934 durante la cual, los campesinos desafiaron y destruyeron la mitad del ganado de Rusia. Estas acciones rebeldes, conjuntamente al intento del régimen comunista de traer dinero extranjero mediante la sobre-exportación de trigo (3,5 millones de toneladas en dos años) trajo como consecuencia otra hambruna que produjo adicionalmente la muerte de cinco millones de rusos más.

El total de muertos, contados entre 1917 y 1950, como consecuencia directa e indirecta del establecimiento del comunismo en Rusia se estima en más o menos 35 a 40 millones. Esta es una de las mayores ratas de mortalidad de cualquier episodio simple de la historia. A esta cifra añadimos los muertos asociados con el establecimiento del comunismo en otros países, como los dos millones de propietarios rurales asesinados en China durante el programa industrial de choque impuesto por Mao Tsé Tung en 1950 y los millones de crímenes cometidos en Cambodia por los militantes de la República del Khmer Rojo en la de los 70’s.

 

En términos absolutos en pérdidas de vida, el comunismo ha sido una de las mayores catástrofes simples en la historia de la humanidad.


Mi propósito en esta discusión no es batir el tambor por un anti-comunismo rabioso. Es simplemente indicar que el patrón histórico que estudiamos, continua sucediendo en el siglo XX. El comunismo es poco más que un refrito de un tema agotado que ha sido repetido una y otra vez con las mismas consecuencias trágicas. El comunismo es sólo uno en la larga fila de artificios destructivos emanado de la red de la Hermandad que ha contribuido a que la gente se mantenga peleando, sufriendo y muriendo por ningún propósito en absoluto. El comunismo no fue una alternativa ante los enemigos que ellos proclamaban combatir, es decir, el capitalismo monopolista y las religiones Fin de Mundistas. El comunismo moderno fue su apéndice natural.


El desmantelamiento del comunismo europeo y soviético ha causado una genuina euforia en todo el mundo. Las facciones de la Hermandad han estado llegando y yéndose a lo largo de toda la historia, y el paso de cada una de ellas con frecuencia ha traído consigo un período de renacimiento. Desgraciadamente las reformas en Europa del Este plantean actualmente preservar el sistema de papel moneda inflacionario y crear un sistema gradual de impuestos para ayudar a pagar por éste.

 

Las luchas étnicas y nacionalistas severas en varias de las antiguas naciones comunistas, revelan que han sido regeneradas o creadas otras facciones guerreras para estropear la paz que habría llegado con el final de la guerra fría.

 

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